Cincinnati Bengals 36 ¨C Kansas City Chiefs 21
Siete field goals de los Chiefs no frenan a unos Bengals letales
El brasile?o Cairo Santos col¨® la pelota siete veces entre los palos, pero mientras tanto Andy Dalton condujo el ataque m¨¢s explosivo de Cincinnati en los ¨²ltimos a?os.

Estimados aficionados de los Bengals, tengo una noticia buena y una mala. La buena es que Andy Dalton ha mutado durante la ¨²ltima offseason. Ahora, cuando le entra un ataque de insensatez, en vez de lanzar intercepciones, enchufa pases de m¨¢s de 50 yardas para touchdown. La mala es que su defensa es capaz de sumar cinco sacks, funciona cuando hunde a la l¨ªnea ofensiva rival, pero si el ¡®plan A¡¯ falla, en el resto de las facetas del juego es incapaz de conseguir la iniciativa.
Estimados aficionados de los Chiefs, tengo una noticia buena y una mala. La buena es que en el equipo hay un kicker que enchufa field goals como rosquillas a ritmo de samba. Siete meti¨® ante los Bengals, el m¨¢s largo de 51 yardas. La mala es que su ataque no mete un touchdown ni en un d¨ªa en el que Alex Smith est¨¢ inspirado y descubre por fin que tiene un receptor que se llama Jeremy Maclin que lo agarra casi todo. Ni siquiera es suficiente que Jamaal Charles ronde las 7 yardas por intento de carrera.
Ahora podemos matizar, y decir que es m¨¦rito de la defensa de los Bengals que los Chiefs se atascaran en cuanto se acercaban a la zona de anotaci¨®n. Pero no ser¨ªa del todo cierto. Es Alex Smith, en su propia esencia, el que se bloquea en cuanto ve de cerca la l¨ªnea de la end zone. Y eso que en este partido el quarterback ha dado un importante paso de beb¨¦. Pese a que le dieron hasta en el cielo de la boca, mantuvo la compostura e incluso buscaba receptores abiertos cuando le entraban los blitzs. Eso s¨ª, no siempre. Que tampoco hay que pasarse.
Y claro, entre los zambombazos de Dalton, que ayudaban a que su equipo anotara puntos como rosquillas, y las patadas a palos de Cairo Santos, pues no hay color. No hay que saber muchas matem¨¢ticas para entender que el que mete puntos de siete en siete necesita hacerlo menos veces para llevarse el partido que el que los mete de tres en tres.
La consecuencia es que Kansas City ya est¨¢ 1-3 pese a anotar en todos los drives de la primera mitad, en casi todos los de la segunda y volver a dar una imagen de equipo s¨®lido. Y los Bengals siguen invictos y, sobre todo, est¨¢n conjurando casi todos los fantasmas que les acosaban durante los ¨²ltimos a?os. Y si lo de Dalton no es un espejismo, y sigue con la confianza y la punter¨ªa que est¨¢ desarrollando en este arranque de la temporada, por fin jugar¨¢ la Pro Bowl con todo merecimiento, y no porque no haya ning¨²n otro disponible¡ o incluso es posible que no la juegue porque tenga un compromiso ineludible bastante m¨¢s importante.
Esta vez no solo fue AJ Green. El quarterback de los Bengals conect¨® pases estratosf¨¦ricos con Sanu, Eifert, Tate y hasta Burkhead. Y lo mejor no es su precisi¨®n, sino la sensaci¨®n de que se lo estaba pasando como un ni?o en el parque de atracciones. Porque en la NFL hay pocas cosas m¨¢s peligrosas que un quarterback que disfruta haciendo su trabajo. Suele ser la antesala que convierte un ataque en imparable. Y la realidad es que la famosa defensa de Kansas City no sab¨ªa ni por d¨®nde le estaba entrando un tornado imaginativo, variado, confiado... Y todo sin olvidar la pareja letal que forman Hill y Bernard desde el backfield. Entre los tres sumaron cuatro touchdowns (tres de ellos de Hill). Ambos se complementan perfectamente y multiplican las posibilidades de esta ofensiva.
A este ritmo los Bengals van a acabar teniendo uno de los ataque m¨¢s explosivos de la NFL. Pero si quieren aspirar de verdad al anillo, su defensa debe crecer al mismo ritmo. No puede fallar tantos placajes, consentir que la carrera rival campe a sus anchas, ni permitir tantas yardas a los receptores despu¨¦s de atrapar el bal¨®n.
36-21 y todos hemos confirmado algo que ya sospech¨¢bamos: cinco touchdowns valen m¨¢s que siete field goals. No, no es tan obvio. De hecho, en Kansas City no han aprendido hasta hoy esa sencilla lecci¨®n matem¨¢tica.