Argentina y Jap¨®n se cuelan en la guerra del Hemisferio Sur
Sus franquicias, Jaguares y Sunwolves, son la novedad del Super Rugby, la competici¨®n oval m¨¢s exigente del planeta, que arranca este fin de semana.

Arranca el Super Rugby, el torneo m¨¢s explosivo del planeta rugby. Esa competici¨®n en la que la combinaci¨®n de fuerza, velocidad y precisi¨®n separa a los mejores del mundo de las franquicias m¨¢s d¨¦biles. Un torneo del que se nutren los All Blacks y pr¨¢cticamente el 90% de la selecci¨®n australiana, finalistas en el ¨²ltimo Mundial. Sud¨¢frica abre m¨¢s la mano con sus internacionales, pero sus equipos se caracterizan por ser, simplificando, los m¨¢s f¨ªsicos.
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En ese paradigma de torneo, donde el respeto al combinado nacional se antepone a los intereses econ¨®micos (los contratos millonarios est¨¢n en Europa y dar el salto implica dejar la selecci¨®n si eres All Black o Wallaby), irrumpen los Jaguares y los Sunwolves.
Son las nuevas franquicias, argentina y japonesa, que entrar¨¢ casualmente en el curso en el que sus combinados nacionales brillaron con luz propia en el pasado Mundial de Inglaterra. Y claro, con ellos dentro, y la repesca de los sudafricanos Kings, todo cambia. 18 equipos, 2 conferencias con 2 divisiones cada una: la Australasia (Australia y Nueva Zelanda, con cinco clubes cada uno) y la Sudafricana, con el grupo 1 (al que ir¨¢n Sharks, Jaguares, Lions y Kings) y el grupo 2 (Stormers, Cheetahs, Bulls y Sunwolves).
Las reci¨¦n llegadas lo har¨¢n por caminos bien distintos. Argentina lleva a?os derribando la puerta y al fin se gan¨® el respeto. Su evoluci¨®n en el Championship ha sido determinante y ahora arm¨® una franquicia (Jaguares) en la que militar¨¢ la casi totalidad de la selecci¨®n de Argentina. Si quieres ser un Puma (como pasa en Australia y Nueva Zelanda) tienes que jugar el Super Rugby. De ah¨ª que se tenga fe en el cuadro sudamericano. El bloque se conoce y llegar a una semifinal de Mundial tampoco es f¨¢cil. Se lo merece.
El camino de Sunwolves es bien distinto. Los intereses econ¨®micos han propiciado que Jap¨®n, con una Liga dom¨¦stica potente monetariamente (las estrellas iban all¨ª a hacer caja jugando apenas unos meses), termine gan¨¢ndose una plaza. Por suerte, Eddie Jones (ahora seleccionador ingl¨¦s) les gui¨® a la victoria en el Mundial, en aquel m¨ªtico Jap¨®n-Sud¨¢frica en Brighton. No ser¨¢n vistos como bichos raros pero las expectativas depositadas no son demasiado halag¨¹e?as.
Y es que las aut¨¦nticas estrellas niponas militan en otros clubes m¨¢s ambiciosos de Super Rugby (Leitch, Tanaka, Goromaru...) y eso no va a cambiar. La exigencia del Super Rugby, donde no s¨®lo premia lo f¨ªsico sino la ambici¨®n de cada equipo (por norma, m¨¢s ofensivos y decididos que en Europa), pondr¨¢ a prueba a sendas franquicias.
Con 18 contendientes, el sistema tambi¨¦n cambia. Los favoritos vuelven a ser los conjuntos neozelandeses (Highlanders, actual campe¨®n, Hurricanes, Chiefs y Crusaders) y los australianos Waratahs y Brumbies. Ser¨¢ el primer a?o, casi un experimento con el que paliar carencias en ediciones sucesivas, y las potencias del Sur (que coparon las semifinales en el pasado Mundial) tienen ganas de empezar a divertirse.
Adi¨®s a McCaw, Carter, Mealamu, Ashley-Cooper, los Du Plessis...
Tras un Mundial, un jugador se plantea un punto de inflexi¨®n. Los m¨¢s veteranos optan por irse a Europa (Carter, Nonu, Conrad, Ashley-Cooper, los hermanos Du Plessis) o retirarte (McCaw, Mealamu...). Lo que s¨ª es evidente es que los grandes cl¨¢sicos de la ¨²ltima d¨¦cada dejar¨¢ paso a la prol¨ªfica cantera de jugadores neozelandeses, australianos y sudafricanos. El Super Rugby no dejar¨¢ de producir. Los mejores se quedar¨¢n, pese a la amenaza europea de grandes contratos, por competir en la prestigiosa competici¨®n del Hemisferio Sur.