'Margot Moles, la gran atleta republicana', una pionera
Ignacio Ramos Altamira recrea en una maravillosa obra la vida de una de las mujeres que luch¨® por los derechos femeninos en tiempos muy dif¨ªciles.
Extraordinario libro de Ignacio Ramos Altamira (Madrid, 1968) sobre una deportista tambi¨¦n extraordinaria: Margot Moles. Probablemente desconocida para los amantes actuales del deporte, pero que en su momento, los a?os treinta, caus¨® sensaci¨®n y admiraci¨®n. Practic¨® atletismo, hockey, esqu¨ª, nataci¨®n, baloncesto, equitaci¨®n e incluso motociclismo. En el deporte blanco fue ol¨ªmpica en Garmisch-Partenkirschen, en 1936, cuando ya sonaban tambores de guerra en Espa?a.
Tras la contienda civil fue relegada al olvido por los vencedores, por republicana, por estar cercana a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, por perdedora del conflicto. ¡°Tras la guerra entre espa?oles, a algunos le robaron la vida y a otros los borraron de la historia, Margot Moles podr¨ªa ser el prototipo de las personas que sufrieron la muerte civil, que vieron negada su personalidad y su pasado¡±, escribe en un pr¨®logo breve, pero brillante, Fernando Miguel Carre?o Oca?a.
El libro (382 p¨¢ginas y muchas fotos hist¨®ricas entra?ables) est¨¢ editado por Libros.com, gracias a una exitosa campa?a de crowdfounding (prefiero la palabra espa?ola micromecenazgo) al que han respondido 179 personas, entre ellas algunos descendientes de Margot Moles. La m¨¢xima aportaci¨®n la ha ofrecido el Real Canoe Nataci¨®n Club, lo que honra a esta instituci¨®n hist¨®rica y ejemplar.
No se trata de contar la vida de Margot, que para eso est¨¢ el libro, que recomiendo con entusiasmo porque Ignacio Ramos Altamira la cuenta de forma excelente, pero s¨ª se pueden dar algunos apuntes. Naci¨® en Terrassa en 1910 y se cri¨® en Madrid, donde falleci¨® en 1987. Tuvo una formaci¨®n intelectual de alto nivel y lleg¨® a ser profesora. Tras la Guerra Civil, como queda dicho, fue laminada por la Dictadura e incluso se anularon sus r¨¦cords, aunque actualmente, y desde hace muchos a?os, est¨¢n plenamente reconocidos, como no pod¨ªa ser menos. La represalia de los vencedores de la guerra fue implacable e incluso su marido, Manuel Pina, fue fusilado en 1942 en las tapias del cementerio de La Almudena, en Madrid.
Fue asidua en las p¨¢ginas de As, que entonces era semanario, al que dedic¨® algunas fotos. Y el gran reportaje de la ¨¦poca lo hizo ?ngel Cruz, en 1930, para la revista Cr¨®nica, que, evidentemente, nada tiene que ver con el que esto firma.