ADI?S A UN GENIO DE LAS VI?ETAS
?Qu¨¦ verde era mi ¨¢rea!
Antonio Fraguas, Forges, falleci¨® ayer. Los medios y las redes reprodujeron sus innumerables vi?etas, muchas de ellas dedicadas al deporte.
Un im¨¢n adherido a la puerta de una nevera, una taza de porcelana en la que calentamos la leche mientras gira en el microondas o la hoja central de un peri¨®dico. El genio irreverente, mordaz y bonach¨®n de Forges era compatible con cualquier superficie imaginable, desde la que cada ma?ana nos despertaba con un gui?o a modo de coscorr¨®n.
La primera vi?eta que recuerdo haberle visto representaba a un matrimonio en la cama y debi¨® de ser por el 74, cuando el Bar?a fich¨® a Cruyff y gan¨® su primera Liga en 14 a?os. Ella sal¨ªa con cara de enfado y ¨¦l sonriendo, con una bandera del Bar?a en una mano y una foto del astro holand¨¦s en la otra, sin mucha intenci¨®n de arrimarse a la parienta. ¡°Elige admirable cul¨¦, o Cruyff o servidora¡±, dec¨ªa ella. Me sent¨ª reconocido en la caricatura de aquel personaje el a?o pasado, tras la remontada del Bar?a al PSG, aquel 6-1 que se fragu¨® adem¨¢s un 8 de marzo. ¡°Vaya manera de celebrar el d¨ªa de la mujer trabajadora¡±, nos solt¨® Mar¨ªa a m¨ª y a nuestros tres hijos varones desde la cocina, mientras nosotros segu¨ªamos aculados en el sof¨¢ esperando el milagro que llegar¨ªa en el ¨²ltimo minuto. ¡°O Neymar... o servidora¡±, titul¨¦ esa noche mi cr¨®nica en As.
Y es que nuestras neurosis futboleras y resabios machistas eran una de sus especialidades. En mi casa, de vez en cuando, alguno de mis hijos me recuerda las vi?etas impresas en alg¨²n im¨¢n ¡®never¨ªfico¡¯ (que dir¨ªa Forges) o en la taza de un colacao. Sus preferidos son tres. En uno se ve a un hombre dici¨¦ndole a su mujer, ¡°Para que no te quejes, hoy hago yo la cena... ?D¨®nde est¨¢ la cocina?¡±. En otra, Concha le pregunta a Mariano. ¡°?Qu¨¦ has hecho para cenar? De eso de lo verde a la plancha¡±, le contestaba. El premio gordo se lo llevaba en todo caso uno en el que el marido le dice a su mujer: ¡°Voy a bajar la basura, ?me acompa?as? No. Vale, pero luego no digas que no salimos¡±.
En el terreno futbolero era imbatible. En un sill¨®n con orejeras se representaba siempre al marido, poco interesado por las labores dom¨¦sticas y por todo lo que no fuese f¨²tbol. Recuerdo uno en el que sale el inevitable Mariano viendo la tele al tiempo que le dice a su mujer. ¡°Hoy podemos ver una pel¨ªcula, para que luego digas¡±, mientras en la pantalla del televisor se lee el titulo: ¡°QU? VERDE ERA MI ?REA¡±. No ser¨ªa de extra?ar que un chiste futbolero que circula por Madrid estos d¨ªas tuviese paternidad Forgiana: ¡°Cari?o, ?me prefieres a m¨ª o al f¨²tbol?¡±, pregunta ella. ¡°?Te puedo contestar en el descanso?¡±, responde ¨¦l.
En el 82 hizo una versi¨®n libre del Mundial de f¨²tbol y de algunos sospechosos arbitrajes favorables a nuestra Selecci¨®n, aunque ni por esas. Tras empatar de penalti m¨¢s que dudoso contra la ¡®potent¨ªsima¡¯ selecci¨®n hondure?a en nuestro debut, nos enfrentamos a Yugoslavia, que se adelant¨® tambi¨¦n en el marcador. ¡°A los pocos minutos Alonso avanza y es derribado dos metros fuera del ¨¢rea, cometi¨¦ndose un clar¨ªsimo penalti que el colegiado se?ala haciendo pitar las llaves de un apartamento en Torrevieja¡±. Si recuerdan, el penalti lo tir¨® L¨®pez Ufarte fuera y el ¨¢rbitro lo mand¨® repetir. ¡°Menos mal que a la segunda atin¨® Juanito, si no a¨²n seguir¨ªan ahora lanzado penaltis en el Luis Casanova¡±, dir¨ªa Forges.
Uno de los sucesos m¨¢s chuscos y olvidados fue un partido entre la Francia de Platini y la selecci¨®n kuwait¨ª de cierto jeque de nombre impronunciable. Con el marcador incierto marc¨® la selecci¨®n francesa, pero los jugadores de Kuwait protestaron porque al parecer hab¨ªa sonado un silbato desde la grada que les hab¨ªa confundido. Baj¨® entonces del palco el jefe en cuesti¨®n, ataviado al modo del golfo, y se puso a discutir con el ¨¢rbitro, que para pasmo de todos decidi¨® anular el gol. Forges nos cont¨® el dialogo entre colegiado y jeque. ¡°A ver, ocho rolls y una camella, vale¡±.
En los ¨²ltimos a?os peri¨®dicamente asomaban en sus dardos abundantes referencias al f¨²tbol televisado y al omnipresente sill¨®n con orejeras, desde el que incluso se permit¨ªa inventar verbos. Concha le dice en un dibujo a una amiga ¡°No lo despiertes, est¨¢ ¡®durviendo¡¯ el partido¡±, mientras los ronquidos se mezclaban con la narraci¨®n de un apasionante amistoso entre Andorra y Luxemburgo con empate a cero. En otra ocasi¨®n lo descubre viendo la tele apagada ¡°?Por qu¨¦ no la enciendes?¡±, le pregunta ella. ¡®S¨ª, para que nos ganen¡±, contesta.
Por desgracia esa tele se apagaba para siempre la pasada madrugada.