Festival de hemoglobina

Faltan muy pocos d¨ªas, exactamente 10, para que todo aficionado al c¨®mic, cine gore, videojuegos de autor, y por supuesto mayor de edad, pueda disfrutar en casa de la sangrienta experiencia Madworld. En medio de una ciudad poblada por psico-killers, descubrimos el lado m¨¢s salvaje del ser humano, que no es otro que el sangrante lado de adentro. Platinum Games, compa?¨ªa de reciente creaci¨®n en la industria del videojuego, gestada al recelo de Capcom y fundada por cerebros del extinto estudio Clover como Shinji Mikami, Hideki Kamiya o Atsushi Inaba, con quien habl¨¢bamos hace bien poco, se estrena con esta peculiar, violenta y atractiva propuesta. Con tan s¨®lo 85 empleados en n¨®mina trabajan en cuatro proyectos repartidos por casi todas las plataformas de juego: Star Chasers, Bayonetta, un proyecto todav¨ªa secreto dirigido por Mikami y el fest¨ªn de sangre y v¨ªsceras que hoy nos ocupa.

Mientras diseccionamos el t¨ªtulo que distribuye SEGA, no podemos evitar recordar la expectaci¨®n que ha levantado por toda la red desde que fueran publicadas las primeras im¨¢genes en mitad de su desarrollo. Con una est¨¦tica de c¨®mic contempor¨¢neo y un desarrollo ultra violento, este juego exclusivo de Wii esfuma la indiferencia de cualquier opini¨®n vertida durante todo este tiempo. Utilizando una paleta crom¨¢tica reducida a tres colores -monocromo m¨¢s rojo sangre-, Madworld muestra en escena una calidad art¨ªstica de la que pocos juegos pueden presumir, y lo hace de forma expl¨ªcita al gusto del jugador. No se pod¨ªa pedir menos, viniendo de manos de qui¨¦n viene.

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Tambi¨¦n podemos percibir que nos encontramos ante uno de esos juegos creados con mimo pensando en el p¨²blico al que van dirigidos, ya que ante todo, MadWorld no es un producto para todo el mundo, no apto para un publico casual habitual de la consola de Nintendo, ni tampoco para menores. Con una trama adulta cargada de suspense, la violencia vestida de humor negro es el veh¨ªculo en el que se desvelan los oscuros secretos de aquellos que tiran de los hilos en Varrigan City. Todo una delicia para el jugador tradicional que ven¨ªa demandando t¨ªtulos de este corte en Wii.

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Y lo que hay es violencia extrema, salvaje y gratuita. La obra de Platinum Games pone al jugador en el papel de Jack? Jack a secas, lo m¨¢s parecido a un armario empotrado y equipado con un brazo biomec¨¢nico del que surge una motosierra. A partir de ah¨ª tenemos a nuestra disposici¨®n una ciudad llena de trampas mortales y man¨ªacos (unos m¨¢s que otros) a los que desmembrar, reventar, empalar y desollar de mil maneras distintas. Cuanto m¨¢s grandes y variadas sean las matanzas y mutilaciones, mayor puntuaci¨®n. Comencemos la masacre...

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El juego es pura belleza art¨ªstica expresada en contrastes de blanco y negro salpicados de rojo; una vi?eta en movimiento completamente lograda con trazos a mano o el gusto por el detalle expresado de la manera m¨¢s gore posible, con una direcci¨®n que no escatima en colocar la c¨¢mara en el punto exacto para apreciar un empalamiento como es debido. Aunque los enemigos desaparecen una vez muertos (con la excepci¨®n de aquellos que dejamos clavados y bien clavados), toda la sangre desparramada permanece ti?endo de rojo all¨ª donde pasemos. Tampoco todo es perfecto, y la imitaci¨®n de algunas texturas con tinta negra quedan un poco fuera de lugar, como, por ejemplo, la arena de un jard¨ªn zen, o la lluvia convertida en dientes de sierra, pero son detalles aislados que no manchan un acabado general vistoso e impactante a pesar de la resoluci¨®n de imagen. Sin duda una gran labor de dise?o art¨ªstico y poes¨ªa visual por todos los rincones del escenario.

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El objetivo es sencillo: Jack debe sobrevivir seg¨²n las exigencias de sus patrocinadores, los cuales estar¨¢n encantados de indicar a nuestro antih¨¦roe los objetivos a seguir y de facilitarnos armas para desarrollar nuestros instintos homicidas m¨¢s a¨²n. Para ello, deberemos tener contenta a la audiencia ingeniando maneras de matar a cada cual distinta, por lo que el jurado nos dar¨¢ puntos con el fin de ascender en el ranking hasta la primera posici¨®n. En nuestros esfuerzos por conseguirlo descubriremos qui¨¦n merece morir y qui¨¦n no en Varrigan City, adem¨¢s de un jugoso premio de cien millones de d¨®lares.

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El desarrollo del juego es completamente lineal, aunque podremos volver a recorrer una fase ya jugada en el men¨² de selecci¨®n de nivel, que hace las veces de mapa de la ciudad, se echa en falta una capacidad explorativa no tan limitada. Se supone que hay un ranking por el que ascendemos a medida que matamos, pero realmente completando un nivel pasaremos de una posici¨®n a otra, s¨®lo hay que llegar al marcador de puntos requerido para enfrentarse al jefe final de turno. Lo que s¨ª podremos es recorrer cada fase de arriba abajo (aunque no siempre) encontrando pobres incautos que despedazar, ya que la ciudad est¨¢ repleta de trampas mortales, que se activar¨¢n cuando los realizadores del programa consideren oportuno para poner la situaci¨®n m¨¢s interesante.

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Es el momento de aprender a matar con estilo. Nuestro primer sponsor, enigm¨¢ticamente llamado XIII, nos pondr¨¢ al corriente de c¨®mo manejar a Jack y poner el entorno a nuestra disposici¨®n para realizar combos con los enemigos. A mayor variedad machacando, mayor puntuaci¨®n. Cada fase debe ser completada en un l¨ªmite de tiempo, teniendo que conseguir una determinada puntuaci¨®n para avanzar. Si mat¨¢semos siempre de la misma manera apenas conseguir¨ªamos aumentar el marcador, por lo que hay que incrementar el combo mientras nos sea posible.

Realizar los combos es sencillo, por un lado tenemos las habilidades propias de Jack tales como apresar, soltar pu?etazos a toda velocidad, ganchos y sopapos a golpe de wiimando, am¨¦n de tajos con la motosierra, llegado el momento podremos realizar fatalities para rematar a un enemigo. Por otro, tendremos objetos para recoger del escenario, bien sean armas facilitadas por los patrocinadores tales como una gigantesca tijera, cuchillas, lanzas, bates con clavos, palos de golf, etc, que se manejan de manera diferente cada una, sirven para desbloquear y participar en los desaf¨ªos sangrientos, de los que hablaremos m¨¢s adelante; o bien sean objetos del escenario como se?ales de tr¨¢fico, neum¨¢ticos, cubos de basura, barriles incendiados. Pulsando A podemos coger tanto enemigos como objetos, y cada vez que pasamos junto a un punto a realizar una determinada acci¨®n, se mostrar¨¢ un esquema de uso del mando y/o el nunchuck.

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Podemos coger, por ejemplo, un neum¨¢tico y al pasar junto a un enemigo, una imagen del wiimote en la pantalla subiendo ser¨¢ la acci¨®n a imitar, con una breve secuencia apresamos al objetivo incrust¨¢ndole la rueda en ¨¦l. Si tenemos una se?al cercana podemos atravesar su cabeza con ella. Por ¨²ltimo lo agarramos y pasamos junto a un muro sembrado de estacas, momento ideal para agitar el mando una y otra vez mientras Jack lo clava y arranca repetidas veces provocando una org¨ªa de dolor y muerte. Existen diferentes lugares donde sesgar la vida de los otros concursantes, as¨ª en la ciudad encontraremos contenedores de basura donde rematar un castigado cuerpo, y, sin embargo, un acuario en un lujoso castillo servir¨¢ igualmente para lanzar gente como alimento para pira?as.Por desgracia, en demasiadas ocasiones comprobaremos que no variamos en exceso los movimientos a realizar, si no que simplemente Jack realiza acciones diferentes dependiendo de los acontecimientos.

Pueblan a su vez los escenarios cajas que contienen ¨ªtems con distintos efectos; a p¨ªldoras y cebollas que reponen nuestra barra de vida, se le suman objetos tan dispares como bolsas rellenas de paja, maletines repletos de billetes, o enormes filetes de carne cruda, todos con un mismo prop¨®sito: tener reunidos a los enemigos sin que te presten atenci¨®n ya sea cegados por la paja de la bolsa, recogiendo billetes del suelo, o comiendo carne a mordiscos respectivamente. S¨®lo hay que coger dichos objetos con el bot¨®n A como se coge cualquier otro objeto o v¨ªctima y lanzarlos arqueando el mando. Dada la nula agresividad de la que responden los enemigos, el uso de estos objetos no supone realmente una ventaja notoria.

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Entre jefes y semijefes encontraremos las pruebas del Desaf¨ªo Sangriento (Bloodbath Challenge), momentos en los que el autodenominado 'Obispo del Sufrimiento' explicar¨¢ a los televidentes en qu¨¦ consiste un minijuego antes de morir a manos de la azafata de turno. Estos minijuegos son tan diferentes como divertidos: en un tiempo l¨ªmite por ronda, realizaremos tareas tales como ver a cuanta gente somos capaces de meter en una prensa hidr¨¢ulica antes de que esta baje, lanzar a asesinos que huyen desesperadamente a la turbina de un avi¨®n, o practicar nuestro swing arrancando cabezas de cuajo y lanz¨¢ndolas a trav¨¦s de aros suspendidos en el aire con nuestro palo de golf. Descubrir todos los desaf¨ªos sangrientos ser¨¢ necesario para explotar la faceta multijugador del t¨ªtulo, puesto que se limita ¨²nica y exclusivamente a un modo a pantalla partida de estas pruebas, y compitiendo a ver qui¨¦n consigue m¨¢s puntos. Si disponemos de un amigo contra el que competir, aunque est¨¦ mal visto puedes cogerle y machacarle si vemos que su contador comienza a ser m¨¢s abultado que el nuestro. No hubiera estado de m¨¢s incluir el modo historia con la misma posibilidad de jugar en compa?¨ªa. Podemos decir entonces, que Madworld necesitaba haber pulido concienciudamente detalles referentes al multijugador.

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Por suerte, las voces en ingl¨¦s suenan muy convincentes, y con frecuencia lo que m¨¢s escucharemos ser¨¢n los gritos de indecible sufrimiento de nuestras v¨ªctimas, que al fin y al cabo resulta ser un idioma universal. La banda sonora se nutre b¨¢sicamente de temas de trip-hop, acid rap o electrobeat. Ritmos que agradan al principio, pero que en ocasiones se vuelven machacantes y repetitivos cuando pasamos demasiado tiempo en un nivel, si por algo no ser¨¢ recordado Madworld, sin duda ser¨¢ por su banda sonora, ya que en ocasiones estuvimos tentados de quitar el volumen. El resto de efectos sonoros cumple con lo que pod¨ªamos esperar de un juego con semejante puesta en escena: la motosierra suena como tiene que sonar, los huesos crujen convincentemente, y la sangre chorrea que es un placer sentir como palpitan las arterias del enemigo bombeando hemoglobina al mundo. Nada que reprochar en este aspecto.

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