Bienvenidos a un mundo nuevo

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Las luces de la ciudad se deslizan a mi lado a toda velocidad mientras el coche vuela a trav¨¦s de la carretera del r¨ªo. A mi izquierda, altos y orgullosos colosos de acero y cristal se yergen en la noche; a mi derecha, las luces de Portland flotan al otro lado de la orilla, difuminadas y sobrenaturales a trav¨¦s de la cada vez m¨¢s densa niebla. Y delante y detr¨¢s, rode¨¢ndome, el viscoso tr¨¢fico nocturno de la Isla Staunton que lleva a los habitantes de Liberty City a sus casas tras un largo e intenso d¨ªa de trabajo.

Me gusta conducir as¨ª. Claro que a cualquiera le gusta conducir en un potente y sexy deportivo. ?ste me lo acabo de agenciar hace unos minutos y est¨¢ en perfecto estado, obviando el planchado del lateral derecho contra un coche de la polic¨ªa que me quiso complicar la tarea. En el asiento de la derecha reposa mi Uzi, preparada para lo que ha de venir. Y ahora que lo pienso, es casi la hora.

Con un fuerte pisot¨®n abro toda la entrada de combustible en el motor y siento el potente tir¨®n cuando obtengo el par m¨¢ximo y el veh¨ªculo sale como un cohete, propulsado por unos cientos de caballos, entre las hileras de coches. Zigzagueando entre el tr¨¢fico a toda velocidad se siente una especie de silencio, como si el sonido se quedase atr¨¢s, en el cono de ruido de tu motor sobrerrevolucionado, igual que si hubieses saltado la barrera de sonido sin saber como.

Pero lo que me he saltado no ha sido ninguna barrera sino un sem¨¢foro, un sem¨¢foro en rojo tras el cual un enorme autob¨²s probablemente repleto de turistas me obliga a dar un volantazo, pisar el freno a fondo y tirar del freno de mano. No se si habr¨¦is hecho el experimento, pero los resultados son, a partir de cierta velocidad, impredecibles. As¨ª que golpeo la mediana en mitad del derrape y salgo volando de forma muy poco elegante. A partir de la segunda vuelta de campana todas parecen iguales y seguro que podr¨ªa llegar a acostumbrarme si no fuese porque hoy he cenado pesado. No se muy bien como pero el coche est¨¢ sobre sus cuatro ruedas, aunque ahora sea sensiblemente m¨¢s bajo y le falten las puertas, los cristales, el cap¨® y el maletero. El motor sigue encendido y espero que los arrastrones sanguinolentos que han dejado mis ruedas sean de un perro... De uno bastante grande.

En cualquier caso no hay tiempo para pensar mucho, porque se oyen sirenas de polic¨ªa y all¨ª enfrente, entre los curiosos que miran la dantesca escena, hay un t¨ªo sorprendentemente parecido a la foto que me dio mi contacto hace escasas dos horas. Localizo la Uzi,  piso a fondo y paso junto a ¨¦l mientras vac¨ªo un cargador sobre mi objetivo (y unos cuantos mirones m¨¢s), aprovechando la inercia para salir del lugar a escape justo a la vez que un coche de polic¨ªa sale de la calle lateral y se pone en medio de mi trayectoria.

As¨ª que aqu¨ª estoy yo, montado en un chasis incendiado que va a toda leche por el poco cuidado c¨¦sped de un parque, tratando de parar y alejarme de la escena del desastre antes de que mi veh¨ªculo estalle en mil pedazos y me churrusque el tup¨¦. En definitiva, la rutina de costumbre. ?Por cierto! Con tanta agitaci¨®n estoy faltando a las m¨ªnimas normas de cortes¨ªa: Bienvenido a Liberty City... Y a Grand Theft Auto III.

Grand Theft Auto III no es ning¨²n reci¨¦n llegado, pues ya lleva un buen tiempo cosechando ¨¦xitos en su versi¨®n para PS2. De este modo, el tercer t¨ªtulo de una de las sagas cl¨¢sicas de PC y PlayStation hace su entrada en nuestros compatibles con toda una fama ya creada y sobradamente merecida: La fama de todo un juegazo de acci¨®n de los que te tienen horas y horas pegado a la pantalla. No en vano, la versi¨®n PS2 de GTA III fue votada como mejor juego de acci¨®n para su plataforma en la edici¨®n 2001 de los premios EME. Y es que sin duda Grand Theft Auto III es uno de los mejores y m¨¢s largos juegos de acci¨®n de todos los tiempos.

Situ¨¦monos: Liberty City, una ciudad portuaria y cosmopolita dividida en tres grandes zonas (la zona del puerto, la zona comercial y la zona residencial). Una ciudad populosa y fren¨¦tica invadida por el tr¨¢fico y cuyas calles son disputadas por mafias de todo origen ¨¦tnico, polic¨ªas corruptos, violentas bandas callejeras y alg¨²n que otro magnate de la comunicaci¨®n en pugna por el control de los negocios ilegales, el cobro de la 'protecci¨®n' a los comerciantes locales y el trapicheo de 'SPANK', una nueva droga incre¨ªblemente adictiva que est¨¢ arrasando en las calles. Y en medio de todo esto, nosotros.

Y nosotros somos un mangante de tres al cuarto que ha sido traicionado por su mejor amigo y su novia y que por circunstancias del destino se ha visto devuelto a la calle en un golpe de suerte. No tenemos nada m¨¢s que nuestras h¨¢biles manos y una determinaci¨®n a prueba de balas para salir de este pozo y convertirnos en el m¨¢s cotizado profesional del ramo... Del ramo del robo, el asesinato, la extorsi¨®n y la venganza.

Y lo que nos espera en Liberty City es una ascensi¨®n a lo alto de la pir¨¢mide alimenticia, de presa a cazador, aceptando trabajos de peces cada vez m¨¢s gordos que nos pondr¨¢n en la tesitura de desencadenar aut¨¦nticas fiestas de destrucci¨®n y caos en la ciudad; fiestas que tendr¨¢n como elementos estrella las dos herramientas que mejor sabemos manejar: Las armas de todo calibre y sobre todo, los coches.

GTA III es todo un tributo a los coches americanos y nos permitir¨¢ la singular experiencia de probarlos de todos los tipos en un entorno urbano al m¨¢s puro estilo de las meg¨¢polis norteamericanas, mientras la vida (o una imitaci¨®n extremadamente convincente de la misma) fluye por las calles de Liberty City. Tras muchos intentos m¨¢s o menos exitosos de diversas compa?¨ªas, Rockstar Games y DMA Design han conseguido ponernos en medio de una realidad completa y autocontenida capaz de imitar la incre¨ªble complejidad de una ciudad moderna de forma convincente. Y la verdad es que es endiabladamente divertido.

Comenzaremos, como ya he dicho, como un simple pelagatos al que la mafia emplea como chofer para prostitutas y cad¨¢veres para, poco a poco, ganarnos la confianza de personas m¨¢s importantes de la organizaci¨®n que nos encargar¨¢n tareas m¨¢s arriesgadas pero m¨¢s lucrativas, hasta convertirnos en el nuevo ni?o bonito del capo Leone. Pero ah¨ª no acabar¨¢ la historia sino que no habr¨¢ hecho m¨¢s que empezar: Estaremos inevitablemente atrapados en una espiral de poder, dinero, violencia y venganza que nos har¨¢ cambiar m¨¢s de una vez de colores y de amigos. Probaremos el sabor de la traici¨®n y nos iremos ganando enemigos poco a poco hasta que pasear por Liberty City sea para nosotros un deporte de alto riesgo.

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En definitiva, GTA III nos ofrece una especie de vida alternativa condensada, una oscura y tortuosa vida de sicario y arma de alquiler en una peligrosa, enorme y fascinante ciudad de principios del siglo XXI. GTA III es uno de los t¨ªtulos de acci¨®n m¨¢s innovadores y que ofrece m¨¢s posibilidades de los ¨²ltimos a?os y es sin duda uno de los mejores juegos que he jugado en mi vida, lo cual lo pone en la cima de una lista muuuuyy larga. Una de esas compras que resultan rentables en intensidad de acci¨®n, horas de juego y cantidad de diversi¨®n; un indispensable para todo aficionado a la acci¨®n en el PC y un cl¨¢sico al que ser¨¢ extremadamente dif¨ªcil hacerle sombra. GTA III es un nuevo Tit¨¢n, una nueva marca de clase, una nueva referencia en el mundo del videojuego.

Audio y v¨ªdeo

Para comenzar con una referencia, los que hayan visto la versi¨®n de PlayStation 2 han de saber que el dilatado espacio de tiempo transcurrido desde el lanzamiento de la versi¨®n consola ha merecido la pena: Todas las limitaciones de memoria, velocidad y efectos que presenta la PS2 frente al PC han desaparecido y Liberty City pinta mejor que nunca, con una resoluci¨®n varias veces superior, unas texturas muy mejoradas y unos efectos de luz que en muchas ocasiones nos dejar¨¢n con la boca abierta. Sin duda, el retorno al ordenador le ha sentado muy bien a esta tercera edici¨®n de Grand Theft Auto.

El apartado t¨¦cnico de GTA III est¨¢ a la altura de los mejores y es sin duda sobrecogedor. Para unos, la calidad est¨¢ en los detalles y para otros est¨¢ en el conjunto. Pues bien, nadie quedar¨¢ defraudado esta vez porque GTA no hace concesiones a la improvisaci¨®n ni a la imaginaci¨®n y Liberty City no tiene desperdicio. En toda su enorme extensi¨®n de metr¨®polis los edificios han sido cuidados con mimo en todos sus peque?os detalles, los parques, los senderos, los atajos... Las medianas de las carreteras, las aceras, los escaparates, la publicidad, los puentes y t¨²neles, el metro, el tr¨¢fico a¨¦reo, los bajos fondos y los rascacielos m¨¢s opulentos, las zonas residenciales, chinatown... Todo ello est¨¢ ah¨ª, modelado y texturado con esmero, dispuesto para que lo visitemos y vivamos fren¨¦ticas aventuras en su seno.

Los modelos 3D son detallados y cre¨ªbles, muy cuidados, las texturas demuestran el culto al perfeccionismo y acaban de dotar de vida a una ciudad tan compleja como Liberty City... La nota ser¨ªa de sobresaliente para cada uno de los elementos por separado, no hablemos ya del conjunto.

Los peatones son variados y representativos de cada lugar y cada momento del d¨ªa, dotados de cierto comportamiento pseudointeligente que les har¨¢ parte fundamental de la acci¨®n y la ambientaci¨®n. Se mueven, reaccionan al entorno y hasta hablan. De este modo, un elemento tan fundamental en la ciudad como son sus habitantes ha sido resuelto con maestr¨ªa y consigue su objetivo.

La ambientaci¨®n gr¨¢fica y sonora es en todo momento perfecta y proporciona las referencias necesarias para conseguir un efecto realista. Por ejemplo, los papeles y la porquer¨ªa que el aire arrastra por el suelo o incluso ante nuestros ojos proporcionan a la calle un aire de realidad, de suciedad, de vida. El ambiente cambia radicalmente si pasamos del distrito 'Red Light', una zona suburbana de mala reputaci¨®n, a 'Newport', una zona comercial cercana al coraz¨®n financiero de Liberty City. Cambian los edificios, las texturas, los peatones, el tipo de tr¨¢fico... Cambia la atm¨®sfera. Porque este es un elemento fundamental de GTA III: Una atm¨®sfera magistral que consigue dotar de vida (no me cansar¨¦ de repetir esta palabra) a un mont¨®n de pol¨ªgonos pintados.

Los veh¨ªculos, las decenas de modelos de ellos, est¨¢n trabajados con un cuidado espectacular. Encontraremos en ellos los detalles que les proporcionan su personalidad tanto en la forma como en los acabados, el metalizado, las texturas, la espectacular respuesta ante los golpes (con deformaciones realistas y proporcionadas y la p¨¦rdida de elementos del veh¨ªculo). Un trabajo de tal calidad que nunca deja de sorprender.

Las armas, que tampoco son pocas, se comportan de forma realista y se han cuidado todos los efectos de pirotecnia: Explosiones, estelas, impactos, llamaradas... Por supuesto, los efectos de las armas son respaldados por un gran trabajo en las texturas para representar los impactos, la sangre (no se ha escatimado nada de hemoglobina) o los efectos de destrucci¨®n provocados por las explosiones.

Y en cuanto al sonido, otra matr¨ªcula de honor al canto: Variado hasta donde resulta posible en los efectos sonoros que adem¨¢s son muy realistas (aunque un tanto del lado exagerado con los atropellos), sorprendente en todo lo relativo a la interacci¨®n del coche con el resto del escenario y siempre de una ambientaci¨®n fant¨¢stica.

Pero donde la cosa se vuelve un derroche es cuando escuchamos las diversas estaciones de radio: Varias horas de m¨²sica y comentarios grabados para que cada nuevo coche sea una experiencia distinta (Por supuesto, podremos ajustar la emisora a nuestro gusto). Emisoras de charla como Chatterbox, m¨²sica de los ochenta en Flashback FM, rock en Head Radio, ritmos jamaicanos en K-Jah, m¨²sica Dance y Hardcore en MSX o Rise FM,  Hip Hop en Game Radio o m¨²sica cl¨¢sica en Double Cleff FM, sin olvidarnos de la m¨²sica comercial sin complejos en Lips 106. Un tipo distinto de m¨²sica y presentador en cada una de ellas, aunque lamentablemente el presentador y los anuncios, aut¨¦nticas maravillas de la iron¨ªa y la imitaci¨®n, s¨®lo los disfrutar¨¢n aquellos con un ingl¨¦s muy fluido. La verdad sea dicha, se agradece que no se hayan cargado las estaciones de radio con un doblaje.

Donde si que hubiese venido muy bien el doblaje, porque es vital para seguir el juego, ser¨ªa en las conversaciones con nuestros diversos patronos y contactos. La situaci¨®n se resuelve con subt¨ªtulos traducidos de una forma muy sui generis (aunque perfectamente claros), lo que nos permite disfrutar del fant¨¢stico doblaje de la versi¨®n original. Pero que quede claro que aqu¨ª SI que lo menos que se podr¨ªa esperar es un doblaje al espa?ol (y en condiciones). No es que haya demasiados textos ni que sean tan complicados de doblar: En la caja pone 'Totalmente en castellano' ??

Los efectos atmosf¨¦ricos no hacen sino potenciar la fant¨¢stica atm¨®sfera del juego. Lluvias torrenciales que estremecen, una claustrof¨®bica niebla (y no me refiero a la niebla que en otros juegos se usa para ocultar el fondo de forma chapucera sino una niebla ambiental con jirones que responden a la iluminaci¨®n), amaneceres y atardeceres esplendorosos... El cuidado en reflejar un mundo en movimiento no pod¨ªa dejar pasar por alto la meteorolog¨ªa, algo que desde luego se ha tenido muy en cuenta en GTA III.

Y para redondear el apartado t¨¦cnico, los efectos de luces acaban de darle a GTA la nota urbana que le faltaba, el halo de ne¨®n y focos, los brillos de los sem¨¢foros y los reflejos en el asfalto. La noche nunca hab¨ªa tan buena pinta como en GTA III.

La verdad es que as¨ª dicho parece que GTA III es la perfecci¨®n absoluta en todos sus apartados, que sus gr¨¢ficos no tienen igual, que sus efectos son novedosos y nunca vistos, que el sonido es lo m¨¢s excitante desde la invenci¨®n del agua caliente... Y la verdad es que eso ser¨ªa faltar a la verdad, porque los personajes de GTA III son un poco simplistas y se les ve demasiado bien los empalmes entre las articulaciones, los coches no son los m¨¢s realistas que se han hecho jam¨¢s, el sonido puede acabar resultando repetitivo y los peatones acaban estando m¨¢s vistos que las cortinillas de la publicidad de las televisiones. Lo que ocurre es que nunca se hab¨ªa juntado todo a la vez y con un tama?o tan enorme; nunca se hab¨ªa conseguido reflejar toda una enorme ciudad en marcha. Y la longitud del juego (GTA III es largu¨ªsimo) juega en su contra, porque tras pasarte cuarenta horas recorriendo Liberty City de arriba a abajo, todo puede parecerte repetitivo. Y digo puede, porque el que esto escribe nunca se cansa de ir y volver, cambiar de coche, buscar nuevos recovecos y hacer locuras por todas partes.

En resumen, el apartado t¨¦cnico es incre¨ªblemente apabullante por la enormidad de su conjunto. Puede que detalle a detalle no resulte lo ¨²ltimo y lo m¨¢s sofisticado, pero es que todo junto forma un todo tan gigantesco que parece inabarcable. Conseguir que todos estos elementos funcionen y lo hagan juntos es algo tan sorprendente y produce un resultado tan fant¨¢stico que impactar¨¢ hasta a los m¨¢s veteranos del mundillo.

Jugabilidad

GTA III es un juego muy jugable. Y como la definici¨®n de 'jugable' sigue siendo una de esas controversias que nunca se cierran del todo, se puede decir que es un juego con una elevada adicci¨®n, con una trama central elaborada y muy interesante y subtramas realmente trabajadas, que el n¨²mero de horas que se le puede dedicar a Liberty City es descomunal, que el manejo es fant¨¢stico, intuitivo y responde a la perfecci¨®n y que la diversi¨®n proporcionada por el juego parece no acabarse nunca. As¨ª que creo que puedo decir que GTA III es muy jugable.

Y esto, como ya he comentado, se nota en todos sus apartados. Se nota en que los controles son asequibles, con pocos botones y el rat¨®n para manejarlo todo (podemos a?adir alg¨²n joystick, pad o volante, pero no es ni mucho menos necesario), se nota en que la respuesta a las acciones es r¨¢pida, que las acciones se encadenan ¨¢gilmente (a veces nuestro personaje se lo piensa un poco cuando apretamos el bot¨®n de disparo), se nota en que los veh¨ªculos se conducen fant¨¢sticamente (no es que sean f¨¢ciles de conducir, es que te lo pasas bomba haci¨¦ndolo). Se nota, en definitiva, porque el sistema de control de GTA III pasa desapercibido y se acaba convirtiendo en un mero interfaz, casi transparente, que nos comunica con el mundo paralelo de Liberty City.

El sistema de juego es muy simple: Nos desplazaremos por la ciudad de dos formas: A pie o en un veh¨ªculo. La primera forma es bastante desesperante por su lentitud y adem¨¢s seremos bastante vulnerables. Como quiera que Liberty City no es ciudad para peatones (tanto por su extensi¨®n que tardar¨ªamos una eternidad en recorrer a pie como por su extremada inseguridad ciudadana), los veh¨ªculos son el m¨¦todo de desplazamiento de elecci¨®n. Y desde luego no nos faltar¨¢n, porque las calles de la ciudad son como un gigantesco supermercado: Cualquier coche que veamos podemos tomarlo prestado tan s¨®lo acerc¨¢ndonos y sacando a su conductor del interior con m¨ªnimas precauciones, las suficientes para no ser sorprendidos por aquellos conductores m¨¢s agresivos, que se defender¨¢n de nuestro ataque, o para evitar ser vistos por la polic¨ªa, que saldr¨ªa en nuestra persecuci¨®n.

Una vez en el veh¨ªculo, la ciudad est¨¢ a nuestra disposici¨®n para ser recorrida... ?Toda? Bueno, en realidad cuando lleguemos s¨®lo los distritos de Portland estar¨¢n abiertos a la exploraci¨®n (lo que ya es bastante grande de por s¨ª) pero poco a poco podremos acceder a Staunton Island y a Shoreside Vale. Y en estos escenarios nos dedicaremos a labrarnos la reputaci¨®n, lo que podremos hacer de varias maneras: Bien trabajando para las mafias locales y sus influyentes amigos o bien haciendo 'recados' para las bandas callejeras que gobiernan las calles. Estos trabajos y recados ser¨¢n incre¨ªblemente variados: Desde el simple robo de veh¨ªculos, palizas y escarmientos a rivales, asesinatos, bombas, cobro de extorsiones, transporte de bienes molestos (como cad¨¢veres, drogas...), pago de sobornos, robo de furgones blindados, tiroteos desde veh¨ªculos, derribar aviones del c¨¢rtel o simplemente de ch¨®feres para mafiosos, camellos, chulos, prostitutas y dem¨¢s estamentos sociales de la ciudad.

En el transcurso de estas actividades se suceder¨¢n los robos de veh¨ªculos, accidentes de tr¨¢fico, atropellos, tiroteos en plena calle y explosiones, algo que por fuerza ha de acabar llamando la atenci¨®n incluso de un cuerpo de polic¨ªa tan corrupto como lo es el de Liberty City, lo que veremos por el n¨²mero de estrellas en el marcador de la pantalla. Desde una estrella que muestra que hemos mosqueado a la poli hasta seis que indican que hemos cabreado mucho al ej¨¦rcito, nos las tendremos que ver con SWATs, el FBI, helic¨®pteros, tanques, francotiradores y toda la parafernalia, algo que complicar¨¢ todav¨ªa m¨¢s las misiones que llevemos a cabo por la ciudad.

El personaje que manejamos, por su parte, interacciona de forma muy veraz con lo que le rodea. Sus movimientos son realistas (es decir, que va a la velocidad a la que va una persona y no puede coger a los coches corriendo) y sus limitaciones son muy humanas (no podremos saltar determinadas alturas, no podremos esprintar indefinidamente y las balas nos hacen mucho da?o). A veces, dir¨ªa yo, demasiado humanas. Y digo esto porque nuestro personaje en ocasiones no es demasiado vers¨¢til, faltando entre sus habilidades la capacidad de trepar o agarrarse a los salientes (¨²til para saltar vallas o muros) y teniendo as¨ª mismo la capacidad natatoria de un barril de uranio. Tambi¨¦n, a veces, ser¨ªa ¨²til poder saltar del coche sin esperar a que est¨¦ totalmente parado y estar¨ªa muy bien poder agacharnos para cubrirnos del fuego enemigo tras alg¨²n saliente. En cualquier caso, sus capacidades est¨¢n muy bien tal cual est¨¢n y no vamos a necesitar m¨¢s para salir airosos de las pruebas a las que Liberty City nos someter¨¢.

En cuanto a veh¨ªculos ser¨¢ dif¨ªcil que acabemos aburridos: Casi 50 veh¨ªculos distintos con diversas modificaciones, lo que hace m¨¢s de 200 modelos distintos. Y en esos 50 veh¨ªculos tenemos representantes de todas las clases de ese variado mundo que es el veh¨ªculo americano. Turismos, sed¨¢n, deportivos, furgonetas, camionetas, camionetas con pickup, todoterrenos, roadsters, descapotables, autobuses, berlinas, camiones de reparto, camiones de la basura, camiones de carga pesada, coches de bomberos, de polic¨ªa, ambulancias, taxis, viejas cafeteras, monovol¨²menes, ¨¢giles biplaza, ingobernables limusinas... Literalmente, todo tipo de veh¨ªculos. Y no s¨®lo la forma y tama?o caracterizar¨¢n a todo este parque m¨®vil, puesto que la forma de conducir ser¨¢ radicalmente distinta de unos a otros. Par¨¢metros como la estabilidad, el agarre, la capacidad de giro, la inercia, la aceleraci¨®n y velocidad punta o la resistencia al da?o... Cada coche es un mundo y por lo tanto cada tipo de veh¨ªculo representar¨¢ una ventaja o un reto. A veces escoger el veh¨ªculo adecuado para una misi¨®n transforma una tarea imposible en un paseo por el parque y en otras ocasiones, misiones a priori f¨¢ciles se complican porque estemos obligados a usar determinado modelo de veh¨ªculo.

Y por si todos los veh¨ªculos disponibles no son suficientes, podremos adem¨¢s darnos una vuelta en alguna de las lanchas que encontraremos en los embarcaderos, incluyendo un modelo de la polic¨ªa con un par de ¨²tiles ca?ones gemelos de gran calibre. U optar por el transporte p¨²blico y montar en el metro o en el tren a¨¦reo, que nos desplazar¨¢n de forma r¨¢pida y c¨®moda por toda Liberty City.

En cuanto al apartado armamento, est¨¢ muy bien resuelto con una gran variedad de armas que van desde el siempre ¨²til bate de b¨¦isbol hasta el incontestable lanzacohetes, pasando por subfusiles, lanzallamas, rifles de francotirador y la util¨ªsima Uzi, el ¨²nico arma que podremos emplear desde los veh¨ªculos. Su uso es bastante arcade, aunque sus efectos procuran ser realistas y el coste asociado a su posesi¨®n y empleo es proporcionado. As¨ª, la pistola es letal pero lenta y poco potente, los subfusiles caros pero mucho m¨¢s potentes, el rifle de francotirador preciso como un escalpelo pero mucho m¨¢s caro y con menor munici¨®n disponible, la escopeta antimotines es devastadora a corto alcance e in¨²til a medio-largo y el lanzacohetes devastador pero de coste prohibitivo. Emplear cada una en su momento ser¨¢ una elecci¨®n estrat¨¦gica e importante, pues el lanzacohetes que nos facilita tanto esta misi¨®n y nos ahorra acercarnos al objetivo puede ser indispensable en la siguiente y no estar disponible, por lo que deber¨ªamos ahorrar la munici¨®n. Adem¨¢s, la variedad de armamento y las otras posibilidades de provocar destrozos (atropello, embestida, empujar un veh¨ªculo al vac¨ªo) hace que las formas de acabar una misi¨®n sean much¨ªsimas y no tengamos un camino marcado. Ejemplo: Nuestro objetivo es el conductor de una furgoneta estacionada junto al parque. Podemos volarla con una granada directamente, embestirla repetidamente con un cami¨®n pesado hasta hacerla explotar, acosarla con un deportivo y acribillarla con la Uzi desde la ventanilla o bien forzarla a alguna maniobra que la haga volcar e incendiarse o incluso acabar cayendo a alg¨²n precipicio.

Ni que decir tiene que nuestra vida es un bien muy valioso y que deberemos proteger a toda costa, porque ser¨¢ f¨¢cil perderla bien dentro de un coche (cuando est¨¢n muy da?ados y vuelcan, los coches se incendian y estallan, acabando con nosotros si estamos dentro o muy cerca), bien a tiros, bien atropellado en las ajetreadas calles de la ciudad bien ahogado tras habernos precipitado en alguno de los numerosos espacios acuosos que separan y pueblan las tres zonas de Liberty City. Cuando esto ocurre, reapareceremos en un hospital con toda la vida, pero habremos fracasado en cualquier misi¨®n que estuviese en curso, habremos perdido todo nuestro armamento y nos habr¨¢n cobrado una pasta por reparaciones. Lo mismo ocurrir¨¢ si es la poli la que nos ha trincado, aunque en este caso la pasta se ir¨¢ en concepto de sobornos.

Y entre misi¨®n y misi¨®n podremos dirigirnos a nuestra/s guarida/s, zonas espec¨ªficas del mapa en las que podremos dejar nuestro veh¨ªculo y tomarnos un descanso que significar¨¢ guardar la partida y hacer avanzar unas horitas el reloj. Cada zona de Liberty tiene una y las podremos usar indistintamente. Aunque no ser¨¢n los ¨²nicos puntos de inter¨¦s particular de la ciudad, pues tambi¨¦n haremos innumerables visitas al Pay'n'Spray, donde har¨¢n una reparaci¨®n completa a cualquier veh¨ªculo que conduzcamos y le cambiar¨¢n el aspecto, con lo que despistaremos a la polic¨ªa y nuestro nivel de b¨²squeda desaparecer¨¢. Y sin olvidarnos de la cadena AmmuNation, de la que seremos clientes preferentes y que nos proporcionar¨¢ todo ese material pirot¨¦cnico que necesitamos para nuestras fiestas.

En definitiva, Grand Theft Auto III es uno de esos juegos que a¨²nan talento y dedicaci¨®n, genialidad y trabajo duro, para que la experiencia de juego sea algo ¨²nico y endiabladamente divertido; para que nuestras andanzas en Liberty City sean algo que recordemos durante mucho tiempo. GTA III es un gran juego que har¨¢ las delicias del p¨²blico sediento de acci¨®n y Liberty City se ha ganado pasar de ser un pu?ado de bits a una de esas ciudades mitol¨®gicas que hemos visitado e incorporado a nuestra imaginaci¨®n y experiencia personal sin haber puesto un pie en sus calles. Una ciudad paradigma de todo lo s¨®rdido de las mega¨²rbes modernas y de lo bajo que puede llegar a caer la condici¨®n humana se convierte, por obra y gracia de la virtualidad, en uno de los lugares m¨¢s divertidos del mundo.

Gui¨®n

Por si no lo he dicho antes, GTA III est¨¢ conducido por una historia. Una historia elaborada y oscura, muy de cine negro actual, un poquito El Padrino, un mucho Payback. El argumento es muy descarado y sin complejos y nos muestra el mundo del hampa con un deje de humor negro bastante simp¨¢tico. Los personajes son un poco estereot¨ªpicos pero cre¨ªbles, las historias son tristemente muy posibles y al final la trama engancha y empuja a completar misiones para saber m¨¢s.

Pero no estamos ante una historia lineal, sino que nos cruzaremos con varios peces gordos para los que trabajaremos, a veces incluso simult¨¢neamente, llegando a la traici¨®n y al doble juego. GTA III hila una historia trabajada y atractiva en el ya de por s¨ª prodigioso mundo creado por sus artistas y programadores, logrando un producto al que pocos podr¨¢n resistirse una vez lo hayan probado.

Lo que est¨¢ bien

El enorme tama?o, complejidad y detalle de Liberty City, poder pasear por una realidad alternativa, el inmenso trabajo puesto en el juego. Las decenas de horas de diversi¨®n y buenos ratos que va a proporcionar GTA III a todos sus jugadores.

Lo que no est¨¢ tan bien

Que se necesite un equipo modernito para jugarlo (no pod¨ªa ser de otra manera), que nuestro personaje tenga unas habilidades un poco limitadas (trepar, nadar), que todav¨ªa no sepamos nada concreto del pr¨®ximo GTA ni de una nueva expansi¨®n. Y desde luego, que la traducci¨®n sea, a veces, un poquito (muy) cutre y que no haya un doblaje, algo no muy costoso dado lo limitado de los di¨¢logos que tienen lugar en el juego y que es lo m¨ªnimo que se merec¨ªa la edici¨®n espa?ola de una obra maestra como ¨¦sta, una falta de cuidado que acaba por ser muy notoria en detalles tontos de la traducci¨®n del manual que se habr¨ªan subsanado con una tarde de trabajo sobre la maqueta y un poco de inter¨¦s.

Manual

El manual de la versi¨®n espa?ola es calcado al de la versi¨®n original, lo cual es bueno por un lado y malo por otros. Bueno porque asegura que no se recorta nada que los creadores estimasen oportuno incluir y porque nos da la oportunidad de disfrutar del dise?o original del manual (un elemento muy cuidado en general por los editores extranjeros y defenestrado habitualmente en nuestro pa¨ªs). Malo porque se ha ido el colorido que cubr¨ªa todas las p¨¢ginas del original y porque la traducci¨®n es similarmente mala a la del juego, con traducciones literales un tanto rid¨ªculas o el indignante hecho de que alguien haya traducido los pies de p¨¢gina sin preocuparse porque no quepan y haya que remaquetarlos, lo que hace que algunas frases aparezcan cortadas sin m¨¢s cuidado. Esto, cuando no se ha optado por dejar trozos sin traducir, dejando una impresi¨®n bastante desastrosa. Si ha habido un jefe de calidad de la versi¨®n espa?ola tiene que estar de muy mal humor.

Pero en lo que interesa, es decir, en el hecho de que el manual ha de guiarnos en nuestros primeros pasos y servirnos de referencia, cumple perfectamente. Y, no todo iban a ser reproches a la distribuidora, el genial detalle que han tenido de incluir un mapa desplegable a todo color y (este s¨ª) correctamente traducido de Portland, Staunton Island y Shoreside Vale, con los principales puntos de inter¨¦s marcados. Cosas como esta alegran mucho las ediciones de los juegos y los dotan de un enorme valor a?adido.

Estrategia y trucos

Aunque parezca acci¨®n pura, GTA III tiene elementos de t¨¢ctica que si son tratados con cuidado facilitar¨¢n mucho las cosas. Entre esos elementos est¨¢n una buena elecci¨®n de veh¨ªculo para cada misi¨®n (a veces cuenta m¨¢s la regularidad y resistencia que ofrece un Patriot o un Barracs que la velocidad punta de un Cheeta, Infernus o Banshee). Lo mismo ocurre con el armamento (un rifle de francotirador es una herramienta fant¨¢stica para eliminar enemigos sin que lleguen a saber ni donde estamos).

Conocerse Liberty City es muchas veces crucial. Atajos que no aparecen en el mapa, zonas donde encontrar bonus especiales 'a la carrera', rutas ¨®ptimas, rampas para saltos, etc.

Nuestro refugio es un lugar bastante bueno para muchas cosas; aparte de guardar la partida, si metemos un coche da?ado en el garaje y dejamos que se cierre la puerta, cuando volvamos a buscarlo estar¨¢ como nuevo. Lo mismo ocurrir¨¢ con nuestro nivel de b¨²squeda si salvamos una partida e inmediatamente la recuperamos.

Hay que estar atentos a la infinidad de 'trampas' que se pueden hacer en Liberty City y para eso nada mejor que la fant¨¢stica y exhaustiva gu¨ªa de GTA III de James Paterson, traducida por Daniel Delgado.