Misa en la Catedral

Cuando uno pisa St. Andrews tiene la sensaci¨®n de estar pisando un trozo de historia. All¨ª creen muchos que se encuentran los restos del apostol Andr¨¦s. Su universidad, erigida en 1413, es la tercera m¨¢s antigua del mundo anglosaj¨®n y la primera de Escocia. Al este de la localidad, con algo m¨¢s de 16.000 vecinos, emergen la catedral, en otros tiempos el edificio m¨¢s grande de Europa, y el castillo que alojaba a los obispos hasta que los vientos de la Reforma luterana acabaron con ambas construcciones. Es al norte, junto a la playa, donde se erige la otra catedral de St. Andrews. Para el planeta golf, con may¨²scula: la Catedral. Se trata del Old Course, el campo que desde este jueves acoge la 150? edici¨®n del British Open, su homil¨ªa m¨¢s se?alada de la historia reciente.

All¨ª fue donde el golf se refin¨®; donde se convirti¨®, bajo influjo de Allan Robertson y Tom Morris Sr., de cuya vida el pueblo es un aut¨¦ntico museo, en ese inigualable enfrentamiento entre hombre y naturaleza que es hoy en d¨ªa. Si no fuese por este terru?o y sus gentes, qui¨¦n sabe, quiz¨¢ este deporte no existir¨ªa, al menos tal y como lo conocemos.

En eso consiste el aura de magia que impregna este torneo, al que Jon Rahm acudir¨ªa, dicho por ¨¦l mismo, aunque no cobrara, y por el que Tiger Woods est¨¢ dispuesto a jugarse la salud. Si como apunta el Tigre, secundado por Jack Nicklaus, ganar un Open en St. Andrews es la obra magna de una carrera golf¨ªstica, ganar all¨ª el n¨²mero 150 (el primero se disput¨® en 1860 y solo par¨® en 1871, durante las guerras mundiales y en 2020 por la pandemia) ser¨ªa, salvando las distancias, pintar un Miguel ?ngel. ?Una exageraci¨®n? Sintonicen su televisor el domingo y observen al futuro campe¨®n surcando la calle del 18, cruzando el Swilcan Bridge flanqueado por la multitud, empu?ando despu¨¦s la Jarra de Clarete. Habr¨¢ quien lo considere arte en movimiento.

Seguramente no exista un solo jugador en el mundo que no ans¨ªe protagonizar esa instant¨¢nea. Jon Rahm, adem¨¢s del deseo, tiene la capacidad para hacerlo. No llega en su mejor momento el vizca¨ªno, que ayer jug¨® los nueve ¨²ltimos hoyos con dos irlandeses, Shane Lowry y Seamus Power, y el ingl¨¦s Tyrrell Hatton. Rahmbo suma esta temporada cinco top-10, diez menos que el a?o pasado a estas alturas, y una victoria (Mexico Open). Guarismos formidables para cualquier golfista que solo dejan una sensaci¨®n de fr¨ªo porque parec¨ªa que con el US Open de 2021 pod¨ªa arrancar una secuencia memorable.

Si hay algo que despejar¨ªa cualquier duda que pueda generar su rendimiento es una buena actuaci¨®n en este Open, que se va a jugar con calles firmes y r¨¢pidas y, al menos durante jueves y viernes, con viento lateral, el m¨¢s da?ino, en rachas de 10 a 20 kil¨®metros por hora. Eso y los diab¨®licos greenes, siete de ellos dobles (compartidos por dos hoyos) son las principales amenazas de un campo que por distancias no es un test demasiado exigente para los grandes pegadores, abundantes en la actualidad. Para Rahm, el secreto es ¡°coger el toque¡± alrededor de los greenes.

Sergio Garc¨ªa, segundo en Carnoustie en 2007, es por curriculum la otra gran baza de la Armada espa?ola, aunque este a?o ha generado muchos menos titulares por lo deportivo que por su marcha al LIV, el nuevo circuito saud¨ª que tiene en St. Andrews a buena parte de sus ¡®insurrectos¡¯. Pablo Larraz¨¢bal, dos victorias este a?o, y Adri Arnaus, con una, completan la delegaci¨®n nacional en un British Open que, ocurra lo que ocurra, perdurar¨¢ en la memoria.