El home run m¨¢s triste de la historia del b¨¦isbol
Como si todo se hubiese aliado en homenaje a Jos¨¦ Fern¨¢ndez, ayer Dee Gordon inici¨® el encuentro bateando su primero de la temporada.

Los Marlins volvieron al campo para hacer lo que deben, lo que m¨¢s adoraba hacer Jos¨¦ Fern¨¢ndez, simplemente para jugar al b¨¦isbol. Lo hicieron con caras largas, acompa?ados de miles de aficionados que quisieron apoyarles en un d¨ªa en el que la figura de la estrella cubana parec¨ªa m¨¢s presente que nunca. Murales en el exterior del estadio, su imagen en el videomarcador, su eterno n¨²mero 16 (que ser¨¢ retirado por la franquicia) sobre la lomita¡ El ambiente no era el mejor, pero el espect¨¢culo debe continuar y as¨ª ocurri¨®. El propio Jos¨¦ Fern¨¢ndez as¨ª hubiera querido que pasara.
Los proleg¨®menos del encuentro fueron realmente emotivos, con todos los jugadores de los Marlins vistiendo su casaca negra con el n¨²mero 16 a su espalda y con el nombre de su pitcher estrella. Tras el himno nacional y un minuto de silencio realmente sobrecogedor, los jugadores de los New York Mets se fundieron en un abrazo interminable con sus compa?eros de Miami, en un m¨¢s que sentido homenaje a un equipo roto que hab¨ªa decidido seguir haciendo lo que mejor saben hacer. Y todo ello con los c¨¢lidos aplausos de una grada en perfecta comuni¨®n con sus chicos, insufl¨¢ndoles ¨¢nimo para afrontar lo que a¨²n estaba por llegar.
Tras un par de minutos en los que la plantilla rode¨® el mont¨ªculo en silencio, con Don Mattingly besando la lomita como despidi¨¦ndose para siempre de su pupilo y tras un breve discurso de Giancarlo Stanton animando a sus compa?eros a jugar en honor del compa?ero desaparecido mientras el p¨²blico coreaba su nombre, el partido se inicio¡ ?y de qu¨¦ manera!
De todos es sabido que Dee Gordon era uno de los mejores amigos de Jos¨¦ Fern¨¢ndez dentro del equipo y probablemente estaba algo m¨¢s afectado que los dem¨¢s por su p¨¦rdida. Adem¨¢s le tocaba abrir el turno de bateo de los Marlins, como siempre hace, y para ello acudi¨® al caj¨®n con su bate y su casco¡ ?su casco? No, al bueno de Gordon, que es zurdo, se le ocurri¨® homenajear a su amigo acudiendo a recibir la primera bola del encuentro desde la zona de los bateadores diestros y usando el casco del propio Fern¨¢ndez, un homenaje al que sum¨® Bartolo Col¨®n que no aprovech¨® para enviarle un strike sino que le mand¨® una bola exterior, a sabiendas de que el jugador de Florida no iba a batearla.
Pero a¨²n nos quedaba el momento m¨¢gico del d¨ªa. Tras ese bateo de homenaje, Dee Gordon se coloc¨® su casco y se coloc¨® en su lugar para iniciar el partido, ahora ya completamente en serio. Tras otra bola de Col¨®n, el pitcher de los Mets le envi¨® una bola r¨¢pida al centro de la zona de strike que Gordon golpe¨® con una fuerza y precisi¨®n tal que se march¨® por detr¨¢s del jard¨ªn derecho. Era el primer homerun del jugador norteamericano en toda la temporada y lo realizaba en su primer turno de bateo tras la muerte de su amigo.
El paseo por las bases no pudo ser m¨¢s amargo para ¨¦l. Mientras varios integrantes de la plantilla de los Marlins golpeaban la barandilla del dogout al estilo de las celebraciones del propio Fern¨¢ndez, Dee Gordon recorr¨ªa el campo con l¨¢grimas en los ojos, pisando almohadilla tras almohadilla hasta llegar a home, en donde comenz¨® a fundirse en un abrazo con sus compa?eros, uno tras otro, mientras el llanto pod¨ªa con ¨¦l. Incluso el propio receptor de los Mets, Travis d¡¯Arnaud, coment¨® tras el partido que a ¨¦l tambi¨¦n se le hab¨ªan saltado las l¨¢grimas contemplando la escena.
Durante el resto del partido otros jugadores fueron honrando su memoria, cada uno a su manera, hasta finalizar todas las entradas. Ya no importaba nada m¨¢s. Jos¨¦ Fern¨¢ndez hab¨ªa recibido el mejor homenaje que le pod¨ªan dar sus compa?eros. Y aunque el resultado final de 7-3 puede que no le importara demasiado a nadie, seguro que el bueno de Jos¨¦, desde alguna parte, estar¨ªa dando saltos de alegr¨ªa y golpeando con fuerza una de las barandillas del banquillo mientras su sonrisa iluminaba ese campo de sue?os en el que ahora empezar¨¢ a lanzar.