Regreso al Pasado: Streets of Rage
En esta nueva edici¨®n de Regreso al Pasado volveremos a recorrer unas calles llenas de ira, recordando el dolor de nuestros nudillos pelados al abrirnos paso entre peligrosos delincuentes de poca monta en un juego que supo cautivar al p¨²blico por su personalidad y magn¨ªfica jugabilidad: Streets of Rage.
En esta nueva retrospectiva vamos a remontarnos al comienzo de la d¨¦cada de los a?os 90. Una ¨¦poca recordada, y no sin raz¨®n, como m¨¢gica, gracias a unas m¨¢quinas que marcaron la memoria colectiva de los jugones y que se ganaron su merecido lugar en la Historia de esta industria: Mega Drive y Super Nintendo. Con solo mencionar t¨ªtulos como Street Fighter 2, Super Mario World, Sonic, Earthworm Jim o Donkey Kong Country, muchos de vosotros sentir¨¦is como el coraz¨®n os da un vuelco y vuestra memoria empieza a rescatar aquellos maravillosos recuerdos que nos dej¨® esa gran ¨¦poca.
Ci?¨¦ndonos a nuestro viaje, haremos parada en 1.991, momento en el que Mega Drive, la gran consola de 16 bits de Sega, experimentaba un notorio ¨¦xito como m¨¢quina a la que acudir para poder disfrutar en casa de los magn¨ªficos arcades de la compa?¨ªa japonesa, grandes joyas de las que se disfrutaban en los salones recreativos de por entonces (extintos a d¨ªa de hoy, pues poco se parecen los actuales a aquellos templos del videojuego que quedaron grabados en la memoria de sus antiguos asiduos). Por entonces, la gran N preparaba el lanzamiento del llamado Cerebro de la Bestia, con el privilegio de poder contar entre sus primeros t¨ªtulos con una conversi¨®n dom¨¦stica del beat'em up m¨¢s conocido y popular en los salones arcade de esa ¨¦poca: el m¨ªtico Final Fight (grandioso t¨ªtulo con el que se estren¨® esta secci¨®n), donde la veda de caza del criminal nos permit¨ªa introducirnos en la piel de Haggar, Cody o Guy para acabar con los delincuentes que sal¨ªan a nuestro paso en nuestro particular coto de caza, Metro City.
Si bien Capcom program¨® sus t¨ªtulos b¨¢sicamente para Nintendo, brindando una buena cantidad de grandes juegos para Super NES (que contar¨ªa con la exclusividad de las secuelas de Final Fight), muchas de las creaciones de la compa?¨ªa nipona llegaron a Mega Drive de mano de la propia Sega (podemos mencionar algunos t¨ªtulos como Ghouls'n Ghosts o la magn¨ªfica versi¨®n de Final Fight para el fallido Mega CD, realizadas por la compa?¨ªa del puercoesp¨ªn azul). Nintendo era un duro hueso de roer, con el enorme ¨¦xito de la querida NES a sus espaldas, pretend¨ªan repetir aquel triunfo con su nueva Super Nintendo. Sega no permaneci¨® impasible y se aventur¨® a crear su propio 'yo contra el barrio', d¨¢ndole el encanto y personalidad que solo ella sab¨ªa dar a sus juegos en aquella ¨¦poca dorada. As¨ª pues, la apuesta de Sega para el g¨¦nero del beat'em up fue bautizada como Bare Knuckle en Jap¨®n, y como Streets of Rage en el territorio americano y europeo.
El equipo responsable de dar vida a Streets of Rage fue AM7, un grupo de programaci¨®n de Sega, responsable tambi¨¦n de la afamada franquicia Shinobi. De entre todos los grandes talentos reunidos entorno a este juego, destacaba la figura del compositor Yuzo Koshiro, un afamado y talentoso m¨²sico japon¨¦s, responsable de deleitar a nuestros o¨ªdos con el impactante apartado sonoro de Streets of Rage. Este m¨²sico nip¨®n es el autor de los compases y notas de las bandas sonoras de numerosos juegos, como Super Smash Bros. Brawl, Castlevania: Portrait of Ruin, Shenmue o The Revenge of Shinobi (como curiosidad, mencionar que algunos de los sonidos empleados en este cl¨¢sico fueron reciclados y empleados de nuevo en Streets of Rage). En su ¨¦poca, la m¨²sica de SoR sorprendi¨® hasta tal punto que incluso lleg¨® a ponerse a la venta su banda sonora original (por supuesto en Jap¨®n, d¨®nde si no).
Finalmente, usando una receta que mezclaba lo mejor del talento de los grandes genios de AM7, sali¨® del horno un gran manjar, destacando del resto de platos al ofrecer a los comensales una presentaci¨®n y sabor ¨²nicos. Era el momento de degustar un beat'em up sin igual, con unas virtudes que lo catapultaron a lo m¨¢s alto del cat¨¢logo de Mega Drive, donde se codeaba con las grandes franquicias de la consola. Gracias a sus virtudes, pudo entrar en el club de los privilegiados, entre aquellos que por sus propios m¨¦ritos hab¨ªan logrado alcanzar el estrellato. La historia de SoR nos introduc¨ªa en la que una vez fue una ciudad feliz, pac¨ªfica y productiva, llena de vida y actividad, que cay¨® en manos de un sindicato criminal secreto, sometida al tir¨¢nico poder del enigm¨¢tico Mr. X. La organizaci¨®n se hizo r¨¢pidamente con el control de los pol¨ªticos y la propia polic¨ªa de la ciudad, gracias a los sobornos o al temor infundado. La urbe se convirti¨® en una jarana de saqueos, violencia y muerte: nadie estaba seguro ni siquiera bajo la luz del d¨ªa.
Los oficiales de polic¨ªa que sab¨ªan lo que estaba ocurriendo no actuaban por miedo a las represalias del sindicato, y las propuestas para limpiar la ciudad eran constantemente rechazadas por los mandos superiores de la ley, metidos en la n¨®mina del sindicato. Hartos de esta situaci¨®n y siendo conscientes de que la urbe quedaba abandonada a su suerte, un grupo de polic¨ªas deciden renunciar al incapacitado y corrupto cuerpo de la ley para poner fin a esta situaci¨®n, tomando la justicia por su mano. Partiendo de este hilo argumental tan estereotipado, deb¨ªamos introducirnos en la piel de uno de los tres protagonistas del juego: Axel Stone (experto en artes marciales y aficionado a los videojuegos, correspond¨ªa con el arquetipo de personaje metrosexual presente en este tipo de juegos), Adam Hunter (boxeador amante de los bons¨¢is) y Blaze Fielding (una joven judoka apasionada de los ritmos de la lambada).
Una vez nos decant¨¢bamos por alguno de ellos, deb¨ªamos comenzar con nuestra labor justiciera en las afueras de la ciudad, pasando por zonas en construcci¨®n (donde m¨¢s de uno jugaba al lanzamiento ol¨ªmpico de macarra al vac¨ªo), playas, un barco? hasta finalmente llegar al mism¨ªsimo despacho personal de Mr. X. El t¨ªtulo de Sega part¨ªa de la misma mec¨¢nica que el resto de juegos del g¨¦nero: avanzar machacando a todo criminal que se cruzara en nuestro camino, hasta topar con el correspondiente jefe final de fase que pon¨ªa a prueba nuestra habilidad y paciencia.
En primer lugar, llamaba poderosamente la atenci¨®n la est¨¦tica con aires pr¨®ximos a lo ciberpunk que rezumaba el juego, sumergi¨¦ndonos en unas oscuras y t¨¦tricas calles en donde predomina la ley del m¨¢s fuerte. A trav¨¦s de ese entorno decadente y an¨¢rquico, nos esperaban oleadas de criminales callejeros, teniendo que enfrentarnos a enemigos como los cl¨¢sicos macarras de gran tup¨¦, los punkies m¨¢s rastreros que imaginemos, payasos man¨ªacos que hac¨ªan juegos de malabares con cuchillas, e incluso se?oritas de la calle que gustosamente daban buena cuenta de nosotros con sus l¨¢tigos, para finalmente medir nuestras fuerzas con los jefes finales que pondr¨ªan a prueba nuestra habilidad y paciencia. A pesar de este poderoso reclamo est¨¦tico, hay que decir que, a nivel gr¨¢fico, Streets of Rage no destacaba en demas¨ªa, fundamentalmente por el peque?o tama?o de los sprites de los personajes (notablemente animados, eso s¨ª). Como curiosidad, mencionar que en nuestra peque?a excursi¨®n por los barrios m¨¢s peligrosos de la ciudad nos encontr¨¢bamos con que los enemigos no contaban con barra de vida que usar como referencia a la hora de eliminarlos, siendo los enemigos de final de nivel los ¨²nicos que la pose¨ªan.
Como hemos mencionado anteriormente, el rival directo de Streets of Rage en la m¨¢quina de la competencia era Final Fight, un t¨ªtulo que gr¨¢ficamente se zampaba al juego de Sega con solo pesta?ear. Pues bien, como se suele decir, la necesidad agudiza el ingenio, y el equipo de AM7 trabaj¨® duro para no solo conseguir destacar con una est¨¦tica ¨²nica y una BSO inimitable: tambi¨¦n se volcaron plenamente en ofrecer una endiosada jugabilidad potenciada gracias a un mayor repertorio de golpes y al modo de dos jugadores simult¨¢neos.
Una vez pon¨ªamos nuestros pies en la calle, pod¨ªamos abrirnos paso entre la escoria barriobajera no solo con el ataque b¨¢sico que desencadenaba un peque?o combo y los ataques con salto: exist¨ªa un mayor repertorio que ofrec¨ªa la posibilidad de realizar un ataque hacia atr¨¢s bastante ¨²til (pulsando el bot¨®n de ataque y salto a la vez), golpear al rival mientras lo sujet¨¢bamos, dos llaves (una agarrando al rival de frente y otra cuando le ten¨ªamos sujeto por la espalda) y un ataque con las dos piernas si alg¨²n enemigo nos apresaba por la espalda, de modo que pod¨ªamos rechazar a aquellos que se acercaban a golpearnos adem¨¢s de poder realizar un contraataque y librarnos de nuestro captor. Y por supuesto, no pod¨ªan faltar a la cita los cl¨¢sicos movimientos especiales (una constante com¨²n en este g¨¦nero), destacando, c¨®mo no, en el t¨ªtulo de Sega: en lugar de realizar llaves o movimientos estrafalarios para librarnos del acoso de los criminales, los protagonistas de Streets of Rage pod¨ªan pedir refuerzos a la polic¨ªa, la cual acud¨ªa en un veh¨ªculo patrulla desde donde disparaba un lanzacohetes o lanzagranadas, seg¨²n el personaje que reclamara esta ayuda, arrasando con aquellos desafortunados enemigos que aparec¨ªan en pantalla.
Y para rizar el rizo, en el modo dos jugadores exist¨ªan movimientos combinados en los que necesitaban participar ambos usuarios, expandiendo el t¨¦rmino de cooperatividad. Eso s¨ª, incluso los h¨¦roes m¨¢s duros, aunque fueran en pareja, necesitaban herramientas con las que llevar a cabo su trabajo, por lo que pod¨ªamos encontrar ¨ªtems con los que reventar cr¨¢neos y magullar al personal tales como cuchillos, tuber¨ªas, botellas, bates de b¨¦isbol y botes de pimienta, que conformaban un peque?o y ¨²til arsenal para ayudarnos en nuestra tarea de limpiar las calles. Streets of Rage supo y pudo diferenciarse y destacar sobre el resto de beat'em ups gracias a un esfuerzo que aunaba personalidad y jugabilidad en grandes dosis, concentradas en un peque?o y fant¨¢stico cartucho que brind¨® a los que ya somos jugadores de anta?o unas feroces horas de diversi¨®n, solos o en compa?¨ªa, llenando un globo de sensaciones que nunca se deshinch¨® y mucho menos explot¨®, pues a d¨ªa de hoy, empujados por la nostalgia, podemos disfrutar tanto o m¨¢s al conectar nuestra vieja Mega Drive con su cartucho de SOR.
Tras el lanzamiento del juego original de Mega Drive (relanzado posteriormente en cartuchos recopilatorios junto a otros ¨¦xitos de Sega), llegaron al mercado varias versiones para el resto de consolas de la compa?¨ªa nipona: existi¨® una versi¨®n arcade, por supuesto; adem¨¢s, la ira de Streets of Rage corri¨® por los circuitos de Master System (donde se perdi¨® el modo de 2 jugadores) y Game Gear (aqu¨ª Adam Hunter desapareci¨® de un plumazo, los niveles del juego pasaron de 8 a 5, y el coche patrulla que nos brindaba su ayuda no sali¨® de los garajes de comisar¨ªa?), siendo ambas unas versiones inferiores, pero tambi¨¦n con encanto. Finalmente, Mega CD recibi¨® su raci¨®n de justicia callejera en la compilaci¨®n Sega Classics Arcade Collection aunque, por desgracia, el formato compacto no se emple¨® para potenciar las bondades del t¨ªtulo (por ejemplo, una BSO adaptada a las capacidades del Compact Disc habr¨ªa sido todo un acierto, cosa que s¨ª pudo disfrutar Final Fight, el mayor rival de SOR, en su conversi¨®n a Mega CD).
Mencionar tambi¨¦n que SOR, junto con sus secuelas, eran t¨ªtulos desbloqueables en la versi¨®n japonesa de Sonic Gems Collection, cosa que no ocurri¨® en la conversi¨®n PAL de este recopilatorio por cuestiones del c¨®digo de calificaci¨®n de contenido del juego. Adem¨¢s se puede encontrar en numerosos recopilatorios para plataformas m¨¢s actuales, con extras como comics y otros materiales. En dichos relatos gr¨¢ficos se nos mostraban a los protagonistas atrapados en aventuras justicieras en medio del caracter¨ªstico entorno decadente del juego donde, una vez m¨¢s, hab¨ªa que apaciguar las calles de la ciudad, aunque algunos personajes presentaban una biograf¨ªa distinta a la vista en los cartuchos.
A pesar de que Mega Drive adolec¨ªa de ciertas desventajas en t¨¦rminos t¨¦cnicos con respecto a SNES en temas como manejo de sprites o los canales de audio del chip de sonido, el genio y el ingenio de los maestros de AM7 demostraron lo que esa gran m¨¢quina pod¨ªa ofrecer, brindando un juego ¨²nico gracias a una est¨¦tica, personalidad y jugabilidad que lo elevaron a ese lugar reservado para unos pocos privilegiados, convirti¨¦ndose en un recuerdo imborrable en la memoria colectiva de los adictos a los videojuegos.
Nuevas raciones de ira callejera
El ¨¦xito de Streets of Rage propici¨® la raci¨®n debida de secuelas, conformando una trilog¨ªa que era un aut¨¦ntico tr¨ªo de ases del cat¨¢logo de Mega Drive. Streets of Rage 2 vio la luz un a?o despu¨¦s de la aparici¨®n de la primera entrega, mejorando todos los aspectos que hicieron de ¨¦sta un referente en su g¨¦nero, hasta tal punto que es considerado el mejor de la saga por muchos fans, as¨ª como un juego clave del panorama hist¨®rico del beat'em up.
La nueva trama nos situaba un a?o despu¨¦s de la supuesta derrota de Mr. X, en medio de un complot que contemplaba el resurgimiento del Sindicato y un plan de venganza con el secuestro de Adam. El salto gr¨¢fico dado desde el cartucho original fue una grata sorpresa, mostrando por fin personajes m¨¢s grandes y detallados, mientras que en el plano jugable se fue un paso m¨¢s all¨¢, incrementando el n¨²mero de movimientos de los personajes, desapareciendo los llamativos especiales de la primera parte e implementando en su lugar golpes especiales (tras cuyo uso se restaba una peque?a porci¨®n de salud de la barra de vida del jugador); adem¨¢s, se a?adieron nuevos ¨ªtems como la katana, y se sumaron al plantel de personajes seleccionables Max y Skate (el hermano menor de Adam, que en Bare Knuckle fue llamado Sammy). Los personajes adquirieron marcadas diferencias en cuanto a movimientos y aspectos como la velocidad, siendo bastante notorios los contrastes existentes al jugar con un personaje u otro: Max disfrutaba de una fornida fuerza pero escasa velocidad, mientras que en el otro extremo de la balanza se encontraba Skate, ligero y r¨¢pido a la par que d¨¦bil.
Para esta ocasi¨®n, reaparec¨ªan viejos enemigos del original, redise?ados y bautizados con nombre y barra de vida, y fue en esta entrega donde aparecieron por primera vez rivales robots. El juego permit¨ªa disfrutar de unos niveles m¨¢s variados y no tan centrados en calles abandonadas, pero sin jam¨¢s dejar de lado el toque decadente y ciberpunk caracter¨ªstico. Y, c¨®mo no, el maestro Koshiro fue de nuevo el responsable del apartado sonoro, elev¨¢ndolo a unas cotas de calidad superiores en esta recordada y querida secuela que disfrutaron los usuarios tanto de Mega Drive como de Master System y Game Gear. En la actualidad, los nost¨¢lgicos pueden hacerse con SOR2 desde el bazar de Xbox Live o la Consola Virtual de Wii.
La ¨²ltima entrega oficial que cierra la trilog¨ªa apareci¨® dos a?os despu¨¦s, con cierta pol¨¦mica entorno a su trama. En la versi¨®n japonesa de Bare Knuckle 3, se nos presentaba una historia con tintes de tragedia nuclear y complots de guerra: el Sindicato hab¨ªa detonado una bomba nuclear en Wood Oak City, matando a la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n. No contentos con esto, secuestran al general Petrov, m¨¢ximo responsable de las fuerzas armadas de los EEUU, con el fin de provocar una guerra nuclear entre el pa¨ªs del T¨ªo Sam y Lima. Curiosamente, Mr.X hab¨ªa perdido su cuerpo tras los acontecimientos de SOR2, y aqu¨ª su existencia se reduc¨ªa a una masa encef¨¢lica encerrada en un tarro. Por otra parte, en la versi¨®n de Streets of Rage 3, la historia nos relata que el Sindicato ha secuestrado al comisario jefe de la polic¨ªa de la ciudad, y est¨¢ reemplazando a los miembros de las fuerzas de la ley por cyborgs creados por la compa?¨ªa RoboCy Corporation, controlada totalmente por el Sindicato, lo que les permitir¨¢ controlar f¨¢cilmente la ciudad.
Ciertamente, SOR3 recordaba demasiado a su precuela, empleando su base para moldear un nuevo juego con las novedades correspondientes. Gr¨¢ficamente se trataba de un notable t¨ªtulo en MD, que recordaba bastante a SOR2. Por supuesto, Koshiro se encarg¨® de componer compases y notas, pero en esta ocasi¨®n la BSO del juego difer¨ªa del estilo destilado en anteriores entregas, ofreciendo un sonido m¨¢s machac¨®n. Fue en la jugabilidad donde se notaron los m¨¢s notables cambios de esta nueva entrega: el juego se mov¨ªa a mayor velocidad, propiciando peleas m¨¢s r¨¢pidas, y los movimientos especiales hab¨ªan quedado subyugados al nivel de una barra que deb¨ªamos llenar poco a poco mientras sembr¨¢bamos el suelo de piezas dentales partidas. Dicha barra, al rellenarse, permit¨ªa la ejecuci¨®n de ciertos movimientos especiales, adem¨¢s de fortalecer al personaje sin vernos obligados a pagar la tasa de la porci¨®n de vida.
Las novedades en cuanto al plantel jugable llegaron con la incorporaci¨®n del Dr. Zan, un Cyborg que repart¨ªa ejemplarmente a diestra y siniestra, y que ten¨ªa su origen en la trama del t¨ªtulo: Zan era uno de los cient¨ªficos que trabajaban en RoboCy, que descubre los siniestros planes del Sindicato e inmediatamente se pone en contacto con aquellos que fueron capaces de derrotar a la peligrosa organizaci¨®n criminal en el pasado. Este personaje destacaba por emplear sus habilidades ciborg a la hora de repartir candela en los bajos fondos, siendo incluso capaz de lanzar bolas de energ¨ªa.
Como extras, exist¨ªa la posibilidad de jugar con Shiva (la mano derecha de Mr. X) y con Roo el canguro. En la versi¨®n japonesa aparec¨ªa un personaje homosexual (no hay m¨¢s que apreciar el atuendo con cierto toque 'leather' que luc¨ªa, y ya si lo vemos en movimiento no queda lugar a dudas) que formaba parte del plantel de enemigos, seleccionable mediante truco, que desafortunadamente no lleg¨® a lucir sus llamativas animaciones en las versiones europea y americana.
Streets of Rage se convirti¨® en una trilog¨ªa que encandil¨® a numerosos jugones que posteriormente se convertir¨ªan en legiones de fans, hasta el extremo de realizar por ellos mismos toda suerte de remakes del juego de Sega. El m¨¢s conocido de ¨¦stos es Streets of Rage Remake, que f¨¢cilmente puede encontrarse en la red, mejorando gr¨¢ficos, sonido e introduciendo nuevos escenarios as¨ª como dando la posibilidad de poder elegir entre los distintos protagonistas que vieron la luz en la trilog¨ªa original. Tambi¨¦n existen otros proyectos como Rage of the Streets, Streets of Rage XXX, e incluso alguno en marcha con un aspecto al menos prometedor: Streets of Rage Revolution.
Ciertamente, Sega ten¨ªa planes de continuar con la franquicia. Incluso se lleg¨® a ver alguna imagen de prueba de un posible SOR4 para Dreamcast; pero finalmente, el proyecto cay¨® en el curioso y anecd¨®tico limbo de los juegos cancelados. Qui¨¦n sabe si la compa?¨ªa nipona, en la actual fiebre de resucitar mitos del pasado para adaptarlos a los tiempos presentes, rescatar¨¢ del olvido a Axel y compa?¨ªa para que vuelvan a impartir justicia callejera.
El tiempo lo dir¨¢; pero de lo que ahora no tenemos duda es de que Streets of Rage fue una gran trilog¨ªa beat'em up nacida del esfuerzo y talento de un grupo de genios ¨²nicos que se las supieron ingeniar para dotar a sus t¨ªtulos de una personalidad y fortaleza de la que muy pocos juegos han podido y pueden presumir, destacando sobre el resto cuando nos detenemos en plena era de los mil y un efectos gr¨¢ficos y miramos hacia atr¨¢s, escarbando en los mejores recuerdos de nuestros juegos m¨¢s queridos. Hoy, todos hemos resucitado y compartido estos sentimientos en otro de nuestros paseos de mano de la nostalgia.