Pepe Legr¨¢: "Gan¨¦ mucho dinero y cre¨ª que el mundo era m¨ªo"
Pepe Legr¨¢ (Baracoa, 73 a?os) lleg¨® desde Cuba a Espa?a y en 1968 tumb¨® a Winstone para ser campe¨®n del mundo. Un fen¨®meno, escurridizo, que vive alejado del boxeo. Mireia Belmonte, medalla de oro
Su nombre se anuncia en alguna velada ¡®Homenaje a Pepe Legr¨¢¡¯, pero no aparece. Se le espera en alguna comida de sabios dispuestos a charlar de tiempos mejores. Pero no va. Un m¨®vil suena y tras la l¨ªnea, a veces, contesta una voz femenina, la de su compa?era, con la que convive desde hace casi 20 a?os en un piso cercano a Las Ventas. ¡°No, ha salido. Ll¨¢mele dentro de un rato¡±. ¡®Desconectado o fuera de cobertura¡¯, escupe la m¨¢quina¡
Como en el ring, Legr¨¢ se mueve como una sombra. Escurridizo, cumplir¨¢ 74 a?os el 19 de abril, el Puma de Baracoa parece huir de todo casi 49 a?os despu¨¦s de que en Porthwal, en Gales, acabara con Howard Winstone en el quinto asalto, y el ni?o nacido en el oriente de Cuba llegado a Espa?a un 14 de septiembre de 1966 ¡°con un traje y unos zapatos de verano¡± se proclamara campe¨®n del mundo del pluma para mayor gloria del deporte y del r¨¦gimen franquista.
Treinta y tres a?os hab¨ªan transcurrido del primer t¨ªtulo mundial de Baltasar Belenguer Sangchilli, una noche en Valencia frente a La Ara?a Negra Al Brown¡ Demasiado tiempo. Tanta repercusi¨®n tuvo el bombazo de Legr¨¢ que hasta hay quien hizo negocio con un mu?equito negro de juguete que lanzaba un directo cuando se pulsaba un bot¨®n.
?D¨®nde se mete ahora Pepe Legr¨¢?
Veo poco boxeo. Me invitan a veladas, pero unas veces estoy fuera porque viajo de vez en cuando a Canarias, otras no tengo ganas¡ en fin. Me invitan constantemente a homenajes, pero no me apetece. Y no porque saliera desencantado del boxeo. Le estoy agradecid¨ªsimo por lo que me dio.
Contesta ¨¢gil Legr¨¢, con el deje cubano dulz¨®n que nunca se le fue. Con la ligereza en la lengua que le convirti¨® en El peque?o Cassius Clay, tan r¨¢pida como esas piernas que le hicieron ya campe¨®n de Europa en 1967 en el Palacio de los Deportes cuando una derecha firme dej¨® tieso a Yves Desmartes. Esa derecha, suave y con los dedos largos como sarmientos, con la que estrecha la mano del periodista. Como muchos a?os atr¨¢s hizo con Martin Luther King en el Madison Square Garden, Muhammad Ali, Franco o Fidel Castro. Historia de una ¨¦poca entre el blanco y negro y el color.
Legr¨¢, cazadora de cuero y camiseta blanca, no luce ya esas corbatas bien anudadas. No disfruta del reconocimiento social de otros coet¨¢neos y pioneros (Manolo Santana, ?ngel Nieto, Federico Bahamontes¡) y su cuenta en el banco no es precisamente boyante.
?C¨®mo est¨¢ su econom¨ªa?
Gan¨¦ casi 400 millones de pesetas. Pero la inexperiencia en la vida¡ Cre¨ªa que el mundo era m¨ªo. Gast¨¦ mucho dinero y puse negocios que fueron mal o regular. ?No ten¨ªa ni pu?etera idea! Invert¨ª bien en negocios inmobiliarios y gan¨¦ mucho, pero con el tiempo se fue fastidiando todo y se esfum¨®. Pero vivo bien, gracias a Dios y, sobre todo, a Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, que se port¨® bien conmigo antes y ahora (el periodista, que disfrut¨® a su lado de su ¨¦poca dorada, le ayuda econ¨®micamente) y a una pensi¨®n".
148 combates, 133 victorias
No quiere lamentarse Legr¨¢, orgulloso como todo campe¨®n, y al que lo que gan¨® con los pu?os se le fue en los despachos. Mont¨® tambi¨¦n una firma de zapatillas deportivas, Legr¨¢ Sport, que se fue al garete y en su ¨²ltima ¨¦poca laboral hizo de relaciones p¨²blicas de una empresa de seguridad de un amigo, Jes¨²s Capote. Pero no se arrim¨® al boxeo, que dej¨® en 1973 despu¨¦s de perder en Nicaragua frente a Alexis Arg¨¹ello con 148 combates en sus carnes, de los que gan¨® 133, perdi¨® 11 y cuatro acabaron en nulo.
¡°Despu¨¦s de retirarme, no me ha dado nunca por volverme a calzar los guantes en un gimnasio. S¨®lo lo he hecho alguna vez en Cuba. Donde nac¨ª, con mis compa?eros. Me han construido un supermuseo en Baracoa. All¨ª est¨¢ la faja de campe¨®n del mundo, ?porque lo fui dos veces del mundo y siete de Europa, que se dice f¨¢cil! Muchos recuerdos en una vitrina, aunque en Espa?a tambi¨¦n conservo cosas¡±, explica en el gimnasio Brooklyn Fit de Las Tablas (Madrid) despu¨¦s de aceptar una ayuda del Consejo Mundial de Boxeo y de acceder a ponerse el cuero para las fotos.
Y es que el negrito simp¨¢tico de los sesenta encontr¨® en el cuadril¨¢tero una forma de escapar de Baracoa, donde los turistas americanos le tiraban de chico monedas al mar para que las rescatara con los dientes. ¡°Las tablas de la caja de limpiar calzado se han convertido en un trono. Era madera de campe¨®n. El bolero oscuro y desharrapado ostenta ahora el cetro mundial de los plumas¡±, comenz¨® el maestro Manolo Alc¨¢ntara la cr¨®nica de su gran noche en Porthcawl. ¡°Usted no sabe el hambre que yo he pasado, tengo que vencer¡±, le hab¨ªa dicho el p¨²gil de 25 a?os al cronista en el hall del hotel Esplanade, antes de subir al ring.
Limpiabotas y vendedor de peri¨®dicos
¡°Mi trabajo en Cuba era limpiar zapatos y vender peri¨®dicos. Aprend¨ª a boxear en la calle, y como dec¨ªan que pegaba mucho, montaron un ring en el pueblo y me apunt¨¦. Yo pas¨¦ mucha hambre en mi infancia. Fregu¨¦ coches, vend¨ª peri¨®dicos y ¡®manises¡¯. Padec¨ª muchas necesidades porque mi familia era pobre. Pas¨¦ muchos trabajitos, pero luego tuve una recompensa incre¨ªble. El boxeo me sac¨® de la calle y me dio dinero, fama¡ todo lo que te puedas imaginar¡±, se va animando Legr¨¢, que pierde la mirada como disfrutando por dentro de esos a?os en los que fue el rey.
De Baracoa a La Habana, al gimnasio de Luis Sarria, y de all¨ª a boxear en M¨¦xico y Miami, donde se fij¨® en ¨¦l el m¨ªtico preparador Angelo Dundee, que le llev¨® a su 5th Street Gym y donde coincidi¨® con un chaval que ven¨ªa de colgarse el oro en los Juegos de Roma. Un tal Cassius Clay. ¡°Ali era muy fanfarr¨®n, pero lo que dec¨ªa lo cumpl¨ªa. ¡®?I am the best, I am the best!', gritaba. Pero es que era el mejor de veras. Yo tambi¨¦n era fanfarr¨®n. Algo se me peg¨® de ¨¦l. Los rivales sub¨ªan al ring contra m¨ª y entraban con miedo. Se les ve¨ªa en la mirada¡±, se r¨ªe Legr¨¢ ense?ando esos dientes blanqu¨ªsimos que enamoraron a tantas mujeres. ¡°Con ellas tuve suerte siempre¡±, dispara p¨ªcaro. ¡°La verdad es que tras ser campe¨®n del mundo me hice un golferas y Alc¨¢ntara y Fernando Vadillo (pluma legendaria de AS) me ve¨ªan por lugares poco id¨®neos. Y lo criticaban, como debe ser¡±.
De Cuba a Espa?a
Fidel Castro prohibi¨® el deporte profesional en Cuba y Jos¨¦ Adolfo Legr¨¢ Utvia tuvo que buscar nuevos horizontes. Los encontr¨® en Espa?a de la mano de Kid Tunero. ¡°A Espa?a llegu¨¦ sin nada. Comenc¨¦ a entrenar en el Palacio de los Deportes y Vicente Gil, que era m¨¦dico de Franco y presidente de la Federaci¨®n de Boxeo, me ayud¨® mucho. Para hacer el campeonato de Europa deb¨ªa ser espa?ol, y me arregl¨® los papeles r¨¢pido. Cuando gan¨¦ a Winstone (se prepar¨® en Torrelodones junto a Miguel Vel¨¢zquez y Pedro Carrasco) fue una locura. ?Ave Mar¨ªa c¨®mo estaba el aeropuerto de gente! La polic¨ªa tuvo que abrir paso y me llevaron en coche hasta mi casa, en N¨²?ez de Balboa. Franco me regal¨® uno de los mejores ¡®chaleses¡¯ que he tenido en la vida y un Oldsmobile de la General Motors, un coche americano fabuloso. ?Te pones a pensar y te vuelves loco!¡±.
Con su envergadura, alto para su peso, y su gran swing, un crochet abierto a la car¨®tida como con el que caz¨® a Winstone, Legr¨¢ hizo fortuna. Perdi¨® luego su cetro (¡°me lo robaron, nunca lo perd¨ª¡±) en el Royal Albert Hall de Londres frente a Johnny Famechon en 1969, y lo recuper¨® en Monterrey (M¨¦xico) ante Clemente S¨¢nchez en 1972.
Atr¨¢s qued¨® todo. D¨ªas de vino y rosas de un personaje que ahora se cruza con runners por El Retiro que no saben qui¨¦n es (¡°sigo saliendo a correr siempre que puedo¡±, advierte), todav¨ªa ligero de pies. Alejado de su brillo.
?M¨¢s golpes da la vida, se?or Legr¨¢?
?Eso es un dicho, pero yo no puedo decirlo! La vida no me ha dado golpes, esa es la verdad. No se ha portado tan mal conmigo.