Negativa al arte prefabricado.
Ah¨ª estaba ¨¦l. Con su sonrisa inocente. Como aquel ni?o que camina ilusionado hacia sus padres a punto de ense?arles la matr¨ªcula de honor que ha recibido en el colegio. As¨ª es Miyamoto, al fin y al cabo. Para muchos, no deja de ser el dise?ador de juegos m¨¢s r¨¢pido, despiadado y cruel que existe. Porque ¨¦l se anticipa a su tiempo. Y, siempre, siempre lo seguir¨¢ haciendo.
Parec¨ªa tener una apremiante presi¨®n a sus espaldas puesto que, adem¨¢s de mostrar su nueva creaci¨®n, en cuesti¨®n de segundos ver¨ªa como medio mundo se le echaba encima. Zelda no era Zelda. De hecho, s¨ª, pero no como se esperaba. El Link adulto, escultural, musculoso, corpulento y hasta intimidatorio hab¨ªa desaparecido. En su lugar hab¨ªa un pueril muchacho, todav¨ªa imberbe, asiendo un Gladius como los mejores elfos, mirando con cara de socarr¨®n a unos cuantos lechones que le andaban a la pista. As¨ª se abr¨ªa una de las etapas m¨¢s contradictorias que se recuerdan en la historia de los videojuegos. Las opiniones se cismaban y Miyamoto segu¨ªa tan feliz. Porque es "su" Zelda. Es "su" obra de arte. Y por tanto, es libre de hacer todas las pinceladas que quiera sobre un lienzo que nunca antes hab¨ªa despertado tantas pasiones.
Ha sido capaz de desmoronar todas nuestras esperanzas y volverlas a montar a su antojo. Como un rompecabezas incomprensible. Porque aun no se entiende como, por primera vez, se han visto reflejados todos nuestros sue?os en una pantalla. Cierra los ojos, escucha la m¨²sica de Zelda y piensa en como te lo imaginas. No hay luchas encarnizadas que valgan. No hay monstruos enormes sanguinolientos. No existe la maldad. En realidad, es un cuento de hadas. Una historia en la que nosotros participamos. Y as¨ª es Legend of Zelda. Aun es pronto para valorarla, pero el revuelo, la controversia y la divisi¨®n de opiniones ya, por s¨ª solas, le han elevado a la categor¨ªa de "culto" sin apenas haberse mostrado m¨¢s de dos minutos de secuencias. Nintendo tambi¨¦n sigue siendo especial.
Es en momentos como este cuando de verdad se echa de menos la m¨¢s candorosa ¨¦poca de los videojuegos. Si algo ten¨ªa una est¨¦tica "infantil" (t¨¦rmino con muy poco tino, la verdad), simplemente se lo pasaba por alto y se jugaba. Sin prejuicios. Sin condenarlo al abismo de los olvidados. Solo hay que fijarse en las opiniones que se han vertido en todos los foros especializados. Han maldecido la inventiva de Miyamoto (como la defini¨® Peter Main, vicepresidente de NOA). Se han re¨ªdo de Nintendo al no haberse desquitado de su aura de compa?¨ªa para toda la familia. Se supone, o por lo menos eso dicen, que ten¨ªan una oportunidad de oro para consagrarse como una potencia dentro de esta industria. Y he ah¨ª donde radica el problema: industria. Todo est¨¢ prefabricado. En botes de conservas. Como las vasijas creadas en serie en lugar de las torneadas por un artesano. Como aquellos grupos de m¨²sica seleccionados bajo casting en detrimento de un compositor que surge de la nada y sorprende por sus cualidades. Ahora, todo responde a los par¨¢metros que marcan las listas de ventas. Aunque el propio Zelda, por llamarse de tal forma ya podr¨ªa colocarse en lo m¨¢s alto de los "best sellers", este diametral cambio de im¨¢gen demuestra que todav¨ªa existe alguien con el coraje suficiente como para hacer frente a los criterios comerciales.
S¨ª, Mario Sunshine es apote¨®sico, Metroid Prime acongojante, Sonic Adventure 2 rapid¨ªsimo, Koro Koro Kirby entretenid¨ªsimo y 1080? Snowboarding 2 vuelve con la misma fuerza de su predecesor. Seguro que todos ellos subliman el g¨¦nero en el que se clasifican. Pero Zelda ha encumbrado a los videojuegos a la calidad de arte, aunque solo haya sido por un instante. No a todo el mundo le gusta Picasso. No todo el mundo ama Dante. No todo el mundo adora a Bach. Eso es lo que hace grande a los artistas. Nunca llueve a gusto de todos. Ellos se evaden del mundo que les rodea y crean, inventan, elucubran sin ning¨²n tipo de presi¨®n. Porque eso es "arte". Nada de plazos, de encomendaciones, de deberes. Un artista siente lo que hace. Las obligaciones siempre han sido sus peores enemigas. Y Miyamoto se ha librado de ellas.
Si las miles de voces que se han alzado en contra de la decisi¨®n de Nintendo al echar un plumazo a la "otra" versi¨®n de Zelda intentaran olvidarse que alguna vez existi¨®, seguro que no estar¨ªamos inmersos en una desconcertante batalla entre la parcialidad, la imparcialidad, los gritos, las descalificaciones y hasta las bullangas que se han formado por toda la red. Aun queda mucho camino por recorrer: Intelligent System no se ha pronunciado sobre su posible Fire Emblem de 128 Bits, recordad que Camelot prepara un RPG de ¨®rdago, que Phantasy Star Online sigue su curso, que From Software nos ha sorprendido con dos t¨ªtulos de rol de gran altura (Gold Star Mountain pinta exquisito y Rune tiene unas invocaciones que quitan el hipo), que EAD podr¨ªa estar trabajando en un Mother/Earthbound, que Enix ni siquiera ha abierto la boca, que Square acecha en busca de su presa, que SEGA, que Nintendo, que muchas otras empresas esperan producir RPGs a medio plazo, y que, por ejemplo, Brownie Brown fue integrada a la gran N como una desarrolladora exclusivamente dedicada a dicho g¨¦nero. ?Y que me dec¨ªs de Star Fox?. Es Dinosaur Planet. El lado RARE de Zelda, solo que ahora cuenta con el carisma de la tripulaci¨®n de Fox McLoud. ?De veras que no ha hecho bien Miyamoto al salirse de la pauta? ?Seguro que no ha hecho bien en coger un atajo en vez de dirigirse por una carretera que siempre lleva al mismo lugar?. El panorama, de aventuras ¨¦picas est¨¢ plagado. De cuentos de hadas, no.
La "Nintendo Diference" no tiene otra definici¨®n. Mientras que el resto simplemente hace las cosas, Nintendo las hace bien. Aunque a veces, como es el caso, cuesta de asimilar...