Yakuza 2, Impresiones

Giro del destino

Tras la primera toma de contacto en el pasado Tokyo Game Show ya os avanz¨¢bamos que el nuevo Ryu ga gotoku (Yakuza fuera de Jap¨®n) segu¨ªa todos los patrones de su antecesor. Simplemente observando el a?o de diferencia que separa el lanzamiento de ambas entregas ya se pod¨ªa intuir que esta es una segunda parte con pocos cambios. Y es que el desarrollo se ha realizado en tiempo r¨¦cord, aunque a costa de utilizar una enorme cantidad de material ya existente. Afortunadamente, la nueva trama parece suficientemente s¨®lida como para atraer de nuevo al p¨²blico.

Despu¨¦s de deambular un poco por la zona, llegamos a las l¨¢pidas hacia las que nos dirig¨ªamos, momento en el cual se nos preguntar¨¢ si queremos recordar la historia de hace un a?o. Esta opci¨®n permite disfrutar de la trama completa del anterior t¨ªtulo, por si no tuvimos oportunidad de acabarlo o queremos recordar alg¨²n detalle. Est¨¢ dividida en cuatro partes, de forma que podemos dejar el visionado en el momento que decidamos. Una buena opci¨®n que permite disfrutar de aproximadamente 15 minutos de secuencias ininterrumpidas con la narraci¨®n de Kazuma.

Que hablen los pu?os

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Por suerte, posteriormente podremos desbloquear una interesante cantidad de t¨¦cnicas de varios tipos, con lo que la cantidad final se acerca casi al doble de los existentes en el primer juego. Con toda l¨®gica, ahora Kazuma puede disponer desde el inicio de algunos movimientos que anteriormente aprend¨ªamos bien avanzada la historia, como los golpes a enemigos que est¨¢n a nuestra espalda o los contraataques tras una esquiva. Esto hace que el combate haya ganado mucha fluidez y que con simples pulsaciones en el anal¨®gico podamos alcanzar a los enemigos que nos rodeen.

De nuevo, el avance del protagonista se medir¨¢ con tres barras que medir¨¢n nuestras capacidades. Al otorgar puntos de experiencia a cada una de ellas iremos aprendiendo nuevas t¨¦cnicas, de forma totalmente calcada a como ya se hac¨ªa en el anterior t¨ªtulo. La barra de furia sigue presente, permiti¨¦ndonos ejecutar movimientos definitivos sobre nuestros desafortunados adversarios. El nivel de violencia sigue siendo considerable en estas escenas, lo que aleja el t¨ªtulo de los jugadores m¨¢s j¨®venes en la calificaci¨®n por edades.

Los inicios de Ryu ga gotoku 2 nos llevan a recorrer la misma zona que ya conoc¨ªamos, un barrio que se asemeja bastante al Shinjuku actual. Posteriormente nos desplazaremos a la zona de Osaka, f¨¢cilmente distinguible para cualquier aficionado al paisaje urbano japon¨¦s. Un buen n¨²mero de locales est¨¢ accesible en esta zona, que se corresponde con el mapeado de la demo del Tokyo Game Show.Aqu¨ª ser¨¢ donde tengamos nuestro primer encuentro con el llamado "drag¨®n de Kansai", que a todas luces parece ser el rival a batir en esta ocasi¨®n. Adem¨¢s de en los locales, se nota una mayor cantidad de personajes deambulando por la ciudad  en todas direcciones.

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Con buen criterio, se ha ampliado el n¨²mero de minijuegos que ahora nos permiten realizar actividades tan variadas como jugar al mahjongg, ir a la bolera o practicar nuestro swing en el campo de hoyos golf.  Estas actividades est¨¢n bien introducidas en el entorno, aunque tan solo resultan entretenimientos pasajeros entre misi¨®n y misi¨®n. Destacan algunas de extravagante concepci¨®n, como la simulaci¨®n tridimensional de un juego de lucha, a la que podemos acceder en el sal¨®n de recreativas del club SEGA.

Revisiones importantes

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Otro detalle que llama la atenci¨®n es la posici¨®n de la c¨¢mara, que ahora presenta ¨¢ngulos m¨¢s elevados. Aunque fija en la mayor¨ªa de escenarios de exploraci¨®n, permite ser desplazada alrededor de Kazuma mediante el anal¨®gico derecho en ciertos espacios. En los combates, se puede fijar el objetivo alrededor de un enemigo as¨ª como alterar la posici¨®n del punto de vista general. La impresi¨®n que nos queda es que hay un mejor campo visual en la mayor¨ªa de ocasiones, aunque el nuevo ¨¢ngulo de incidencia de la c¨¢mara recorta demasiado el plano.

La IA se ha visto mejorada y ahora los enemigos presentan un car¨¢cter m¨¢s agresivo y desafiante. Son capaces de agarrarnos y permitir que sus compa?eros nos golpeen sin piedad, as¨ª como de fintar y atacar en grupo. Pese a que los matones callejeros no nos dar¨¢n demasiado trabajo, se nota la mejor¨ªa en los miembros de la mafia y en los enemigos de gran calibre. Para este ¨²ltimo caso se han implementado algunos movimientos de combate definitivos, y que servir¨¢n para humillar a nuestro rival as¨ª como para restarle gran parte de su salud con un solo ataque.

Los cambios introducidos desde el Yakuza original se centran en mejorar algunos detalles jugables, as¨ª como en ofrecer una trama totalmente nueva. El gran damnificado por el acelerado desarrollo es sin duda el apartado t¨¦cnico, que ofrece una casi nula evoluci¨®n desde su antecesor. Casi podr¨ªamos asegurar que se ha tocado techo en cuanto a aprovechamiento de hardware, por que la consola de Sony sufre bastante para mover todo el conjunto visual de Ryu ga gotoku 2. No son raras las ralentizaciones y los parones al cambiar de zona dentro de las ciudades.

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A nivel sonoro, el repertorio de voces resulta impecable, manteniendo el alto nivel habitual en los dobladores japoneses. La banda sonora no tiene un especial criterio de selecci¨®n, variando en funci¨®n del lugar en el que nos encontremos. Por ello es frecuente que las canciones se alternen r¨¢pidamente si nos estamos trasladando por una zona con gran cantidad de establecimientos. Se han elegido ritmos rockeros y movidos para los combates, sin caer en la monoton¨ªa en ning¨²n momento.

El camino del drag¨®n

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Por el lado positivo, la trama es tanto o m¨¢s absorbente que la anterior, con un Kazuma que parece algo m¨¢s humano en sus reacciones. Si somos capaces de dejar de lado cualquier prejuicio t¨¦cnico, encontraremos en el t¨ªtulo un interesante planteamiento que va creciendo en emoci¨®n seg¨²n pasan las horas. Los a?adidos en los combates y un ritmo de juego mayor son sus mejores baluartes de cara a hacerse un hueco en nuestras casas.