Legr¨¢: el Puma de Baracoa sigue esquivando golpes (y periodistas)
En mayo de 1971, el p¨²gil cubano, nacionalizado espa?ol, ya hab¨ªa ganado y perdido el t¨ªtulo mundial pluma. Afrontaba la etapa m¨¢s dura de su carrera.
Su voz va por un lado y sus pu?os, por otro. Y a?os despu¨¦s sigue esquivando los golpes (y los periodistas). Jos¨¦ Legr¨¢, Pepe, Pepito para quienes le quieren, que son casi todos, es leyenda pura del boxeo espa?ol. Es tan del barrio de Salamanca como el que m¨¢s, pese a que naciera en Cuba, en su querida Baracoa. Pero ¨¦l contin¨²a por Madrid, escap¨¢ndose a Canarias y a Marruecos, donde le llevan los negocios, dej¨¢ndose ver por la calle de N¨²?ez de Balboa, su casa, regalando sonrisas en los vagones del Metro, donde la gente se acerca a saludarle, ilocalizable para sus amigos, irrumpiendo en la Federaci¨®n Espa?ola de Boxeo cuando nadie le espera (¡°?qu¨¦ tal todos?, hola y adi¨®s¡±), dej¨¢ndose ver sin ver... Volando como una mariposa y picando como una abeja, que por algo en Gran Breta?a le conoc¨ªan como El peque?o Cassius Clay.
Fernando Vadillo y Pepe Legr¨¢ compartieron cuadril¨¢tero m¨¢s de una vez en AS. Muchos asaltos, muchas entrevistas, mucho jab/pregunta para que el cubano respondiera con un gancho/respuesta directo al ment¨®n. Al titular de la p¨¢gina: ¡°No me han tirado mis rivales, sino las preocupaciones¡±, declar¨® al inolvidable Vadillo, referente del periodismo deportivo en este pa¨ªs, en uno de los primeros reportajes de AS Color. Lo dec¨ªa porque el t¨ªtulo de aquel reportaje le obligaba a ponerse en guardia: ¡°Legr¨¢: Un ¨ªdolo que puede caer¡±. ?Por qu¨¦ caer? Porque aquel Legr¨¢ no era el aut¨¦ntico Legr¨¢, era un Legr¨¢ menor, un p¨²gil que ya hab¨ªa perdido el t¨ªtulo mundial, que ya no volaba, que ya no picaba. Acababa de sufrir cinco ca¨ªdas en sus dos ¨²ltimos combates y eso invitaba a Vadillo a acercarse hasta el apartamento madrile?o de Legr¨¢.
Estamos en mayo de 1971, imaginen. Richard Nixon aseguraba que las tropas estadounidenses no abandonar¨ªan el sudeste asi¨¢tico. Carmen Sevilla estrenaba en cine El techo de cristal. En la prensa se anunciaba una semana de vacaciones en Canarias por 6.500 pesetas (39 euros), avi¨®n y todo incluido. Y Joan Manuel Serrat (entonces sin Sabina) ofrec¨ªa cinco recitales en el Palacio de la M¨²sica. Mayo de 1971, s¨ª. Es decir, tres a?os y medio despu¨¦s de que Legr¨¢ se proclamara campe¨®n de Europa del peso pluma, tras derrotar a Yves Desmarets. ¡°Fue mi mejor pegada¡±, ha dicho m¨¢s de una vez. O dos a?os y medio m¨¢s tarde de que se hiciera con el cintur¨®n de campe¨®n del mundo en esa misma categor¨ªa (versi¨®n CMB) al tumbar en Porthcawl (Pa¨ªs de Gales) a Howard Winstone por KOT en el quinto asalto. Tal fue su euforia, que se puso a cantar el ¡°la, la, la¡± de Massiel (hab¨ªa ganado Eurovisi¨®n tres meses antes) a d¨²o con Mat¨ªas Prats, que retransmit¨ªa la pelea para RNE. Pero todo se trunc¨® el 21 de enero de 1969, en Londres, cuando cay¨® derrotado (a los puntos) ante Johnny Famechon. Hay ca¨ªdas y ca¨ªdas, pero todos los boxeadores tienen su CA?DA, y ¨¦sa no te permite levantarte, aunque creas que lo has hecho. Eso s¨ª, Legr¨¢ no perdi¨® nunca la sonrisa.
Lo de que sus pu?os iban por un lado y su voz por otro no es una mera licencia period¨ªstica. Sus nudillos ten¨ªan un tono grave, pregunten a sus rivales, que padecieron la velocidad y exquisitez de su boxeo, pero en la garganta ten¨ªa (y tiene) un silbato. Pregunten para ello a sus amigos, a ?ngel Nieto (¡°no tengo ni idea de por d¨®nde anda, hace tiempo que no s¨¦ de ¨¦l¡±, nos dec¨ªa) o a Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, a tantos y tantos que se acercaron a ¨¦l y no le fallaron.
Quiz¨¢ por ah¨ª le llegaron sus peores golpes, los m¨¢s bajos. Amigos que no eran tales, paisanos de su Cuba natal que aparec¨ªan por aqu¨ª y se arrimaban a ¨¦l cuando el bolsillo estaba lleno. Nada que ver con sus primeros d¨ªas de boxeador, en aquellos combates organizados en la playa y cuyo premio era un d¨®lar, un bocadillo y un vaso de leche. Cuando inici¨® aquel viaje? profesional y de vida que le llevar¨ªa a lo m¨¢s alto. De Baracoa, donde forj¨® su apodo de Puma, a La Habana, donde s¨®lo hab¨ªa tigres, los tres tristes tigres que imaginar¨ªa apenas unos a?os despu¨¦s Guillermo Cabrera Infante, otro que luego se fue a Londres. Legr¨¢ lleg¨® a Barajas en 1963, se nacionaliz¨® espa?ol en 1966 y creci¨® en el pugilismo de la mano de Kid Tunero. Y medio siglo despu¨¦s de llegar a este pa¨ªs, por aqu¨ª sigue. Lejos de su Cuba, querida siempre, de La Ciudad del Chocolate (su natal Baracoa), de aquel Caribe en el que lleg¨® a compartir alguna charla con Fidel Castro. ¡°Tus triunfos son nuestros triunfos¡±, le dec¨ªa el comandante del puro. Entre el humo. Puro humo. Como el que uno encuentra cuando trata de acercarse a ¨¦l.
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