?P¨¢nico en la NFL! Los PATRIOTS han vuelto y quieren sangre
New England destroz¨® a los Chargers haciendo un partido perfecto en defensa y en ataque, a un nivel estratosf¨¦rico que no hab¨ªan mostrado en toda la temporada.
New England tiene algo. Gane o pierda. Solo hab¨ªan pasado unos pocos segundos del partido y ya ol¨ªa a d¨ªa grande, a partido especial. A regalo. Porque amados u odiados, estos tipos convierten cada partido de playoffs en una ocasi¨®n especial. Y el d¨ªa que no est¨¦n en la cima los vamos a echar mucho de menos para amarlos con pasi¨®n¡ y para odiarlos con locura. Todo a la vez y bien mezclado.
Despu¨¦s de una temporada en la que todo parec¨ªa rodar con achaques, en la que todos parec¨ªa mayores, o de vuelta, o aburridos, este domingo, por primera vez en mucho tiempo, emergieron los Patriots en todos su esplendor. Deslumbrantes, imaginativos, agresivos¡ Como si hubieran estado desde septiembre dormitando, jugando con los justo, esforz¨¢ndose lo indispensable, ense?ando solo el tobillo, y por fin, ante los Chargers, hubieran decidido pasar la tarde en la oficina, pero como solo saben hacerlo ellos. Y pim, pam, pum, con Brady confirmando que ni en sue?os tiene 41 a?os, que como mucho 28, el backfield tocando el ¨®rgano de la muerte y la defensa renacida y a una velocidad de ejecuci¨®n que parec¨ªa olvidada en los almanaques de la franquicia.
La furia de los elementos
El retorno de la dinast¨ªa se inici¨® con una serie perfecta de 14 jugadas y 75 yardas, que se alarg¨® hasta el infinito durante m¨¢s de siete minutos, con Brady contemplando su imperio como Julio C¨¦sar y White convertido en ¡®rat¨®n colorao¡¯. Los primeros downs ca¨ªan como mazos en la defensa de los Chargers, acostumbrada a dominar y completamente sobrepasada hasta que Sony Michel puso la guinda con el primer touchdown. Pero era solo el inicio de la tormenta. El primer oleaje, los golpes de viento que auguran que en un rato van a empezar a volar edificios y veh¨ªculos absorbidos por un tornado.
Antes de llevarse todas en el mismo carrillo, los Chargers tuvieron la entereza necesaria para conseguir un touchdown con un pase estratosf¨¦rico de Rivers a Allen en el que Gilmore hizo su pirula de cada partido y se fue a cubrir al hombre invisible. El empate a siete fue solo un espejismo, quiero y no puedo y voy a fichar para que conste que vine al trabajo. A partir de ese instante, Rivers y compa?¨ªa se convirtieron en espectadores de primera fila del regreso de la bestia, de la furia de los elementos, de la c¨®lera de tito Bill y su G.O.A.T., de la irrupci¨®n de Hightower y sus magdalenas, de una defensa que convirti¨® a Phillip Rivers en un cervatillo asustado.
35-7 en el descanso
El plan de juego de New England se hinch¨® a sacar jugadas que parec¨ªan enterradas en el ba¨²l de los recuerdos, Brady ten¨ªa el ansia de sangre y la mirada de codicia del que quiere desollar a sus rivales en cada jugada de cada serie y los touchdowns empezaron a caer a un ritmo endiablado. El segundo de Michel, uno de Dorsett con un pase de 15 yardas en tercer down, uno de Burkhead, un tercero de Michel¡ Era una bacanal. Con el diablo presente y brujas prestas al sacrificio. La ¨²nica vez que los Patriots tuvieron que despejar McClellan recuper¨® el bal¨®n tras un fumble de Desmond en el retorno. 35-7 en el marcador y Brady se iba gritando indignado al vestuario porque los ¨¢rbitros no le hab¨ªan dejado sacar un ¨²ltimo snap antes del descanso.
La segunda mitad sobr¨®. Todos llegamos excitados al medio tiempo porque hab¨ªamos visto emerger a la bestia en todo su esplendor. No importaba el resultado. Era el acontecimiento. Como si un mago hubiera hecho desaparecer un edificio derruido y lo hubiera convertido, tras retirar la s¨¢bana, en un rascacielos asombroso. Los Pats, que parec¨ªan llegar a estos playoffs como un viejo achacoso que vive de glorias pasadas, estaban de nuevo en plena forma, exhibiendo m¨²sculos brillantes y dentadura perfecta. Pero en los ¨²ltimos dos cuartos dormitamos saciados tras la comilona inicial.
Los Chargers maquillan (un poco) su fracaso
Los Patriots se jugaron un cuarto down en su primera serie del tercer cuarto que nos retrajo a otra ¨¦poca, cuando abusaban cada domingo de sus rivales y se ganaban el odio de toda la NFL. As¨ª de sobrados estaban entonces y ahora. Al final tuvieron que conformarse con un field goal, pero su aut¨¦ntico objetivo era consumir reloj para que acabara el fest¨ªn y eso lo consiguieron a la perfecci¨®n. Hab¨ªan transcurrido m¨¢s de siete minutos desde que Brady recibi¨® el primer snap hasta que Gostkowski anot¨® la patada de 28 yardas (38-7). En la siguiente serie, los Chargers, con m¨¢s espacio para respirar, anotaron su segundo touchdown con una carrera de Gordon (38-14), pero a esas alturas, y eso que a¨²n quedaba un cuarto entero, esa anotaci¨®n no le importaba a nadie. Unos estaban pensando en las vacaciones y Belichick en c¨®mo sobrevivir en Kansas City a la encerrona de Andy Reid y la magia de Patrick Mahomes. De repente, la final de conferencia americana adquiere tintes de acontecimiento planetario de las que ponen en peligro la trayectoria de la tierra. Los PATRIOTS han vuelto y el p¨¢nico se ha cebado de toda la NFL.
En los ¨²ltimos minutos, convertidos en entrenamiento de contacto para los Pats, que jugaban ya a medio gas, Gostkowski meti¨® otro field goal (41-14), Virgil Green el tercer touchdown de los Chargers con conversi¨®n de dos de Allen (41-22), los equipos especiales de New England obligaron a Rivers a empezar a atacar en la yarda uno, Gilmore consigui¨® una intercepci¨®n para hacerse perdonar el ¨²nico lunar del equipo en todo el partido y Antonio Gates consigui¨® el que, probablemente sea el ¨²ltimo touchdown de su magn¨ªfica carrera (41-28). Punto y final y a la cama a tener pesadillas con Belichick. Es lo que toca.