"Disengage"

El simple hecho de nombrar las palabras Star Trek es sin¨®nimo de que necesariamente lo que se escriba a continuaci¨®n, tanto si es bueno como malo, no va a gustar a todo el mundo. Solamente el eco que produce escribir el vocablo Enterprise, cuando la primera 'E' es may¨²scula, ya suscita y remueve sentimientos profundos arraigados en los corazones de m¨¢s de una generaci¨®n de espectadores televisivos y hoy tambi¨¦n jugadores. Es por ello que las letras que se deslizan bajo el teclado de este redactor que suscribe lo hacen con mucho pesar, tras haber sufrido este 'Legacy' durante demasiadas horas.

Y es que la excusa de ser un fan de la saga no deber¨ªa bastar para perdonar las muchas deficiencias y carencias jugables que presenta la obra de Bethesda Softworks y Mad Doc; hasta el punto de que en ocasiones hemos estado a punto de caer rendidos ante la frustraci¨®n causada con un producto de un potencial enorme, con un aspecto visual espl¨¦ndido, una banda sonora y un doblaje (al ingl¨¦s, en nuestra versi¨®n) meritorios y un argumento que consigue englobar de forma bastante decente desde el NX-01 de Archer hasta la nave de la capitana Janeway.

Sin embargo, pese a la espectacular puesta en escena, Star Trek: Legacy sucumbe estrepitosamente ante lo tedioso de su desarrollo, la total falta de inspiraci¨®n en algunas misiones y, por encima de todo, en lo aparatoso que resultan los combates estelares que son, por lo menos durante la primera mitad del t¨ªtulo, el verdadero coraz¨®n del juego. Y eso es lamentable. Si a eso le unimos una campa?a muy corta que puede terminarse en dos tardes largas y un multiplayer muy limitado, el valor real de Legacy es a todas luces escaso e insuficiente.

La historia es probablemente uno de sus puntos fuertes, tratando de ser bastante consistente con lo que hemos visto en la televisi¨®n y en el cine. Ya que fueron los vulcanianos los primeros que nos prestaron atenci¨®n (cuando inventamos el motor de curvatura), se ha concedido el protagonismo del juego a una cient¨ªfica de orejas puntiagudas que lleva por el camino de la amargura a todos los capitanes del Enterprise, sin excepci¨®n. Todo ello ligado con los m¨¢s temibles enemigos de la Federaci¨®n, los Borg, que tambi¨¦n tratar¨¢n de hacernos la vida imposible.

A lo largo de las misiones iremos pasando de controlar al Capit¨¢n Archer para posteriormente viajar junto a Kirk, J.L. Picard, Sisko y Janeway, de Deep Space 9 y Voyager (tal vez los menos conocidos por los que no son muy fans de la serie). Aunque algunas suenan un poco desfasadas, los actores originales han prestado su voz al proyecto, lo cual es de agradecer; las primeras escenas del juego, adem¨¢s, son de aquellas que ponen la piel de gallina para cualquier trekie que se precie, con la visi¨®n de las estaciones espaciales y la voz narradora que nos sit¨²a en acci¨®n.

B¨¢sicamente estamos ante un juego de acci¨®n con toques muy ligeros de simulaci¨®n. Si bien los combates estaban presentes en muchos de los cap¨ªtulos de las series, el factor negociador de los primeros capitanes y su particular enfoque de los problemas y conflictos con la ayuda de unas tripulaciones carism¨¢ticas eran lo que verdaderamente bajo nuestro punto de vista constitu¨ªan la punta de lanza del logotipo Star Trek. Eliminando buena parte de esa interacci¨®n, Legacy se hunde en la mediocridad en una industria en la que tener un nombre conocido no siempre es sin¨®nimo de ¨¦xito rotundo.

Mirando un Enterprise desde cualquier punto de vista, y debido al control de la c¨¢mara es algo que haremos incluso cuando no queramos, podemos deleitarnos del cuidadoso dise?o medido al pol¨ªgono, los efectos de las luces parpadeando o los motores en marcha, la salida y el retorno de las velocidades 'warp', las nebulosas, los resplandores de los planetas, el disparo de los phasers o de los torpedos? todo ello reflejado de forma bastante correcta, aunque las dos ¨²ltimas cosas algo mejorables.

Donde habr¨ªa campo libre para optimizar es tanto en las explosiones de las naves, que literalmente se 'deconstruyen' en lugar de explotar como se merecen (y menci¨®n aparte merece el cubo Borg), as¨ª como en el motor de colisiones. B¨¢sicamente no chocamos contra las cosas, sino que salimos despedidos en otra direcci¨®n sin efecto ninguno; da igual que sea una nebulosa como un planeta de clase M, el caso es que el ordenador asigna otro curso autom¨¢ticamente como si nada hubiera pasado, lo cual nos salva de alguna que otra muerte accidental pero no es muy cre¨ªble.

Tampoco est¨¢ correctamente realizado el control de da?os de las naves; mientras que durante las batallas vamos sufriendo impactos de energ¨ªa o de torpedos, los sistemas se van deteriorando progresivamente. Ya sean los escudos, las armas o el casco, al acabar la batalla pueden ponerse a reparar para optimizar nuestro rendimiento. Sin embargo, en ocasiones f¨ªsicamente se le hace un boquete a nuestra nave durante el curso de un combate a pesar de estar casi a tope de integridad estructural, boquete meramente est¨¦tico que en nada influye a la jugabilidad y que as¨ª permanece incluso despu¨¦s de haber terminado las oportunas reparaciones.

El juego es tremendamente exigente a nivel gr¨¢fico, y ya de por s¨ª en teor¨ªa pide como m¨ªnimo un Pentium IV a 2,4 Ghz y 128 mb de tarjeta gr¨¢fica para ejecutarse. A pesar de que en uno de los equipos de pruebas ¨ªbamos bastante justitos de especificaciones, el juego se auto-configur¨® con el detalle al m¨¢ximo y el anti-aliasing a tope, teniendo que manualmente encontrar una configuraci¨®n menos exigente para que la bajada de frames en los combates multitudinarios no afectase al juego.

La banda sonora es sencillamente espectacular, con buenas dosis de efectos que hacen lo posible por aumentar en algo la inmersi¨®n dentro del juego. Como apuntamos antes, a pesar de la avanzada edad de algunos protagonistas, todos los capitanes originales han aportado su voz a Legacy y aquellos que hemos vivido Star Trek en versi¨®n original lo agradecemos. La narraci¨®n es tambi¨¦n estupenda y est¨¢ al nivel general del acabado t¨¦cnico del juego, que sin lugar a dudas destaca muy por encima de lo que ser¨ªa su nota media.

Pero no es precisamente en la falta de variedad en donde residen gran parte de nuestras quejas y las de los usuarios de medio mundo, sino en la pobre implementaci¨®n de un control sencillo y efectivo que ayude al jugador en lugar de perjudicarlo. Los dise?adores de Legacy no tuvieron en cuenta la facilidad de uso de los controles, pero es que ni tan siquiera se molestaron en hacerlos m¨ªnimamente eficientes una vez en el juego. Los combates, en demasiadas veces, son sencillamente engorrosos.

En un episodio de 'la nueva generaci¨®n', el Capit¨¢n Picard sacaba ventaja de una nave enemiga comandada por un capit¨¢n que proven¨ªa de siglos atr¨¢s gracias a su 'pensamiento en tres dimensiones', contrapuesto al cl¨¢sico pensamiento en dos dimensiones. En un plano espacial, Picard dise?a una estrategia victoriosa en la que acecha al enemigo directamente desde arriba y desde abajo. Pues ese cap¨ªtulo debieron perd¨¦rselo en Mad Doc y en Bethesda, porque girar la nave de izquierda a derecha es relativamente sencillo pero encararla si queremos atacar (o nos atacan) desde otro eje que no sea el X o el Y es casi imposible.

Ya que los torpedos solamente pueden lanzarse desde la parte de atr¨¢s o la de delante, la mayor parte de los combates se convierten en una sucesi¨®n de giros en redondo mientras intentamos poner el cursor sobre la nave enemiga para disparar los f¨¢sers y eventualmente colocarnos con la suficiente antelaci¨®n para administrar un par de torpedos de fot¨®n. Todo eso con c¨¢mara libre en el rat¨®n, que intuitivamente lo movemos para girar la nave y perdemos la perspectiva del combate. Y ya est¨¢, no hay m¨¢s.

Por si fuera poco, el rat¨®n no ayuda precisamente a ejecutar nuestras ¨®rdenes ya que su movimiento es muy impreciso (hasta cuando est¨¢ al m¨¢ximo de definici¨®n), no queri¨¦ndose posicionar donde queremos ni incluso en el mapa t¨¢ctico. A todo ello le tenemos que a?adir que para ser m¨¢s efectivos debemos controlar hasta 4 naves en nuestra flota (pueden ir en autom¨¢tico, pero bueno) y tendremos algunas experiencias realmente negativas que nos har¨¢n plantearnos si continuar la campa?a o dejarlo ah¨ª.

Por si fuera poco, durante las misiones no puede salvarse la partida, con lo que nuestra escolta de 45 minutos se echa abajo debido a que por culpa del mouse no hemos podido abatir aquella nave o asteroide que amenazaba al transporte y tenemos que volver a empezar desde el principio la misi¨®n, algo que no pasaba ni en el X-Wing desde las primeras modificaciones de los usuarios. Y ese no nos parece que sea el mejor m¨¦todo para alargar la vida de un juego. Afortunadamente, la campa?a es corta y se termina de forma r¨¢pida.

Manejar el Enterprise, negociar con los aliados o enviar equipos de supervisi¨®n a planetas lejanos es solo el resultado de la demostraci¨®n de nuestra val¨ªa como capit¨¢n. A medida que vamos progresando se nos van otorgando una cantidad de puntos en funci¨®n de los objetivos cumplidos y de los enemigos aniquilados; puntos que pueden gastarse antes de afrontar la siguiente misi¨®n y que pueden emplearse en la compra de nuevas naves y mejorar nuestra flota. Conviene no obstante evitar perder cualquiera de las naves, porque una vez gastados los puntos son bastante dif¨ªciles de recuperar.

Esta flota, seleccionable a trav¨¦s del teclado num¨¦rico, nos sirve de gran ayuda en la mayor¨ªa de misiones incluso si nos equivocamos al elegir el tipo de nave que nos acompa?ar¨¢; la mejor t¨¢ctica bajo nuestro punto de vista, consiste en centrarnos en la nave principal durante todo el combate y hacer que el resto concentren su fuego en el mismo objetivo que nosotros; se necesitan algunos segundos para ajustar los comandos y las reparaciones, as¨ª que el hecho de practicar el cambio de naves y asignar ¨®rdenes es imprescindible durante las primeras misiones.

Una vez acabada la campa?a principal, siempre podemos dedicarnos al multiplayer. A trav¨¦s de GameSpy se deber¨ªan poder localizar las partidas y unirnos a ellas, pero lamentablemente (ignoramos si por razones de horario o porque realmente falta quorum) no hemos encontrado a nadie para poder poner a prueba nuestras - escasas - habilidades a trav¨¦s de internet. Aunque para ser honestos es comprensible que, habiendo como hay tantos y tan mejores juegos que este para jugar online, la gente se dedique a otra cosa.

Se puede jugar una partida r¨¢pida contra un amigo o el ordenador, intentando poder revivir las grandes batallas que hemos visto por la tele controlando cada una de las 4 grandes facciones posibles. El mapeado es extenso, as¨ª que la gran multitud de puntos de referencia que existen son muy ¨²tiles. Al final es f¨¢cil convertirse en un hacha de la navegaci¨®n interestelar, atravesando entre esas traicioneras nebulosas y acechando tras el asteroide mientras ponemos en marcha nuestros sensores de largo alcance.