A solo 10 minutos andando del infernal campo de Oakmont, una apacible urbanizaci¨®n parece sacada de un telefilme de sobremesa de s¨¢bado, un vecindario muy real que se ha transformado por unos d¨ªas y donde Mickelson o Sergio Garc¨ªa podr¨ªan pedirse un salero. All¨ª en el n¨²mero 31 una enorme bandera americana te da la bienvenida, hasta ahora todo normal, pero esta casa es especial; es la de la ilusi¨®n, tambi¨¦n la de los miedos, la de la responsabilidad, la casa de un chaval de 20 a?os que mata las horas previas a su debut en un grande jugando al billar en el s¨®tano.
En total tiene siete habitantes esta semana; Jon Rahm, sus padres, su hermano, su novia, su caddie y gran amigo Ben y su coach Tim Mickelson, hermano del gran Phil, el hombre que m¨¢s veces, seis en total, ha sido segundo en el Us Open. Han pasado tantas cosas en la vida de Jon en el ¨²ltimo mes...premio Ben Hogan al mejor Universitario por segundo a?o consecutivo -algo que nadie en la historia ha conseguido- premio Jack Nicklaus que le entreg¨® en persona el propio Oso Dorado, clasificaciones e invitaciones para los primeros torneos profesionales, en total cuatro, empezando la pr¨®xima semana en el de Tiger Woods, el primero en el que Jon jugar¨¢ como profesional. En definitiva, el final de una etapa como aficionado en la que del de Barrika ha deslumbrado en Estados Unidos con 52 torneos disputados, terminando en 33 de ellos entre los 10 primeros y con un total de 11 victorias, unos n¨²meros que avalan su posici¨®n como n¨²mero uno del mundo amateur.
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Jon Rahm. Los d¨ªas previos a la competici¨®n, Jon ha jugado con Ricky Fowler, Phil Mickelson, Sergio Garc¨ªa...y son muchos los jugadores que se han acercado para darle la enhorabuena por sus logros deportivos.
"De todos, Mickelson ha sido el ¨²nico que me felicit¨® por graduarme en la Univeridad y me dio las gracias por haberlo hecho", apostilla un orgulloso Rahm.
Jon prometi¨® a sus padres que se licenciar¨ªa. No debe ser f¨¢cil ser el mejor amateur del Mundo, terminar quinto en un torneo profesional, sentir la presi¨®n de las marcas y renunciar al olor del dinero. Aparcar esos sue?os para volver a los libros, a los ex¨¢menes a una liga que sientes que no te corresponde. Pero una promesa es una promesa y la tarde del pasado mes de mayo que Jon se puso toga y birrete y recibi¨® el diploma de licenciado en comunicaciones seguramente consigui¨® la mejor victoria de toda su carrera.