El mundo en tinieblas

Un terrible golpe en la cabeza te ha dejado sin memoria. No recuerdas nada de tu vida pasada, s¨®lo sabes que ahora te encuentras entre cuatro muros, tras unas rejas, y que quienes te mantienen preso son unos terribles duendes ?Podr¨¢s escapar? Y si lo haces ?hacia d¨®nde encaminaras tus pasos? Bienvenidos a Arx Fatalis.

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No son pocas las voces que se alzan desde hace alg¨²n tiempo protestando y pregunt¨¢ndose por qu¨¦ no se desarrollan m¨¢s juegos de rol para la consola de Microsoft. Y no les falta raz¨®n a esas voces, ya que pocos han sido los t¨ªtulos de este g¨¦nero y de calidad estrenados para Xbox: Morrowind, Kotor y Piratas del Caribe, son los t¨ªtulos m¨¢s llamativos.

Esperemos que Arx Fatalis y su pretensi¨®n de imbuirnos en un universo de rol y fantas¨ªa lo m¨¢s fiel posible al concepto general de Rol, nos sit¨²e en un punto de inflexi¨®n a este respecto, y a partir de ahora las compa?¨ªas traten de apoyar un genero, ya no tan minoritario, que pasa por malos momentos en nuestra consola.

Despu¨¦s de varios a?os de prosperidad en la ciudad costera de Arx bajo el mandato del Rey Poxellis, y all¨¢ por el a?o 226, despu¨¦s de la muerte del rey, el sol cay¨® en decadencia, dejando al mundo en un invierno eterno. Lunshire, el hijo de Poxellis, inici¨® el ¨¦xodo de los habitantes de Arx hac¨ªa una de las minas abandonadas por los enanos, donde reconstruir¨ªan la ciudad, esta vez bajo tierra.

Se dejaron atr¨¢s las disputas y escaramuzas entre razas, y entre los hombres,  los enanos, los duendes, y los trolls, comenz¨® una ¨¦poca de apoyo com¨²n por la supervivencia, pero tan pronto como los asentamientos estuvieron construido aquel buen clima termin¨®, y las cosas volvieron a ser como anta?o.

partir de este momento t¨² objetivo deber¨¢ ser fortalecerte y recordar todo aquello que ha quedado encerrado en tu mente, pues de ello depende tu supervivencia, por lo que ser¨¢ fundamental ganar experiencia e ir recopilando armas, armadura y otros utensilios que poco a poco se har¨¢n imprescindibles para ti.

A¨²n as¨ª el acabado de Arx Fatalis, sin alcanzar el grado de soberbio, es bastante notable, mostrando un modelado de personajes que, aunque repetitivo en cuanto a rostros y ropajes, est¨¢ bastante a la altura de las circunstancias, y no puede considerarse ni mucho menos mon¨®tono: veremos ni?os, ancianos, guardias, monjes... Quiz¨¢ el dato negativo en cuanto a la creaci¨®n de personajes viene cuando alg¨²n personaje humano aparece en cueros menores, y comprobamos como las formas del cuerpo desnudo resultan poco convincentes.

Si bien es cierto que los efectos de luz son llamativos (las antorchas y la luz caracter¨ªsticamente ondulada que desprende sobre las paredes, los efectos de los hechizos, la luz incidiendo sobre personajes y objetos), comprobaremos sin embargo que, a pesar de proyectarse la sombra de los objetos, ninguno de los personajes con los que nos crucemos tendr¨¢ sombra.

El problema de las texturas es algo m¨¢s subjetivo, ya que nada puede objetarse a la calidad de las mismas, y a la variedad - encontraremos todo tipo de superficies de piedra y arena, metales, vegetaci¨®n, y otras variedades - , si no que todas ellas presentan un aspecto rugoso e irregular que da a la totalidad del juego un aire recargado y algo claustrof¨®bico, que quiz¨¢ a muchos de los jugadores guste o incluso apasione.

En ella encontraremos puentes, muros de protecci¨®n, casas y tiendas de todo tipo, una iglesia, y la pieza maestra de la arquitectura virtual de la ciudad: el palacio del rey. Merece la pena recorrerlo echando un vistazo a los arcos, a los grabados de algunas piedras y a los s¨ªmbolos de las armaduras de los guardias y dem¨¢s habitantes del castillo. Ese tipo de cosas que a uno le hacen creer que est¨¢ metido en una verdadera aventura.

No hay detalle durante el juego que no este reflejado con su sonido, desde las pisadas en diferentes superficies, hasta el leve roce de un vaso contra la mesa cuando lo coges, desde el aleteo de un murci¨¦lago acerc¨¢ndose hasta los lejanos arpegios del la¨²d de un juglar en palacio.

Las voces, todas en perfecto castellano, est¨¢n bastante conseguidas, resultando ¨²nicamente molesto (aunque perfectamente comprensible) lo repetitivo de las frases, espor¨¢dicas o fruto de alguna pregunta nuestra, de algunos personajes. Casi se agradece cuando alguno, si no tiene nada que decir, se limita a silbar mientras se aleja.

S¨®lo escucharemos algunas melod¨ªas, en su mayor¨ªa de tintes ¨¦picos, cuando estemos realizando alguna de las acciones claves del juego, o estemos en plena reyerta contra alg¨²n grupo de criaturas. Tambi¨¦n, si deseamos escuchar alguna pieza medieval por el simple placer de escucharla, no tendremos m¨¢s que acudir al amable trovador de palacio y hablar con ¨¦l. R¨¢pidamente satisfar¨¢ nuestra petici¨®n.

Arx Fatalis nos ofrece gran parte de esa libertad consiguiendo al mismo tiempo que el jugador no se pierda por sus ampl¨ªsimos mapas, ya que la historia deja claro en todo momento cual es tu siguiente objetivo - o siguientes, pues no siempre tendremos una sola tarea por finalizar.

Tras finalizar la creaci¨®n de tu personaje (aseg¨²rate de que todo est¨¢ a tu gusto antes de continuar) aparecer¨¢ una peque?a ventana en la que se te pedir¨¢ que indiques el nivel de dificultad del combate durante el juego. Solo podr¨¢s elegir F¨¢cil o Normal, pero la diferencia es sustancial. Si tu opci¨®n es Normal, prep¨¢rate para sufrir. Una vez hecho esto, estar¨¢s preparado para que de comienzo la aventura.

En todo momento dispondr¨¢s de un men¨² en el que podr¨¢s comprobar tus estad¨ªsticas de personaje (tambi¨¦n utilizar¨¢s esta pantalla para subir de nivel en el momento preciso), el inventario con todos y cada uno de los elementos que poseas, una relaci¨®n de los conjuros que puedes lanzar, las notas a cerca de tus misiones y el mapa de las zonas que vayas descubriendo.

Sin embargo no resulta demasiado problem¨¢tico si uno le dedica unos segundos al sistema. Habr¨¢ una ¨²nica forma de atacar al enemigo -presionando 'A' -, pero podremos variar (en las armas cuerpo a cuerpo) la trayectoria de nuestro golpe cambiando de direcci¨®n al stick. Cuanto m¨¢s tiempo mantengamos presionado el bot¨®n de golpeo, mayor ser¨¢ la potencia de nuestro ataque. Por lo dem¨¢s, tanto el da?o como la precisi¨®n de nuestros ataques depender¨¢n de nuestras estad¨ªsticas y de la calidad del arma empleada.

Las armas, al igual que las armaduras y otros utensilios tienen una duraci¨®n determinada, y con el uso se ir¨¢n gastando. Este gasto se nos representar¨¢ en forma num¨¦rica de tal modo que sabremos en todo momento cuando nos urge cambiar de arma o armadura, o bien reparar las que poseemos. Encontraremos Herreros durante nuestro camino para estas labores, pero tambi¨¦n podremos hacerlo por nosotros mismos. Eso s¨ª, con el riesgo de estropear a¨²n m¨¢s los utensilios si no tenemos suficiente habilidades t¨¦cnicas.

Evidentemente resultar¨¢ dif¨ªcil disponer de la calma suficiente cuando un troll gigantesco nos ataca para detenerse, y comenzar a lanzar el hechizo paso a paso, por ello se nos facilita una forma para memorizarlos y dejarlos preparados de modo que podamos lanzarlos en el momento deseado con una breve combinaci¨®n de botones.

Huelga decir que cuanto mayor sea nuestra puntuaci¨®n en la caracter¨ªstica 'Mental' mayor cantidad de conjuros seremos capaces de aprender de las runas. Tambi¨¦n encontraremos algunos pergaminos que nos conceder¨¢n hechizos de forma autom¨¢tica pero que solo podremos lanzar una vez.

De igual manera el pescado (que podr¨¢s pescar t¨² mismo si consigues una ca?a y un riachuelo habitado por peces), las costillas de rata (a las que tendr¨¢s que despachar en m¨¢s de una ocasi¨®n) y otros alimentos crudos, deber¨¢s cocinarlos antes de pretender que tu personaje los devore. Podr¨¢s reparar tus propias armas, comprar otras nuevas, recoger minerales (siempre que dispongas de un pico) y m¨¢s tarde comerciar con ellos, etc. Sin duda un magn¨ªfico trabajo para crear un entorno en el que uno pueda valerse por s¨ª solo.