Prince ver¨¢ la 1? Super Bowl de sus Vikings desde las estrellas
El genial artista protagoniz¨® la que para muchos es el mejor show del descanso de la historia de la Super Bowl con una m¨ªtica interpretaci¨®n de 'Purple Rain'.
La noche del concierto de Prince en el descanso de la Super Bowl llov¨ªa. Y digo concierto, y no show, porque quiz¨¢ el de Prince fuera el espect¨¢culo de la Super Bowl en el que la m¨²sica tuvo m¨¢s protagonismo por encima del puro espect¨¢culo televisivo en que se ha convertido en los ¨²ltimos a?os. Prince cant¨®. A lo bestia, como solo lo hacen los genios. Y bajo esa lluvia, intensa por momentos, cre¨® una versi¨®n de Purple Rain, su himno inolvidable, que ya ha pasado a los anales de la m¨²sica, y de la Super Bowl.
Para muchos, el de Prince fue el alfa y omega de los shows del descanso. Un concierto de m¨²sica al ciento por ciento en una noche en que el deporte se come casi siempre todo el protagonismo. Y curiosamente, cuando se recuerda la final entre Bears y Colts, aquel 4 de febrero de 2007, para la memoria colectiva solo han quedado dos cosas: que Peyton Manning gan¨® su primera Super Bowl y que Prince fue lo mejor de la noche. El aut¨¦ntico MVP de la XLI edici¨®n del gran partido.
Tengo muy grabado aquel show de Prince, pese a que desde hace a?os suelo aprovechar el descanso para poner en orden mis notas, empezar a escribir alg¨²n texto sobre lo sucedido en los dos primeros cuartos, y comentar con otros aficionados lo ocurrido por si me he dejado en el tintero algo importante. Sin embargo, aquella vez vi el espect¨¢culo completo. No porque tuviera un inter¨¦s especial, ni porque cualquier concierto de Prince ha sido durante a?os un acontecimiento prodigioso, sino porque estaba viendo el partido con mi amigo Manolo Arana, un fan¨¢tico incondicional de los Minnesota Vikings. Y, como ¨¦l me repet¨ªa una y otra vez, que Prince cantara en la Super Bowl era como si su equipo regresara al gran partido treinta a?os despu¨¦s. Prince era un incondicional del equipo de Minnesota, la hab¨ªa dedicado una canci¨®n (Purple and Gold) y, seg¨²n me dec¨ªa Manolo, el ¡®Purple Rain¡¯ era en realidad un homenaje de Prince a sus Vikings. De hecho, la actuaci¨®n del descanso estuvo adornada con alg¨²n que otro gui?o al equipo de sus amores.
Yo le dije a Manolo que nunca hab¨ªa escuchado que existiera ninguna relaci¨®n entre ¡®Purpe Rain¡¯ y los Vikings, pero despu¨¦s de una larga perorata de mi amigo, d¨¢ndome miles de razones, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que deb¨ªa ser algo como los discos de AC/DC, esos que nos contaban que pod¨ªan escucharse al rev¨¦s para descubrir escondidos los ecos de un aquelarre demoniaco.
Aunque bien pensado, que un tipo como Prince, un enamorado de su tierra, Minnesota, en la que ha perdido la vida un nefasto 21 de abril de 2016, titule una canci¨®n con los colores de su equipo favorito, y diga que solo quer¨ªa verte riendo bajo la lluvia p¨²rpura y que nunca quiso ser su amante de fin de semana, puede interpretarse como un canto de amor a los Vikings.
Y qu¨¦ narices, desde entonces, cuando he escuchado la canci¨®n, siempre he imaginado a Peterson atravesando el campo como un emperador, y a Prince sujetando su guitarra tras un velo, convirti¨¦ndola en un falo demoniaco, como en el disco invertido de AC/DC. Un grito de guerra. La puerta de entrada hacia la a?orada Super Bowl de los Vikings, la Primera con may¨²sculas. Una deuda imperdonable que al final Prince tendr¨¢ que ver desde las estrellas, mientras toca la guitarra como solo ¨¦l ha sabido hacer en la historia del mundo.
Los querubines y serafines, todos los ¨¢ngeles del cielo, est¨¢n hoy terriblemente enfadados. Dios ha decidido que el anuncio de su llegada no se haga con sonido de trompetas, sino con la guitarra el¨¦ctrica de Prince. As¨ª, cuando termine la fiesta del universo, al menos lo har¨¢ a lo grande.