Morir jugando

Pasan los a?os y el tiempo empieza a darnos la raz¨®n a los jugones. Quiz¨¢ porque, tal como dice Douglas Lowenstein, presidente de la ESA, cada vez?somos m¨¢s adultos y ocupamos cargos de responsabilidad en instituciones y administraciones y somos capaces de valorar los videojuegos y sus amenazas en su justa medida. De ah¨ª que cada vez aparezcan menos noticias amarillentas en los medios generales que pongan al entretenimiento electr¨®nico a caer de un burro. S¨®lo los fan¨¢ticos creen que los videojuegos son los causantes de todos los males de la juventud, de la sociedad y del mundo en general. Atr¨¢s quedan informes de dudosa metodolog¨ªa afirmando que por culpa de Carmaggeddon hay m¨¢s atropellos en las ciudades, especialmente de ancianos y embarazadas, que a causa de jugar a Dungeon Keeper hay m¨¢s violencia de sexo, que por pasar horas con Grand Theft Auto ha aumentado el n¨²mero de asaltos y el tr¨¢fico de drogas. Sencillamente, no cuela.

Pues bien, vale, de acuerdo. Las balas virtuales no son m¨¢s que p¨ªxeles en una pantalla que hacen cambiar una variable del 1 al 0 que significa que aquel otro mont¨®n de p¨ªxeles que representa a un soldado debe caer muerto y dejar de dispararnos. Es ficci¨®n, no pasa nada. Incluso muchos creemos que es una v¨ªa de escape de tensiones. Cuando el escozor en los ojos sea insoportable nos tomaremos el vaso de leche y a dormir. Ma?ana ser¨¢ un nuevo d¨ªa en la vida real y todo seguir¨¢ igual, no nos dar¨¢ por ir a comprar un arma y matar a nuestro jefe. ?En qu¨¦ cabeza cabe hacer ese tipo de paralelismos?

Sin embargo, la naturaleza humana es caprichosa, y yo me atrever¨ªa a decir que en demasiadas ocasiones no tiene escr¨²pulos. Cuando hemos hecho todo este trabajo de concienciaci¨®n, de despenalizaci¨®n dir¨ªa, de los videojuegos, vienen los ej¨¦rcitos y se aprovechan de ello. Es sabido que el Gobierno Norteamericano utiliza America's Army, el juego gratuito creado por su ej¨¦rcito de acci¨®n en primera persona, para enganchar nuevos reclutas. Es decir, usan los videojuegos para mandar a gente real a morir en una guerra. En Irak han muerto m¨¢s de 2.400 soldados americanos??cu¨¢ntos de ellos se alistaron tras jugar al juego de marras?

El ej¨¦rcito espa?ol, en la misma l¨ªnea, ha lanzado un t¨ªtulo de estrategia online, haciendo hincapi¨¦ en la tarea humanitaria de esta instituci¨®n. Elogio profundamente a los que se juegan la vida en estas misiones por ayudar a los m¨¢s d¨¦biles. Afortunadamente, nuestros soldados ya no son enviados a invasiones para proteger el petr¨®leo, pero mi temor es que en el futuro volvamos a las andadas de las Azores, sea quien sea que gobierne, y que aqu¨ª tambi¨¦n se usen perversamente los videojuegos para enviar a j¨®venes al matadero.

Alguien se ha indignado por esta propaganda, en el sentido despectivo de la palabra, que encima pagamos entre todos los contribuyentes. Se trata del profesor Joseph DeLappe, director del departamento Digital Media Studio en la Universidad de Nevada, quien se ha propuesto escribir en el chat de America's Army los nombres de todos y cada uno de los fallecidos en la guerra -no conflicto armado- de Irak. Su t¨¢ctica es entrar en un servidor, dejar que le maten y mientras espera a renacer, env¨ªa un mensaje a todo el mundo con el nombre, la edad y la fecha de la muerte de cada soldado ca¨ªdo. Las reacciones son de lo m¨¢s variopintas. Puede parecer una gota de agua en la inmensidad del oc¨¦ano, pero tan esperp¨¦ntica acci¨®n ha conseguido atraer la atenci¨®n de medios como la BBC o el prestigioso peri¨®dico The Guardian. A¨²n estamos a tiempo de hacer algo para que no sigan denigrando nuestra forma favorita de pasar el tiempo.