Diario de un asteroide

Debido a que no somos lo que se dice una potencia en esto del entretenimiento electr¨®nico, nos resignamos a esperar meses y meses -a veces en ciclos de m¨¢s de 12- hasta que un nuevo juego salido de mentes y dinero espa?oles es alumbrado y puesto a disposici¨®n de los jugadores, normalmente con la esperanza de henchir el orgullo patrio; esperanza que no siempre, a nuestro pesar, se cumple.

Es pues un hecho que, por ins¨®lito, atrae la atenci¨®n, con independencia del resultado. Pero con el caso que nos ocupa, no es s¨®lo la realidad de ver de nuevo un t¨ªtulo de casa puesto en las estanter¨ªas de las tiendas lo que provoca que nos fijemos con m¨¢s intensidad en ¨¦l, sino otras circunstancias a ella unidas.

En primer lugar se trata de un programa creado por un peque?o grupo de programaci¨®n independiente que ha sabido ser discreto, algo que casi nadie sabe ser, y empezar a mostrarse abiertamente cuando deb¨ªa hacerlo. Esto significa que hasta ese momento hab¨ªan estado, sobre todo, trabajando.

En segundo lugar porque ese peque?o estudio independiente tiene entre sus miembros m¨¢s relevantes a gente con un pasado que todos conocemos, y de ah¨ª que ahora queramos conocer su presente y, en la medida de lo posible, adivinar su futuro.

Y en tercer lugar porque, no sabemos muy bien c¨®mo, se las han ingeniado para engatusar a un tal American McGee, un gur¨², dicen los que entienden de esto. Parece un buen indicio de la calidad del juego el hecho de que alguien con un prestigio y un calado internacional como el suyo no haya dudado en dar la cara por este Scrapland.

Entrando ya en la cuesti¨®n principal, ?qu¨¦ es Scrapland? Pues ni m¨¢s ni menos que un peque?o universo creado para que te sumerjas en ¨¦l y participes en sus acontecimientos -o en los exclusivamente tuyos- como uno m¨¢s al principio, y con m¨¢s y m¨¢s protagonismo a medida que ¨¦stos se desarrollan. Vale, dicho as¨ª queda demasiado abstracto, concretemos un poco m¨¢s.

El mundo del juego es el asteroide llamado Scrapland, que en realidad es lo que queda de nuestra Tierra una vez que ha sido explotada y consumida por la especie humana. A los robots, el aspecto y estado de la gigantesca chatarrer¨ªa que es Scrapland no les importa demasiado, y es para ellos un lugar tan bueno como cualquier otro para establecerse.

Pues bien, los robots han creado la ciudad de Quimera, que en su seno acoge a una sociedad rob¨®tica que es, sin embargo, paralela a la sociedad humana y, por lo tanto, reconocible. Reconocible pero desquiciada, y desquiciada por una raz¨®n: en ella no existe la muerte. Esto es gracias a un artefacto llamado la Gran Base de Datos, que los robots encontraron al llegar a Scrapland, que tiene la capacidad de revivirlos a partir de las matrices que guarda de cada uno de ellos.

Cuando uno est¨¢ libre de la posibilidad de morir, act¨²a mucho menos sujeto a reglas, y en Scrapland eso se nota. Por ejemplo, los scraplanders -¨¦ste es su gentilicio- son unos apostadores empedernidos, y siempre est¨¢n dispuestos a arriesgar su pellejo por un poco de dinero en un combate a muerte a bordo de sus naves. Tampoco tienen mucho inconveniente en liquidar a alguien que les est¨¦ molestando, y a la inversa, no les importa demasiado ser molestos porque lo m¨¢s grave que les puede pasar es una resucitaci¨®n.

A este mundo un poco sacado de sus casillas llega un d¨ªa D-Tritus, un robot que se ha fabricado a s¨ª mismo con piezas de un vertedero espacial, y que se encontraba simplemente viajando por el universo en su af¨¢n de conocimiento y exploraci¨®n. Nada m¨¢s llegar a Quimera D-Tritus empieza a trabajar como periodista, e inmediatamente despu¨¦s se produce el asesinato del Arzobispo, y esta vez es un asesinato sin vuelta atr¨¢s, puesto que su matriz ha sido robada de la Gran Base de Datos y no puede ser resucitado.

Como D-Tritus debemos investigar y descubrir al culpable del crimen pero, si bien este es el gancho que tira del jugador para que finalice el juego, no absorbe por completo su desarrollo. Quimera es una ciudad viva, llena de gente atareada con sus propios asuntos y con muchos sitios a los que ir. Para resolver la trama tendr¨¢s que hablar con muchos de los scraplanders y visitar hasta el ¨²ltimo rinc¨®n de la ciudad, pero no al cl¨¢sico estilo de sucesi¨®n de niveles.

Scrapland viene a sumarse a esos juegos que rompen con la estructura tradicional de niveles o fases, al estilo de GTA, paradigma de esta nueva ola, para ofrecernos todo un mundo al completo y al mismo tiempo, sin m¨¢s restricciones que el acceso a determinados lugares y en determinada forma exigidas por el gui¨®n.

Este mundo est¨¢ compuesto por cuatro grandes distritos, que son el centro de la ciudad, el distrito comercial, el cementerio y el distrito industrial, cada uno con su propia apariencia distintiva. Son enormes espacios exteriores que tendremos que recorrer a lomos de una nave, y que son normalmente el escenario de combates, cacer¨ªas y carreras.

En el centro de la ciudad incluye dos de los cinco edificios -espacios interiores- importantes que hay en Quimera, que son el Ayuntamiento y el edificio de la Prensa. En el distrito comercial se encuentra el Templo, desde el que hay acceso a la Gran Base de Datos. Y el distrito industrial acoge a los otros dos, que son el Banco y la Comisar¨ªa. En este distrito tambi¨¦n est¨¢ el garito del Apostador Loco, al que podremos acceder desde el cementerio y desde el distrito industrial. El apostador loco controla algunos otros lugares, dedicados a las carreras y al combate, accesibles s¨®lo tras aceptar las apuestas locas que nos propone. El otro lugar que visitaremos con frecuencia ser¨¢ el taller de Rusty, accesible desde los cuatro distritos.

En cuanto a los habitantes de Quimera, los hay de varios tipos: funcionarios, banqueros, polic¨ªas, mensajeros, enfermeros, o simples mercenarios sin m¨¢s rol que el de beber mercurio y armar bronca, cada uno de ellos con una habilidad especial que D-Tritus podr¨¢ usar convirti¨¦ndose en ellos, gracias a que sabe c¨®mo hackear la Gran Base de Datos. Y estos habitantes est¨¢n organizados socialmente, de modo que tienen un Alcalde que les dirige, una polic¨ªa que mantiene el orden -en la medida de lo posible, cuando no es la propia polic¨ªa la que provoca el caos-, un estamento religioso al que respetan por ser los que controlan la Base de Datos y una prensa que les informa.

Pero esta sociedad rob¨®tica est¨¢ cubierta por un manto de s¨¢tira hacia nuestra propia sociedad y de cinismo, inspirado, seg¨²n confiesan los creadores, por la obra del escritor polaco Stanislav Lem. Por ejemplo, los funcionarios huyen cuando te acercas para que no les des trabajo, los banqueros te birlan el dinero si te pones a su alcance, la polic¨ªa te pide dinero a cambio de nada, o los enfermeros 'resetean' a sus pacientes robots a base de martillazos.

Y es que el humor ha sido un ingrediente constante en la preparaci¨®n de Scrapland, que se deja notar tanto en las dosis de s¨¢tira aludidas, como en los di¨¢logos, en el dise?o art¨ªstico desenfadado y retro o en las alusiones a obras o personajes reales.

Pues bien, por todo este mundo nos podremos mover libremente, yendo de aqu¨ª para all¨¢ o hablando con unos y con otros porque as¨ª lo requiere la trama o, sencillamente, porque as¨ª lo queremos nosotros. Por ejemplo, si la misi¨®n principal consiste en eliminar a alguien y no creemos estar lo suficientemente preparados para enfrentarnos a ¨¦l, podemos hacer lo necesario para afrontarla con m¨¢s garant¨ªas, puesto que no se nos obliga de manera inmediata a cumplirla. Y para ello siempre tenemos varias posibilidades, como mejorar alguna de nuestras armas superando una superapuesta que nos proponga el Apostador Loco, o conseguir dinero con el que montar una nueva nave o, m¨¢s directa, contratar unos mercenarios para que nos ayuden a cambio de unas cuantas vidas extra, muy necesarias para ellos puesto que no tienen matriz en la Gran Base de Datos.

Y no s¨®lo tenemos esta libertad de decisi¨®n, sino tambi¨¦n la responsabilidad que se deriva de elegir unas opciones u otras. Porque, por ejemplo, si decidimos contratar mercenarios nos van a hacer falta vidas extra, las cuales habr¨¢ que comprar a alg¨²n obispo con dinero, y si nos vamos quedando escasos de dinero necesitaremos conseguir m¨¢s, y tendremos de nuevo que decidir de qu¨¦ manera lo conseguimos, y aqu¨ª tendr¨ªamos otra vez varias posibilidades abiertas: atracar el banco, armar jaleo atacando naves y recogiendo el dinero que queda tras destruirlas, apostando?, etc.

Como veis, Scrapland es un abanico de posibilidades que se abre cuando otro se cierra, y as¨ª continuamente. Es un juego en el que la acci¨®n se distribuye en hacer cosas muy diversas, que pueden ir desde el b¨¢sico apunta y dispara, hasta el concienzudo dise?o de nuestra propia nave en el taller de Rusty -para lo cual tenemos centenares de combinaciones que ofrecen centenares de resultados-, y que pasan por carreras de velocidad, di¨¢logos, momentos de exploraci¨®n y b¨²squeda, escolta, persecuci¨®n, etc., con un dise?o y planteamiento nada encorsetado sino completamente libre.

Este es pues el mayor logro de Mercury Steam con Scrapland: crear un mundo vivo y que te ofrece libertad de acci¨®n. All¨¢ donde vayas te encontrar¨¢s con robots metidos en sus asuntos y haciendo lo que se supone que deben hacer. De este modo veremos a los banqueros robar a pobres incautos que, a su vez, huir¨¢n o se defender¨¢n en cuanto se den cuenta, a vigilantes patrullando la zona, a polic¨ªas pidiendo dinero sin ning¨²n miramiento, a mensajeros transportando paquetes de un sitio a otro?, y incluso te puedes encontrar a alg¨²n ilustre personaje de Scrapland en el antro del Apostador Loco echando el rato en la barra, como el Alcalde, sin ir m¨¢s lejos.

El logro es a¨²n mayor si se piensa en los riesgos que se corren al dise?ar un juego con una acci¨®n abierta a tantas posibilidades. Un mundo que vive por s¨ª, puede tambi¨¦n llegar a descontrolarse por s¨ª. Pero esto no ha ocurrido, y en Scrapland la asunci¨®n de riesgos ha significado a la postre la obtenci¨®n de resultados.

C on todo, no es perfecto, y se le pueden achacar varios inconvenientes. Por un lado, en algunas ocasiones la estructura narrativa parece demasiado precipitada, de manera que se te asignan misiones con unas vagas explicaciones que parecen dispuestas m¨¢s para rellenar hueco que para desenredar el ovillo argumental, lo cual me recuerda por momentos al aciago State of Emergency.

Siguiendo con lo mismo, tambi¨¦n se abusa de las t¨ªpicas misiones planteadas para hacerle ciertos favores a alguien para que ¨¦ste, por fin, te d¨¦ una nueva pista que s¨ª tenga que ver con el argumento principal.

Por otro lado, el mundo de Scrapland es enorme, vasto, incluso en interiores, y es precisamente en ellos donde m¨¢s puede aburrirte el tener que caminar para alcanzar algunos puntos. Siempre puedes convertirte en, por ejemplo, un mensajero para ir m¨¢s r¨¢pido, pero tendr¨¢s que tomarte la molestia de hacerlo cuando no te apetezca.

Tambi¨¦n llega a crear cierto desconcierto su apariencia cartoon y sus situaciones y di¨¢logos desenfadados y, de cuando en cuando, incluso infantiles, con la brutalidad sin paliativos que muestran las escenas de v¨ªdeo, que son realmente violentas, sa?osas y crueles. Entonces ?es un juego para ni?os o no? La capa externa parece decir que s¨ª, pero lo que subyace tras ella es de un cariz completamente serio y adulto.

T¨¦cnicamente, lo ¨²nico que de vez en cuando da la nota son ciertas frases del doblaje, en las que el tono de locuci¨®n no es el m¨¢s adecuado a la situaci¨®n. Es algo que puede deberse a que las frases se grabaron en sesiones diferentes. Por ello en algunos puntos o¨ªmos a D-Tritus llevar una conversaci¨®n con una voz en tono distendido y de repente, aparece una frase en tono m¨¢s serio. Posiblemente estoy siendo demasiado quisquilloso con esto, pues sucede tan s¨®lo en un par de ocasiones, pero si resalta es precisamente porque el doblaje de Scrapland, en t¨¦rminos generales, es sencillamente ejemplar.

En resumen, Scrapland es un juego sobre todo de acci¨®n, con dosis ajustadas de aventura, con un argumento que engancha y tira del jugador, pero que no lo somete, dej¨¢ndole libertad en cuanto al tiempo y al modo gracias a que el entorno de juego est¨¢ concebido como un escenario gigantesco sobre el que el jugador decide c¨®mo moverse y c¨®mo actuar. Es, a fin de cuentas, una inmejorable carta de presentaci¨®n para Mercury Steam y un programa absolutamente recomendable.

Gr¨¢ficos y sonido

T¨¦cnicamente este t¨ªtulo se desmarca del resto por dos aspectos: el doblaje es muy bueno y los escenarios que mueve el motor gr¨¢fico colosales.

Los efectos de sonido no son nada extraordinario, esto no quiere decir que sean malos, ni mucho menos, pero son los sonidos que podemos o¨ªr en tantos otros juegos de disparos, explosiones, elementos del escenario, etc. La m¨²sica que acompa?a la acci¨®n es de obligado car¨¢cter futurista y, por lo general, electr¨®nica, que se intensifica en los momentos de acci¨®n, pasando a un plano secundario en situaciones m¨¢s tranquilas.

Como digo, en el sonido lo m¨¢s destacable es el doblaje -salvo la excepci¨®n antes aludida-, completamente profesional y serio, que se ha llevado a cabo para Scrapland. Las voces, est¨¢n bien interpretadas y logran imbuir personalidad en los robots, siendo uno de los rasgos fundamentales que acaban definiendo a los personajes m¨¢s ilustres de Quimera. Los actores que han prestado sus voces para el juego son los que habitualmente doblan a actores como Orlando Bloom o Ethan Hawke, Steve Buscemi y Miranda Otto, entre otros, y la mayor¨ªa de ellas son reconocibles sin mucho esfuerzo.

En cuesti¨®n de gr¨¢ficos lo que a¨²n nos tiene at¨®nitos es la extensi¨®n de los escenarios, sobre todo los exteriores, aunque los de interior no se quedan muy atr¨¢s. Estos mapas exteriores, recorridos a bordo de una nave, ya parecen grandes, pero es cuando aparcas la nave en una plataforma y te bajas de ella cuando compruebas que si tuvieras que recorrerlos a pie tardar¨ªas horas, muchas horas. Es algo casi incre¨ªble.

El pretendido, que no obligado, aspecto cartoon de Scrapland es algo que tambi¨¦n le hace ¨²nico. Ese aspecto futurista a lo Blade Runner en unos casos, a lo Tron en otros, y postapocal¨ªptico en los dem¨¢s, contrasta con el aire retro y pop art que tiene la decoraci¨®n interior. Realmente es una mezcla ¨²nica.

Menci¨®n especial hay que hacer tambi¨¦n para el modelado 3D, tanto de personajes como de naves, y para la animaci¨®n, que derrochan imaginaci¨®n, minuciosidad e incluso humor.

Bueno, y c¨®mo no, Scrapland no iba a ser menos que otros y tambi¨¦n ofrece la habitual panoplia de efectos como el de distorsi¨®n, blur, superficies reflectantes o generaci¨®n de sombras en tiempo real, entre otros.

Gui¨®n

Los robots de Quimera viv¨ªan hasta ahora despreocupados de su propia existencia, ya que la ten¨ªan asegurada gracias a la Gran Base de Datos, un ingenio que guarda sus matrices y los restaura cuando son destruidos.

Pero ahora alguien se est¨¢ asegurando de que los scraplanders mueran de forma definitiva, para lo cual antes de asesinarlos sustrae sus matrices de la Gran Base de Datos.

Las v¨ªctimas son escogidas, pues se trata siempre de personajes relevantes de Quimera, que concentran en su persona alguna rama del poder. Por lo tanto, parece que alguien est¨¢ creando de manera deliberada vac¨ªos de poder con el fin de ocuparlos, pero ?qui¨¦n?

Los primeros indicios hacen pensar que se trata de un temible viscoso, un humano, pero puede que la verdad no sea tan f¨¢cil de descubrir?

La historia logra captar el inter¨¦s del jugador, con algunos episodios insertados para darle algo m¨¢s de cancha a la acci¨®n, pero por lo general bien contada y con momentos brillantes, que consigue estirar de nosotros a lo largo del juego. Otro punto a favor de Scrapland.

Jugabilidad

Scrapland puede jugarse tanto con el cl¨¢sico combo rat¨®n y teclado como con un pad. Como jugador sobre todo de PC que soy, no me he podido desenganchar de mi adicci¨®n al control cl¨¢sico, aunque desde Mercury Steam afirman que manejar el juego con un pad es m¨¢s satisfactorio. Seguramente, pero para los que tengan sus reticencias, como yo, os aseguro que el control de rat¨®n y teclado funciona a las mil maravillas.

Scrapland tiene dos ¨¢reas de juego claramente diferenciadas: los mapas exteriores y los interiores. En los exteriores nos movemos a lomos de naves, y suelen acoger misiones de destrucci¨®n, carreras y duelos en combates. Tambi¨¦n podremos descender a las plataformas que se encuentran en ellos, ya sea para usar los intercomunicadores o para coger el transporte tubular -el metro, vaya- que une los distintos lugares de Quimera.

Estos escenarios exteriores tambi¨¦n tienen acceso a los edificios importantes que hay en la ciudad, as¨ª como al local del apostador loco y el taller de Rusty. Hablemos de estos dos emplazamientos, claves en el devenir del programa.

El garito del Apostador Loco es el lugar en el que se dan cita los habitantes de Quimera para echar unos tragos de mercurio o bailar al son de la m¨²sica electr¨®nica que ponen. En ¨¦l podemos encontrar a cualquier habitante de la ciudad, sea del tipo que sea, e incluso a alg¨²n personaje importante, como el Alcalde, o nuestros compa?eros periodistas Berto, Humphrey o Betty.

El Apostador Loco siempre tiene preparados algunos retos para nosotros que debemos cumplir, y suelen ser cosas como sobrescribir o destruir a cierto n¨²mero de robots, ganar determinadas carreras contra determinados personajes, o entregar paquetes como mensajero. Si cumplimos con la tanda de apuestas que nos haya propuesto, podremos tomar parte en una Superapuesta Loca. De nuevo, esta superapuesta consistir¨¢ en una carrera o combate, ya sea en solitario o junto a un equipo, que tiene como premio mejoras para nuestra nave.

El taller de Rusty es el lugar donde podemos construir nuestras naves o mejorar las que tengamos. Para ello existe una amplia variedad en componentes, que van desde el casco de la nave hasta el blindaje de la misma, pasando los motores y las armas que en ella queremos montar.

Cada casco tiene sus propias caracter¨ªsticas, y dependiendo del que elijamos podremos montar m¨¢s o menos bah¨ªas para armas, entre uno y cuatro motores, y ponerle un blindaje mayor o menor. Seg¨²n montemos unas piezas u otras obtendremos naves m¨¢s o menos veloces, con m¨¢s o menos capacidad de fuego, con diferente tiempos de recarga del turbo y por lo tanto m¨¢s o menos aptas para combatir o para participar en carreras.

Las posibilidades son muchas, m¨¢s de las que seguramente se puede imaginar, puesto que, por ejemplo, es perfectamente posible hacer una buena nave de carreras a partir de un casco pesado. Estos cascos pesados admiten m¨¢s motores que uno ligero, de modo que si prescindimos de blindaje y armamento, podemos tener una nave grande y pesada que, sin embargo, puede desenvolverse bien frente a otras m¨¢s peque?as y ¨¢giles, y que tambi¨¦n ser¨¢ muy ¨²til en misiones de reconocimiento. Para el combate no cabe duda: hazte una aut¨¦ntica fortaleza volante, por mucho que pese.

Para conseguir mejoras para nuestras naves existen varios medios: uno, ya comentado, son las Superapuestas Locas, otros los conseguimos mediante chivatazos de Rusty, que localiza algunos en ciertos lugares por los que tendremos que buscar, y otros forman parte de los objetivos de las misiones principales. Una vez los consigamos, estar¨¢n permanentemente disponibles para su montaje en el taller de Rusty.

En los interiores nos moveremos a pie -a menos que nos hayamos convertido en un vigilante o en un mensajero, que se desplazan por el aire-, y es en ellos donde se desarrollar¨¢n la mayor parte de los di¨¢logos y donde existen puntos de acceso a la Gran Base de Datos. Gracias a que a D-Tritus le han pasado un programa que permite hackear la Gran Base de Datos, puede convertirse en cualquier personaje cuya matriz est¨¦ contenida en ella. Esto confiere a D-Tritus no s¨®lo su apariencia sino tambi¨¦n sus habilidades especiales.

Algunas de estas habilidades requieren el uso de energ¨ªa, la cual podr¨¢s recargar gracias a las c¨¦lulas que dejan los polic¨ªas armados cuando son destruidos. Por ejemplo, los funcionarios ralentizan el tiempo, los banqueros roban dinero, los enfermeros sacuden contundentes martillazos, Betty, los obispos, polic¨ªas armados y el propio D-Tritus tienen capacidades de ataque y destrucci¨®n, etc. Pues bien, dependiendo de las necesidades de la misi¨®n, podremos elegir entre las habilidades de unos y otros seg¨²n lo creamos conveniente para cumplirla, o bien hacer uso tan s¨®lo de su aspecto, puesto que hay lugares cuyo acceso est¨¢ reservado para cierto tipo de robots, lo cual tambi¨¦n usaremos para enga?ar a algunos robots haci¨¦ndoles creer que somos otro.

Es en las zonas interiores donde m¨¢s interactuaremos con el resto de habitantes de Quimera, y por lo tanto donde, a base de di¨¢logos con ellos, haremos avances en la investigaci¨®n, obtendremos nuevas misiones y donde podremos retarles a combates o carreras.

Como veis hay un buen mont¨®n de cosas para hacer en Scrapland, y el jugador es la mayor parte del tiempo completamente libre para hacer unas u otras y, adem¨¢s, de la forma que le apetezca. Si a esto le a?adimos que el entorno que se nos ofrece para llevarlas a cabo est¨¢ vivo y bulle a nuestro alrededor, de forma peculiar pero no ca¨®tica, tendremos la sensaci¨®n de verosimilitud y credibilidad que redondea el resultado final.

Nos queda ya s¨®lo hablar del apartado multijugador, de cuyo estado final se muestran m¨¢s que contentos en Mercury Steam. Los modos son los Deathmatch, Flag Hunt y One Flag, con sus correspondientes variantes por equipos. Sobre el Deathmatch huelga dar explicaciones. El Flag Hunt es la captura de toda la vida pero con matices, puesto que tan importante es capturar la bandera como arrebatar o conservar la vida, ya que tanto una cosa como la otra sirven para sumar o restar puntos. El One Flag es parecido al cl¨¢sico modo dominaci¨®n, s¨®lo que para conseguir la dominaci¨®n de una zona es necesario adem¨¢s ser el portador de un testigo.

Aparte de las peculiaridades mencionadas, cabe resaltar una: en mitad de un enfrentamiento multijugador es posible entrar en el hangar para cambiar de nave, y elegir otra que se adapte m¨¢s a la situaci¨®n de la partida en curso. Es decir, no es un cl¨¢sico Quake, en el que entras en la partida siendo el que eres, sin m¨¢s. Con Scrapland Mercury Steam ha querido que tengas libertad de decisi¨®n incluso en este apartado.

Decir por ¨²ltimo que soporta el juego sobre red local e Internet, con hasta un m¨¢ximo de 16 jugadores simult¨¢neos.

Estrategia y Trucos

Es dif¨ªcil hablar de estrategias o trucos que aseguren resultados en un juego que pretende, precisamente, que las posibilidades de acci¨®n no se agoten en una o dos que siempre impliquen el ¨¦xito. En cualquier caso, s¨ª que hay un par de cosas que es conveniente saber.

La primera es que la Comisar¨ªa es una fuente inagotable de c¨¦lulas de energ¨ªa, puesto que en ella los polic¨ªas armados siempre est¨¢n zurr¨¢ndose entre s¨ª, se supone que como entrenamiento. Cuando las necesites, ve a ella; no tendr¨¢s que ir mucho m¨¢s all¨¢ del vest¨ªbulo para recolectar tantas como te hagan falta.

No te preocupes por el dinero -es f¨¢cil conseguirlo en apuestas, rob¨¢ndolo, o destruyendo otras naves- y hazte un buen mont¨®n de naves, disfruta experimentando las abundantes combinaciones existentes y la multitud de resultados que propician. Construye una para cada ocasi¨®n: r¨¢pidas, resistentes, letales, rocambolescas?

Compar¨¢ndolo con?

Mucho se ha hablado del parecido de Scrapland con varios t¨ªtulos como GTA, Beyond Good & Evil, Messiah o Forsaken, muy especialmente con el primero de ellos. Y no se ha hablado sobre ellos por su parecido a Scrapland, sino como fuente de inspiraci¨®n para el mismo.

Lo cierto es que cuando Mercury Steam se puso a crear Scrapland, ninguno de esos t¨ªtulos estaba sobre la mesa de dise?o. Quer¨ªan hacer un juego original, ofrecer al jugador un inmenso escenario sobre el que pudiera actuar con el m¨¢ximo grado de libertad posible. Y cuando probaron GTA III vieron que se parec¨ªa bastante a lo que ellos estaban haciendo, del mismo modo que D-Tritus es periodista, como Jade en Beyond Good & Evil, o que existen combates de naves, como en Forsaken, o que puedes transformarte en otros personajes como en Messiah.

Cuando haces un juego que da cabida a tantas posibilidades, lo normal es que acabe pareci¨¦ndose a un mont¨®n de cosas, lo pretendas o no, y es lo que pasa con Scrapland. S¨ª que es cierto que se alinea junto a GTA como exponentes de esta nueva forma de hacer juegos, en los que un mundo vivo al completo se pone a disposici¨®n del jugador, para que se mueva por ¨¦l libremente, aunque, eso s¨ª, incluyendo un argumento que d¨¦ direcci¨®n y sentido a sus acciones.

Lo que est¨¢ bien

Scrapland es un todo, un mundo puesto a nuestra disposici¨®n, que est¨¢ activo y vivo con o sin nuestra actuaci¨®n, pero que responde a cada acci¨®n que llevamos a cabo, en el que tenemos las sensaci¨®n de ser un engranaje m¨¢s de la maquinaria y no su motor, por lo cual resulta cre¨ªble.

Libertad para hacer o no hacer, y en el caso de hacer, libertad para el c¨®mo, el cu¨¢ndo y el d¨®nde. Mucha libertad, vaya.

T¨¦cnicamente es, si no sobresaliente, s¨ª notable, y no dejan de sorprender sus inmensos escenarios y, adem¨¢s, la milagrosa rapidez con que cargan. El doblaje tambi¨¦n es de los que deber¨ªan crear escuela.

Art¨ªsticamente ¨²nico, por mezclar lo futurista con lo retro y lo agresivo con lo c¨®mico.

La historia: no s¨®lo es atractiva en un principio, sino que consigue hacerse m¨¢s interesante conforme transcurre.

El precio. Se supone que cuesta 39,95 €, pero podr¨¢s encontrarlo por 36,95 €, lo cual no es barato, pero al menos queda lejos de los 50 € por los que te puede salir casi cualquier t¨ªtulo clasificado como novedad.

Algunos tramos narrativos no son demasiado consistentes, y se echa de menos una mayor presentaci¨®n en la asignaci¨®n de algunas misiones, las cuales parecen estar metidas para alargar un poco la historia, sin que en realidad supongan un avance real en la misma.

Los ya comentados cambios de tono en el doblaje. Insisto, estoy siendo muy riguroso, pero es que con un doblaje tan bueno, un par de fallos por narices saltan a la vista.

En ocasiones hay que andar demasiado. Asumible, pero mencionable.

Enlaces

Manual

Es un completo y bien ilustrado documento de 48 p¨¢ginas que resulta sencillo de leer y que resulta del todo explicativo.

Requisitos del sistema

M¨ªnimos: procesador a 1 GHz, 256 MB de RAM, tarjeta de v¨ªdeo de 32 MB compatible con DirectX 8.1 y P¨ªxel Shader 1.1, 1,70 GB de disco duro, tarjeta de sonido compatible con DirectSound y Windows 98 SE o posteriores.

Recomendados: los ya comentados, elevados a un procesador a 2 GHz, 512 MB de RAM y gr¨¢fica de 64 MB compatible con DirectX 9.

Probado en un Athlon 64 3000+, 1 GB de RAM y GeForce 6800 GT, el juego iba perfecto con todos los efectos activados y al m¨¢ximo y con una resoluci¨®n de 1280x1024x32.