Alemania se lleva el oro y manda a Espa?a al Preol¨ªmpico
La Selecci¨®n se estrell¨® en Andreas Wolff, un portero fant¨¢stico en la final, perdi¨® la paciencia y careci¨® de velocidad para atacar a los germanos

Espa?a esperaba su partido redondo, pero le sali¨® cuadrado, el peor de mucho tiempo y de muchos a?os, porque hinc¨® el pie de manera innoble para este orgulloso equipo espa?ol que tantos triunfos, ¨¦xitos, y buenas tardes ha dado a los aficionados. No fue un mal partido, fue el peor, porque adem¨¢s no hay excusa, no hab¨ªa lesionados, ni jugadores agotados. Y, Alemania, les pas¨® por encima como una apisonadora, desde el primer minuto para conseguir ese aparatoso 17-24 (6-10). Peque?a revancha particular de los germanos en Polonia.
Se puede decir que esta cuarta medalla de plata, que con el tiempo se valorar¨¢ m¨¢s de que ahora mismo, sabe tan amarga como la de 2006 ante Francia, que tambi¨¦n fue un calvario. Un desastre en toda l¨ªnea en un encuentro en que la fiabilidad de los extremos cay¨® por los suelos, en la que la primera l¨ªnea se precipit¨® incluso en situaciones c¨®modas.
Menos mal que estaba Sterbik, porque ¨¦l, el portero, le dio alguna alegr¨ªa al equipo. Que al descanso aquel desastre fuese un 6-10 daba alguna opci¨®n? a los de Cadenas, porque peor no se pod¨ªa jugar en ataque, sin continuidad, con pases lentos y comprometidos, con todo el juego por el centro donde el rival concentraba m¨²sculos y cent¨ªmetros. Lo hab¨ªa intentado Cadenas con varias combinaciones, sin fortuna, ni para el equipo ni para los jugadores, que iban entrando en la din¨¢mica de la ansiedad que consum¨ªa la paciencia. Y este un deporte de velocidad controlada, y sin control no hay manera.
Tal vez la culpa de todo la ten¨ªa Wolff, el joven portero alem¨¢n, el mejor del Europeo, al que hab¨ªa se?alado Gede¨®n Guardiola el d¨ªa antes como la clave de la final. No fall¨®. Con s¨®lo 24 a?os se comport¨® con la serenidad de un veterano, experto y conocedor de los secretos de los tiradores. Anul¨® a los extremos espa?oles, a los lanzadores, a todos. No le importaba a la defensa alemana ir a las fintas, al enga?o, porque detr¨¢s estaba Andreas.
Y en la segunda mitad, igual. No mejor¨® Espa?a, y no empeor¨® Alemania, que segu¨ªa maltratando a los nuestros, como tantas veces los Hispanos han maltratado a sus rivales en las finales mundiales, a Croacia y a Dinamarca, con goleadas de esc¨¢ndalo.
El 5-1 rob¨® algunos balones, pero no sirvi¨® de acicate. No llegaban los goles del contragolpe, porque se perd¨ªa lanzamientos a la desesperada. Se intent¨® atacar con dos pivotes, Banea y Aginagalde. Tampoco. En aquellos momentos hab¨ªa que recortar m¨¢s que intercambiar goles, y adem¨¢s con celeridad. Y Alemania jugaba con todo a favor, y con un Hafner que revent¨® a nuestra defensa, como Damke, como Fath.
La plata reluce, y es un ¨¦xito; pero la derrota escuece, y lo har¨¢ durante un tiempo, aunque habr¨¢ que reponerse para jugar el preol¨ªmpico y ganarse la plaza a R¨ªo de Janeiro. Para all¨ª se emplaza la revancha.