Pura 'dementia'

Dementium es uno de esos juegos que por motivos ajenos a su desarrollo se ha ganado la coletilla ?de culto'. Gran parte de culpa la tiene el tiempo que ha tardado en ver la luz desde su aparici¨®n en Estados Unidos, pr¨¢cticamente dos a?os de espera en los que la mayor¨ªa de los aficionados hab¨ªan perdido la esperanza, por mucho que diga lo contrario el dicho popular. A estas alturas es dif¨ªcil saber cu¨¢l va a ser el devenir de la industria, sin una distribuidora en firme ni el apoyo de una gran compa?¨ªa que avalase el trabajo de Renegade Kid. Hace cuesti¨®n de semanas mostr¨¢bamos nuestras impresiones con ?Moon', la aventura precursora de esta que finalmente ha tenido la suerte de aparecer en toda Europa con una traducci¨®n bien puesta en escena que nada tiene que envidiar a las grandes superproducciones a las que nos tiene acostumbrados Nintendo DS. 

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Es obvio que la popularidad del juego ha de proceder de su calidad innata, de una propuesta poco habitual en esta port¨¢til que sorprendi¨® a propios y extra?os all¨¢ por 2007, cuando la consola estaba en plena eclosi¨®n, a¨²n a falta de que llegase al mercado gran parte de la artiller¨ªa pesada de la que hoy presume. Lo m¨¢s curioso de esta producci¨®n radica precisamente en el poco conocimiento general que exist¨ªa sobre ella hasta el momento de su salida, o dicho en otras palabras: poca gente ten¨ªa idea de la existencia de este proyecto, que apenas fue mostrado con anterioridad a su lanzamiento. S¨ª que tuvo repercusi¨®n en la prensa especializada norteamericana, que como de costumbre hizo bien en descubrir uno de los tapados de la temporada, otorgando al juego notas que por regla general se enmarcan en el notable.

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El problema es que han pasado dos a?os, 24 meses, mucho m¨¢s tiempo del que deber¨ªa haber transcurrido entre un lanzamiento y otro, especialmente si se tiene en cuenta la tan cacareada globalizaci¨®n e igualdad entre mercados que vivimos en esta ¨¦poca. Mejor tarde que nunca, s¨ª, pero el precio de la tardanza evoca inevitablemente en un detrimento de la calidad gr¨¢fica, as¨ª como del planteamiento que ofrece el juego, por mucho que logre sorprenden en primera instancia, cuando todav¨ªa no tenemos en claro qu¨¦ clase de juego vamos a encontrar dentro del peque?o cartucho. Los m¨¢s lanzados hicieron bien en importar este t¨ªtulo en su d¨ªa -a riesgo de quedarse sin traducci¨®n al castellano, cosa que parec¨ªa poco probable y que finalmente ha sucedido-, los otros decidieron esperar y he aqu¨ª su recompensa. Dementium: The Ward es uno de esos t¨ªtulos que hacen honor a su reputaci¨®n, con peros. De eso no se libra ning¨²n videojuego.

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Despierta. La cama en la que se encuentra refleja un estado tranquilo, pacificador. Una pesadilla, piensa, pero nada m¨¢s lejos de la realidad. El cuarto donde se halla, una t¨¦trica habitaci¨®n de sanatorio, no deja lugar a dudas. Es su habitaci¨®n, pero algo raro est¨¢ sucediendo. Nadie explica exactamente de d¨®nde proceden los gritos que emanan de los altavoces, por no mencionar la sangre que decora al estilo Marqu¨¦s de Sade las paredes de la estancia. Ya no cabe duda, algo raro est¨¢ sucediendo. Desde el otro lado de la puerta se escucha un mensaje de alerta, bastante peculiar en un recinto de estas caracter¨ªsticas, que b¨¢sicamente elimina cualquier duda sobre la surrealista situaci¨®n que le ha tocado vivir al protagonista de esta demente aventura. Qu¨¦ le aguarda tras la puerta es la tarea que buscamos descubrir en este an¨¢lisis.

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La t¨®nica de Dementium nos lleva a participar en una aventura que seg¨²n sus propios creadores viene a ser una mezcla entre Doom y Silent Hill, algo que tambi¨¦n reza el anuncio publicitario del videojuego. No existe una comparaci¨®n mejor. De hecho sendos t¨ªtulos han servido de inspiraci¨®n evidente y de ellos se extrae gran parte de la parte jugable del t¨ªtulo, como bien tendremos ocasi¨®n de descubrir a continuaci¨®n. Estamos ante una aventura en primera persona que arranca justo al terminar esta primera escena que narr¨¢bamos anteriormente, con un protagonista desconocido (cuyo nombre se puede leer al abandonar su habitaci¨®n, sin m¨¢s informaci¨®n al respecto) que se encuentra de s¨²bito en un pabell¨®n sanitario.

No existe motivo para alarma de no ser por las extra?as pintadas que rodean absolutamente todo el entorno, por la falta de luz, ante la que s¨®lo puede defenderse con una linterna que descubre a poco de comenzar la aventura. Otro punto importante es la inexplicable presencia de sangre por doquier, de un sonido de emergencia que poco a poco se desvanece a medida que avanzamos por la s¨¦ptima planta de este edificio, al parecer reservada para enfermedades mentales. Hacer un an¨¢lisis en profundidad sobre el lugar donde se encuentra el protagonista o sobre la circunstancias que le rodean es ¨²til para evitar sorpresas a largo plazo, o lo que es lo mismo; el lugar habla por s¨ª solo sobre la clase de personaje que estamos controlando y todo lo que est¨¢ pasando por su cabeza.

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Las reminiscencias comienzan en primera instancia con Metroid Prime: Hunters, esa laureada obra de Samus Aran en Nintendo DS cuyo sistema de control adapta Dementium para su uso y disfrute. El propio desarrollador del juego, como se puede descubrir en diversas entrevistas, ha explicado en varias ocasiones que la mec¨¢nica parte precisamente de esta aventura, aunque el motor gr¨¢fico -Renegade Engine- es de producci¨®n propia. De un modo u otro se defiende el hecho de haber tomado prestado elementos de los juegos anteriormente mencionados por el modo en el que se emplean. No obstante a la hora de la verdad lo que vemos en la pantalla superior de la consola, donde transcurre toda la acci¨®n, es poco menos que una mano y el arma en cuesti¨®n que nuestro h¨¦roe est¨¦ empu?ando en ese momento.

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El problema que encontramos llegados a este punto radica en el nefasto sistema para cambar de arma. A medida que avanzamos en la aventura localizamos distintas v¨ªas para derribar a los enemigos que aparecen tras cualquier esquina, bien sean seudo-zombies, sanguijuelas que emiten sonidos deleznables o cabezas voladoras, tambi¨¦n con su particular chillido agonizante, m¨¢s molesto a¨²n si cabe. El h¨¢ndicap del control se encuentra precisamente en la necesidad de tener que cambiar entre la linterna -imprescindible durante toda la aventura- y el arma en cuesti¨®n que vamos a utilizar. Si contamos con algo de tiempo esta transici¨®n no es tan molesta como podr¨ªa aparentar a priori, pero ciertamente la mayor¨ªa de los enemigos aparecen de s¨²bito, sin previo aviso.

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Siempre hay que tener en cuenta que la energ¨ªa del personaje no es precisamente lo que podr¨ªamos considerar elevada como para aguantar varias embestidas seguidas si nos quedamos sin munici¨®n de escopeta, otro punto al que hemos de prestar atenci¨®n por el n¨²mero limitado de balas que podemos cargar. La combinaci¨®n entre survival y shooter es la que nos lleva a tener que caminar por interminables pasillos, bastante repetitivos entre s¨ª, con numerosas habitaciones en las que encontramos analg¨¦sicos para recuperar vitalidad, munici¨®n, documentos secretos que ?ampl¨ªan' el poco argumento que se deja entrever a lo largo de las horas que dura la aventura. Atentos tambi¨¦n a este ¨²ltimo punto; la aventura no se presta a ser tomada una segunda vez.

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La ausencia de sustos, la corta duraci¨®n del t¨ªtulo es otro h¨¢ndicap que tenemos que tener en cuenta si queremos exigir m¨¢s de la cuenta a nuestra inversi¨®n. Por suerte a medida que avanzamos la puesta en escena se mantiene firme, con numerosas escenas animadas donde aparecen los t¨ªpicos clich¨¦s del g¨¦nero. Una ni?a que nos se?ala sin sentido alguno, pintadas donde se lee 'asesino' por doquier, un extra?o hombre obeso que antes de pronunciar dos palabras es asesinato por un zombie que aparece de la nada, etc¨¦tera. Estas situaciones contribuyen a mejorar la impresionante ambientaci¨®n que en gran parte logra sorprender gracias al uso que Renegade Kid toma de las capacidades de la consola. Si alguien ten¨ªa alguna duda sobre la posibilidad de aplicar efectos lum¨ªnicos en la consola, Dementium es uno de esos buenos ejemplos que sacar a relucir cuando queramos cerrar bocas.

La t¨®nica de la aventura se basa precisamente en este hecho. Mientras alumbramos a todos los rincones de las habitaciones hemos de sortear enemigos del inframundo, que se desvanecen al morir y vuelven a aparecer tras abandonar la habitaci¨®n de marras, as¨ª como descubrir qu¨¦ puerta es la que est¨¢ abierta para pasar a la siguiente estancia, donde probablemente tambi¨¦n encontraremos algunos enemigos. Como suele ser habitual poco tardamos en hacernos con un ¨²til mapa que se?ala autom¨¢ticamente las puertas cerradas y que grosso modo cumple sus funciones sin tomarse demasiadas molestias en servir como ayuda para orientarnos en las laber¨ªnticas localizaciones que recorremos. No hay que olvidar que la pr¨¢ctica totalidad de la aventura tiene lugar en el interior de un hospital donde apenas cambian los decorados entre las distintas plantas.

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Decimos desde el comienzo porque el sistema de guardado apenas ofrece una salida viable para no tener aut¨¦ntico miedo de perder la vida. La partida, pese a los mensajes de aviso de guardado, s¨®lo nos permite volver a comenzar en puntos de control que generalmente se encuentran justamente entre un cap¨ªtulo y el siguiente, un hecho francamente lamentable que una vez m¨¢s pega una patada al concepto port¨¢til de la consola. Adem¨¢s no deja de ser un parche impuesto para evitar que la aventura se termine con demasiada rapidez, un elemento externo al juego en s¨ª que se limita a entorpecer la partida. La mejor forma de comprobarlo es que en Moon, la secuela espiritual de Dementium, esta faceta se ha omitido por completo.

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