?Qu¨¦ fue de Nadia Comaneci, la aut¨¦ntica diosa de la gimnasia?
En los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal logr¨® el primer 10 ol¨ªmpico, y adem¨¢s luego tuvo que superar una huida con sobresaltos a Estados Unidos Boston Red Sox - Houston Astros en vivo: MLB, juego 4
Tal que un d¨ªa como ayer, el 18 de julio de 1976, casi veinte mil personas que asist¨ªan en directo a la competici¨®n ol¨ªmpica de gimnasia femenina (entonces la r¨ªtmica no era ol¨ªmpica) en el Forum de Montreal vivieron uno de esos momentos m¨¢gicos que quedan grabados para siempre en el imaginario general de los aficionados al deporte: el primer 10 en gimnasia (ahora, con el cambio de c¨®digos, ya no son comparables las notas, por desgracia).
Una rumana de 14 a?os romp¨ªa todos los r¨¦cords. Su trabajo en las asim¨¦tricas, su aparato fetiche, hab¨ªa sido brutal, y las jueces le dieron un ?1,0! Una nota que dej¨® estupefactos a los aficionados, pero tuvo una r¨¢pida explicaci¨®n: el marcador no admit¨ªa m¨¢s que un 9,95. No estaba preparado para el 10, y la matricula era un¨¢nime. Esa es la historia de la medalla de oro m¨¢s importante de la gimnasia de una rumana que se colg¨® nueve (cinco de oro) entre los dos Juegos que disput¨®, Montreal y Mosc¨².
Repasar los ¨¦xitos de Nadia Comaneci (Onesti, 12 de noviembre de 1961) ser¨ªa prolijo en exceso, porque adem¨¢s de las medallas en los Juegos, tambi¨¦n tiene cuatro en los mundiales, y una docena en los europeos. Lo gan¨® todo entre 1975 y 1981, cuando se retir¨®, incluidos los Juegos Universitarios, que casi nadie lo recoge porque fueron en casa y con jueces rumanas.
Comaneci empez¨® en el deporte de ni?a, y pronto fue reclutada con Bela y Marta Karolyi, los precursores de la nueva gimnasia rumana, y que luego emigraron a Estados Unidos para formar a las estrellas estadounidenses (Mary Lou Retton fue la primera, campeona ol¨ªmpica en Los Angelkes), montar su gimnasio particular en un rancho de Texas y retirarse rodeados por la pol¨¦mica generada por uno de los m¨¦dicos que trabaj¨® con ellos, y que est¨¢ acusado de abusos sexuales a alguna de las gimnastas.
En 1975 Nadia ya se confirmaba como la estrella emergente de la gimnasia rumana al derrotar nada menos que a la sovi¨¦tica Ludmila Turischeva. Fue el cambio de ciclo, la gimnasia cl¨¢sica contra la modernidad, aunque esa lucha se ha producido m¨¢s veces en los cambios generacionales de este deporte, como se ver¨ªa luego con las gimnastas lib¨¦lula de finales de ochenta.
Cuando Nadia se retir¨® en 1981, a los veinte a?os ya era una leyenda en el deporte y un mito en Rumania, tanto que el r¨¦gimen de Ceaucescu la utiliz¨® en su provecho, incluso fue la novia de uno de los hijos del dictador, o por lo menos se jug¨® con esa posibilidad en Ruman¨ªa. Pero a la ni?a no le gustaba aquella vida, y en 1989 decidi¨® escaparse de su c¨¢rcel de barrotes de oro. Atraves¨® Europa con destino a Estados Unidos, a pie primero, luego en la cabina de un cami¨®n desde Hungr¨ªa, siendo la amante ocasional del camionero, y acabando por fin en un motel de Florida, en compa?¨ªa de un compatriota que tambi¨¦n abus¨® de ella a cambio de refrescos, palomitas y la habitaci¨®n en la que convivieron.
Por suerte, aquella vida de sumisa mujer asustada dur¨® poco, y Nadia tambi¨¦n fue adoptada en Estados Unidos como una deportista legendaria. No tuvo problemas para trabajar, en el deporte y como imagen de una firma de ropa deportiva y lencer¨ªa. Y en el ambiente de la gimnasia conoci¨® a Bart Conner, uno de los mejores gimnastas estadounidenses de todos los tiempos. Con Bart comenz¨® como empresaria en su cadena de gimnasios, en la venta de art¨ªculos deportivos y en su propia linea de ropa, adem¨¢s de invertir en una revista de gimnasia.
Regres¨® a Ruman¨ªa para presentar a su prometido, y tambi¨¦n para casarse en 1996, en una de esas grandes fiestas en las que el pa¨ªs se paraliz¨®. Afincada en Estados Unidos, con un hijo, Dylan, ostenta muchos cargos en el deporte rumano, del que es embajadora. Y, al margen de sus negocios, tambi¨¦n colabora en fundaciones ben¨¦ficas y es habitual comentarista de la televisi¨®n estadounidense. En el Comit¨¦ Ol¨ªmpico, en la Federaci¨®n Internacional de Gimnasia, en el mundo del deporte en general, Nadia Comaneci no es s¨®lo una deportista, y de hecho ha recibido infinidad de reconocimientos en la que se la ensalza como la mejor deportista femenina del siglo XX. Su vida, plena de avatares, ha dado ya para un documental, y tambi¨¦n para libros; incluso ella misma, ha escrito alguna obra al respecto.
De la ni?a que encandil¨® al mundo, que no sab¨ªa la proyecci¨®n que ten¨ªa, que dibujaba en su cara la inocencia seria, ya no queda nada. Ahora Comaneci es una mujer moderna estadounidense, que ha cambiado incluso sus rasgos por aquello de la moda de su pa¨ªs de adopci¨®n de presentarse siempre en cuerpos que luchan contra el tiempo, pero mantiene el im¨¢n en su personalidad, y en Espa?a, cuando ha dado clases de gimnasia en alguna visita promocionada, ha arrebatado por su sencillez y cercan¨ªa. El carisma del mito, de la leyenda, de la mejor.