La delgada l¨ªnea roja que separa a Fitzmagic de Fitzpaquete
Un genio, un cachondo mental, un insensato, un tarado o un vidente. Desde hace ya catorce a?os nadie se pone de acuerdo sobre qui¨¦n es realmente Ryan Fitzpatrick.
En la vida de Ryan Fitzpatrick se puede aplicar perfectamente la m¨ªtica frase que populariz¨® el gran Andr¨¦s Montes: ¡°hago lo que quiero, cuando quiero y porque me da la gana¡±. Pero esta vez no referida a la genialidad de Shaquille O¡¯Neal. En el caso de Fitzpatrick es una frase absolutamente literal.
Siempre me ha dado envidia Fitzpatrick. De verdad. Y eso que en mi trabajo casi siempre me lo he pasado pirata. Pero es que lo de este tipo llega a unos l¨ªmites obscenos. Fitzpatrick nunca ha jugado con el brazo encogido o acomplejado. Nunca ha hecho lo que deb¨ªa hacer. Nunca le ha importado lo que se haya podido decir de ¨¦l bueno o malo. ?l salta al emparrillado con el ¨²nico objetivo de disfrutar hasta las ¨²ltimas consecuencias. Y en esa ecuaci¨®n no entran las palabras victoria o derrota.
Licenciado en econom¨ªa por Harvard, padre de seis hijos, con un coeficiente intelectual privilegiado y una inteligencia prodigiosa, juega a esto como lo hace quien no busca honores, dinero y fama, sino simple y llanamente porque es lo que m¨¢s le gusta hacer. Y eso, que para ¨¦l es un lujo, quiz¨¢ no lo sea tanto para los equipos en los que ha militado. Nada menos que siete en catorce a?os como profesional. Cifras de mercenario absoluto en el museo de pesas y medidas.
Esa forma de jugar, de ver la vida, de re¨ªrse de todo y de todos mientras se mueve en un plano diferente de la existencia, le convierten en un tipo tremendamente atractivo. Casi hipn¨®tico. ?l no hace el ¡®quarterback slide¡¯, ¨¦l arremete con los cuernos o saltando como un saltimbanqui al grito de ¡°yo no le temo a la muerte¡±. Y claro, demasiadas veces se levanta del suelo con los pelos de la barba de punta y pregunt¨¢ndose d¨®nde hab¨ªa aparcado el coche, ¡°que no lo encuentro¡±, mientras la grada ruge encantada.
Un cachondo mental
Esa actitud, un porte inconfundible de le?ador de las rocosas y su capacidad para hacer cosas divertidas siempre en el momento justo se ha ganado el coraz¨®n de todos los aficionados. Perd¨®n, todos no, los seguidores de los equipos en los que ha sido titular no le tienen tanta simpat¨ªa. Lo que al principio hace gracia poco a poco ya no mola tanto y al final exaspera. Porque de la misma manera que puede lanzar cuatro pases de touchdowns como quien se come un donut, Fitzpatrick lanza cuatro intercepciones, se va a la banda y no se fuma un puro porque est¨¢ prohibido. Su capacidad para hacer jugadas geniales no se reduce a las buenas; se extiende tambi¨¦n a las malas. As¨ª que puede lanzarte un pase genial completo y tambi¨¦n una intercepci¨®n genial. S¨ª, genial. De esas que dan la vuelta al globo terr¨¢queo. Para bien o para mal, Fitzpatrick no pasa desapercibido.
Por eso tiene dos caras. Ryan es capaz de ser Fitzmagic y Fitzpaquete al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto para romper el principio de no contradicci¨®n, el alfa y omega de la filosof¨ªa. Solo hay que verle lanzar un pase. Casi siempre a la remanguill¨¦, con los dos pies por delante y en el aire, la cintura torcida y el globo terr¨¢queo corrigiendo su trayectoria para intentar sostenerle y evitar una ca¨ªda fat¨ªdica. Cuando el bal¨®n sale de su mano solo cabe contener el aliento y rezar, porque puede llegar a cualquier destino del planeta por mucho que ¨¦l tenga la fuerza justa para alcanzar ninguna parte y necesite descoyuntarse para llegar m¨¢s all¨¢.
Y claro, cuando el bal¨®n aterriza en su destino, que todav¨ªa est¨¢ por llegar el d¨ªa en que alguien sepa cu¨¢l demonios pueda llegar a ser, todos nos llevamos las manos a la cabeza y gritamos: ?Halaaaaaaaa! ?Halaaaaaaa! Lo que no significa que haya sido un pase bueno o malo, sino todo lo contrario. Y solo coincidiremos en que no se puede describir.
?Vaya l¨ªo se avecina!
As¨ª es Ryan Fitzpatrick, un quarterback de la NFL convertido en oso de peluche al que la mayor¨ªa quiere abrazar y otros muchos despedazar. Una barba unida a un tipo de vuelta. Un problema monumental para unos Buccaneers que, por fin, y gracias a ¨¦l, vuelven a estar en el mapa de la NFL como equipo sorpresa del arranque de la temporada, pero que dentro de una semana tendr¨¢n el dilema de seguir dejando las llaves del coche en sus manos con todos los riesgos que eso conlleva, o devolv¨¦rselas a Jameis Winston, que sin duda es mucho menos sexy.
Dirk Koetter tiene por delante un dilema morrocotudo. Por un lado tiene un quarterback que despu¨¦s de tres temporadas en la NFL no ha justificado haber sido elegido como pick n¨²mero 1 del draft de 2015, que provoca bostezos en la banda, es receta infalible contra el insomnio y est¨¢ cumpliendo tres partidos de sanci¨®n por acoso sexual a una conductora de Uber a la que presuntamente lleg¨® a tocar de forma inapropiada y agresiva. Para colmo de males, la v¨ªctima le ha demandado el pasado martes. Por otro lado tiene a un cachondo mental elegido en s¨¦ptima ronda del draft de 2005, de vuelta de casi todo, que lo mismo le hace un l¨ªo al rival que se lo hace a su equipo, pero que ha puesto a Tampa en el mapa, tiene al vestuario encantado y a sus compa?eros pidiendo que siga jugando, vende entradas, est¨¢ subido en la ola buena y hasta ha conseguido algo imposible: que los seguidores de la NFL elijan ver el partido de los Buccaneers en un men¨² de lleno de delicatesen. Algo que no ocurri¨® ni cuando ganaron el anillo. ?Si hasta venden camisetas! ¡de Fitzpatrick.
La clave del dilema llegar¨¢ el pr¨®ximo lunes cuando se enfrenten a unos Steelers que a¨²n no han entrado en la unidad de cuidados intensivos pero s¨ª necesitan respiraci¨®n asistida. Con Antonio Brown pasando de ir a entrenar, LeVeon Bell pasando de ir a jugar y todo el vestuario convertido en jaula de grillos (?FIRE TOMLIN!). Como a la tercera no sea la vencida, y a Ryan le d¨¦ por seguir siendo Fitzmagic, vuelva a lanzar pases completos all¨ª a lo lejos mientras hace el salto de la rana y mira al otro lado del campo, todos estaremos de suerte. Para bien o para mal seguiremos pas¨¢ndolo bomba.
Otra cosa ser¨¢ que al final de temporada los seguidores de Tampa le aten al ca?¨®n del barco pirata de la grada y disparen sin piedad, pero eso yo tampoco me lo pierdo. Eso s¨ª, Ryan, por favor, esta vez no te cortes la barba. Recuerda c¨®mo termin¨® la cosa la ¨²ltima vez que lo hiciste¡ porque te picaba.