Agholor y la letra peque?a del convenio colectivo
La nueva escala salarial para los reci¨¦n llegados a la liga se dise?¨® para proteger a los equipos. En el caso de Agholor, el protegido es m¨¢s bien el jugador.
Hace m¨¢s a?os de los que a uno le gustar¨ªa admitir, uno de esos profesores a los que se recuerda con cari?o nos puso encima de la mesa un examen con un n¨²mero imposiblemente largo de preguntas a contestar en una cantidad imposiblemente corta de tiempo. Y adem¨¢s con una orden sencilla, pero taxativa: ¡°lean ustedes todas las preguntas antes de empezar a contestar¡±. Evidentemente, nadie lo hizo. La l¨®gica dec¨ªa que era imposible responder siquiera la mitad de aquel examen si antes se perd¨ªan cinco minutos leyendo los enunciados. As¨ª que nadie cay¨® en la cuenta de que la pen¨²ltima pregunta dec¨ªa que ¡°no conteste usted a ninguna de las anteriores¡±.
La moraleja era obvia: hay que seguir las instrucciones (tarea compleja para cualquier espa?ol que se precie) y leer bien cualquier documento, incluso su letra peque?a, antes de firmarlo o aplicarse a la tarea de completarlo. Los propietarios de la NFL seguramente desear¨ªan haber tenido un profesor que les ense?ase esa lecci¨®n, y especialmente los propietarios de los Philadelphia Eagles. Porque lo que ellos pensaron que era una victoria sin paliativos, la imposici¨®n de una escala salarial para los elegidos en el draft que evitase contratos monstruosos para las primeras elecciones, se vuelve en ocasiones en su propia contra a la hora de deshacerse de los jugadores que luego resultan ser un bust.
Esta semana el ejemplo es Nelson Agholor, wide receiver salido de USC y elegido en el puesto 20 del draft de 2015 por el r¨¦gimen (o como quieran llamarlo) de Chip Kelly en Philadelphia. Un Chip Kelly que para entonces ya ten¨ªa plenos poderes, recordemos. Esto tiene su relevancia: Agholor es uno de los pocos vestigios que queda en los Eagles del paso del ex de Oregon y actual entrenador de San Francisco por la ciudad del amor fraternal.
Agholor es un alumno aplicado. Su propio entrenador, Doug Pederson, no deja de repetir lo duro que trabaja cada d¨ªa en los entrenamientos. Pero eso no basta. En todas las clases de todos los colegios hay uno de esos: el chaval estudioso, que se sienta en primera fila y escucha con atenci¨®n¡ pero que sencillamente no puede seguir el ritmo. Lo normal es que los profesores, incluso los profesores duros como el del examen con pregunta trampa, los traten con cari?o e intenten ayudarle, incluso cuando no deben.
Esta misma semana, Agholor cont¨® con ayuda extra en una jugada que marc¨® el partido contra los Vikings, y puede que la temporada (con una victoria, los Eagles seguir¨ªan enganchados a la pelea por la wild card, ahora es mucho m¨¢s dif¨ªcil). En una jugada en la que Wentz laz¨® un pase a Ertz que acab¨® en touchdown, Agholor cometi¨® uno de esos errores tontos que cuestan caro. No se aline¨® en la l¨ªnea de scrimmage, por lo que el touchdown fue anulado y acab¨® siendo una penalizaci¨®n contra Philadelphia. Y no fue porque su profesor (el entrenador) y hasta el ¨¢rbitro no intentaran advert¨ªrselo.
Pero ni por esas. Pederson diluy¨® luego la culpa y se responsabiliz¨® a s¨ª mismo, y bien es cierto que podr¨ªa haber pedido un tiempo muerto para evitar el error. Pero hay pocas dudas de que el culpable aqu¨ª es Agholor. Y es s¨®lo una m¨¢s. Es uno de los peores wide receivers de la liga en porcentaje de drops, los pases que deber¨ªa haber conseguido completar pero dej¨® caer, y tambi¨¦n uno de los que menos pases cogen cuando el quarterback le elige como objetivo. S¨ªntoma habitual de que no corre bien sus rutas.
En definitiva, y por no alargarnos en los males de Agholor: en condiciones normales, a estas alturas estar¨ªa fuera del equipo. Y ni siquiera traspasado: habr¨ªa sido cortado, sin ning¨²n tipo de misericordia. Un jugador elegido por un entrenador anterior del que se quieren borrar todas las trazas, que no rinde a su nivel y que falla en los fundamentos b¨¢sicos.
Pero, y aqu¨ª es donde el convenio colectivo y su letra peque?a entran en juego, Agholor es un jugador de primera ronda del draft. Y en su caso, la protecci¨®n que en teor¨ªa recib¨ªa el equipo se ha convertido en una armadura que blinda al jugador.
Los Eagles tienen un serio problema de espacio salarial. Actualmente, y seg¨²n las proyecciones, apenas cuentan con cinco millones disponibles para la pr¨®xima temporada (sin tener en cuenta reestructuraciones y contratos cortados, pero tampoco renovaciones al alza ni posibles nuevos fichajes). Muy poco dinero. Y cortar a Agholor supondr¨ªa un peso muerto salarial de siete millones en 2016 y de casi cinco millones en 2017.
S¨ª: los sueldos con la escala salarial rookie son m¨¢s bajos¡ pero tambi¨¦n son garantizados. Y para los Eagles, que van a necesitar buscar cualquier centavo que se haya ca¨ªdo entre los cojines del sof¨¢ del despacho del general manager, es m¨¢s barato mantener a Agholor en plantilla que cortarlo y dejarlo marchar.
As¨ª que los aficionados de los Eagles tendr¨¢n que acostumbrarse a sufrir con los errores de Agholor mientras Pederson mantiene su actitud de profesor paciente en la esperanza de que, siendo aplicado como es, el alumno finalmente alg¨²n d¨ªa consiga que dos m¨¢s dos sumen cuatro. Tiene dos a?os m¨¢s para conseguirlo, que ser¨¢ cuando cortarlo tenga un coste asumible para la franquicia de Philadelphia.