Gruden quiere una West Coast, pero RG3 no sabe moverla
La semana pasada conclu¨ª una serie de art¨ªculos acerca del estilo de juego que los entrenadores que se estrenan con nuevos equipos este a?o van a tratar de implementar. Anunci¨¦ el final y, desde entonces, mi vida ha sido un infierno: hatemail, tuits amenazantes, memes humillantes, peticiones nada amables, escraches a la puerta de casa. Miles, cientos de miles de personas han exigido que se contin¨²e la serie con los dem¨¢s equipos de la NFL y sus actuales entrenadores. Soy hombre de hacer caso a la gente, al pueblo, sobre todo si tienen palos y objetos punzantes, como es el caso, por eso vamos a echar un ojo a como le gustar¨ªa a cada entrenador que jugase su equipo. Empezando por los Redskins, que tienen una afici¨®n calmada y una situaci¨®n de gran estabilidad en el puesto de QB, que siempre ayuda a que no se me tiren tomates por la calle.
Hay una raz¨®n por la que la gran triada del f¨²tbol americano suele llegar a los sitios e irse a la vez; el general manager, el entrenador y el quaterback de un equipo tienen que tener una sinton¨ªa entre ellos que es esencial para el buen funcionamiento de la franquicia. No se trata tanto de que sean "buenos" o "malos" sino de que el ritmo de trabajo y las ideas sean similares. Cuando el grupo se rompe y entra en ¨¦l alguien ajeno lo normal es que el experimento no funcione.?
Los Washington Redskins despidieron a Mike Shanahan a finales de la temporada 2013. Apost¨® todo su futuro en el intercambio que les elev¨® al n¨²mero 2 del draft en el a?o 2012, y conseguir el objetivo que era Robert Giffin III (RG3). Ten¨ªa a su QB franquicia, y su relaci¨®n con ¨¦l, toremontosa, turbulenta, le llev¨® al paro.
Bruce Allen era el general manager y decidi¨® fichar a Jay Gruden, coordinador ofensivo de los Cincinnati Bengals, con el que hab¨ªa trabajado muchos a?os en Tampa Bay. Pero el primer a?o de Gruden tambi¨¦n fue nefasto y Allen dio un paso atr¨¢s en la franquicia dejando su puesto a Scott McCloughan, un gur¨² del draft que hizo maravillas tanto en San Francisco como en Seattle antes de dejar la liga por su adicci¨®n al alcohol.
?Por qu¨¦ cuento todo esto? Porque en la temporada 2015 la triada de los Redskins, formada por McCloughan, Gruden y Griffin, no tiene nada que ver entre s¨ª. Ha llegado al equipo de forma diferente y en a?os diferentes, siendo contratados por gente diferente. Mal asunto.
Jay Gruden ya comprob¨® lo duro de esa circunstancia el a?o pasado. Aterriz¨® en Washington con la idea de implementar su versi¨®n de la West Coast Offense. Una l¨ªnea ofensiva dominante, pases muy cortos que ayudan al QB en lecturas r¨¢pidas, un juego de carrera que lleve a play-actions abundantes, velocidad y seguridad a partes iguales. Pero su pasador no es esa clase de jugador, y por m¨¢s que intent¨® adaptarse a ¨¦l no lo consigui¨®.
Es m¨¢s, en diciembre, cuando decidi¨® enviarlo al banquillo, lleg¨® a decir que "no se a que clase de ataque os refer¨ªs" cuando los periodistas le preguntaron por que tipo de esquemas ayudar¨ªan a RG3 a jugar mejor. "Hacemos m¨¢s play-actions que nadie, lecturas de zona parecidas a las que hac¨ªa en Baylor... pero, al final, en la NFL hay que dar tres pasos atr¨¢s y pasar el bal¨®n".
Tampoco la West Coast parece la mejor estrategia para sacar partido de jugadores como DeSean Jackson, cuya mayor virtud es jugar en campo profundo y cazar bombas, y Alfred Morris, corredor que brilla con m¨¢s carga de trabajo y con pura carrera de fuerza que como anzuelo para las defensas en los play-action.
Gruden debi¨® desesperarse de verdad, pero toda esa mala experiencia le sirvi¨® para quemar a Griffin en el altar de la opini¨®n p¨²blica y, por lo tanto, traer a los Redskins purificados a esta nueva temporada. Purificados en el sentido de libres de cargas y ataduras, libres de complacer el estilo de RG3 que, ahora s¨ª, o se adapta o se prescindir¨¢ de ¨¦l. Por eso, o al menos as¨ª lo parece, tanto Gruden como Sean McVay, su coordinador ofensivo, van a insistir en la West Coast este a?o, si bien con mayor peso en la carrera y en la simplicidad de conceptos.
En defensa llevar¨¢ las riendas Joe Barry, que llega nuevo al staff t¨¦cnico. Los ¨²ltimos a?os hab¨ªa sido el entrenador de linebackers de los San Diego Chargers. Hereda un grupo que fue decente contra la carrera pero que mereci¨® el suspenso contra el pase.
El esquema b¨¢sico que usar¨¢ es el 3-4. Con especial empe?o en apuntalar el centro sin necesidad de usar jugadores extra, lo que le permitir¨ªa liberar a Ryan Kerrigan, su gran estrella en el pass rush. Al contrario que las 3-4 estandar, que piden a los jugadores de la l¨ªnea controlar dos huecos en cada jugada, Barry les har¨¢ atizar directamente por el hueco asignado, simplificando el proceso. Claro que eso indica que tendr¨¢n que lanzar blitzes de forma bastante habitual. Es algo que parece factible, pues la unidad, como he dicho antes, se muestra firme contra la carrera y, sumado a los fichajes de la agencia libre en esas posiciones, dan que pensar que t¨¢cticamente ser¨¢n una 3-4 muy descargada en las alas, algo de gran ventaja para presionar a los QBs rivales.
Sin embargo, est¨¢ por ver como usa a sus hombres en la secundaria, ya que este esquema en la parte frontal les obliga a jugar en individual en muchas jugadas, y no es que los Redskins tengan talento en esa unidad como para fiarse de que los cornerbacks puedan con los receptores rivales en el uno contra uno sin excesiva ayuda.
Muchas dudas en Washington. Dibujos donde acoplar a jugadores que no tienen f¨¢cil encaje. Ideas de esquemas sencillos de aprender pero dif¨ªciles de ejecutar. y una sensaci¨®n de permanente inestabilidad porque cada poco todo salta por los aires, al punto de que el general manager, el entrenador y el QB titular, en esencia, no tienen nada que ver los unos con los otros.