Aqu¨ª hay dragones

La franquicia Monster Hunter es algo m¨¢s que una mir¨ªada de objetos, armaduras o armas, algo m¨¢s que una ingente cantidad de misiones, algo m¨¢s que un mundo poblado de bestias seudo-mitol¨®gicas; detr¨¢s de todo este listado se esconde un viaje de contin¨²a superaci¨®n para solventar obst¨¢culos cada vez m¨¢s complicados y severos, un c¨ªrculo vicioso donde nuestro h¨¦roe cae, se levanta fortalecido para superar el desaf¨ªo y poco tiempo despu¨¦s recibe una ca¨ªda m¨¢s dolorosa que la ocasi¨®n anterior.

Monster Hunter Freedom Unite no es una excepci¨®n a dicha regla, sino todo lo contrario: es la culminaci¨®n de la segunda generaci¨®n de entregas de la saga. Algo l¨®gico teniendo en cuenta que se trata de una versi¨®n expandida de Freedom 2, cuyos nuevos contenidos -salvo alguna destacable excepci¨®n- cumplen el cometido de hacer todav¨ªa m¨¢s complicado el viaje inici¨¢tico de nuestro cazador. M¨¢s monstruos, m¨¢s misiones, m¨¢s armaduras, m¨¢s armas... ?m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa!

Tal y como ocurr¨ªa con el juego original, la narraci¨®n acaba y empieza en su introducci¨®n: el incauto protagonista se adentra en la cima de las monta?as nevadas y se topa con el Tigrex, una especie de drag¨®n que de una embestida lo lanza hacia el abismo. El h¨¦roe despierta d¨ªas despu¨¦s en una de las casas del min¨²sculo poblado Pokke, donde ser¨¢ bien recibido y entrenado para convertirse en el cazador de monstruos de la zona. A partir de aqu¨ª, cada jugador forjar¨¢ su propia historia, gracias a la cantidad de opciones que se nos ofrece.

No obstante, al principio la personalizaci¨®n del protagonista puede saber a poco. En el men¨² de creaci¨®n tan s¨®lo podremos darle un nombre, definir su g¨¦nero y elegir entre las pocas opciones que conforman los detalles est¨¦ticos como la ropa o el peinado. Los desanimados ante la poca variedad descubrir¨¢n, tras las primeras horas del juego, que tienen a su disposici¨®n cerca de 2.000 armaduras y 1.500 armas -eso s¨ª, contando actualizaciones o mejoras-; una mir¨ªada de objetos que cubre con creces las necesidades y el estilo de cada usuario.

Una vez hayamos superado el tutorial -de la mano de un maestro tan narcisista como charlat¨¢n-, podremos acceder a las misiones, pilar en el que se sustenta el desarrollo de la aventura. La jefa de la aldea ser¨¢ la encargada de ofrecer las tareas de la campa?a para un jugador, divididas b¨¢sicamente en tres tipos: eliminar a un n¨²mero determinado de criaturas, enfrentarse a un jefe -generalmente, un l¨ªder de manada-, o bien investigar la zona y recolectar una serie de objetos.

Los encargo transcurren en una de las siete ¨¢reas del juego -desiertos, selvas, volcanes...-, cada una de ellas formada por diferentes zonas. Por ejemplo, las monta?as nevadas tienen prados donde pastan los monstruos herb¨ªvoros, cavernas de hielo donde anidan los carn¨ªvoros y cimas gobernadas por mortales ventiscas. Algunos ecosistemas tienen temperaturas tan elevadas o tan bajas que necesitaremos bebidas calientes o fr¨ªas para poder soportarlas -o construirnos una armadura que se adapte al clima. Pese a que visitaremos las ¨¢reas una y otra vez, nunca nos aburriremos de ellas ya que la mayor¨ªa de las misiones ofrecen variantes y porque en cada nueva exploraci¨®n descubriremos lugares donde se esconden ¨²tiles objetos.


Setas, insectos, peces, minerales, huesos... no importa lo que encontremos, todo es sumamente importante para nuestra supervivencia ya que los objetos pueden combinarse entre s¨ª para dar lugar a ¨ªtems m¨¢s poderosos o imposibles de obtener de otra forma. Los monstruos pueden descuartizarse una vez muertos; su carne puede cocerse y su escamas o pieles pueden formar parte de nuestra nueva armadura. En otras palabras: volver de una misi¨®n con el inventario medio vac¨ªo es m¨¢s grave que haber fracasado estrepitosamente.

Destacan especialmente los jefes, no por su tama?o -cada vez m¨¢s colosal-, sino por el reto que supone su alta variedad de ataques y movimientos. Para empezar, si queremos salir victoriosos de la contienda debemos abandonar la mentalidad "machaca-botones" que podr¨ªa funcionar en otros juegos de rol de acci¨®n. En este caso somos cazadores, y debemos comportarnos como tales; no hay nada tan gratificante como aprender las zonas preferidas de cada monstruo para pillarles desprevenidos mientras duermen, descubrir sus comidas predilectas para as¨ª preparar un cebo venenoso o paralizante, conocer sus debilidades para atontarlos moment¨¢neamente -una bomba s¨®nica afectar¨¢ terriblemente a los o¨ªdos de un Yian Kut-Ku... Cuando empecemos a hablar de ellos como si formasen parte de un documental de la naturaleza, significa que hemos entendido la esencia de Monster Hunter.

El sistema de combate comparte dicha filosof¨ªa, ya que la defensa y el bloqueo deben compaginarse correctamente para lanzar una buena acometida. Las animaciones de los ataques son largas y no pueden detenerse, de modo que se debe examinar atentamente los movimientos de nuestro contrincante para saber cu¨¢ndo debemos atacar. Los gru?idos, el arqueo de su espalda, la forma con la que nos rodea... observando atentamente lograremos predecir su estrategia y llevarnos su piel a casa.

Para ellos contamos con un total de 11 tipos de armas diferentes, divididas seg¨²n su alcance -corto o largo-, fomentando as¨ª la especializaci¨®n. No hay arma inservible o in¨²til, y cada una tiene sus ventajas y desventajas: la espada larga cuenta con un medidor que se va llenando conforme atacamos para que podamos descargar toda su furia contra el enemigo; los arcos tienen a su disposici¨®n diferentes tipos de flecha -perforadas para los monstruos acorazados o r¨¢pidas para cuando la criatura es veloz y no podemos apuntar con precisi¨®n; con los cuernos entonaremos melod¨ªas mientras atacamos para aumentar nuestras habilidades temporalmente...

En Monster Hunter Freedom Unite no adquirimos experiencia seg¨²n eliminemos enemigos o completemos misiones; es m¨¢s: ni siquiera hay niveles. La ¨²nica forma de aumentar nuestras caracter¨ªsticas es ir forjando nuevas y mejoras armas y armaduras a partir de los objetos o partes de criaturas que vayamos recolectando durante la aventura. Es algo adictivo que nunca se hace repetitivo debido a la variedad de situaciones que deberemos afrontar y a la creciente dificultad de ¨¦stas. La sensaci¨®n de fortaleza y desarrollo que se consigue gracias a las derrotas y a lo que aprendemos de ellas es mayor que en la de otros juegos donde todo se sustenta mediante un fr¨ªo baile de cifras.

Tomemos el caso del Congalala, un divertido -aunque peligroso- monstruo parecido a un gorila que merodea por la jungla. Aunque suene rid¨ªculo, su ataque especial consiste en expulsar flatulencias para pudrir nuestros objetos. Asimismo, le encanta tirarse encima de nuestro cazador, y es tan fuerte que puede acabar con ¨¦l con un par de saltos en plancha. No obstante, ya nos hemos enfrentado a los miembros m¨¢s peque?os de su raza y gracias a la inspecci¨®n de las estad¨ªsticas de sus corazas hemos descubierto que son d¨¦biles al fuego.


Una vez hemos recopilado toda esta informaci¨®n gracias a la observaci¨®n y a la perseverancia, exploramos la jungla para encontrar aquellos objetos que, al combinarlos, crean un desodorante para poder limpiarnos en el caso de que nos alcance una de sus flatulencias. Nos enfrentamos a criaturas menores para extraer sus escamas y forjar una armadura que aumente considerablemente nuestra defensa. Finalmente, extraemos bolsas de fuego de aquellos monstruos ¨ªgneos para crear un arma af¨ªn a dicho elemento. Equipados con todos estos ¨ªtems, volvemos a enfrentarnos al rosado gorila y logramos vencerlo al fin; la satisfacci¨®n del trabajo bien hecho es grandiosa... hasta que el siguiente enemigo nos hace morder el polvo y toca superarse de nuevo.

Las misiones multijugador se encuentran en la sala de reuniones, y se pueden afrontar solos o en compa?¨ªa de hasta tres cazadores m¨¢s. Siguiendo el esp¨ªritu de dificultad de la franquicia, estas tareas son a¨²n m¨¢s duras que las encomendadas por la jefa de la tribu, dando la sensaci¨®n de que ¨¦stas han sido un mero aperitivo. Cazar con amigos es una experiencia totalmente diferente a la campa?a individual, ya que a?ade un barniz t¨¢ctico y estrat¨¦gico apasionante.

La imagen de cuatro cazadores adentr¨¢ndose en "terra incognita" mientras preparan sus armas ante la presencia de un voraz carn¨ªvoro nunca se hace vieja o reiterativa. Cada uno de los jugadores debe tener en cuenta su papel dentro de la misi¨®n: el espadach¨ªn se encargar¨¢ de distraer a la manada mientras el arquero paralizar¨¢ a los m¨¢s peligrosos con sus flechas y el portador del cuerno insuflar¨¢ habilidades al resto.

Por tanto, es una aut¨¦ntica pena que, una vez m¨¢s, nos quedemos sin un modo online que logre exprimir completamente dicha experiencia. Si bien es cierto que la franquicia es un fen¨®meno social en Jap¨®n, aqu¨ª no lo es tanto y habr¨¢n muchos que se quedar¨¢n sin poder saborear la satisfacci¨®n del trabajo en compa?¨ªa. Cierto, podemos invocar la ayuda de agentes externos para utilizar su infraestructura, pero no deja de ser imperdonable que Capcom haya vuelto a dejarnos sin esta funci¨®n tan importante.

A¨²n as¨ª, es encomiable la inclusi¨®n de los camaradas Felyne, unos simp¨¢ticos personajillos con rasgos felinos que nos acompa?ar¨¢n gustosos durante nuestras expediciones solitarias. Pese a que s¨®lo podemos llevar a un mercenario gatuno en cada misi¨®n, ¨¦ste nos ayudar¨¢ recolectando objetos extra, distrayendo a la manada de criaturas o bien compensando las debilidades de nuestra arma predilecta. ?El precio a pagar? Escuchar una y otra vez sus insidiosos "miau miau".

No importa el tama?o de nuestro enemigo, o la ferocidad de sus ataques, pues existe una criatura m¨¢s peligrosa que hasta la fecha la compa?¨ªa nipona no ha conseguido dominar: la c¨¢mara. Podemos centrarla con un toque al bot¨®n L y girarla con la cruceta, pero nuestros dedos acabar¨¢n molidos tras enfrentarnos a una manada de monstruos que no cesan de rodearnos, o a un wyvern gigante que ocupa toda la pantalla. Junto a la ausencia de un modo online, esta es una de las carencias que alejan al t¨ªtulo -y a la franquicia en general- de la cima de los grandes de su g¨¦nero.


Buenas noticias para aquellos impacientes que no aguantaban los largos tiempos de carga entre zonas, pues en esta nueva entrega se han vuelto a reducir dr¨¢sticamente hasta alcanzar los 2-3 segundos de espera. Todo se debe a la nueva opci¨®n para instalar datos del juego en nuestra tarjeta, un a?adido que se une al resto de m¨¦todos que han ido surgiendo para solventar otros de los defectos legendarios de la franquicia.

Los veteranos pueden importar su personaje de Freedom 2 para saborear con antelaci¨®n los a?adidos de Unite, a saber: nuevas sub-especies de animales, nuevos ataques para algunos de los antiguos, m¨¢s enemigos, una zona nueva, remodelaci¨®n de las regiones anteriores y el regreso de algunas de la primera generaci¨®n, ba¨²l de objetos m¨¢s amplio, nuevos conjuntos de armaduras, m¨¢s niveles de afilado, nuevas misiones de rango G -y remodelaci¨®n de las anteriores para hacerlas m¨¢s dif¨ªciles-, m¨¢s puntos de recolecci¨®n... La lista sigue, garantizando que ni siquiera los expertos de Monster Hunter tendr¨¢n tiempo para aburrirse.

La cantidad de misiones nuevas y de a?adidos que ampl¨ªan considerablemente la duraci¨®n del juego original.
Su mec¨¢nica adictiva de superaci¨®n continua.
La excelsa recreaci¨®n de los monstruos, su variedad, y su interacci¨®n con el ecosistema.
La inclusi¨®n de los camaradas Felyne, una ayuda esencial para aquellos que quieran pasarse el juego en solitario.
La reducci¨®n dr¨¢stica de los tiempos de carga.