Puzzle Quest: Challenge of the Warlords

Cada cierto tiempo hay desarrolladores que tratan de salirse del sendero marcado con un aporte de originalidad a un mercado de ideas gastadas. Algunos lo logran con t¨ªtulos que se salen de toda l¨ªnea precedente, y otros perfeccionando y a?adiendo elementos otrora impensables en juegos del mismo estilo. A veces se coge el planteamiento original y se le da una vuelta de 180? renovando y mejorando el producto inicial, y en ocasiones la fusi¨®n de los g¨¦neros m¨¢s dispares insufla aire nuevo en ¨¦stos, dot¨¢ndolos de una frescura perdida.

Ahora le llega el turno a este nuevo cl¨¢sico, Puzzle Quest: Challenge of the Warlords. En este juego hallamos una amalgama casi impensable de dos g¨¦neros que atraen con igual pasi¨®n a legiones de ¨¢vidos jugadores. Si bien es cierto que en primera instancia puzzle y RPG son g¨¦neros que parecen diametralmente opuestos, comparten algunas caracter¨ªsticas. Ambos estilos acostumbran a englobar t¨ªtulos que requieren mucha paciencia, que demandan una agudeza mental inusitada y a los que hay que dedicar muchas horas para poderlos disfrutar plenamente.

Sin embargo, el plato fuerte del cartucho lo encontramos en su modo de aventura individual. En la piel del h¨¦roe que hayamos seleccionado, nos encontramos en el universo de los se?ores de la guerra en nuestra cruzada por salvar la tierra de Etheria del malvado Lord Bane. Con esta finalidad deberemos avanzar ciudad por ciudad en un mundo de dimensiones colosales, resolviendo un gran n¨²mero de misiones (m¨¢s de 150) en nuestra lucha contra el mal. Al mismo tiempo, podremos edificar nuestro propio imperio capturando ciudades, construyendo castillos y reclutando nuevos compa?eros para la batalla.

En el tablero habr¨¢ dispuestas gemas de distintos colores o diferentes formas en cada una de las casillas. Encontraremos cristales de man¨¢, representados por cuatro colores (amarillo para el viento, verde para la tierra, rojo para el fuego y azul para el agua); unos pinchos morados que representan la experiencia; monedas simulando el oro; y calaveras, que nos permiten causar da?o directo.

Al formar ternas de un mismo tipo con estas gemas, se producir¨¢ un efecto concreto. Por ejemplo, si logramos alinear tres calaveras, produciremos da?o directo en la barra de energ¨ªa del oponente. Si, por el contrario, juntamos monedas, conseguiremos una peque?a cantidad de oro. Alineando pinchos morados aumentaremos nuestra experiencia y, por ¨²ltimo, alineando cristales de man¨¢, incrementaremos unas barras con porcentajes con las que podremos activar y luego lanzar distintas magias.

Tras la batalla, si hemos logrado aguantar el tipo, se nos premiar¨¢ con una subida de experiencia, de oro y de man¨¢. Si por el contrario perdemos, ganaremos igualmente experiencia, as¨ª como parte del oro, y la opci¨®n de repetir de nuevo la misi¨®n, cosa que facilita enormemente nuestra tarea de avanzar por el juego. Tal vez se echa en falta un nivel de dificultad ajustable, ya que pese a que la dificultad progresa, la inteligencia artificial no brilla particularmente por su efectividad.

Pero como no todo es batalla en la vida, cuando no estemos luchando, podremos pasar el rato en las cantinas donde sonsacaremos valiosa informaci¨®n por un pu?ado de oro. Alternativamente, podremos ir a las tiendas para mejorar nuestro equipo y hacerlo as¨ª m¨¢s efectivo en las siguientes batallas o incluso entretenernos un rato mejorando y expandiendo nuestro propio imperio.

Las batallas duran entre unos tres y diez minutos, lo que lo convierten en un t¨ªtulo ideal tanto para los trayectos en tren o autob¨²s, como para los descansos entre clases o los desayunos en la oficina. Incluso para una buena tarde enfrascado en las sucesivas misiones sentado en el sof¨¢ de casa, es un t¨ªtulo de lo m¨¢s adecuado.

En lo que respecta al apartado puramente t¨¦cnico, nos encontramos frente a un t¨ªtulo sobrio, sin espacio para demasiadas florituras. La interacci¨®n con otros personajes se lleva a cabo en las tradicionales pantallas de di¨¢logo, en las que vemos a los protagonistas de la escena intercambiando l¨ªneas de texto sin inmutar lo m¨¢s m¨ªnimo su semblante. Sin duda alguna, se agradecer¨ªan algunas expresiones que hubieran mejorado la sensaci¨®n de interacci¨®n.

Igualmente, el tablero de batalla se presenta sencillamente funcional, sin ir m¨¢s all¨¢ de lo puramente correcto. No obstante, en determinados momentos, como cuando ejecutemos hechizos, podremos ver unas curiosas animaciones que nos sacar¨¢n un breve instante de la monoton¨ªa.