GTI Club Supermini Festa!
Mala fiesta
Corriendo a toda velocidad por los circutios italianos, japoneses, franceses, estadounidenses o brit芍nicos, GTI Club Supermini Festa colisiona frontalmente contra el peor de sus propios defectos: un aspecto t谷cnico muy pobre unido a un motor f赤sico que pese a poner de relieve su tendencia arcade tiene poco o nada de practicidad cuando el jugador se pone tras los mandos de su volante. Tiene un pase por la licencia, aunque no se le puede pedir mucho: ofrece lo mismo de la primera pantalla a la 迆ltima.
Lo de Konami no tiene explicaci車n en esta generaci車n. Vaya por delante que durante muchos a?os estuvo en la cresta de ola, que supo mantenerse en su posici車n generaci車n tras generaci車n hasta que la industria alcanz車 la denominada next-gen. Si ahora miramos hacia el pasado, duele ver c車mo una empresa m赤tica donde las haya ha ido de m芍s a menos, de culo y sin frenos permiti谷ndose la expresi車n vulgar. Nadie ha sabido -o podido- parar la deceleraci車n de la compa?赤a japonesa que hace una d谷cada encontraba en Metal Gear Solid, Pro Evolution Soccer o Castlevania bazas suficientes para subsistir durante un siglo. De hecho ha sido su mala adaptaci車n a los tiempos que corren el principal motivo de la decadencia en la que se encuentra sumida a d赤a de hoy. Todav赤a hay quienes se quejan de Square Enix, de Nintendo o de Namco Bandai, pero entre todas es Konami la que peor parada sale de las comparaciones.
La poca suerte de sus franquicias ic車nicas durante esta generaci車n (salvando honrosas excepciones) no hace referencia s車lo al ocio dom谷stico, sino tambi谷n al recreativo, que todav赤a cuenta con bastante fuerza en Jap車n. GTI Club ha sido por m谷ritos propios una de las franquicias m芍s respetadas por los aficionados gracias a su sabia mezcla entre arcade, acci車n y diversi車n, especialmente en el plano multijugador. Pocos ser芍n los que hayan entrado a un sal車n recreativo y no reconozcan la peculiar musiquilla que retumba en la cabeza mientras derrapamos a toda velocidad por las bell赤simas calles de los pa赤ses que el t赤tulo se molestaba en recrear. De aquellas eran pocos los elegidos para poder manifestar una calidad t谷cnica tan elevada, pocos los que pod赤an permitir elaborar con tanta soltura un entramado gr芍fico tan 芍gil como vistoso en pantalla.
Despu谷s de dar el salto a la sobremesa con PS3, en una pobre demostraci車n de las posibilidades reales del juego en una consola que ha puesto de relieve su poder赤o t谷cnico desde distintas perspectivas, Konami dec赤a repetir la operaci車n. Esta vez la consola elegida ser赤a Wii, que por su concepto se ajusta como anillo al dedo a las pretensiones del arcade, por lo que ya desde su presentaci車n oficial el p迆blico se pudo hacer una idea de lo que se iba a encontrar en este sentido. ?Un arcade de conducci車n optimizado para ser disfrutado entre cuatro amigos, repleto de minijuegos e interesantes pruebas de habilidad? Vendido. Puede que en otros g谷neros haya pesado la sombra del p迆blico que se decanta por la sobremesa de Nintendo (el aficionado casual, seg迆n los expertos), pero desde luego aqu赤 el supuesto h芍ndicap se convierte en una ventaja de la que muchas compa?赤as (SEGA, Nintendo, Capcom) se han aprovechado para suerte de la comunidad de usuarios.
Despu谷s de seleccionar un modelo (entre los que encontr芍bamos tanto autom車viles europeos como japoneses, los americanos no destacan precisamente en este sentido) toca seleccionar un circuito urbana en el que competimos contra otros GTIs que tratan de alcanzar la meta lo antes posible o, en su defecto, antes de que lo haga cualquier otro clasificado de la lista. El concepto lo conocemos de sobra gracias a la ingente cantidad de proyectos que parten con una idea semejante de base, aunque pocos son los que finalmente logran hacerse un hueco en el mercado. GTI Club lo consegu赤a, como dec赤as anteriormente, en parte gracias a su jugabilidad y en parte gracias al notable apartado t谷cnico del que hac赤a gala en su d赤a. Por desgracia, ninguno de estos dos aspectos ha conservado su frescura a la hora de ser adaptado a Wii con todas sus consecuencias.
Conocer la premisa es suficiente para entender ante qu谷 clase de videojuego se encuentra el jugador si se decide a adquirir el producto. GTI Club Supermini Festa es una ampliaci車n de la propuesta que explic芍bamos en la p芍gina anterior, cuyo mayor atractivo reside en los a?adidos que se han incluido respecto a versiones aparecidas en el pasado. Aqu赤 se experimenta con el multijugador de dos formas: primero, a?adiendo una infraestructura online que funciona a trancas y barrancas; segundo, mediante el a?adido de numerosas disciplinas multijugador local en las que debemos hacer frente al rival cara a cara, no exclusivamente dentro de un circuito sino tambi谷n lanzando bombas, tomates, recogiendo monedas, etc谷tera. Se ha puesto en escena una experiencia que se puede disfrutar si contamos con tres amigos que nos acompa?en en todo momento, mientras que el jugador solitario tendr芍 que conformarse con una 迆nica modalidad destinada para su uso y disfrute.
Primero hemos de seleccionar uno de los cinco modelos que est芍n a nuestra disposici車n, todos ellos coches de menor envergadura que apenas superan los 100km/h. Despu谷s nos decidimos por una modalidad entre las que debemos distinguir las siguientes: jugador solitario, donde b芍sicamente superamos varios niveles de dificultad seg迆n el circuito, vi谷ndonos forzados a terminar en el menor tiempo posible los retos a los que se somete el jugador, y multijugador, donde encontramos seis modalidades al margen de la lucha contra el tr芍fico que nos lleva a la tradicional carrera de 4 corredores que luchan por alcanzar la meta en primera posici車n mientras esquivan el tr芍fico que aparece por doquier.
Entre ellas encontramos las siguientes: la bomba caliente, donde hemos de lograr mantener nuestro coche lo m芍s alejado posible de la explosi車n de una bomba que porta uno de los cuatro concursante en un circuito ultra cerrado; hucha motorizada, en donde basta con obtener todas las monedas que hay regadas por el escenario antes de que lo haga el rival; Tomatina Salvaje, donde prima esquivar los tomatazos que los enemigos nos lanza, siempre procurando ser nosotros los que m芍s veces impactemos en el chasis del coche rival; una contrarreloj que no admite m芍s explicaci車n; El premio justo, donde debemos ser los que acabemos el circuito con una caja sorpresa a nuestras espaldas, y por 迆ltimo Motor f迆tbol, donde s車lo importa llevar la enorme pelota de balompi谷 hasta la porter赤a contraria para ser los que m芍s goles anotemos.
Estados Unidos, Jap車n, Italia, Francia y Reino Unido son las posibilidades que hallamos en este sentido, todos ellos circuitos repletos de obst芍culos que hemos de sortear mientras descubrimos los atajos que nos permiten alcanzar la victoria con mayor rapidez y facilidad. El control de los coches es, como el propio planteamiento del juego, totalmente arcade, aunque se permite el lujo de castigar al jugador severamente cuando colisionamos con otro coche o simplemente tocamos ligeramente un bordillo. A veces no pasa absolutamente nada, el b車lido se queda en su lugar sin cambiar la direcci車n; otras pegamos un trompo que nos totalmente tirados despu谷s de hacer una carrera perfecta tras la aparici車n de un coche que de repente aparece en pantalla. Lo mismo pasa con los 芍rboles, que de cuando en cuando atravesamos como si de fantasmag車ricas presencias se tratase (a esto le podemos sumar las farolas, bancos y otros elementos de la decoraci車n).
No hay problemas con el control propiamente dicho, que facilita a los jugadores seleccionar entre varios estilos de conducci車n, siendo el binomio nunchuk/wiimote el que m芍s convence, aunque tambi谷n divierte el uso del volante que ven赤a incorporado con Mario Kart. Uno se ajusta mejor a las necesidades de los jugadores con mayor experiencia, con los dem芍s sucede todo lo contrario: no podemos controlar los coches de igual manera, pero permite una diversi車n en multijugador que quiz芍s el otro se deja atr芍s. Se mire como se mire, el problema no reside tanto en el control de los coches como en su absurdo comportamiento en carrera, al que poco o nada contribuye en mejorar el p谷simo sonido que emiten los supuestos deportivos (con el motor constantemente pasado de vueltas). Es una l芍stima que no se haya optimizado el t赤tulo en este sentido.
Lo mismo sucede con el apartado gr芍fico, muy por debajo de las posibilidades que este g谷nero ha demostrado tener en la actualidad en el cat芍logo de Wii. Los coches lucen un dise?o aceptable, pero no logran tapar la baja tasa de frames por segundos, la ausencia de efectos lum赤nicos, el ?pegote' que representan los edificios, viandantes y dem芍s decorados que te車ricamente est芍n ah赤 para mejorar la ambientaci車n de los circuitos. La poca definici車n de las texturas, unida a todo lo anteriormente expuesto, se limita a confirmar que el motor gr芍fico de este t赤tulo bien podr赤a haber sido el de uno de PlayStation 2, con todo lo que ello conlleva. Si no hubi谷semos tenido ocasi車n de haber jugado a nada superior que lo visto y vivido en GTI Club gr芍ficamente echar赤amos las culpas a la consola, pero teniendo en cuenta el notable resultado que obten赤a Need for Speed: Nitro en esta misma plataforma, no hay excusa que valga.
Es una l芍stima que por todo esto el juego se aleje considerablemente de la media de calidad que se le debe exigir a composiciones de este calibre. El juego ofrece posibilidades online que a buen seguro se convertir芍n en el principal aliado de los jugadores que se decidan por adquirir el t赤tulo en el futuro. El problema es que la mitad de los intentos por echar una partida que hemos disputado, al menos en nuestro caso, se saldaban con desconexiones o retrasos inexplicables que no tienen perd車n en un juego de conducci車n, donde la fluidez resulta imprescindible si queremos pasar un rato agradable tras el volante de la consola. Suponemos que con el paso del tiempo se arreglar芍n los problemas que hemos experimentado en este sentido, pero de momento lo que hay no es suficiente para premiar la inclusi車n de este apartado.
Mediocre
Pod赤a ser pero no ha sido y tras pasar unos breves minutos con 谷l quedar芍 archivado en la estanter赤a para no jugarlo nunca m芍s. No lo compres, no digas que no te lo advertimos.