Ser quarterback en la AFC Norte es una profesi¨®n de riesgo
Las lesiones de Dalton, Flacco, McCown y Roethlisberger evidencian el castigo que supone ejercer de QB en la divisi¨®n norte?a de la conferencia americana.

Hay trabajos so?ados por los que cualquiera cambiar¨ªamos el nuestro. Fotografiar top-models para cat¨¢logos de lencer¨ªa, por ejemplo. Sin embargo, para conservar el equilibrio k¨¢rmico, el universo nos ofrece muchos otros oficios mucho menos apetecibles y sin duda m¨¢s arriesgados: inspector de fosas s¨¦pticas, sexador de alacranes, catador de cocina experimental inglesa¡ A esta escabrosa lista de profesiones de riesgo hay que sumar la de ser quarterback de la NFL, con plus de peligrosidad si realizas tu actividad en la dura AFC Norte. Esta divisi¨®n tiene el triste honor de ser la ¨²nica cuyos 4 quarterbacks nombrados titulares a comienzo de temporada no van a poder iniciar alg¨²n partido a consecuencia de lesiones. Por supuesto, los quarterbacks de todos los equipos est¨¢n expuestos a ellas, pero la intensidad con que se juega en esta divisi¨®n incrementa la probabilidad de incidencia. En este microcosmos particular, nos encontramos que cada equipo ha elegido su propia f¨®rmula para sobrellevar esta adversidad.
En Cincinnati, la baja de Dalton para lo que resta de temporada regular es tan devastadora como s¨®lo puede serlo el hecho de perder a un quarterback que en el momento de la lesi¨®n, ten¨ªa el mejor rating de la NFL. En una ofensiva plagada de playmakers, quiz¨¢ el pelirrojo no sea la figura m¨¢s espectacular, pero era el director que hac¨ªa a toda la orquesta sonar afinada.
Cuando un equipo se plantea la estrategia para su quarterback suplente puede tomar dos v¨ªas. Una de ellas ser¨ªa la de incorporar a la plantilla un jugador de caracter¨ªsticas completamente diferentes a las del titular, con el fin de sorprender, o suponer un revulsivo, si debe saltar al campo. La otra opci¨®n, de la que personalmente estoy m¨¢s a favor, consiste en tener un QB2 de naturaleza similar al titular, de manera que si debe intervenir, no suponga un trastorno excesivo en el esquema de juego del resto del ataque. McCarron es de este segundo tipo. Como Dalton, un QB m¨¢s cerebral que m¨®vil, m¨¢s gestor que pistolero, con mejor precisi¨®n que potencia. Al menos, as¨ª le recordamos de su etapa universitaria, porque es s¨®lo su 2? temporada en la NFL y apenas le hemos visto jugar. Por tanto, la posibilidad de que los Bengals consigan por fin su ansiado triunfo en playoffs depender¨¢ de c¨®mo le arropen, es decir, que tanto la defensa, como sus compa?eros de ofensiva, tengan un protagonismo a¨²n mayor.
En el caso de Baltimore, la sucesi¨®n de quarterbacks ha seguido el procedimiento tradicional. Se lesiona el titular (Flacco), sale el suplente (Schaub). Se lesiona tambi¨¦n ¨¦ste, sale uno fichado de emergencia (Clausen). As¨ª funciona la NFL hoy, una vez extinta la figura del tercer QB, que sol¨ªa ser un joven en formaci¨®n. Obviamente, a medida que descendemos pelda?os en esta escalera imaginaria, la calidad disminuye proporcionalmente. Los Ravens ten¨ªan hasta el a?o pasado como QB reserva a Tyrod Taylor, un QB de caracter¨ªsticas diferentes a Flacco, con menos solvencia desde el pocket, pero m¨¢s peligroso con su movilidad. En offseason optaron por dejarle marchar y traer un jornalero cuyo estilo se adaptase m¨¢s al que Trestman quer¨ªa implantar. Sin embargo, la pretemporada puso en evidencia el bajo nivel de Schaub, confirmado en sus dos ¨²nicas apariciones en temporada regular. Lo mismo se puede decir de Clausen, quien de los 3 partidos disputados este a?o (dos con Chicago), en ninguno pudo evitar que su equipo perdiera por menos de 25 puntos. Salvando las distancias, son jugadores de cualidades similares, y esta l¨ªnea ha seguido el reciente fichaje de Ryan Mallet. Parece que la b¨²squeda del heredero de Flacco ha comenzado. Que lo hayan encontrado, es m¨¢s discutible.
En Cleveland, cualquiera que haya seguido un poco la NFL este a?o conocer¨¢ el circo que ha sido su baile de quarterbacks. Aqu¨ª s¨ª ten¨ªan un QB suplente que representaba la esperanza de futuro mientras le moldeaban pacientemente para la NFL. Sin embargo, ni moldear es un verbo aplicable a Manziel, ni paciencia una cualidad de los Browns. Cuando McCown se lesion¨® y tuvo que entrar por ¨¦l, su juego no termin¨® de convencer a los t¨¦cnicos. Cuando la titularidad vino impuesta desde la direcci¨®n, el jugador recay¨® en su proverbial indisciplina y le relegaron nuevamente al banquillo. Ahora, perdida la temporada casi tanto como la fe en ¨¦l, la definitiva lesi¨®n de McCown vuelve a concederle una oportunidad, ya sea de convencer a la franquicia de que puede liderarla, o si no, exponerlo al mercado por si aparece alg¨²n comprador. De momento, lo que vimos el domingo parece prometedor. Pero Cleveland necesita estabilidad m¨¢s que un famoso un reality-show, y no tengo claro que Johnny Football se la pueda dar.
Ya desde la previa de AS del pasado verano, advert¨ªamos que las opciones de Pittsburgh pasaban por la salud de Roethlisberger. Las tempranas lesiones en la l¨ªnea ofensiva, y su conocida imprudencia exponi¨¦ndose a golpes innecesarios, provocaron lo inevitable. En previsi¨®n de que ocurrir¨ªa esta fatalidad, los Steelers ficharon en las postrimer¨ªas de la pretemporada a un veterano cuya forma de jugar era, dentro de lo que cabe, lo m¨¢s parecida posible entre lo que quedaba disponible en el mercado . Obviamente, reemplazar a alguien como Big Ben no es sencillo, porque sobre ¨¦l pivota todo el ataque acerero, y esta tarea sobrepas¨® a Michael Vick. La decisi¨®n de sentarle, y confiar en Landry Jones, menos experimentado y quiz¨¢ no tan compatible con la ofensiva de Haley, pero con m¨¢s tiempo en el equipo y mejor conocedor tanto de la misma como de sus compa?eros, fue sin duda lo m¨¢s acertado. No obstante, tampoco parece la soluci¨®n ideal, y con la edad que va alcanzando Roethlisberger, sumado a las numerosas lesiones sufridas (raro es el a?o que no se pierde alg¨²n partido), y lo que se resiente el equipo con su ausencia, deber¨ªan plantearse para la pr¨®xima campa?a buscar un sustituto que realmente minimice el impacto de su posible baja.