Yo soy el alma y la vida...

Aunque la espera ha sido m¨¢s larga de lo deseado, no cabe duda que la salida de un juego tan particularmente adaptado al gusto nip¨®n salga en nuestro pa¨ªs es una gran noticia. Ya sufrimos en su d¨ªa el retraso del primer Otogi, pero por el ¨¦xito de cr¨ªtica y p¨²blico que se llev¨® la primera parte no nos cab¨ªa duda de que su segunda entrega ver¨ªa la luz en nuestra tierra. Y por fin est¨¢ aqu¨ª, dispuesto a demostrar que supera en todo a su predecesor y a dejar el list¨®n t¨¦cnico de la m¨¢quina de Microsoft a un nivel muy alto.

La lucha contra los demonios

Si en la anterior ocasi¨®n el h¨¦roe Raikoh deb¨ªa luchar en solitario contra las bestias del averno que acosaban la patria humana, en esta ocasi¨®n el estigma no lo llevar¨¢ solo. Para salir de su prisi¨®n de hielo, una misteriosa dama llamada Seimei y sus leales generales deben  encontrar su tumba temporal. Una vez descubierta, la sangre de los vivos ser¨¢ el man¨¢ que le devuelva a la vida y le prepare para combatir contra los pestilentes demonios que intentan absorber las almas humanas. Para ayudarlo, nada mejor que contar con un poderoso ej¨¦rcito de las tinieblas que devuelva el orden a este ca¨®tico mundo.

g r ¨¢ f i c o s

Otogi 2 es uno de esos videojuegos que cuidan tanto el dise?o art¨ªstico como el t¨¦cnico, de tal forma que uno no sabe que aspecto valorar mejor, ya que ambos rozan un nivel de maestr¨ªa tal que es dif¨ªcil quedarse con uno s¨®lo. El primer y clar¨ªsimo ejemplo queda en el dise?o de los men¨²s, muy similares a los del primer Otogi, con una bella ornamentaci¨®n oriental. Podremos, igual que en el primer juego, acceder a una ficha dibujada a mano que nos explica los detalles de los enemigos que nos encontraremos en la pr¨®xima misi¨®n, basados todos ellos en bestiarios de la mitolog¨ªa japonesa.

Otro ejemplo del cuidado gr¨¢fico lo encontramos seg¨²n comencemos una partida. Las CGs est¨¢n realizadas ¨ªntegramente con el motor gr¨¢fico del juego, y rebosan calidad por los cuatro costados. Cuidada direcci¨®n y mejor elaboraci¨®n para introducirnos en la historia, mucho m¨¢s vibrante e interesante que en el primer Otogi. Esto es debido a la inclusi¨®n de los nuevos personajes, que tienen mucho que contar seg¨²n progresa la aventura.

Hablando de ellos, podemos afirmar que el nivel de detalle con el que est¨¢n recreados es asombroso, tanto por la calidad y n¨²mero de texturas que los representan como por la fidelidad con que est¨¢n plasmados sus movimientos. Menci¨®n especial requiere Urabe Suetake, que es una suerte de esp¨ªritu de un ¨¢rbol que se mueve levitando por el suelo, desplazando ligeramente sus ra¨ªces y cuya arma por defecto es un enorme tim¨®n de barco. Los golpes, el movimiento y los efectos de luz que saldr¨¢n de tan peculiar armamento son probablemente los m¨¢s espectaculares que hemos visto desarrollados en una Xbox.

El dise?o de los escenarios es bastante espectacular, si bien muchas de las misiones extras no gozan del nivel de acabado de las disponibles en el modo Historia. Las tradiciones niponas m¨¢s arraigadas est¨¢n tambi¨¦n presentes en dicho dise?o, con bellos bosques, templos shaolines rodeados de jardines, pasajes celestes, oscuros puertos mar¨ªtimos, campos arrasados, cavernas heladas, caminos solitarios, estatuas de piedra que parece que recobran vida a nuestro paso... Las texturas de los bordes de los escenarios, es decir, de los l¨ªmites donde se desarrolla la acci¨®n, no alcanzan el mismo nivel de detalle que los objetos destruibles, sean estos del tipo que sean, pero la impresi¨®n general es muy buena.

Como en el anterior Otogi, los escenarios son completamente destructibles y deformables en tiempo real, con paredes, ¨¢rboles, esculturas e incluso edificios que caer¨¢n irremisiblemente ante la fuerza de nuestras armas. El poder¨ªo del motor gr¨¢fico para gestionar todos estos c¨¢lculos es digno de alabanza, y las pocas veces que la tasa de frames se resiente ser¨¢ porque est¨¢ gestionando a la vez explosiones, efectos de luz y de part¨ªculas que abarrotan la pantalla.

No nos atrevemos a valorar si Otogi 2 es el mejor t¨ªtulo de Xbox en cuanto a gr¨¢ficos se refiere, pero s¨ª lo har¨ªamos respecto a los efectos lum¨ªnicos presentes. Las estelas y halos que van dejando nuestras armas, impactantes visualmente como en pocas otras ocasiones, las explosiones que desembocan en un arco iris lum¨ªnico, la belleza de los reflejos en el agua... Si a ello le unimos unos efectos de part¨ªculas m¨¢s que notables, el humo que aparece tras derrumbar una estructura y la velocidad alt¨ªsima a la que se desarrolla la acci¨®n, el resultado es un t¨ªtulo gr¨¢ficamente sobresaliente.

m ¨² s i c a

El sistema de control se mantiene intacto respecto a su antecesor, con la ligera variedad en los combos que aportan los personajes nuevos. Tenemos un golpe d¨¦bil y otro fuerte, que unidos al dash que nos permite volar, literalmente, por los aires, forman los tres botones con los que ejecutar todas las posibles combinaciones de golpes. La variedad es tan escasa como en la anterior ocasi¨®n, donde prima la sencillez de manejo que nos acerque antes a la acci¨®n desenfrenada.

Otro aspecto que se mantiene es el sistema lock-on para centrarnos en un enemigo y dirigir hacia ¨¦l toda nuestra furia. Dicho sistema es bastante fall¨®n y presenta varios problemas, como los estragos que causa con la c¨¢mara impidi¨¦ndonos una correcta visibilidad de la pantalla, o que seleccione a un enemigo distinto al que queramos. Su uso s¨®lo es recomendable ante ciertos enemigos finales. Por otra parte, la c¨¢mara durante el resto del juego se comporta de forma m¨¢s que correcta, siguiendo con nosotros la acci¨®n sin molestar; asimismo podemos hacerla girar en torno nuestro con el stick derecho.

Cinco son mis amigos

Raikoh no viene solo esta vez. En su batalla lo acompa?an diversos guerreros, esp¨ªritus liberadores que luchar¨¢n a su lado frente a los fieros demonios. La misi¨®n inicial, que se desarrolla en el interior de una caverna helada, ser¨¢ la primera en sorprendernos, oblig¨¢ndonos a tomar el control de una misteriosa dama armada con abanicos. Pero pronto aparecer¨¢n el resto de personajes que podremos controlar durante las misiones.

La pauta de manejo es la misma para todos ellos, pero los golpes que efect¨²an y sus combos son distintos. As¨ª tendremos personajes, como Urabe, que pueden saltar indefinidamente en el aire; otros como Kintoki, pueden agarrar a los enemigos para lanzarlos frente a otro rival o para romper con sus huesos alg¨²n elemento del escenario; Shina, una mezcla de humano y hombre-lobo, es el m¨¢s veloz y el que ejecuta m¨¢s r¨¢pidamente los combos. Cada uno de ellos tiene una particularidad que nos resultar¨¢ ¨²til en determinado momento del juego, por lo que debemos elegir con cuidado antes de comenzar cada misi¨®n.

En esta ocasi¨®n, una vez avancemos un nivel, se abrir¨¢n varios caminos que podremos escoger a nuestra elecci¨®n. Tendremos que recorrerlos todos, pero el orden en que lo hagamos puede afectar a los personajes que podemos controlar. As¨ª, si uno de nuestros personajes es raptado o herido en una de las misiones, no podremos seleccionarlo hasta que no lleguemos a la fase en la que debamos rescatarlo. Es cierto que Raikoh, el m¨¢s carism¨¢tico por ser el ¨²nico que se mantiene del primer Otogi, tiene un peso especial durante el desarrollo del juego y de la historia, pero todos ellos ser¨¢n importantes.

Esto nos obliga a introducirnos en la idea de la progresi¨®n de los personajes, que ya fue plasmada en Myth of Demons con la introducci¨®n de ciertos toques roleros. En esta ocasi¨®n, los puntos que ganemos en cada misi¨®n por el n¨²mero de almas liberadas, los s¨ªmbolos descubiertos (novedad en esta entrega), por la destrucci¨®n causada y por los enemigos abatidos, debemos adjudicarlos con muy buen criterio. Es cierto que podemos rejugar cada misi¨®n cuantas veces queramos, pues esa puntuaci¨®n marcar¨¢ hasta d¨®nde progresar¨¢n nuestros personajes. Debemos ser capaces de equilibrar a todos ellos en fuerza, inteligencia, destreza, defensa... con el fin de que en las misiones avanzadas, si nos vemos obligados a coger un personaje que no hayamos utilizado hasta entonces, tenga al menos unos poderes m¨ªnimos que nos permitan progresar en el juego.

De armas, magias y complementos varios

Otro punto importante es el relativo a los poderes m¨¢gicos, manteni¨¦ndose las cuatro casas que ten¨ªan presencia en el primer juego: Byakko, Soryu, Genbu y Suzaku. Las magias tambi¨¦n progresan en nivel seg¨²n vayamos adquiri¨¦ndolas en la tienda accesible desde el men¨² del juego. Cada una de ellas es m¨¢s ¨²til frente a enemigos de la casa rival, por lo que su correcta elecci¨®n antes de cada misi¨®n es importante si queremos que resulten ¨²tiles en batalla. Han aumentado en efectividad y espectacularidad, mostrando unos efectos gr¨¢ficos que asombrar¨¢n a cualquiera.

En cuanto a las armas, bien sean espadas, hachas, abanicos o timones de barco (realmente espectaculares a la par que efectivos), la forma de conseguirlas ha variado sustancialmente. Ya no podemos adquirirlas en la tienda; ser¨¢ en las misiones de bonus o realizando ciertas acciones con un determinado personaje en determinada misi¨®n cuando pasen a engrosar nuestro arsenal. La dificultad para conseguirlas es, pues, muy alta, por lo que podemos cumplimentar el juego entero con el armamento inicial. En cuanto a los complementos que mejorar¨¢n nuestros atributos m¨¢gicos o nuestra capacidad defensiva, ser¨¢n adquiribles previo pago por caja en la tienda del men¨².

La variedad es un reto

En un juego donde toda la acci¨®n que hay¨¢is imaginado tiene cabida, alternar misiones que introduzcan una ligera variaci¨®n sobre lo que ya hemos visto es realmente importante. No esper¨¦is elementos de exploraci¨®n o de aventura, porque no los hay. Pero si distintas formas de representar la lucha y el combate que son se?as de la casa. Aunque la mayor parte de los niveles exigen que descubramos ciertos objetos ocultos, que liberemos un alma o que acabemos con cierto enemigo, hay misiones que a?aden variedad y que, como en el primer Otogi, mejoran el juego.

As¨ª, en varios niveles debemos proteger cierta zona de los ataques enemigos, bien sean barcos o sombras del m¨¢s all¨¢. En otra, tendremos que salvaguardar a un esp¨ªritu con cierta querencia a la luz de los ataques enemigos; destruir unas fortalezas volantes o ciertos pilares; huir de un enemigo o plantar cara a alguno de los final bosses. Estos alcanzan un nivel de violencia y fortaleza abismal, propiciando unos enfrentamientos colosales en cuanto a duraci¨®n e intensidad. Aunque en honor a la verdad debemos decir que nos han parecido ligeramente m¨¢s d¨¦biles que en Myth of Demons.

c o n c l u s i o n e s

Tras haber completado con ¨¦xito el juego completo, dudamos que pueda existir otro t¨ªtulo con m¨¢s dosis de acci¨®n y frenetismo que ¨¦ste. Es cierto que en Xbox tenemos grandes t¨ªtulos de acci¨®n como Ninja Gaiden, pero en la obra de Tecmo tiene cabida la exploraci¨®n y ciertos momentos de descanso. En la de From Software, raros son los momentos en que poder tomarse un respiro.

Esto nos obliga a redundar en la idea de que tanta acci¨®n, sin mayores elementos de exploraci¨®n o investigaci¨®n, puede resultar un tanto aburrida a un amplio n¨²mero de jugadores deseosos de encontrar algo m¨¢s. Pues apenas lo hay, quitando una historia algo m¨¢s elaborada que en el primer videojuego. Habr¨¢ quien est¨¦ a favor o en contra de ello, pero si buscas algo m¨¢s que machacar todo lo que salga en pantalla, Otogi 2 no es tu juego.

Si por el contrario eres de los que disfrutaron como posesos con la primera entrega, esta nueva obra te recordar¨¢ los buenos momentos que pasaste, pero con sustanciales mejoras, sobre todo en la historia y en la variedad que a?aden los seis caracteres controlables. Se mantiene por encima de todo el esp¨ªritu de Otogi, con sus bellos gr¨¢ficos, su excelente score musical con temas tradicionales nipones y su sencillez para controlar y dificultad para progresar. Sin duda un gran t¨ªtulo que no defraudar¨¢ ni a aquellos que adoren los videojuegos de acci¨®n en general ni a los hardcore gamers en particular.

l o   m e j o r

l o   p e o r