Mike Tomlin, las formas perdidas y otro rid¨ªculo de los ¡®stealers¡¯
Varios jugadores de los Steelers rapi?aron la taquilla de LeVeon Bell cuando se acab¨® el plazo para su vuelta, se grabaron haci¨¦ndolo y hasta les hizo gracia.
Lo que se vivi¨® en el vestuario de los Steelers tras el entrenamiento del mi¨¦rcoles no s¨¦ de qu¨¦ es propio, pero estoy seguro de que no lo es de un vestuario de un equipo profesional de cualquier deporte. No solo en EEUU, en cualquier lugar del mundo.
Cuando se pas¨® el plazo para que LeVeon Bell regresara a la disciplina del club esta temporada, un pu?ado de sus compa?eros dejaron de ser Steelers y se convirtieron en stealers (ladrones) que rapi?aron la taquilla en la que el corredor guardaba sus cosas adem¨¢s de arrancar su n¨²mero. Como si estuvieran en una empresa cutre en la que los empleados se pegan por la cajonera del que acaba de ser despedido.
Es tan cutre, tan cochambroso, mugriento, desagradable e inaceptable que me sorprende que no haya habido una reacci¨®n mayor en contra en el universo de la NFL. De verdad, cutre. Muy cutre. Tipos que ganan cantidades que a la mayor¨ªa de la humanidad le cuesta cuantificar, saliendo con una sonrisa de oreja a oreja y relami¨¦ndose porque han conseguido unas zapatillas nuevas. Un hecho que no se sostiene ni como broma, ni como venganza infantil, ni como nada.
Por supuesto, a LeVeon Bell le importa tres pimientos todo lo que hab¨ªa en ese armario. Lo que no impide que en un equipo normal se habr¨ªa actuado con elegancia y un empleado lo habr¨ªa vaciado y habr¨ªa enviado las cosas a su due?o. Que por mucho que sus antiguos compa?eros hayan criticado su actitud, Bell ha demostrado una madurez y un tener las ideas claras que ya les gustar¨ªa tener a todos los que cogieron cosas de su armario como si estuvieran rebuscando entre la porquer¨ªa en un contenedor. No s¨¦ el origen personal de ninguno de ellos, pero se comportaron simple y llanamente como si fueran muertos de hambre, ni?os envidiosos o pandilleros de un gueto. No s¨¦ si muchos de ellos habr¨ªan sido capaces de tomarse con toda la calma del mundo una temporada en blanco despu¨¦s de haber ganado 16 millones de d¨®lares en toda su carrera, que es el dinero que ha cobrado Bell en sus seis a?os como profesional (2,6 por temporada, ninguna barbaridad en clave NFL). Sospecho que la mayor¨ªa de ellos no habr¨ªan sido capaces de aguantarle un pulso a la franquicia y a toda la NFL de m¨¢s de dos o tres meses antes de derrumbarse con la cuenta corriente a cero. Y adem¨¢s, como la vida da muchas vueltas, no ser¨ªa raro que alguno de ellos coincida con ¨¦l en otra franquicia despu¨¦s de ser cortado por los Steelers.
Creo que LeVeon Bell ha hecho bien no aceptando un contrato de jugador franquicia de una barbaridad de dinero, nada menos que 14,5 millones de d¨®lares, porque es un formato contractual que convierte a los jugadores en esclavos millonarios y que no puede mantenerse en la NFL despu¨¦s del pr¨®ximo convenio. Un formato que insulta directamente a los buenos jugadores, que les impide firmar un contrato de larga duraci¨®n con el que asegurar su futuro y que, insisto, los convierte en esclavos de ¡®alto standing¡¯. Creo que nunca he visto a ning¨²n jugador firmar una franquicia contento, sino m¨¢s bien resignado. As¨ª que los mismos tipos cutres que le robaron las zapatillas deber¨ªan llamarle, pedirle disculpas y darle las gracias por dejar herido de muerte un tipo de contrato que no deber¨ªa ser propuesto por ning¨²n general manager con un m¨ªnimo de decencia.
La misma decencia que les falt¨® a unos Steelers que ofrecieron a Bell un contrato de cinco a?os y 70 millones (hasta aqu¨ª suena muy bien)¡ con solo 17 millones garantizados. Porque parece que nadie se acuerda de que Bell habr¨ªa estado dispuesto a firmar ese contrato solo con que el garantizado hubiera sido de 30 millones, 13 m¨¢s de los ofrecidos, algo que ya han recibido otros corredores de la NFL, como Todd Gurley, cuyo contrato tiene 45 millones garantizados.
Y por todo esto creo que Mike Tomlin no puede seguir siendo entrenador de estos Steelers por mucho que gane la Super Bowl, y eso que estoy casi seguro de que este a?o los ¡®Se?ores del Acero¡¯ van a ser como m¨ªnimo finalistas en el gran partido. Ya no estamos hablando de un tema deportivo. Ni t¨¢ctico ni estrat¨¦gico. Estamos hablando de un entrenador que es capaz de hacerle la zancadilla a un jugador rival que corre hacia la end zone y pasa por su lado y que est¨¢ consiguiendo que esas formas miserables, sucias, se hayan establecido en un vestuario que cada vez m¨¢s parece una banda callejera de macarras que un equipo profesional.
Ah¨ª est¨¢n los Steelers, convertidos en ¡®stealers¡¯ y sonriendo mientras roban a un antiguo compa?ero cuando ya no est¨¢, con nocturnidad, alevos¨ªa y sin que a toda la estructura de la franquicia, de la NFL, se le caiga la cara de verg¨¹enza.
?Qu¨¦ pena!