40 a?os de la Contraolimpiada de Ajedrez del coronel Gadafi
La versi¨®n oficial se?ala que fue un acto de boicot del dictador libio a la Olimpiada oficial de Haifa (Israel). Sin embargo, fue autorizado por la FIDE. Esta es su historia.
Tr¨ªpoli fue el escenario en octubre de 1976 de un torneo de ajedrez auspicidado por gadafi. EL coronel quiso ensombrecer las olimpiadas oficiales, que se celebraban en ISrael. el evento, autorizado por la fide, marc¨® a una generaci¨®n de ajedrecistas.
El 24 de octubre se cumpli¨® el 40 aniversario del comienzo de un evento deportivo que ha permanecido semioculto desde entonces para el gran p¨²blico: la conocida como Contraolimpiada de Ajedrez, celebrada en Tr¨ªpoli bajo el auspicio de Muammar al Gadafi. La versi¨®n oficial se?ala que fue un acto de boicot del dictador libio a la Olimpiada oficial de Haifa (Israel). La gran mayor¨ªa de deportistas acudi¨® con el ¨²nico prop¨®sito de participar, pero algunos no pudieron regresar a su pa¨ªs. Para sorpresa de muchos, gan¨® El Salvador.
Boris Pineda ten¨ªa 17 a?os cuando aterriz¨® en Tr¨ªpoli. Casi 11.000 kil¨®metros separaban El Salvador, su pa¨ªs natal, de Libia, a donde se hab¨ªa desplazado junto con el resto de la delegaci¨®n salvadore?a para disputar unas olimpiadas de ajedrez. Era octubre de 1976. Por aquel entonces, el coronel Gadafi estaba exultante. Apenas hab¨ªan transcurrido siete a?os desde que derrocara al r¨¦gimen mon¨¢rquico del rey Idris y uno desde que se editara por primera vez el ¡®Libro Verde¡¯, su exc¨¦ntrica visi¨®n del socialismo ¨¢rabe. Pero a Boris, aspecto colegial, gafas de pasta y cabello ensortijado, poco le importaba la Tercera teor¨ªa universal o la mism¨ªsima Jamahiriya, a¨²n por llegar. ?l era la gran promesa del ajedrez en El Salvador. ¡°Yo para entonces ya era bicampe¨®n nacional; era el primer tablero. Vino la invitaci¨®n primero de Libia, 14 boletos: seis para el equipo masculino, cuatro para el femenino, delegado, capit¨¢n del masculino, capit¨¢n del femenino y jefe de la delegaci¨®n¡±.
S¨ª, Gadafi estaba euf¨®rico. Todav¨ªa ataviado con galas militares y adorado por el pueblo, hab¨ªa conseguido que Libia se convirtiera en el pa¨ªs africano con mayor PIB. Hab¨ªa nacionalizado el petr¨®leo, iniciado ambiciosos planes agr¨ªcolas y desafiado incluso al islam, aumentado la igualdad de la mujer en la sociedad. En ese contexto naci¨® la Contraolimpiada de Ajedrez. Un evento patrocinado por Muammar el Gadafi como respuesta a la decisi¨®n de la Federaci¨®n Internacional de Ajedrez (FIDE) de conceder las Olimpiadas oficiales a Haifa (Israel). El cartel hablaba por s¨ª solo: un caballo negro con el s¨ªmbolo de Libia derrotando a una reina con el s¨ªmbolo de la estrella de David. La idea de Gadafi era clara, realizar un evento deportivo que contara con la presencia del bloque sovi¨¦tico, m¨¢s los pa¨ªses ¨¢rabes, frente al bloque de Estados Unidos-Israel.
?Olimpiada o ContraOlimpiada?
El uruguayo Hebert P¨¦rez, 29 a?os entonces, trabajaba en una empresa jud¨ªa. Iron¨ªas de la vida. Pero no le pusieron ning¨²n obst¨¢culo. ¡°Sab¨ªan que yo iba a Libia a jugar al ajedrez, mi gran pasi¨®n. Me dieron generosamente licencia, paga extra y un total apoyo¡±. Hebert viv¨ªa en Buenos Aires (incluso ten¨ªa la ciudadan¨ªa argentina) y hab¨ªa sido invitado al evento por su amigo, ya fallecido, Lincoln Maiztegui Casas. ¡°El equipo no era oficial¡±. Seg¨²n Maiztegui, representaba a los Ajedrecistas Uruguayos Asociados. ¡°Toda la organizaci¨®n estuvo improvisada y se realiz¨® a partir del momento que oficialmente la FIDE autoriz¨® la presencia de dos equipos nacionales en ambas olimpiadas paralelas, pero la verdadera olimpiada se jugaba en Israel. Libia hab¨ªa aceptado derogar completamente todo lo relacionado con la llamada Contraolimpiada. La Olimpiada de Libia estaba reconocida por la FIDE como un torneo internacional de equipos. En principio iban a participar todos los equipos representativos de los pa¨ªses socialistas¡±.
Pero el golpe de efecto de Gadafi no fue tal. A las olimpiadas de ajedrez de Libia acudieron 34 pa¨ªses. No estaba el m¨¢s importante. No estaba la todopoderosa Uni¨®n Sovi¨¦tica. En este punto conviene recalcar que aunque Libia siempre quiso darle un matiz pol¨ªtico al evento, la gran mayor¨ªa de jugadores acudi¨® ¨²nicamente con aspiraciones deportivas. As¨ª lo recuerda Hebert P¨¦rez: ¡°La Contraolimpiada no existi¨®. Por eso concurr¨ª a jugar el torneo en Libia. La FIDE lo autoriz¨® oficialmente como un torneo internacional por equipos nacionales y fomentaron la doble participaci¨®n en ambos torneos. El maestro Alberto Caro, de Venezuela, por ejemplo, visit¨® sin problemas las dos Olimpiadas. Eso no hubiese sido posible en otras circunstancias conflictivas¡±.
El ajedrez, entre populismos y dictaduras
¡°Fui como fot¨®grafo, para cubrir el evento para un diario de Panam¨¢, aunque tambi¨¦n soy aficionado al ajedrez desde siempre. La participaci¨®n del equipo de Panam¨¢ ten¨ªa un car¨¢cter pol¨ªtico: el coronel Gadafi solicit¨® al general Torrijos su apoyo a estas Contraolimpiadas como reciprocidad al apoyo que Libia y los pa¨ªses no alineados hab¨ªan dado a Panam¨¢ en su lucha por obtener la soberan¨ªa en el Canal de Panam¨¢. Hab¨ªa una delegaci¨®n lista para ir a Haifa pero se les prohibi¨®¡±.
El paname?o Ruperto Miller todav¨ªa conserva algunas fotograf¨ªas de la ¨¦poca y un sinf¨ªn de an¨¦cdotas de sus dos estancias en Tr¨ªpoli. En los convulsos a?os setenta era raro no encontrar pa¨ªses que se movieran entre el populismo y la dictadura. Panam¨¢ era uno de ellos.
Tambi¨¦n El Salvador, como recuerda Boris Pineda. ¡°?ramos un gobierno militar, con el coronel Arturo Armando Molina. Ten¨ªamos excelentes relaciones con Israel y ninguna con Libia. El presidente de la Federaci¨®n era el Coronel Adolfo Arnaldo Majano, que despu¨¦s fue presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno en 1978, cuando se dio el golpe de Estado. Majano fue a la embajada de Israel y dijo: ¡®Miren, si ustedes nos igualan la oferta¡¡¯ No ten¨ªamos equipo femenino, entonces bastaba con ocho boletos (seis jugadores, capit¨¢n y delegado). Israel dijo que no, que no pod¨ªa. Como no nos dio respuesta por parte de Israel, aceptamos Libia, que se supone que iba a ser mejor torneo, porque la URSS. Cuba y aliados iban a ir en teor¨ªa¡±.
¡°La sorpresa nuestra fue que al llegar no estaba ning¨²n pa¨ªs del bloque sovi¨¦tico y Cuba inteligentemente no fue ni a uno ni a otro. Inteligentemente digo porque en la ¨¦poca de los no alineados el ajedrez tambi¨¦n lo reflej¨®. Hab¨ªa dos bloques: URSS y aliados, EE UU, Israel y aliados y est¨¢bamos los pa¨ªses pobres y los ¨¢rabes que ¨¦ramos los no alineados¡±.
Para sorpresa la que se llev¨® el ajedrecista italiano Franco Trabattoni (Italia y Portugal fueron los dos ¨²nicos pa¨ªses europeos que fueron a Tr¨ªpoli) cuando aterriz¨® en la capital de Libia.¡±Nos dejaron en la sala VIP. Las labores de descarga se realizaron muy r¨¢pidamente. Ni siquiera se nos permiti¨® recoger el equipaje; nos dijeron que nos lo llevar¨ªan directamente al hotel. Me pareci¨® que era un favor especial, pero luego me di cuenta, al abrir la maleta en el hotel, que el objetivo era hurgar en nuestro equipaje (me encontr¨¦ una botella de loci¨®n de afeitar rota y dispersa entre la ropa)¡±.
Ten¨ªa 20 a?os, pero Trabattoni (en la actualidad profesor universitario) sab¨ªa que algo ol¨ªa muy mal en la bella Tr¨ªpoli. ¡°En esos d¨ªas se estaba celebrando en Libia la fiesta de la ¡®expulsi¨®n del ¨²ltimo italiano en el suelo de la patria¡¯. En realidad, como descubrimos poco tiempo despu¨¦s, el pa¨ªs estaba lleno de t¨¦cnicos italianos, sin los que la industria minera de Libia nunca hubiera podido funcionar. Por lo tanto, la diferencia entre la propaganda y la realidad era muy llamativa. Se nos asign¨® de forma inmediata un coche con ch¨®fer y dos j¨®venes acompa?antes, un hombre y una mujer. Se nos entreg¨® adem¨¢s una cantidad muy considerable en divisa de Libia (los m¨¢s astutos de nosotros compramos objetos de oro...). Pero su generosidad no se detendr¨ªa aqu¨ª. Si quer¨ªas hacer deporte y no ten¨ªas la ropa adecuada, te la daban. Recuerdo traer a casa una magn¨ªfica raqueta inglesa de tenis de mesa firmada por Victor Barna¡± (considerado el mejor jugador de la historia de este deporte, con 40 medallas en campeonatos del mundo).
Bajo la enorme sombra de Gadafi
Boris Pineda, Hebert P¨¦rez, Ruperto Miller y Franco Trabattoni, las cuatro voces de este reportaje, tienen en ocasiones puntos de vista muy diferentes sobre lo que fueron las Contraolimpiadas de Libia. Sin embargo, todos coinciden en algo: el total culto a la personalidad del l¨ªder libio. Desde el aeropuerto hasta la ciudad de Tr¨ªpoli, hab¨ªa letreros luminosos con la imagen del coronel Gadafi, que lo mismo manten¨ªa en vilo a todas las delegaciones de ajedrecistas hasta las dos de la madrugada, anunciando una inminente visita, que organizaba una visita guiada a una ¡°granja modelo¡±.
¡°Hubo un desfile de tractores, y en el primero viajaban, aclamados triunfalmente por la multitud, Gadafi y el vicepresidente Jalloud. Fue algo muy largo y aburrido, aderezado por las declamaciones sin fin de un poeta. As¨ª que mi idea sobre el r¨¦gimen libio fue muy negativa. Gadafi pens¨® que hab¨ªa encontrado una ¡®tercera v¨ªa¡¯ entre el liberalismo y el comunismo, y para explicarlo nos dio el llamado ¡®Libro Verde¡¯. Todav¨ªa no se hab¨ªa traducido al italiano, y el nuestro estaba en un p¨¦simo franc¨¦s. Consist¨ªa en unas p¨¢ginas donde se ilustraba lo que se supon¨ªa iba a revolucionar la pol¨ªtica mundial. En pocas palabras, algo realmente rid¨ªculo¡±, recuerda Trabattoni.
Deportivamente, la organizaci¨®n de la Contraolimpiada de Libia fue desastrosa. Los libios pusieron voluntad, pero fracasaron en todos los aspectos relacionados con la difusi¨®n del evento, prensa y publicidad. El desarrollo de las partidas tampoco fue el adecuado, porque en ocasiones incluso no terminaban una jornada y ten¨ªan que retomarla al d¨ªa siguiente, algo impensable en la actualidad. Sin embargo, Gadafi no repar¨® en gastos: a los participantes les obsequi¨® con una medalla de oro, visitaron las ruinas de Leptis Magna y Sabratha y algunas de las delegaciones (no todas) disfrutaron de una cena de gala en el imponente Palacio del Pueblo.
¡°Esa noche singular en Tr¨ªpoli fue maravillosa, nos parec¨ªa estar viviendo en realidad en la dimensi¨®n de las famosas, ¡®Mil y una noches¡¯. Cenamos descalzos y sobre alfombras, con fondos musicales orientales. Fue realmente excepcional y me agrad¨® mucho. Tambi¨¦n estuvimos sentados en la famosa sala donde se reun¨ªan los representantes de los pa¨ªses petroleros (OPEP) para conferenciar y coordinar los precios del mercado mundial¡±, rememora Hebert P¨¦rez.
El sorprendente ganador
Nadie lo esperaba: gan¨® El Salvador. Es cierto que el nivel de la Contraolimpiada de Libia no fue alto (las principales potencias fueron a Haifa) pero para el pa¨ªs centroamericano fue un ¨¦xito sin precedentes.
¡°Los equipos m¨¢s potentes no eran de los m¨¢s fuertes del mundo: ni Italia, ni Portugal¡ el m¨¢s fuerte debi¨® haber sido Turqu¨ªa o T¨²nez, que llevaba un Maestro Internacional. Pero no hab¨ªa ning¨²n pa¨ªs fort¨ªsimo. En Israel s¨ª fueron los diez mejores equipos. Nosotros debimos haber quedado en la posici¨®n 20 y hubiera sido un buen resultado. ?ramos un equipo formado por Pineda (17 a?os), Ren¨¦ Grimaldi, que ten¨ªa 19, Salvador Infante tendr¨ªa 23, Antonio Grimaldi unos 27-28, era el anciano¡ los suplentes ten¨ªan 19-20. Hab¨ªamos desplazado a los veteranos¡±, se?ala Pineda. Debido a su gesta en Tr¨ªpoli, a esta generaci¨®n de j¨®venes jugadores salvadore?os se le conoci¨® como Los Libios. El Salvador lo celebr¨® por todo lo alto, fueron recibidos por Arturo Armando Molina e incluso se editaron sellos con el mensaje ¡°El Salvador Campe¨®n¡±. Pero para otros ajedrecistas, la aventura en Libia tuvo un final dram¨¢tico.
El italiano Franco Trabattoni no sufri¨® ninguna represalia pol¨ªtica, aunque durante su estancia en Tr¨ªpoli vio c¨®mo la opini¨®n de Libia sobre Italia cambi¨® radicalmente cuando se enteraron de que tambi¨¦n ten¨ªan un equipo compitiendo en Haifa.
¡°Una vez que llegu¨¦ al hotel por error en una habitaci¨®n contigua a la m¨ªa me encontr¨¦ con un guardia (hab¨ªa guardias por todas partes) dormitando en la cama con un auricular pegado a la pared contigua. Ni que decir tiene que desde entonces no hicimos m¨¢s que loar los logros sociales prodigiosos y las pol¨ªticas llevadas a cabo por la naci¨®n de Libia bajo la sabia direcci¨®n de su l¨ªder...¡±.
Ruperto Miller, como fot¨®grafo de varios diarios del r¨¦gimen del general Torrijos, regres¨® a Tr¨ªpoli en una segunda ocasi¨®n. Una experiencia que casi termina en pesadilla: ¡°En Panam¨¢ se fund¨® la Asociaci¨®n Libia Paname?a, en la que me incorpor¨¦ y de la cual recib¨ª la invitaci¨®n al aniversario de la Revoluci¨®n Verde. All¨¢ presenci¨¦ un desfile militar que empez¨® a las seis de la tarde y termin¨® el d¨ªa siguiente a las seis de la ma?ana¡ Fue una verdadera demostraci¨®n militar endemoniada. Se despleg¨® una plataforma m¨®vil de lanzamiento de misiles... y se coloc¨® apuntando hacia el cielo, en direcci¨®n a Israel; se separaron las pinzas que sujetaban el puente de la plataforma y solo falt¨® que se lanzara¡ fue un desfile demencial¡±.
Hebert P¨¦rez nunca pudo regresar a Argentina, donde resid¨ªa, ni a su Uruguay natal. Tuvo que pedir asilo pol¨ªtico tras un bizarro conflicto con la dictadura que gobernaba en Uruguay. ¡°Lo ped¨ª en Holanda. Fue a consecuencia de no haber aceptado el chantaje de la intervenci¨®n militar uruguaya. Ellos quer¨ªan condenar a Lincoln Maiztegui y acusar al equipo de haber ido a Libia con fines pol¨ªticos. En 1977 me condenaron a que por 20 a?os no pod¨ªa representar al Uruguay y me quer¨ªan llevar al pa¨ªs luego de declararme como ¡®uruguayo indigno¡¯ que difamaba en la prensa extranjera al pa¨ªs. Para ellos mis art¨ªculos en ¡®Jaque¡¯ (la m¨ªtica revista espa?ola) y la revista ¡®Ajedrez¡¯ con la menci¨®n del equipo de Ajedrecistas Uruguayos asociados era seg¨²n ellos una calumnia. El asilo pol¨ªtico lo ped¨ª en Holanda porque tanto El Salvador como la Espa?a de la Transici¨®n, con gobernantes franquistas aliados de la dictadura uruguaya, no me ofrec¨ªan seguridad para m¨ª y mi familia¡±.
El autor agradece en nombre de As Color todo el material (fotograf¨ªas, documentos, testimonios...) cedido desinteresadamente por Ruperto Miller, Hebert P¨¦rez, Boris Pineda, Franco Trabattoni y H¨¦ctor Silva Nazzari. Sin su colaboraci¨®n no hubiera podido realizarse este reportaje.