An¨¢lisis de ECHO

El g¨¦nero del sigilo sufre desde hace a?os de una marcada lacra de innovaci¨®n. Las bases quedaron ya definidas en los 90 con Thief y desde entonces se han refinado hasta la perfecci¨®n en generaciones subsecuentes. Permanecer en las sombras, hacer poco ruido, eliminar uno a uno a los enemigos¡­ todos conocemos la f¨®rmula. Por eso cuando aparece un nuevo t¨ªtulo capaz de innovar es celebrado por todos. Mark of the Ninja traslad¨® la jugabilidad del sigilo al plano de las dos dimensiones, Aragami basaba su jugabilidad enteramente en permanecer en las sombras y ECHO podr¨ªa haber sido un excelente tercer ejemplo de innovaci¨®n en el g¨¦nero. La premisa del juego, en el que los enemigos son siempre copias de ti mismo que aprenden o desaprenden dependiendo de tus acciones es apasionante. Por desgracia, el juego peca de tener ideas demasiado grandes y haber descuidado en el proceso de implementarlas la experiencia jugable.

Una historia poco satisfactoria

Empecemos por la historia. En, interpretada por Rose Leslie (a la que la mayor¨ªa conocer¨¦is por su papel como Ygritte en Juego de Tronos) forma parte de un culto creado por su abuelo. Desde peque?a ha sido entrenada para un desaf¨ªo que no conoce, pasando en el proceso cruentas pruebas y duelos a muerte dise?ados espec¨ªficamente para completar esta desconocida prueba. Una desafortunada secuencia de eventos lleva a En a pasar el ¨²ltimo siglo en estado de criogenizaci¨®n acompa?ada en el silencio por una IA llamada London. 

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La relaci¨®n y conversaciones entre En y London son el mecanismo que emplean los desarrolladores para contar la historia. Tanto as¨ª que la primera media hora del juego son ambos charlando entre s¨ª mientras En explora un gigantesco planeta cubierto de una estructura met¨¢lica claramente creada por seres inteligentes. Afortunadamente tanto las voces de En como London son excelentes lo que ayuda a evitar la monoton¨ªa durante esta secci¨®n inicial. Prontamente En llega al coraz¨®n de esta monumental estructura planetaria, una igualmente interminable mansi¨®n excelentemente dise?ada. Poco a poco aparecen formas de vida enemigas, replicas perfectas de ti cuyo objetivo desconocemos. 

A lo largo del juego se desarrolla la historia y  se van desvelando las respuestas a las inc¨®gnitas planteadas durante este primer acto introductorio. Desafortunadamente la historia acaba siendo un mero accesorio a la jugabilidad, una peque?a distracci¨®n que sirve para explicar las nuevas mec¨¢nicas que se van introduciendo y poco m¨¢s. La conclusi¨®n es jocosamente poco satisfactoria y sin desvelar nada de la trama solo puedo decir que es de los finales de cualquier cosa que m¨¢s indiferentes me han dejado en mi corta vida. Solo la relaci¨®n entre London y En consigue resolverse adecuadamente, un cierto consuelo dado que a lo largo del juego s¨ª terminas queriendo a estos personajes. Cabe mencionar que el juego por ahora no est¨¢ disponible en nuestro idioma y dada la calidad y cantidad de l¨ªneas en el guion dudo que jam¨¢s obtengamos algo m¨¢s que subt¨ªtulos.

Decepci¨®n jugable

Entremos a discutir la jugabilidad del t¨ªtulo, probablemente el peor de sus aspectos. ECHO es un juego de sigilo, desafortunadamente. La premisa central del t¨ªtulo, como ya hemos comentado, es que la inteligencia artificial del enemigo es capaz de aprender a partir de tus acciones. El gigantesco palacio que ocupamos sufre de regulares apagones y entre apag¨®n y apag¨®n, observa y aprende. S¨ª corremos antes de un apag¨®n, despu¨¦s del mismo nuestros enemigos correr¨¢n tambi¨¦n. Si no andamos por agua, dejar¨¢n de hacerlo observando c¨®micamente desde cualquier plataforma que ocupen como les disparas a quemarropa. Y, por supuesto, despu¨¦s de dispararles aprender¨¢n a empu?ar sus propias armas.

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Los apagones son uno de los principales desprop¨®sitos jugables, reduciendo la jugabilidad a explotar lo que podemos hacer antes de que se vayan las luces, interrumpiendo cualquier persecuci¨®n y, sobre todo, resucitando despu¨¦s a cualquier enemigo ca¨ªdo. La gratificante sensaci¨®n de ir cazando a los enemigos uno a uno en un elegantemente dise?ado mapa no existe aqu¨ª pues inevitablemente los enemigos reaparecen tras escasas bajas. No hay nada m¨¢s frustrante que acabar limpiamente con una zona de enemigos para que se vayan las luces, anunciando su temprana resurrecci¨®n.

Dichos enemigos (que el juego denomina ecos) cuentan con un ataque b¨¢sico antes de aprender a atacar que se activa autom¨¢ticamente cuando est¨¢n cerca de ti, impidi¨¦ndote huir si hay un grupo de m¨¢s de uno. Sum¨¢ndose a este problema el palacio est¨¢ sobrepoblado y cada pasillo, esquina y rinc¨®n est¨¢ patrullado por uno de estos ecos. En ning¨²n momento queda del todo claro su rango de visi¨®n y su comportamiento es extremadamente err¨¢tico lo que lleva a que tengamos que huir por nuestra vida. Muy a menudo. Huir por tu vida suele concluir cuando te encuentras a un grupo de m¨¢s de un enemigo lo cual supone una muerte instant¨¢nea.

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M¨¢s adelante, en el ¨²ltimo cap¨ªtulo, se introduce un nuevo tipo de enemigo extremadamente poderoso, ineludible, m¨¢s perceptivo, que no aprende y cuyo ataque mata instant¨¢neamente al primer golpe. Cuesta entender porque los desarrolladores decidieron que ser¨ªa una buena idea introducir un oponente que se salte todas las normas establecidas durante los otros cinco sextos del juego, pero ah¨ª est¨¢n haciendo el ¨²ltimo tramo de la experiencia insoportable. Quiz¨¢s pensaron que tener un solo tipo de enemigo a lo largo del juego ser¨ªa un problema, y lo es, pero por lo menos el hecho de que aprendan o desaprendan habr¨ªa permitido mantenerles como ¨²nico oponente a lo largo de toda la aventura. En cualquier caso, avisado queda el potencial jugador de estos molestos rivales.

Ultra Ultra, estudio responsable de la creaci¨®n del juego, est¨¢ compuesto de antiguos desarrolladores de Hitman, pero no es en su sigilosa jugabilidad donde despunta el t¨ªtulo. Los escenarios, tanto las intricadas estrucutras met¨¢licas del exterior como el exquisito decorado del interior del palacio, est¨¢n brillantemente dise?ados con una gran atenci¨®n al detalle y la iluminaci¨®n. Cada apag¨®n es espectacular (por lo menos los primeros doscientos), las luces se desvanecen en tiempo real y en r¨ªtmico orden. Candelabros, lustrosos muebles y exquisitos divanes pueblan la mansi¨®n, la repetici¨®n excesiva de los mismos excusada por el hecho de que el palacio infinitamente repetido forma parte de la historia.

 Si algo podr¨ªa ser mejorado en el apartado audiovisual ser¨ªan las animaciones. En se mueve de forma siniestra, algo que resulta efectivo cuando lo hacen nuestros enemigos pero c¨®mico cuando lo hace nuestra protagonista jugable. Su forma de andar de cuclillas (que ser¨¢ como andemos gran parte del juego) recuerda a la interpretaci¨®n de Andy Serkis de Gollum, un extra?o ser que se arrastra por los escenarios como un reptil humanoide. Tampoco corre como un ser humano ordinario, quiz¨¢s su traje sea especialmente incomodo.