Le'Veon Bell hace historia en unos Steelers imparables
El corredor se convierte en el jugador de la historia de Pittsburgh que consigue m¨¢s yardas en cualquier partido de la franquicia, y acarician los playoffs.
En medio de la nieve de Buffalo emergi¨® el m¨¢s cl¨¢sico y reconocible juego de los Pittsburgh Steelers. Bajo una tormenta invernal como la de las im¨¢genes cl¨¢sicas de la NFL, Le'Veon Bell corri¨®, m¨¢s bien anduvo, al ritmo que m¨¢s le convino para batir el r¨¦cord de yardas individuales de la franquicia, con 236 terrestres y 62 de recepci¨®n. Sufriendo las inclemencias meteorol¨®gicas, tal y como manda la iconograf¨ªa de estos acereros cl¨¢sicos, los de Mike Tomlin acarician los playoffs. Como suele ser cada diciembre.
He ah¨ª el resumen de una tarde que ha de entenderse en clave Steelers, por lo soberbio de su triunfo, por lo intimidante de su desempe?o y por lo completo de su juego, pero que es probable que tenga derivadas m¨¢s interesantes desde el lado de los Buffalo Bills.
Y es que el encuentro, que ya es hora de decir que los Steelers ganaron por 27 a 20 (y por much¨ªsimo m¨¢s en lo emocional), empez¨® con el rumor filtrado, de forma muy interesada, de que tanto Rex Ryan como Tyrod Taylor, a la saz¨®n entrenador y QB de los de Buffalo, se jugaban el puesto en el mismo. Si eso es verdad, que ambos vayan haciendo las maletas.
Porque el jugador tuvo, y no es novedad, un partido espantoso. Se me acaban los adjetivos con Taylor. Es cierto que puedo parecer duro con ¨¦l, pues no escondo que soy seguidor de los Bills y que eso afecta a mi juicio, pero es que apesta como pasador y como gestor del pocket. 15 de 25 pases completados, 228 yardas completadas. 2 touchdowns. Una intercepci¨®n. Vale. Pero nada de eso de ninguna relevancia en el desarrollo del partido, nada que hiciese cambiar el plan defensivo de los Steelers, nada que permitiese a su equipo no ir dos anotaciones (al menos) por debajo durante todo el desarrollo del encuentro salvo en los extremos. Nada. La nada. La total y absoluta nada.
Y, con todo, fue a¨²n peor lo del entrenador. Porque Ryan es un gur¨² defensivo que en un partido, creo que ya lo he dicho, bajo la nieve y con los rivales dejando muy claro que iban a correr hasta hacer trizas el muro de enfrente, fue incapaz de aportar algo que cambiase la din¨¢mica del encuentro.
Los Steelers pensaron, pues, que para qu¨¦: carrera y tente tieso. De hecho: paseo y tente tieso. Esa forma tan particular de Bell de moverse, como a c¨¢mara lenta, esperando con paciencia cada hueco como si no hubiese once tipos deseando zumbarle y tirarle al suelo, alcanz¨® una nueva dimensi¨®n en un c¨¦sped cubierto del blanco elemento en el que, sencillamente, se paseo. Y a ritmo de marcheta de jubilados en busca de setas. Fue as¨ª como sum¨® una cantidad indecente de yardas.
Complement¨® el equipo esta exhibici¨®n con pases de Roethlisberger en diferentes momentos del partido, alternando el riesgo excesivo y absurdo con los aciertos monumentales. Por eso se llev¨® para casa tres intercepciones que, como se ha podido comprobar en el resto de la cr¨®nica, fueron m¨¢s diversi¨®n inocente que otra cosa.
El dominio del reloj, las yardas, la ofensiva cantidad de ellas que consigui¨® Bell, la diferencia al descanso que andaba por las 239 yardas a favor de los Steelers por las 92 de los Bills, la ausencia de cualquier ajuste, el dominio en trincheras, en habilidad, en riesgo, en plan... en football. Todo, todito, todo, se puede resumir en que Pittsburgh es un equipo que acaricia los playoffs mientras que Buffalo acaricia el fin de una era y el eterno retorno de las reconstrucciones infinitas. Y bajo la nieve.