Born to play: los genes en la NFL
Que las leyes de la gen¨¦tica son un arcano inextricable, y que su incidencia en las sucesivas generaciones resulta impredecible es algo que puede afirmarse.
Que las leyes de la gen¨¦tica son un arcano inextricable, y que su incidencia en las sucesivas generaciones resulta impredecible es algo que puede afirmarse sin necesidad de tener el t¨ªtulo de genetista. S¨®lo con observar la realidad y nuestra propia experiencia vital puede acreditarse. Dos ejemplos ilustrativos: la familia Silvela, juristas y pol¨ªticos desde el siglo XVIII hasta el XX, con magistrados, notarios, registradores, profesores, ministros y presidentes de gobierno en casi todas sus generaciones. Por el contrario, conozco un matrimonio formado por quiz¨¢ dos de los mejores fotoperiodistas que ha dado este pa¨ªs, reiteradamente premiados y con un reconocimiento que trasciende muestras fronteras, cuyo hijo no es capaz de retirar la tapa protectora del objetivo antes de disparar. Y qu¨¦ decir de los toreros que hicieron olvidar a sus padres, como Joselito el Gallo, Luis Miguel Domingu¨ªn o Antonio Bienvenida, y los hijos que, sin embargo, nos hacen ¨Cay- recordar a sus progenitores cada vez que se visten de luces, como Litri, Rivera Ordo?ez o Rafi Camino.
En el mundo del deporte, esta ausencia de patrones gen¨¦ticos solventes permite igualmente contrastar carreras profesionales tan dispares como las de Michael Andretti y Jacques Villeneuve en la F¨®rmula 1; Dale Berra y Roberto Alomar en la MLB; Julio C¨¦sar Ch¨¢vez Jr. y Floyd Mayweather Jr. en el boxeo; Jordi Cruyff y Paolo Maldini en el f¨²tbol; Axel Mercks y Andy Schleck en el ciclismo; Gelete Nieto y Valentino Rossi en motociclismo o Patrick Ewing Jr. y Stephen Curry en la NBA.
?Y en la NFL? ?se mejora la raza generaci¨®n a generaci¨®n? ?hay sagas familiares en el gridiron? ?es demasiada la presi¨®n de ser permanentemente comparados con los progenitores? ?hay o no un gen football¨ªsitico? Veamos a continuaci¨®n si con algunos ejemplos pueden contestarse a estas preguntas.
S¨ª, lo admito, no debe ser f¨¢cil ser el hijo de Walter Payton. A las dificultades de emular a uno de los m¨¢s grandes runningbacks de la historia, se le a?ade una personalidad extraordinaria, un ser humano excepcional y un ejemplo para deportistas y la sociedad en general, no en vano, desde su desgraciada y temprana muerte, el Premio al Hombre del A?o de la NFL, que reconoce no solo la excelencia sobre el turf, sino su trabajo y actitud fuera de la cancha, lleva su nombre. Miren, al margen de chaquetas doradas, records innumerables, anillos y dem¨¢s galardones, un runningback que tras anotar sus touchdowns, le entregaba el bal¨®n a sus compa?eros o al ¨¢rbitro, evitando rid¨ªculas e innecesarias celebraciones, merece todos mis respetos. Un tal Alfredo Di Stefano nuca celebr¨® la conversi¨®n de un penalti, porque entend¨ªa que un lance en el que toda la ventaja es para el pateador, no merece celebraci¨®n. Ya comprender¨¢n por tanto que la papeleta para otro runningback llamado Jarred Payton ha sido muy complicada. Undrafted en 2005, opt¨® por firmar con los Amsterdam Admirals de la World Bowl, con quienes gan¨® ese a?o el t¨ªtulo frente a los Berlin Thunder. Tras incorporarse a los Titans esa misma temporada, donde acredit¨® 33 carreras para 105 yardas y 2 TD, fue cortado, recalando en la CFA, en Alouettes primero y Argonauts despu¨¦s, terminando su carrera en la Indoor Football League, con los Chicago Slaughter.
Si al bueno de Jarred le result¨® l¨®gicamente imposible emular el juego de cadera de su padre con el ¨®valo en la mano, tampoco debe ser sencillo heredar el instinto depredador del mejor safety de la historia. Y es que cuando tu padre ha sido National Champion en la NCAA, Consensus All American, All Decade Team en los 80 y los 90, NFL 75th Anniversary Team, tiene cuatro anillos en la mano, una chaqueta dorada en el armario y su n¨²mero cuelga del Levi¡¯s Stadium, es ciertamente una losa insuperable. Y ello a pesar de que Ryan Nece, el hijo de Ronnie Lott, tuvo una estimable trayectoria como linebacker en UCLA, siendo semifinalista del Butkus Award de 2001 al mejor linebacker ¨Cganado entre otros por gente tan solvente como Derrick Thomas, Percy Snow, Marvin Jones o Von Miller-, firmando despu¨¦s por Tampa, con quienes gan¨® la Gruden Bowl de 2003, dejando unos decentes guarismos en sus siete a?os de profesional , 204 tackles, 5 sacks, 3 INTs, 10 PDs en 45 titularidades¡pero por favor, no le comparen con su padre.
Miren, Franklin Lakes es un barrio del condado de Bergen, Nueva Jersey, que la revista Forbes ha incluido en su relaci¨®n de America's Most Expensive ZIP Codes, ascendiendo el precio medio de una vivienda a 1.300.000 $. En una de esas casas han nacido y crecido Chris y Matt, dos chicos a los que nunca les ha faltado nada, ni a nivel afectivo, ni econ¨®mico, ni educativo. Muy distinta fue la ni?ez del padre de estos j¨®venes, quien naci¨® y creci¨® en la granja familiar de Maple Hill Manor, un paraje perdido del Condado de Washington, Kentucky, declarado seco, es decir, donde est¨¢ prohibida la venta de alcohol. All¨ª, en el epicentro de los rednecks y los hillbillys, tuvo que compaginar sus estudios con los trabajos de la granja, y ¨²nicamente su talento como quarterback le permiti¨® estudiar en la modesta universidad p¨²blica Morehead de Kentucky.
En fin, la historia de Phil Simms es conocida por todos, doble campe¨®n con los Giants y MVP del XXI Super Bowl, donde estableci¨® el record de pases completados con un tremendo 88%, numero 11 retirado en Nueva York y, desde luego, estrella rutilante de la televisi¨®n durante d¨¦cadas. Ignoro si la diferencia de infancias entre Phil y sus hijos habr¨¢ influido en las posteriores carreras profesionales de cada uno, pero lo cierto es que Chris, un prometedor quarterback zurdo que maravillaba en el high school y con los Longhorns de Texas, defraud¨® a todos los analistas y tras cinco temporadas en Tampa, una en Tennessee y otra final en Denver, su tarjeta profesional se reduce a 23 partidos en siete temporadas, un rating de 69.1 y 3.117 yardas de pase. Por lo que respecta a su hermano peque?o, Matt, f¨ªsicamente un calco de su padre, tanto en peso como estatura, tras no ser drafteado en 2012, firm¨® por los Jets, jugando ¨²nicamente cuatro partidos en 2013 y 2014, siendo traspasado Buffalo en 2015 y, en el mismo a?o a Atlanta, donde forma parte del practice squad de la franquicia.
De todas maneras, f¨ªjense en lo fr¨¢gil y ef¨ªmeras de mis diletantes teor¨ªas evolutivas, si atendemos a esta otra familia. El padre, Howie Long, casi de la misma generaci¨®n que Phil Simms ¨Cde hecho se vieron las caras en cinco ocasiones-, hall of famer, pro bowler, one man club con Raiders, como Simms con Giants, All Decade 1980 Team, uno de los mejores ends de la liga, actor y estrella de los deportes en la Fox. Al igual que Simms, tuvo dos hijos, Chris y Kyle, el mayor end y el peque?o guard. Ambos tambi¨¦n crecieron en un entorno de confort afectivo y econ¨®mico. Pues bien, a diferencia de los Simms, los Long puede decirse que, sin alcanzar a¨²n la excelencia de su padre, son dignos sucesores de ¨¦ste. Chris, el mayor, elegido con el n¨²mero 2 del draft de 2008, solo por detr¨¢s de Jake Long ¨Cning¨²n parentesco-, ya triunf¨® en su etapa universitaria con los Cavaliers de Virginia, prestaciones que confirm¨® en la NFL, formando l¨ªnea en los Rams, y siendo reconocido en el All Rookie Team de 2008 y siendo nombrado Lineman del A?o en 2011: 246 tackles, 54.5 sacks y 8 fumbles le contemplan en la que ser¨¢ su novena temporada como profesional, que la pr¨®xima ser¨¢ en Boston.
Por lo que respecta a Kyle, su hermano mediano, fue seleccionado con el n¨²mero 20 de la primera ronda del draft de 2013 por Chicago, convirti¨¦ndose en el primer rookie en la historia de la franquicia ¨C era Super Bowl - en ser titular en el partido inaugural como right guard frente a Bengals, siendo nombrado en 2014 Pro Football Focus' All-Rookie Team y miembro del NFL.com's All-Rookie Team, y siendo tambi¨¦n el primer Bears rookie en convertirse en Pro Bowler desde Johnny Knox.
Cuando la gen¨¦tica hace su trabajo, y de un padre se hereda una complexi¨®n f¨ªsica extraordinaria, unas condiciones f¨ªsicas asombrosas y un talento que te hace ser apto para jugar en la NFL, resulta imperdonable que esas cualidades no se vean acompa?adas de un m¨ªnimo de sentido com¨²n. Kellen Boswell Winslow II lo ten¨ªa todo para triunfar. Nacido en San Diego, la ciudad donde su padre era Dios, estudi¨® en Miami, jugando con los Hurricanes a las ¨®rdenes del gran Larry Coker, ganando el John Mackey Award y siendo pieza b¨¢sica en el juego de Miami. Seleccionado con el n? 6 del formidable draft de 2004 (Eli Manning, Larry Fitzgerald, Philip Rivers, DeAngelo Hall, Roy Willliams, Big Ben, Vince Wilfork, Steven Jackson o Jared Allen), los Browns se hicieron con sus servicios, cometiendo un error imperdonable al inicio de su carrera, al violar las clausulas de su contrato que le imped¨ªan circular en motocicleta, con la desgracia de que adem¨¢s sufri¨® un accidente que le hizo perderse la temporada 2005 y no ser ya nunca el prospecto que anunciaba su carrera universitaria y sus gloriosos genes, procedentes, sin duda, de uno de los tres mejores tigh end de siempre.
Hasta ahora hemos constatado hijos que corren, placan, bloquean y pasan peor que sus padres. Veamos si ocurre lo mismo en los banquillos.
El pasado 28 de junio fallec¨ªa en su rancho de Shelbyville Buddy Ryan, una de las mentes defensivas m¨¢s preclaras de la historia de la NFL. Ryan fue el responsable, como entrenador de la l¨ªnea defensiva de los Jets, de la asfixiante presi¨®n a la que fue sometido Unitas en el III Super Bowl de Broadway Joe. Asimismo, a ¨¦l se le debe la organizaci¨®n de unos de los fronts m¨¢s espeluznantes que ha habido nunca, los terribles Purple People Eaters de Minnesota, que sembraron de cad¨¢veres las ofensivas rivales en los a?os setenta. Y claro, c¨®mo no, la gloria definitiva la alcanz¨® con el Super Bowl XX, cuando como coordinador defensivo de los Bears, populariz¨® la 46 defense en 1985 ¨Cpor el dorsal de Doug Plank, el SS que se convert¨ªa en un linebacker adicional-, con hasta seis jugadores sobre la l¨ªnea de scrimmage, arrasando en todos los registros defensivos de aquella temporada.
?Para detener el juego de pase, es necesario poner presi¨®n sobre el lanzador. Ahora, algunos equipos son lo suficientemente buenos para ejercer presi¨®n con solo tres hombres. Nosotros no somos as¨ª, de hecho creo que ni con cuatro. Por ello, si tenemos que enviar ocho, vamos a enviar a ocho, pero no vamos a dejar que se sienten all¨ª detr¨¢s c¨®modamente?
Pues bien, el bueno de Buddy puede sentirse orgullosos de sus muchachos, ambos gorderas ¨CRex se est¨¢ quedando como un figur¨ªn-, con mal genio, bocazas, especialistas defensivos y exclusivamente entrenadores, como pap¨¢. Rex ya tiene un Super Bowl fabricando la temible defensa de los Ravens en 2001 y su hermano Rob dos, como entrenador de linebackers de los Patriots. Ahora, ambos honraran a su padre juntitos en la banda del Ralph Wilson Stadium. La cosa promete.
Seamos serios, a Don Shula nunca le mejorar¨¢n sus hijos, pero no s¨®lo ellos, en los ¨²ltimos 44 a?os nadie lo ha hecho, pues nadie ha sido capaz de hacer la temporada perfecta desde que en 1972 el brujo de Grand Rivers llevara a sus Dolphins a la gloria absoluta. Su hijo mayor, Dave, mediocre retornador que solo jug¨® un a?o con los Colts, fue acogido por su padre en la banda de Miami como entrenador de wide receivers y quarterbacks entre 1982 y 1988. En 1989 Jimmy Johnson lo reclut¨® para coordinar la ofensiva de los Boys, estando s¨®lo un par de temporadas, recalando despu¨¦s en Cincinnati, primero como entrenador de receptores y despu¨¦s y durante cinco a?os, como head coach con tan solo 32 a?os. Desde ese puesto disput¨® dos Shula Bowl, al ser la primera vez que se enfrentaban padre e hijo en un banquillo, venciendo el viejo Don en ambas ocasiones. La trayectoria del joven Shula con los Bengals fue desastrosa, ostentando el dudoso record de perder 50 partidos m¨¢s r¨¢pido que nadie en toda la historia de la NFL. Cesado en 1996, se dedic¨® acertadamente al negocio familiar de restauraci¨®n Shula Steakhouse.
Por lo que respecta a Mike, sus prestaciones y su poderoso brazo con la Crimson Tide auguraban una carrera prometedora como quarterback que sin embargo no se verific¨® en su ¨²nica temporada con Tampa. Con 23 a?os se incorpor¨® al staff de los Bucs, iniciando una s¨®lida carrera como entrenador que culmin¨® con la jefatura t¨¦cnica de su alma mater Alabama entre 2003 y 2006, con quienes gan¨® el Cotton Bowl de 2006 con el gran DeMeco Ryans en su front seven. En su retorno a la NFL, y tras su paso por Jacksonville, se hizo con las riendas de los quarterbacks de Carolina, siendo desde 2013 el coordinador ofensivo de los Panthers y responsable directo de la poderosa m¨¢quina anotadora en que se ha convertido esta franquicia. Si fuera capaz de hacer madurar a Cam Newton, ser¨ªan invencibles.
Habr¨¢n advertido que estamos acabando el art¨ªculo y a¨²n no hay descendiente que le moje la oreja al ascendiente¡paciencia, tres familias justifican la teor¨ªa de la evoluci¨®n darwiniana.
Diez a?os de profesional, 30 titularidades, 107 recepciones, 18 touchdowns y un bloqueo del extra point de Redskins en el XVIII Super Bowl no son unos grandes n¨²meros para un tight end. Pero son sin embargo mucho mejores que los acumulados por su hijo peque?o Tim, en sus seis a?os como quarterback, formando m¨¢s tiempo de las practice squad que en el main roster. Por todo ello, no era tan complicado que Matt, el hijo mayor, fuera el Hasselbeck bueno de la familia. Y eso que las cosas no pintaron bien al inicio. Seleccionado en la sexta ronda del draft de 1998, los Packers le ubicaron en el practice squad desde un principio. Sin embargo, su traspaso a Seattle le cambi¨® la vida. All¨ª, con la confianza de Mike Holmgren, lider¨® el equipo en su viaje a seis postseason, haci¨¦ndose con casi todos los records de la franquicia, siendo seleccionado para tres pro bowl y alargando su carrera hasta los 40 a?os como digno y solvente recambio de Luck en Indianapolis.
En el caso anterior, mejorar a pap¨¢ Don, insisto, no era especialmente complicado. Ahora bien, cuando tu padre es un hall of famer universitario, su n¨²mero est¨¢ retirado por los Ole Miss, jugador del a?o de la SEC, segunda selecci¨®n del draft de 1971 por delante de gente como Riggins, Youngblood, Ham o Dierdorf y varias veces pro bowler, tienes que ser muy bueno para hacerle sombra. Archie Manning quiz¨¢ alguna vez so?¨® con que alguno de sus hijos, incluso Eli, fuese quarterback de una franquicia hist¨®rica ¨Cpor ejemplo, los Giants- y que levantara dos Lombardi, y ya en un delirio on¨ªrico, que fuese adem¨¢s nombrado MVP de la final en ambas ocasiones. Lo que en modo alguno pudo concebir, ni bajo los efectos del peyote, es que otro hijo llegase a ser quiz¨¢ el mejor mariscal de la historia de este deporte. Durante muchos a?os, Cooper, Payton y Eli fueron los hijos de Archie. Desde hace ya bastantes, se ha convertido en el padre de Payton y Eli.
As¨ª pues, muchos padres inmejorables, algunos entrenadores dignos de su apellido, un par de hijos estelares¡pero ?ninguna gran estirpe sobre el turf, al estilo de unos Rooney o unos Mara en los despachos? Pues s¨ª, la guinda a esta tarta gen¨¦tica. En 1889 nace en Jeffersonville, Ohio, H.L. Matthews, germen de una extraordinaria saga de deportistas que llega hasta nuestros d¨ªas. Este Matthews germinal jug¨® al baseball, practic¨® el boxeo y fue entrenador en la legendaria The Citadel, la academia militar de Charleston. Su hijo Clay Matthews Sr. fue el primer jugador de la NFL de la familia, siendo drafteado en 1949 por San Francisco, con quien jug¨® cuatro temporadas en el puesto de offesive tackle. Llegamos a los nietos, y estos ya son palabras mayores.
El menor, Bruce, ostenta el record, junto con Payton Manning, Merlin Olsen y Tony Gonzalez, de mayor n¨²mero de apariciones en un Pro Bowl, con 14, jugando nada m¨¢s y nada menos que 19 a?os con los Oilers-Titans, obteniendo en 2007 un merecid¨ªsimo busto en Canton y siendo el ¨²nico profesional que ha jugado el ¨²ltimo partido de los Colts en el Memorial Stadium y de los Ravens en el mismo foro. El mayor, Clay Jr., formado con los Troyanos, fue elegido en el draft de 1978 con el puesto 12, siendo el primer linebacker de aquella selecci¨®n. Diecis¨¦is a?os en Cleveland y tres en Atlanta reflejan la categor¨ªa de este linebacker, que se retir¨® con cuatro apariciones en el Pro Bowl, 1561 tackles, 69.5 sacks y 16 intercepciones. Y claro, de tales palos, tal astilla.
El 14 de mayo de 1986 nac¨ªa en Los Angeles un bebe rubicundo que al nacer no llor¨®, sino que directamente plac¨® al ginec¨®logo y a la matrona: Clay Matthews III, el extraordinario y melenudo linebacker de Packers, hijo, nieto y sobrino de profesionales de la NFL. Y tambi¨¦n primo, porque los hijos de Bruce, Kevin, Jake y Mike, center, tackle y center, respectivamente, aunque de menor nivel que el resto de la familia, son asimismo carne de emparrillado. No diga football, diga Matthews.