An¨¢lisis Ghost Recon: Wildlands

La ficci¨®n que Tom Clancy desarrollaba en sus novelas las hace triunfar precisamente por no parecer ficci¨®n, con tramas factibles a ojos del lector, en las que se mezclan situaciones, pa¨ªses e incluso personajes reales, con una aventura que solo ser¨ªa real en la imaginaci¨®n del escritor. O al menos as¨ª habr¨ªa de ser, porque no son pocos los que creen que los contactos de Clancy con la CIA o el KGB dotaron a sus novelas de m¨¢s realidad que la que cabr¨ªa esperar.

En todo caso, la obra de Clancy siempre se ha mostrado como campo abonado del que obtener buenos argumentos sobre los que construir un videojuego. Esa ¡°ficci¨®n realista¡± encaja perfectamente en nuestros gustos. As¨ª queda demostrado cuando llevamos ya veinte a?os recibiendo, con mayor o menor periodicidad, t¨ªtulos basados en el universo de Clancy.

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La primera entrega, de 1998, fue Rainbow Six, todo un ¡°pelotazo¡± que supuso la entrada del ya manido t¨¦rmino ¡°t¨¢ctico¡± en los juegos de disparos o FPS, que por entonces viv¨ªan su ¨¦poca dorada. Rainbow Six obligaba a prever la acci¨®n, planificar los movimientos y, su gran paradigma, a que varios jugadores debieran colaborar entre s¨ª, perfectamente coordinados, para lograr completar un objetivo com¨²n.

Con el paso de los a?os, las novelas de Clancy iban dejando atr¨¢s escenarios ya consumidos, como la guerra fr¨ªa, para adentrarse en otros nuevos y no menos terror¨ªficos, como el narcoterrorismo, el espionaje industrial o las guerras instadas por las corporaciones y el dinero, no por las banderas o la religi¨®n. Del mismo modo, los juegos basados en esta franquicia se iban adaptando tambi¨¦n a los tiempos.

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Despu¨¦s del rotundo ¨¦xito de Rainbow Six y sus sucesivas actualizaciones, Ubisoft decide dar una vuelta a la franquicia y lanza el primer Ghost Recon. Al igual que los Rainbow, los Ghost son patrullas que trabajan en la absoluta clandestinidad, ejecutando acciones casi quir¨²rgicas tras las l¨ªneas enemigas. ?La diferencia? El juego basado en los Ghost prescinde de gran parte de los requerimientos t¨¢cticos, planificaci¨®n y acci¨®n coordinada, para ofrecer un juego mucho m¨¢s arcade, con acci¨®n directa, escenarios abiertos y, en definitiva, mucho m¨¢s accesible para los jugadores.

Este cambio (todav¨ªa no hab¨ªamos creado el t¨¦rmino ¡°casualizaci¨®n¡±) no gust¨® a los m¨¢s puristas de Rainbow Six, pero ampli¨® much¨ªsimo el mercado de jugadores al incluir a aquellos que buscaban diversi¨®n m¨¢s r¨¢pida, sin demasiadas complicaciones y, sobre todo, sin tener que disponer de varios amigos igual de frikis apasionados al juego como para tirarse diez minutos planificando una entrada que luego se resolv¨ªa en unos pocos segundos. 

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Han pasado diecis¨¦is a?os de aquel primer Ghost Recon, pero la discusi¨®n es la misma. Al igual que el universo Clancy se adaptaba a los nuevos tiempos, los videojuegos basados en ¨¦l han hecho lo propio, pretendiendo ofrecer lo que el p¨²blico demanda, aunque sea a costa de abandonar aquello que les ha diferenciado.

Y lo que Ubisoft entiende que los jugadores buscamos hoy d¨ªa es un mapa abierto, enorme, con un estilo de juego ¡°sandbox¡±, libertad absoluta, con decenas de horas de juego, cientos de opciones de personalizaci¨®n, potencia gr¨¢fica y, sobre todo, ser disfrutado dentro de una gran comunidad de jugadores. ?se es el prop¨®sito de este Wildlands. 

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Un mal Sue?o

Comenzaremos presentando la l¨ªnea argumental. Para entrar en el juego nos basta saber que nuestro objetivo es un megal¨®mano delincuente, conocido como ¡°El Sue?o¡±, que ha sido capaz de construir un ¡°narcoestado¡± sobre la ingente cantidad de dinero que permite el comercio de coca¨ªna y sobre una brutalidad y carencia de escr¨²pulos que ha eliminado a cualquiera que le pueda hacer oposici¨®n. Quiz¨¢ el mayor punto de inter¨¦s de la trama extralimita al propio juego y es el haber utilizado un estado real, Bolivia, para recrear una historia en la que el gobierno, el ej¨¦rcito y gran parte de la ciudadan¨ªa se han plegado a las exigencias de un capo de la coca¨ªna y, no solo viven obedeciendo sus mandatos, sino que adem¨¢s lo hacen siendo felices, ofreciendo la sensaci¨®n de que antes viv¨ªan peor. Una l¨ªnea argumental que poca gracia ha causado en aquel pa¨ªs sudamericano, que ha llegado a presentar una queja formal al gobierno de Francia (Wildlands es una producci¨®n de la divisi¨®n francesa de Ubisoft), no solo por convertir su pa¨ªs en un ¡°narcoestado¡±, tambi¨¦n por el abuso de t¨®picos y la presentaci¨®n de sus ciudadanos, poco favorecida en todos los aspectos. 

Y como no puede ser de otro modo, el T¨ªo Sam se ver¨¢ en la obligaci¨®n de arreglar este desaguisado, enviando a sus mejores hombres. Y s¨ª, con cuatro de estos comandos Ghost ser¨¢ suficiente para acabar con todo el narcoestado. La forma de hacerlo ser¨¢ ocasionando p¨¦rdidas, saboteando la producci¨®n y, en definitiva, generando tantos problemas como podamos a la organizaci¨®n. Esto provocar¨¢ que se ponga a nuestro alcance alg¨²n responsable de zona, cuya eliminaci¨®n facilitar¨¢, a su vez, la entrada en escena de un narco de rango superior, cuya eliminaci¨®n provocar¨¢ que¡­ bueno, y as¨ª, hasta obligar a salir de las sombras al capo, a ¡°El Sue?o¡±, cuya eliminaci¨®n es el objetivo final del t¨ªtulo.

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Es evidente que se ha hecho un importante esfuerzo en crear una trama a la altura de la superproducci¨®n que este Wildlands pretende ser. Se trataba de un objetivo bastante dif¨ªcil de conseguir, dado que estamos ante un ¡°sandbox¡± y, sobre todo, ante un juego sin una l¨ªnea temporal marcada, como veremos un poco m¨¢s adelante. Sin embargo s¨ª se consigue un guion de calidad apoy¨¢ndose, casi en exclusiva, en las historias que rodean a cada uno de los narcos que hemos de eliminar, todos con una trabajada personalidad. La cohesi¨®n de todas las historias se consigue a trav¨¦s de nuestra relaci¨®n con la resistencia boliviana, que luchar¨¢ a nuestro lado y se mostrar¨¢ trascendental en la trama. Adem¨¢s contaremos con una enorme cantidad de material en forma de documentaci¨®n y grabaciones intervenidas y horas de locuciones radiof¨®nicas que nos ayudar¨¢n a meternos m¨¢s en la trama mientras conducimos un coche o combatimos cerca de un aparato de radio.

Merece una menci¨®n especial el personaje de ¡°El Sue?o¡±. Se ha conseguido crear un ¡°malo¡± de los de verdad, con un fuerte carisma y que, lejos de sus evidentes problemas megal¨®manos y psicop¨¢ticos, en ocasiones tiene no poca raz¨®n en algunos de sus posicionamientos. Un ¡°boss¡± final que nos recuerda mucho a otros que se han ganado un espacio en nuestra memoria, como Vass y Pagan Min, de Far Cry 3 y 4 respectivamente y que, casualmente, tambi¨¦n son de Ubisoft. 

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Free to kill

Una vez conocido el argumento, entramos directamente con el mayor punto fuerte de esta entrega de Ghost Recon y es que, aunque efectivamente hay una buena historia que jugar, no existe un guion definido para recorrerla. Seremos totalmente libres para elegir nuestro camino, sin ning¨²n tipo de limitaci¨®n.  Desde que aterrizamos en ¡°Bolivia¡±, no nos encontraremos puentes cerrados al tr¨¢fico, cadenas monta?osas que no se pueden cruzar o puestos enemigos imposibles de franquear. Desde el primer minuto de juego podremos coger un helic¨®ptero y volar a cualquier extremo de un mapa enorme. Y desde ese mismo momento encontraremos all¨ª los mismos enemigos y misiones que encontrar¨ªamos si lleg¨¢semos muchas horas de juego despu¨¦s.

Desde el mapa de la zona que nos ofrece el juego podremos saber a qu¨¦ lugarteniente nos enfrentamos y cu¨¢l es el nivel de dificultad que supone. Dado que Wildlands es un juego con un toque de RPG, en el que iremos mejorando las capacidades y equipamiento de nuestro equipo a medida que completamos misiones, la l¨®gica dir¨¢ que habremos de empezar por las m¨¢s sencillas, para atacar las complejas cuando nuestro personaje pueda lidiar mejor con ellas. Pero eso no tiene por qu¨¦ ser as¨ª. Ubisoft propone un mundo totalmente abierto y vaya si lo es.

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Con esta libertad total los creadores de este Wildlands consiguen literalmente abrumar al jugador durante las primeras horas de juego. Coger una avioneta y volar durante cientos de kil¨®metros, pasando por selvas tropicales, los cl¨¢sicos altiplanos bolivianos, desiertos salados, cordilleras nevadas, zonas pantanosas veteadas por deltas fluviales¡­ y en cualquier punto que decidamos descender encontraremos decenas, centenares, de objetivos que sabotear, enemigos que eliminar, recursos que recolectar y mejoras de personaje y armas que recoger. Una total sensaci¨®n de patio de recreo o ¡°sandbox¡±.

Un punto que hay que valorar muy positivamente es que Ubisoft consigue encajar nuestros recorridos, muchas veces an¨¢rquicos, dentro de una misi¨®n bastante coherente. Lo logra mediante las comunicaciones de nuestro equipo con su oficial de inteligencia que, adem¨¢s de ser parte importante en la historia, ligar¨¢ las informaciones de cada zona que recorramos. Nos hablar¨¢ de su orograf¨ªa, el posicionamiento de su poblaci¨®n a favor o en contra de ¡°El Sue?o¡± y, sobre todo, qu¨¦ tipo de acciones hemos de priorizar para ser realmente eficaces de cara nuestro objetivo final. De este modo, aunque optemos por llevar un guion absurdo o yendo ¡°a saco¡± a por el final del juego, la historia no se resiente demasiado y se mantiene coherente aunque nos perdamos gran parte de la misma.

Enorme Bolivia

Durante la producci¨®n de este Ghost Recon se lleg¨® a decir que en ¨¦l se reproducir¨ªa toda Bolivia, algo poco serio teniendo en cuenta que hablamos de un pa¨ªs con m¨¢s de un mill¨®n de kil¨®metros cuadrados, el doble que Espa?a. Sin embargo s¨ª que es cierto que el mapa de este Wildlands podr¨ªa ser el m¨¢s grande visto hasta ahora en un Sandbox. Es algo que no nos atrevemos a afirmar porque es un record que tiende a durar bien poco, sobre todo cuando las herramientas de generaci¨®n autom¨¢tica de terreno son cada vez m¨¢s potentes. Mediante estas herramientas resulta muy f¨¢cil ¡°vestir¡± un escenario, generando autom¨¢ticamente vegetaci¨®n, formaciones rocosas, caminos e incluso zonas pobladas. De este modo, no nos cabe duda de que se podr¨ªa haber hecho un mapa a¨²n mayor, pero no es necesario. Es m¨¢s; el mapa de Wildlands se nos antoja incluso demasiado grande. Veremos por qu¨¦.

A favor del mapa de este Ghost Recon destaca sin duda la variedad de escenarios. Entre las llanuras del mar de sal y los picos nevados a m¨¢s de cinco mil metros encontraremos selvas, r¨ªos, pastizales plagados de llamas, poblaciones de distintos tama?os, carreteras asfaltadas, caminos embarrados, senderos¡­ Todo ello en una cantidad tremenda. Y aqu¨ª es donde encontramos el ¡°pero¡± a todo este asunto de las dimensiones y la cantidad.

Wildlands se ha llenado con miles de peque?os objetivos. Principalmente se trata de recursos que marcar para que sean utilizados por nuestros aliados de la guerrilla, pero tambi¨¦n mejoras para las armas, para los personajes o munici¨®n. Adem¨¢s hay centenares de misiones secundarias que permiten mejorar el apoyo que tendremos de los citados aliados de la guerrilla, en las que tendremos que activar o desactivar antenas, marcar convoyes, sabotear maquinaria, robar veh¨ªculos, destruir otros, realizar seguimientos, eliminaciones selectivas¡­ De este modo, tras jugar un buen carro de horas a Wildlands, no nos atrevemos a aventurar cu¨¢l es el tiempo m¨ªnimo que necesitar¨ªamos para completar todos y cada uno de sus cientos de objetivos. ?M¨¢s de cien horas? En un modo de dificultad avanzada, es muy probable que s¨ª.

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Tal cantidad de misiones nos obliga a desplazarnos, como es l¨®gico, unos cientos de metros o kil¨®metros entre un objetivo y otro, con la consiguiente ¡°p¨¦rdida¡± de tiempo. En las primeras horas de juego resulta divertido, pero pronto comenzaremos a cansarnos. Empezaremos a utilizar la opci¨®n de ¡°viaje r¨¢pido¡±, imprescindible, y a la vez que comprobamos que ya hemos repetido la mec¨¢nica de cada misi¨®n secundaria varias veces, descubriremos que las mejoras que nos ofrece el realizarlas no merecen el tiempo que conlleva asumirlas. Y, antes o despu¨¦s, llegar¨¢ un momento en que ya no nos divirtamos haciendo estos trabajos secundarios y, probablemente, llegaremos a la conclusi¨®n de que la cantidad no lo es todo y que el t¨ªtulo podr¨ªa ser igual o m¨¢s redondo si se hubiera hecho un mapa m¨¢s reducido, con menos misiones. 

En este punto es necesario describir c¨®mo nos moveremos por el mapa. Hacerlo a pie es una locura, dadas las distancias. Lo m¨¢s pr¨¢ctico es robar una moto o un helic¨®ptero, o pedir que la guerrilla nos traiga uno. La utilidad del helic¨®ptero es obvia y ser¨¢ nuestro veh¨ªculo favorito, dado que incluso podremos atacar los objetivos sobrevol¨¢ndolos con ¨¦l. Pero si no disponemos de un ¡°heli¡±, habr¨¢ que conducir y esa no ser¨¢ una tarea muy agradable. 

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Por un lado las f¨ªsicas, detecci¨®n de colisiones, da?os en veh¨ªculos y, en general, el realismo de la conducci¨®n, es bastante mejorable. Las reacciones de los veh¨ªculos, con excesivo sobreviraje, sobre todo jugando con teclado, le restan realismo a la conducci¨®n, que acaba por desaparecer completamente cuando nos estrellamos contra algo, con reacciones francamente malas. No obstante Wildlands no es un juego donde la conducci¨®n sea determinante y son errores perdonables. 

Al punto que quer¨ªamos llegar hablando de la conducci¨®n es que en s¨ª evidencia que hasta para la gente de Ubisoft el mapa se hac¨ªa demasiado grande. Nos explicamos. Si debemos ir de un punto a otro contaremos con un GPS que nos marca la ruta (excepto las fluviales). Si seguimos la ruta marcada, sobre todo en ¨¢reas de monta?a, el trayecto se demuestra largo y aburrido. ?Qu¨¦ haremos entonces? Por supuesto, atajar campo a trav¨¦s. Buscar el icono que nos marca la direcci¨®n donde est¨¢ el objetivo y conducir directamente hacia ¨¦l. Y el problema es que es algo perfectamente posible, casi recomendable. 

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No tiene sentido seguir las carreteras. Podemos coger desde un tractor a un Lamborghini y lanzarlo campo a trav¨¦s, dando saltos entre la maleza, trepando paredes casi verticales, conduciendo sin problema alguno a trav¨¦s de toda la vegetaci¨®n, excepto de los ¨¢rboles m¨¢s grandes. Es entonces cuando definitivamente asumimos que, para no disfrutarlo y que no aporte nada al juego, tal cantidad de superficie y misiones secundarias, no son necesarias.

Entrando en acci¨®n...

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Una vez ubicados, llegamos por fin a la parte jugable, a c¨®mo vamos a disfrutar de este Wildlands. La f¨®rmula ya es conocida en la saga. Un comando directamente controlado por nosotros y otros tres de apoyo, controlados por la IA, a los que podremos dar ¨®rdenes b¨¢sicas como reagruparse, ir a un punto y, por encima de todo, realizar disparos sincronizados.

En Wildllands los comandos no tienen un rol claro predefinido. No tendremos un ¡°sniper¡±, un ametrallador, demolici¨®n¡­ Todos ellos cuentan con un arma capaz de hacer blanco a varios cientos de metros y otra para tiroteos cercanos. 

Por parte del jugador s¨ª que contaremos con dos ¨¢rboles de mejoras o especializaci¨®n. Por un lado, podremos ir mejorando las capacidades f¨ªsicas de nuestro soldado a la hora de moverse, disparar o resistir da?o. Tambi¨¦n podremos mejorar utensilios imprescindibles como el dron de reconocimiento, o c¨®mo de eficientes pueden llegar a ser nuestros compa?eros. En este ¨¢rbol de mejoras hay algunas imprescindibles, como la mayor resistencia a los disparos, la visi¨®n nocturna y t¨¦rmica, la resistencia en carrera, el equilibrio a la hora de apuntar¡­ a las que se suman otras perfectamente prescindibles que apenas afectar¨¢n a la partida. Estas mejoras se consiguen jugando, mientras aumentamos de nivel y recogemos ¨ªtems en el escenario, si bien tambi¨¦n es posible comprarlas mediante dinero real. En la mejora del personaje incluimos la posibilidad de crearlo a nuestro gusto sobre un editor donde elegir desde el peinado o tatuajes, a la vestimenta o los parches con los que decoraremos la mochila de combate. Si bien en otros juegos la personalizaci¨®n de nuestro avatar no va m¨¢s all¨¢ de lo est¨¦tico, en un juego cooperativo como ¨¦ste se convierte en algo realmente necesario, dado que es muy ¨²til reconocer en pantalla a nuestros amigos por el personaje que controlan.

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Ocurre algo similar con el segundo ¨¢rbol de mejoras; el correspondiente a las armas. En Wildlands literalmente hay cientos de posibles combinaciones de armamento, dado el n¨²mero total de armas de que dispone y las muchas posibilidades de mejora con las que cuenta cada una. Sin embargo, mientras hay algunas mejoras imprescindibles, como una mejor mira telesc¨®pica o la capacidad de del cargador, otras son inapreciables o puramente est¨¦ticas.

Una vez equipados y tras recibir las indicaciones de inteligencia sobre el objetivo, nos desplazaremos hasta ¨¦l para comenzar la acci¨®n. De nuevo se har¨¢ patente que el hecho de desplazarse por un mapa tan grande puede resultar un incordio para el jugador. Adem¨¢s del viaje r¨¢pido o el descrito recorrido campo a trav¨¦s, desde Ubisoft nos lo quieren poner f¨¢cil y podremos olvidarnos completamente de nuestros compa?eros a la hora de viajar. Recorreremos varios kil¨®metros en una moto y, cuando bajemos, nuestros compa?eros se teletransportar¨¢n autom¨¢ticamente a ese lugar. Lo mismo ocurre si cogemos un coche o un helic¨®ptero y salimos zumbando; nuestros tres compa?eros se materializar¨¢n autom¨¢ticamente dentro de ¨¦l. Es una soluci¨®n que elimina por completo la sensaci¨®n de realismo pero, como es evidente, es la m¨¢s sencilla, r¨¢pida y eficaz.

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Una vez junto al objetivo, la rutina ser¨¢ localizar y marcar a los enemigos, alarmas y generadores el¨¦ctricos y pensar, sin demasiadas exigencias, cu¨¢l ser¨¢ el plan de ataque. Para ello disponemos de un ¨²til dron dotado de varios tipos de c¨¢maras, o de unos prism¨¢ticos para aquellas zonas dotadas de perturbadores que impiden el uso del primero. Dada la precisi¨®n de la armas, que s¨®lo se ven afectadas por la ca¨ªda del proyectil en relaci¨®n a la distancia del objetivo, y a que son letales con un ¨²nico disparo, lo m¨¢s pr¨¢ctico es atacar desde lejos. 

Eliminar enemigos as¨ª es realmente f¨¢cil, si bien las cosas se complican cuando los objetivos son m¨¢s numerosos. Si estos ven a un compa?ero ca¨ªdo o perciben el impacto de un proyectil, se pondr¨¢n en alerta, aumentando su actividad defensiva y movilizando refuerzos. Es por ello que nuestro principal objetivo t¨¢ctico ser¨¢ eliminar tantos enemigos como sea posible sin que estos activen la alarma. Como aut¨¦nticos fantasmas podremos acabar, uno a uno, con todos los enemigos de un cuartel. No ser¨¢ tan f¨¢cil completar las misiones utilizando la infiltraci¨®n, sin causar bajas, pero tampoco el juego est¨¢ dise?ado para ello.

El hecho de que los enemigos se alerten puede suponer el fracaso de la misi¨®n. Tambi¨¦n podr¨ªa suponer que un objetivo a interrogar huya, o que un prisionero a rescatar sea ejecutado. Tambi¨¦n supone que se movilice al enemigo m¨¢s temible del juego, los helic¨®pteros artillados, que siempre nos pondr¨¢n en serias dificultades.

Nuestros compa?eros de patrulla ser¨ªan pr¨¢cticamente prescindibles en el combate si no fuese por dos acciones en las que destacan. La primera tiene que ver precisamente con evitar que los enemigos den la alarma y es la ejecuci¨®n de disparos coordinados. Nosotros asignaremos un blanco a cada uno de ellos y, cuando demos la orden o disparemos nosotros, ellos har¨¢n lo propio, permitiendo eliminar hasta cuatro enemigos de forma pr¨¢cticamente simult¨¢nea. La segunda situaci¨®n en la que el resto de la patrulla nos resulta ¨²til es cuando caemos herido. En ese momento todos se dirigir¨¢n a nuestra posici¨®n y nos reanimar¨¢n. 

Por lo dem¨¢s, si bien resultan ¨²tiles en los tiroteos y en algunas situaciones concretas, como al usar veh¨ªculos artillados, el contar con tres compa?eros manejados por la IA resulta casi prescindible, pudiendo asumir una acci¨®n en solitario, tal y como hacemos en la saga Far Cry. La patrulla de cuatro componentes adquiere toda su raz¨®n de ser cuando se juega en cooperativo, con amigos, de lo que hablaremos m¨¢s adelante.

En definitiva, la acci¨®n b¨¢sica de este Wildlands queda ya resumida en los p¨¢rrafos anteriores. Viajar a un punto, explorar la zona objetivo y marcar enemigos, eliminar desde la distancia a los que sea posible y, finalmente eliminar al resto con subfusiles, a corta distancia, cuando no hay m¨¢s opci¨®n. Una vez hemos asegurado el ¨¢rea, recogemos todas las bonificaciones que haya y a por la siguiente.

En la acci¨®n se introducen matices, como tener que destruir un equipamiento concreto, robar otra cosa, colocar unos micros o llegar hasta un personaje al que interrogar. Tambi¨¦n contamos con variables a nuestro favor a la hora de completarlas, como pedir apoyo de la guerrilla local, un ataque de sus morteros o usar veh¨ªculos. Por parte enemiga, a medida de avanzamos en la aventura iremos pasando de enfrentarnos a simples narcos en chanclas y pobremente armados, a combatir a la denominada ¡°La Unidad¡±, el ej¨¦rcito boliviano a las ¨®rdenes de ¡°El Sue?o¡±, equipados con el mejor armamento, m¨¢s letales y resistentes y, sobre todo, capaz de concentrar a tantas unidades detr¨¢s de nosotros que har¨¢n muy dif¨ªcil sobrevivir.

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Tambi¨¦n hay variables que vienen dadas por la climatolog¨ªa y la hora de la acci¨®n, siendo mucho m¨¢s sencillo pasar inadvertido en la oscuridad de la noche o bajo una tormenta, lo que invita a acometer entonces las misiones que se nos resisten. Sin embargo, fuera de estas variables, la inmensa mayor¨ªa del tiempo que pasemos en estas tierras salvajes bolivianas lo destinaremos a la rutina ya citada: viajar, explorar, marcar, ataque a distancia, combate cercano y recogida de bonificaciones. Y a por la siguiente.

Agradeceremos cuando, tras realizar un buen pu?ado de misiones de este tipo, podamos ir a por uno de los capos. Las misiones en las que por fin se nos ponga a tiro uno de estos personajes cuentan con matices, giros argumentales y unos toques de originalidad que son los que permiten mantener el inter¨¦s sobre el juego.

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Todo es mejor entre amigos...

Para muchos, quiz¨¢ la mayor¨ªa, las tres mil seiscientas palabras que llevamos escritas hasta el momento les resultar¨¢n poco o nada ¨²tiles. Son aquellos que ven Wildlands como un t¨ªtulo exclusivamente multijugador. Y es que es en este apartado donde el nuevo Ghost Recon alcanza su mayor inter¨¦s.

La integraci¨®n del multijugador en la acci¨®n consiste en sustituir a los miembros de la patrulla controlados por la IA, por jugadores humanos. De este modo la acci¨®n cambia radicalmente. De inicio hemos de suponer que los jugadores humanos se comportar¨¢n de una forma m¨¢s eficiente sobre el campo de batalla, facilitando la progresi¨®n en el juego. Realmente no es as¨ª, porque en muchas ocasiones los humanos caeremos en errores que no cometer¨ªa la IA, pero eso es parte de la diversi¨®n. Lo que s¨ª que est¨¢ claro es que jugando con compa?eros el propio juego te pide que lo lleves a un nivel m¨¢s alto de dificultad y se vuelva exigente con nosotros. Es ah¨ª donde realmente vamos a disfrutar de Wildlands.

Jugando en los dos niveles m¨¢s altos de dificultad los enemigos nos detectar¨¢n casi de inmediato, sus disparos ser¨¢n letales, ser¨¢ m¨¢s complicado eliminarlos pasando inadvertidos¡­ Ser¨¢ ese el momento en el que Ghost Recon debe recuperar su componente t¨¢ctico, cuando se convierte en el t¨ªtulo que quiere ser; que todos queremos que sea.

Llegar¨¢ un momento en el que, tras estrellarnos varias veces contra la misma misi¨®n, por fin los jugadores nos paremos a pensar, a planificar t¨¢cticamente la acci¨®n, a calcular los tiempos y distancias y, sobre todo, a repartir funciones. Uno se ocupar¨¢ de la infiltraci¨®n, otro de dar apoyo como francotirador, otro de minar los accesos y repeler los refuerzos y el ¨²ltimo de hacerse con un helic¨®ptero que permita la extracci¨®n. 

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No, no parece el mismo juego. Y es que no lo es. Las misiones que se convierten en repetitivas en un ¡°single player¡±, al ser jugadas con amigos (o desconocidos) reales permiten que cada vez que se ejecuten resulten diferentes. Para bien y para mal, porque en muchas ocasiones se nos asignar¨¢n compa?eros que, m¨¢s que una ayuda, arruinar¨¢n las misiones o ir¨¢n a su aire sin tener muy claros los objetivos. De ah¨ª que, siempre que sea posible, preferiremos jugar con conocidos. 

Siguiendo con el modo multijugador de Wildlands, ¨¦ste tiene innovaciones muy buenas y otras carencias casi imperdonables. En lo positivo destaca la integraci¨®n tan acertada que se hace del multijugador respecto al modo de un solo jugador. Podemos estar solos en una partida ¡°single¡± y ver c¨®mo un amigo entra a echarnos una mano, pudiendo dejar la partida en cualquier momento sin que ello repercuta en nuestra campa?a. As¨ª, bien podremos elegir jugar la aventura de Wildlands tal y como ha sido planteada, u olvidarnos completamente de ella y usar el t¨ªtulo como un inmenso ¡°sand box¡± donde jugar con nuestros amigos a lo que queramos.

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En cuanto a lo imperdonable, no se entiende que el t¨ªtulo no proporcione un modo de planificaci¨®n donde disponer de una pizarra virtual donde indicar al resto de compa?eros ubicaciones, objetivos o v¨ªas de progresi¨®n. No se facilita la planificaci¨®n en absoluto, obligando a que toda ella se haga mediante comunicaci¨®n oral.

Otra carencia clamorosa: el modo competitivo 4 Vs 4, donde dos patrullas se enfrenten entre s¨ª, acerc¨¢ndose as¨ª a la acci¨®n de t¨ªtulos como el cercano Rainbow Six: Siege. Esta carencia s¨ª va a ser corregida mediante uno de los primeros DLC que se a?adir¨¢n al t¨ªtulo.

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Con un multijugador como atractivo fundamental del t¨ªtulo y conscientes de lo importante que es disfrutarlo con conocidos, el juego cuenta con soporte fuera del mismo, ya sea en la WEB o mediante una aplicaci¨®n m¨®vil, que invitan a crear una buena comunidad de jugadores. Agregar como amigos a jugadores con los que hemos jugado anteriormente asignados por el "matchmaking", estudiar sus estad¨ªsticas y logros, agruparlos por su estilo de juego... Una iniciativa muy acertada.

La gesti¨®n de amigos es, al tratarse de un t¨ªtulo Ubisoft, a trav¨¦s de Uplay. Las carencias de esta plataforma son evidentes cuando la comparamos como otras, como Steam o incluso Origin, pero hemos de reconocer que la desarrolladora ha hecho un importante esfuerzo en apoyar la creaci¨®n de una buena comunidad de jugadores alrededor de su Wildlands.

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