Un juego de ROL que no llega al aprobado.

El poder de los Summoners o invocadores est¨¢ de capa ca¨ªda. Durante d¨¦cadas estos hechiceros han sido los encargados de mantener el delicado equilibrio entre bien y mal. Ellos solos han luchado contra dioses, han derrocado imperios y han mantenido un f¨¦rreo dominio sobre el destino de la humanidad.

Pero esos d¨ªas de gloria en que los brujos dominaban el mundo han quedado atr¨¢s y aprovechando la coyuntura, un nuevo villano ha decidido hacerse con el control del planeta y sojuzgar a los pobres humanos en una nueva era oscura de terror y destrucci¨®n.

 Lo cierto es que los anillos que los Summoners han utilizado desde tiempos inmemoriales, s¨ªmbolo de su poder, han sido repartidos por el mundo, y esta situaci¨®n resulta desalentadora, casi desesperada.

Joseph es el ¨²ltimo descendiente de esta estirpe de hechiceros, pero teme m¨¢s a su poder que a la misma muerte. Cuando era s¨®lo un ni?o, Joseph intento salvar su pueblo de unos atacantes, pero el demonio al que invoc¨® destruy¨® la aldea ante sus ojos, mientras sus seres queridos ca¨ªan sin vida. Exiliado y muy afectado, Joseph se prometi¨® a si mismo que nunca volver¨ªa a invocar...

Los a?os pasaron, y el enigm¨¢tico Yago, el mentor de Joseph, gu¨ªa al joven, prepar¨¢ndole para que complete una delicada misi¨®n. Mientras las tropas invasoras de Orenia atraviesan Medevan, Yago insta a Joseph para que inicie la b¨²squeda de los antiguos anillos. Finalmente, Joseph acepta.

En su viaje, Joseph conoce a 3 j¨®venes aventureros que se convierten en sus compa?eros. Flece, un ladr¨®n que creci¨® en las calles de Lenele. Jekhar, cuya familia pereci¨® a manos del demonio invocado por Joseph, guarda un profundo resentimiento contra ¨¦l. Rosalind, hija de Yago, es una novata de la Orden de Lona y aspira a convertirse en una poderosa sacerdotisa y guardiana de los sagrados pergaminos de Lona. Rosalind, est¨¢ celosa del inmenso poder de Joseph y odia a su padre por dedicar su vida a la causa del Invocador....

Este engendro de la programadora Volition aparece como un nuevo intento de llevar el epicismo del rol a la PS2 y el resultado es de nuevo un rotundo fallo. Es duro aplicar terminolog¨ªa tan categ¨®rica cuando se habla de un titulo de PS2, pero la perla que es Summoner es en si misma un completo manual de como no hacer RPGs.

Yendo por partes, resulta encomiable, si bien no muy original, la tentativa de esta programadora en el mundillo de la consola negra de Sony pues el retomar el concepto de capa y espada ,aderezada con conjuros de la tienda de los veinte duros, intent¨¢ndolo adem¨¢s adecuar a los nuevos gustos no es tarea f¨¢cil.

Tan dif¨ªcil como que Summoner peca de todo lo que habitualmente suele fallar en los t¨ªtulos de esta categor¨ªa. En un principio, Summoner usa un modo ya utilizado en anteriores juegos de c¨¢mara m¨®vil en una perspectiva isom¨¦trica a¨¦rea. Esta manera de enfocar los juegos est¨¢ profundamente probada y por lo tanto es un hecho que funciona.

Adem¨¢s, en Summoner se ha aplicado un sistema de cambios de perspectiva din¨¢mico o manual que ayuda a moverse por el conjunto del lioso escenario que nos encontramos. Pero la verdad es que esto es s¨®lo un sutil detalle que en absoluto es capaz de salvar de la quema a un juego tan marcadamente carente.

Imagin¨¦monos lo que sentir¨ªamos si nos quit¨¢semos de los ojos una cataplasma de ajoaceite y aguarr¨¢s que llevamos puesta desde hace varios d¨ªas. Pues bien, esa mancha indefinida y amorfa de colores brillantes que ver¨ªamos es m¨¢s o menos el equivalente del entorno grafico de Summoner.

El asunto no ser¨ªa tan grave si no fuera por el dise?o de los objetos del escenario que parecen trazados con tiral¨ªneas y se encargan de rematar a una nula sensaci¨®n de realidad en cuanto a la integraci¨®n de nuestro personaje que parece el protagonista de un musical ya que su vaporoso andar se asemeja m¨¢s bien a un baile siniestro que a un sistema de movimiento de verdad.

Las cinem¨¢ticas y las animaciones son un peque?o respiro a un sistema grafico como m¨ªnimo terrible si bien no logran sino recordarnos lo que puede llegar a hacer la Play 2 mientras que ser¨ªa mucho mejor que se nos olvidase de forma definitiva mientras jugamos a Summoner y as¨ª evitar comparaciones. El dise?o de personajes y criaturas es ni m¨¢s ni menos que lo normal lo cual est¨¢ bastante bien teniendo cuenta como est¨¢ el patio pero no deja de ser deficiente si tenemos en cuenta el alto grado de definici¨®n y la tremenda calidad que desprende PS2.

Los modos de visionado son los necesitados en cada momento, aunque deber¨ªamos matizar que el rotado de c¨¢mara resulta lo suficientemente incomodo coma para descolocar al m¨¢s pintado. Situaciones a priori sencillas pueden tornarse desesperantes si nos da por intentar cambiar la posici¨®n de la c¨¢mara. As¨ª vemos que Summoner hace gala de uno de los peores entornos gr¨¢ficos vistos en PS2, no vamos muy bien la verdad.

Tonos medievales normales y corrientitos que aunque paran pegadizos pueden aportar m¨¢s monoton¨ªa y opresi¨®n (si cabe) al propio juego. Ciertos detalles sonoros de las intros o en situaciones especificas del juego, son algo m¨¢s remarcables si bien les falta concordancia con las im¨¢genes lo cual es b¨¢sicamente desagradable.

Aunque no son muy buenos s¨ª hay muchos, as¨ª que una por otra. La verdad es que es necesario que en un titulo como este haya un amplio abanico sonoro ya que la mayor¨ªa de hechizos o acciones que haga nuestro personaje debe repercute de forma sonara y en este sentido el plantel es ciertamente aceptable.

?Jugabiliqu¨¦?. Cuando hemos empezado el comentario cargando contra las escuetas capacidades de entretenimiento que Summoner posee, no nos refer¨ªamos a sus deficientes gr¨¢ficos, ni a su trillado argumento ni a lo penoso del desarrollo. Alud¨ªamos directamente a los tres minutos de reloj que se aguantan delante de la pantalla cuando empezamos a jugar.

La humanidad en peligro que nos presenta el juego, deja de importarnos ya que un instinto ubicado entre la autoconservaci¨®n y el sue?o profundo se apodera de nosotros y nos insta a abandonar r¨¢pidamente el juego.

Los porques los hallamos en las dificultades de manejo gen¨¦ricas que en los momentos de usar objetos o activar dispositivos nos hacen vivir momentos dram¨¢ticos como pocas veces los hemos sentido. En teor¨ªa el combate en Summoner ocurre en tiempo real, y esto es as¨ª s¨®lo en parte. Porque aunque es cierto que el combate no est¨¢ basado en una din¨¢mica de turnos, no nos parecer¨¢ estar combatiendo en absoluto.

El sistema inventado por los chicos de Volition, pasa por una lucha en la que nosotros s¨®lo damos la orden de combatir y nuestro personaje lo hace hasta que nosotros le digamos lo contrario, ganemos o muramos. Mientras contemplamos el deleznable espect¨¢culo del combate, podremos acceder a unos movimientos encadenados que deben realizarse en el momento exacto en el que aparece una cadena sobre nosotros y gracias a ellos podremos hacer m¨¢s da?o o ciertos efectos especiales.

No sabemos quien fue el encargado de dar el visto bueno a un sistema de lucha tan delirante y demente, s¨®lo podemos apuntar el pat¨¦tico y anodino sentimiento que se desprende de la derrota o la victoria ya que est¨¢ completamente fuera de nuestras manos y consigue que nuestro ¨²nico deseo apunte a que el calvario acabe de una vez sea como sea. El uso de hechizos o el acceso al inventario s¨ª son m¨¢s correctos y por lo menos resultan intuitivos y sencillos. Algo es algo.

Es inevitable caer en la comparaci¨®n y Summoner no lleva las de ganar llegados a ese punto.

Aburrido de principio a fin, Summoner es otro de esos juegos de tramite que no calan en absoluto en el jugador que probablemente se sienta estafado tras haber pagado el precio de un juego que se destaca mucho m¨¢s ¨²til como espejo para el acicalado aprovechando las magnificas cualidades reflectantes del CD, que como juego de rol capaz de colmar los insaciables deseos de aventura de la mayor¨ªa de jugadores de PS2 que existen en la actualidad.

 No queremos parecer demasiado salvajes, pero las cosas son como son.