?Por Dios! ?Por Dios! ???Baker Mayfield ha saltado al campo!!!
En una de las noches grandes que a veces nos regala el deporte, los Cleveland Browns volvieron a la vida con la irrupci¨®n de un quarterback portentoso. New York Giants vs Dallas Cowboys en vivo y directo: NFL
En el deporte, en la vida, hay d¨ªas de ¡°yo estuve all¨ª¡±, ¡°lo vi con mis propios ojos¡± y ¡°esto no lo olvidare nunca¡±. Momentos que, en el mismo instante en que ocurren, se convierten en hito hist¨®rico, en aventura que contar a los nietos, en emoci¨®n absoluta pr¨®xima a la p¨¦rdida de conciencia.
Esos momentos significan tambi¨¦n una gran responsabilidad para el que los ve. Tiene que retenerlos en la retina como fueron, como llegaron en una cascada a borbotones, inundando los sentidos y abriendo hasta el ¨²ltimo de los poros. Porque cuando la emoci¨®n llega tan dentro el cuerpo reacciona como una bomba. Se dilatan las pupilas, se eriza el vello, se acelera el coraz¨®n y el aire no llega a los pulmones.
Y aqu¨ª, ahora, tengo la suerte de poder decirlo. Yo vi debutar a Baker Mayfield en la NFL. Con estos ojitos que Dios me ha dado. El jueves por la noche, a la vez que en twitter se bromeaba sobre lo poco atractivo que era el Browns vs Jets, tuve el p¨¢lpito de que ni poco atractivo ni leches. Que no s¨¦ por qu¨¦ me daba en la nariz que esta noche hab¨ªa que armarse de valor y trasnochar. Y aguantar como jabatos, porque una estrella iba a caer en la Tierra en un acontecimiento extra?o que solo ocurre cada escientosmil a?os.
Adi¨®s, Tyrod Taylor
Muchas veces en la vida el camino que lleva hasta un momento m¨¢gico est¨¢ plagado de espinas. Y anoche no fue diferente. En realidad solo era una, pero muy gorda. La espina Tyrod Taylor que arroj¨® a muchos del partido, los expuls¨® en otro de sus aquelarres diab¨®licos. ¡°No puedo m¨¢s, lo siento, me rindo, no puedo seguir viendo a este t¨ªo¡±. Y legiones de almas en pena desfilaron del estadio, apagaron el Game Pass y desenchufaron la tele. As¨ª de dura es la vida, no todos pueden llegar al para¨ªso.
Pero si algo grande tiene la grandeza es que es como un tornado que arrastra lo que le rodea. Y a la vez que una estrella aterrizaba en el planeta, el mundo se libraba de un impostor para siempre. Tyrod Taylor es historia en la NFL. No va m¨¢s. Ni siquiera Hue Jackson, haciendo el rid¨ªculo incluso en su d¨ªa de gloria, miope entre los miopes del universo del bal¨®n ovalado, podr¨¢ hacer realidad su obscena observaci¨®n al final del partido, cuando dijo sin avergonzarse, sin sufrir un escalofr¨ªo, que a¨²n no ha decidido qui¨¦n ser¨¢ el quarterback de los Brown en la pr¨®xima jornada. ?????Basta ya, hombre!!!!!
Porque la grada se lamentaba postrada. Y es que si volv¨¦is a ver el partido de anoche, que deber¨ªais hacerlo cien veces, olvidad lo que sucedi¨® en el campo. El milagro ya est¨¢ hecho y las odas y alabanzas ya llegaron al cielo. Mirad ahora a los que llenaban la grada de emociones que sub¨ªan y bajaban sin parar. Y mirad c¨®mo durante dos cuartos todo fueron llantos y crujir de dientes. All¨ª, en la ladera del monte que daba al emparrillado se rasgaban las vestiduras y clamaban al cielo mientras abucheaban a Hue, a Taylor, a la maldici¨®n de los Browns y a una lista eterna de quartebacks que durante a?os sin t¨¦rmino les hab¨ªa hecho olvidar lo que es un pase de verdad. Uno de esos que te golpea en la boca del est¨®mago en el momento que aterriza y te hace feliz solo por existir.
Pero entonces lleg¨® el milagro. El momento mezquino en el que toda la humanidad se alegr¨® y celebr¨® el mal ajeno. Tyrod Taylor sufri¨® una conmoci¨®n. Su cabeza rebot¨® contra el suelo y algunos gritaron ¡°?Milagro!¡± Y Hue Jackson pens¨® ¡°?Mecachis!¡± porque se iba a ver obligado a hacer lo que hab¨ªa que hacer, y eso es exactamente lo que ¨¦l nunca hace.
De pronto, un rumor recorri¨® el universo. Y las caras cenizas recobraron la luz. Pero, incr¨¦dulos, unos se miraban a otros. Y se preguntaban: ¡°?qui¨¦n es nuestro tercer quarterback?¡± Seguros de que Hue iba a volver a hacerlo. Torturarles en lo m¨¢s profundo de la mazmorra.
Hola, Baker Mayfield
Pero, de verdad, volved a verlo, Mayfield se puso el casco y fue como una catarsis. Una locura multitudinaria. Unos aullaban, otros lloraban, otros miraban al cielo y levantaban los brazos, como si a su lado hubiera resucitado un muerto. Porque los que estaban ciegos vieron, y los hambrientos se saciaron. Y Mayfield a¨²n no hab¨ªa lanzado ni un pase. El cielo hab¨ªa bajado a la tierra para consolar los corazones. El demonio hab¨ªa abandonado por fin su reino favorito en las yermas tierras de Cleveland. El football volv¨ªa a una de los territorios que anta?o fueron sus m¨¢s queridos. Y Mayfield a¨²n no hab¨ªa lanzado un pase.
Entonces lleg¨® el span y el bal¨®n lleg¨® a sus brazos. Y t¨ªo, casi me desmayo. Todav¨ªa no hab¨ªa soltado la pelota y ya hab¨ªa creado m¨¢s football que Tyrod Taylor en toda su vida. Y el proyectil viaj¨® recto, encantado, feliz de por fin encontrar el sentido a su existencia. Y lleg¨® donde ten¨ªa que llegar, ni un cent¨ªmetro m¨¢s arriba, ni m¨¢s abajo. Y fue el acabose. La repanocha. La afici¨®n de los Browns gritaba en las gradas, ante la tele, en el fondo de la mina donde se hab¨ªan escondido. Y yo gritaba, y t¨², y todos. Un grito de desahogo, de ya era hora, de por fin estamos todos y que viva la fiesta. Una borrachera de placer en la que no hab¨ªa alcohol porque no hac¨ªa falta.
Pero solo fue el principio. Luego complet¨® otro y cay¨® otro rayo que nos electrocut¨® a todos. Y aunque en el tercero sufri¨® un sack y se le escap¨® el bal¨®n, Mayfield ya era una estrella del rock. Y la gente de las gradas bajaba a tropel hacia la banda para tocarle y redimirse, para cerciorarse de que estaba ah¨ª y no era un sue?o. Y la seguridad del estadio, desbordada, no sab¨ªa si parar a las masas o arrojarse con ellas a los brazos de su nuevo favorito.
Luego dir¨¢n que para ver a un gran quarterback hace falta tiempo, que no hay que precipitarse. ?No, se?ores! Es suficiente con dos pases completos y un fumble. Pero nada termin¨® ah¨ª. De pronto, como por ensalmo, todas las piezas casaron, y los Browns al completo fueron lo que no hab¨ªan sido desde hace muchos a?os, un equipo de football americano. Un gran equipo de football americano. Un extraordinario equipo de football americano. Y hasta el kicker la met¨ªa, y Mayfield atravesaba el campo como una carga de caballer¨ªa, y lleg¨® la remontada, la conversi¨®n de dos puntos, los desmayos en la grada, el d¨ªa m¨¢s feliz de unos aficionados que ya no tendr¨¢n que ir a la puerta de su estadio a confesarse de madrugada ante unas puerta cerrada. No hay amor m¨¢s grande, m¨¢s loco, que el del que no es correspondido. Pero ahora tanto sacrificio va a tener su premio. Vaya si va a tenerlo.
Anoche vivimos una de esas noches perfectas que solo existen en la NFL. Y todo ocurri¨® en un Cleveland Browns New York Jets. Porque Dios escribe recto sobre renglones torcidos. ?QU? GRANDE ES EL FOOTBALL!