Twitter se cobra su primera v¨ªctima de f¨²tbol americano
Greg Schiano estaba firmado como nuevo entrenador de la universidad de Tennessee, de la NCAA, hasta que la turba decidi¨® que no le gustaba.
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Al mundo del f¨²tbol americano, al de la liga universitaria de la NCAA en concreto, le ha llegado el d¨ªa en el que la turba mentirosa, ignorante, manipulable, exaltada, jueza ejecutora y despiadada (perd¨®n por el s¨¦xtuple pleonasmo) de las redes sociales se ha cobrado su primera v¨ªctima. Algunos dir¨¢n que esa v¨ªctima es Greg Schiano pero, no, me refiero a la Universidad de Tennessee.
Los Volunteers, que as¨ª son apodados, de Tennessee son uno de los equipos de f¨²tbol americano m¨¢s importantes de todo Estados Unidos. El football universitario tiene una implantaci¨®n social que supera a la NFL en muchas partes de ese pa¨ªs y, sin duda, el estado de Tennessee es una de ellas. Por poner un ejemplo obvio, la capacidad del Neyland Stadium de Knoxville, donde juegan los colegiales, es de 102.455 espectadores, y lo llenan de forma habitual. A ver a los Titans, de la NFL, van unos 67.000 fans de media.
Para los Vols han jugado figuras como Eric Berry, Reggie White o Peyton Manning. El equipo presume de tener seis t¨ªtulos nacionales, el ¨²ltimo de ellos conquistado en 1998. Estamos hablando, sin asomo de dudas, de uno de los programas de la m¨¢s alta aristocracia del deporte estadounidense, no importa de que juego o competici¨®n estemos hablando.
Tras una catastr¨®fica etapa con el entrenador Butch Jones a los mandos, que ha concluido en este 2017 con la primera temporada de la historia de la universidad con ocho derrotas, se han puesto manos a la obra a buscar su reemplazo. Este puesto, el de entrenador jefe en uno de los grandes equipos de la NCAA, es bastante m¨¢s que una figura deportiva; es el de alguien que pasar¨¢ a ser un l¨ªder de la comunidad, cuya familia poco menos que recibir¨¢ el tratamiento de la familia del Gobernador del Estado en cuanto a seguimiento y exigencia de ejemplaridad, y cuyas palabras, gestos y obras fuera del campo importar¨¢n. Y mucho.
As¨ª que en el proceso de elecci¨®n del nuevo entrenador se implica, emocionalmente, toda la comunidad. Y es ah¨ª donde lo m¨¢s desagradable de las redes sociales ha aparecido.
El comit¨¦ de direcci¨®n de Tennessee le ofreci¨® el puesto a Greg Schiano. La carrera de Schiano no es estelar, pero es muy s¨®lida. Estuvo diez a?os con la muy menor, en football, Universidad de Rutgers y la llev¨® a sus m¨¢s altas cotas hist¨®ricas. Eso le condujo a la NFL, nada menos, donde entren¨® dos malos a?os, entre 2012 y 2013, a los Tampa Bay Buccaneers. Urban Meyer le rescat¨® del paro para convertirle en coordinador defensivo de Ohio State, donde ahora mismo ejerce.
La afici¨®n esperaba otra cosa. La afici¨®n so?aba con arrancar a Jon Gruden de las brazos de la ESPN, con convencer a Chip Kelly de que su futuro estaba en Knoxville. Cualquier cosa por debajo de Bill Belichick les hubiera parecido poco. Y Greg Schiano les pareci¨® poqu¨ªsimo.
As¨ª que el domingo por la tarde, cuando de los primeros rumores se pas¨® a fotos de jets privados esperando en el aeropuerto por parte de personal de tierra, a insiders diciendo que conoc¨ªan al primo de un amigo que se estaba encargando de montar la presentaci¨®n, todo estall¨®. Indignaci¨®n deportiva, pura y dura, de la habitual en estos tiempos.
Pero cuando con ¨¦sta no bast¨®, se pas¨® a las mentiras, a las que pueden destrozar la vida de un hombre.
Comenz¨® a correr el rumor de que Schiano, que estuvo a principios de los 90 trabajando para Penn State, estaba implicado en el esc¨¢ndalo Jerry Sandusky, violador de ni?os en el equipo de football de la citada universidad. La turba, entonces, ya inyect¨® sus ojos en sangre y fue imparable.
Horas m¨¢s tarde, la Universidad de Tennessee, retiraba la oferta a Schiano que ¨¦ste ya hab¨ªa firmado. No import¨® que todas las partes negaran enf¨¢ticamente que el entrenador no ten¨ªa nada que ver con aquel asunto, no fue relevante el darse cuenta que lo ¨²nico que persegu¨ªan las noticias falsas era hundir la figura de un hombre s¨®lo porque no les gustaba su curriculum deportivo que, dicho sea en un aparte, es m¨¢s que notable y suficientemente cualificado como para entrenar a los Vols.
La Universidad de Tennesse, hoy, est¨¢ siendo destrozada por los columnistas de todo Estados Unidos. Y con raz¨®n. Su bajada de pantalones quedar¨¢ grabada como uno de esos momentos definitorios de una era. Su cobard¨ªa extrema les penalizar¨¢.
De hecho, ya lo est¨¢ haciendo. Y no hablo s¨®lo a nivel de opini¨®n p¨²blica. Tras el fiasco, Lane Kiffin, entrenador de Florida Atlantic, antiguo entrenador de los Vols, y rumoreado como candidato acudi¨® a Twitter para decir "ni lo so?¨¦is".
Para a¨²n mayor oprobio, el comit¨¦ encargado del fichaje pregunt¨® por su disponibilidad a David Cutcliffe, entrenador de Duke, que es una potencia en baloncesto pero un cero a la izquierda en f¨²tbol americano. Es, y no exagero, como si el Real Madrid fuese a fichar al entrenador del Rayo Vallecano. Y la respuesta de Cutcliffe ha sido un claro, contundente y sin matices no.
No. No, porque el que ocupe el puesto de entrenador de los Tennessee Volunteers sabe que entre sus jefes destaca una muchedumbre de cazadores de brujas que habita en las redes sociales y ante los que la Universidad ha decidido postrarse en un indigno y pusil¨¢nime ejercicio de deshonestidad.?