Los sobrenombres de los mejores partidos de la historia de la NFL
?Para que no me olvides
ni siquiera un momento
y sigamos unidos los dos
gracias a los recuerdos?
?Para que me olvides (1975)
Lorenzo Santamar¨ªa
Resulta entra?able, por propia, la obsesi¨®n humana por ordenar, clasificar y catalogar: desde las Siete Maravillas de Ant¨ªpatro de Sid¨®n hasta la ¨²ltima edici¨®n de los 50 Mejores Films de la Historia que cada diez a?os actualiza la revista Sight & Sound, pasando por la inabarcable Naturalis Historia de Plinio el Viejo; las listas contenidas en el Makura no S¨shi de la japonesa Sei Sh¨nagon o el Atlas mnemot¨¦cnico de Aby Warburg, en todas ellas concurre el af¨¢n por plantear una visi¨®n subjetiva de un determinado campo de conocimiento, previamente acotado racionalmente. En cualquier caso, anhelo con inocultables ribetes glazomaniacos, si partimos de la imposibilidad cierta de clasificar el universo a trav¨¦s de la mera elaboraci¨®n de una lista.
Como no pod¨ªa ser de otra manera, el mundo del deporte no ha sido ajeno a esta ofuscaci¨®n por la catalogaci¨®n l¨®gica, siendo interminables las clasificaciones practicadas ya fuere sobre los deportistas mejor pagados; los que acumulan mayor n¨²mero de preseas ol¨ªmpicas; los m¨¢s longevos y los m¨¢s precoces en alcanzar un ¨¦xito; las mejores jugadas; los mejores partidos; los m¨¢s altos, los m¨¢s pesados, los m¨¢s r¨¢pidos¡y un largo etc¨¦tera de haza?as similares. Ahora bien, a la hora de glosar categor¨ªas a¨²n hay clases. Si a un aficionado espa?ol al deporte le piden que recuerde un pu?ado de momentos estelares que han quedado grabados en su retina, muy bien podr¨ªa contestar el 12 a 1 a Malta; la inacabable y penumbrosa final de Wimbledon entre Rafa Nadal y Roger Federer; la performance extraterrestre de Indurain en aquella crono de Luxemburgo o los gloriosos doscientos finales de Cacho en Barcelona 92¡pero si se fijan, todos estos hitos deportivos y centenares m¨¢s que podr¨ªan citarse, los recordamos bien por su tanteo espectacular, bien por el nombre del deportista o, entre otros, por el lugar donde se produjo. No hay una singularizaci¨®n del recuerdo. Pues bien, en este particular, los norteamericanos y sus deportes profesionales, est¨¢n a otro nivel a la hora de identificar momentos gloriosos de sus deportes. Y desde luego, el football se lleva la palma ¨Cen dura disputa con el baseball, desde luego-. Ahora mismo, como aficionado que soy al soccer, podr¨ªa elaborar una lista de los diez m¨¢s grandes partidos de mi equipo sin ning¨²n problema; pero siempre y en todo caso, la relaci¨®n comenzar¨ªa con: ¡°aquellos cuartos de final; aquel d¨ªa que marc¨® en el descuento fulano; la noche que salt¨® un loco al campo¡¡±. Por el contrario, si me preguntan por mis diez mejores partidos de la NFL, contestar¨¦ sin pensarlo The Greatest Game Ever Played, The Comeback o Red Right 88¡el agrado de los norteamericanos por el empleo del nickname, unido al cuidado casi obsesivo por los detalles, por el respeto a las tradiciones, por el permanente recuerdo y honra a sus grandes nombres, por la salvaguarda de las esencias del juego, permite la elaboraci¨®n de una muy subjetiva lista de diez nicknames, cada uno de ellos descriptivo de los que fue uno de los mejores diez partidos de la historia de la NFL. De esta manera, a la grandiosidad del partido, se le a?ade la individualizaci¨®n adjetiva merced a un apelativo que lo singulariza. The Catch¡joder, no hay m¨¢s que hablar.
Muchos de estos ic¨®nicos encuentros o, mejor dicho, sus desenlaces fueron verdaderamente milagrosos, de ah¨ª parte de su mitolog¨ªa.
Por tanto, y de manera regresiva, el d¨¦cimo mejor partido tiene el sugerente nombre de The Music City Miracle.

El Adelphia Coliseum de Nashville acoge la soleada ma?ana del d¨ªa 8 de enero de 2000 el partido de wild card entre los anfitriones, los reci¨¦n nacidos Titans que tan lejos llegar¨ªan esa temporada y unos Bills que apuraban el c¨¢liz de una d¨¦cada tan gloriosa como frustrante. El marcador, a 16 segundos del final, refleja un 15-16 a favor de los de Buffalo, tras el ultimo field goal transformado por Steve Christie, quien ser¨ªa tambi¨¦n el encargado de patear el bal¨®n segundos despu¨¦s, recibiendo el ¨®valo el fenomenal fullback Lorenzo Neal quien en vez de correr, entreg¨® la pelota al tight end Frank Wycheck, quien lanz¨® el bal¨®n lateralmente al wide Kevin Dyson en una jugada dise?ada por el coordinador de equipos especiales Alan Lowry ¨Ca su hom¨®nimo de los Bills, DeHaven, la jugada le cost¨® el puesto tras trece temporadas en el cargo- recorriendo sobre la banda las 75 yardas que le separaban de la end zone, anotando y ganando un partido no exento de pol¨¦mica, pues Wide Phillips, el head coach de Bills, aleg¨® de manera vehemente la ilegalidad del pase, al considerarlo retrasado.

Siete a?os antes, los mismos equipos ¨C los Titans en su pre-encarnaci¨®n de Oilers de Houston- se ve¨ªan las caras el 3 de enero de 1993, esta vez en el Rich Stadium de Buffalo, para dirimir el wild card correspondiente a los playoffs de la temporada de 1992. Las previsiones no eran en absoluto halag¨¹e?as para unos diezmados Bills, quienes tras haber perdido a Kelly precisamente en el ¨²ltimo partido de la fase regular que jugaron en Houston, en los primeros compases del encuentro perd¨ªan ahora al letal Thurman Thomas contusionado en la cadera. El marcador al final de la primera mitad era elocuente: 28 a 3 para los Petroleros, con un Warren Monn on fire, completando 19 de 22 pases para 220 yardas y 4 touchdowns y una posesi¨®n del Duke de 21:12 minutos. La segunda mitad anuncia una verdadera carnicer¨ªa cuando apenas transcurridos 1:41 minutos del tercer cuarto, el back Bubba McDowell intercepta y anota tras recorrer 58 yardas: Houston 35, Buffalo 3. Treinta y dos puntos de ventaja y menos de 30 minutos de juego¡se estaba gestando The Comeback. Ahora bien,la mayor remontada de la historia de la NFL no puede comprenderse si no se analizan peque?os detalles que a la postre fueron absolutamente trascendentales para esta impensable cabalgada. El primero de ellos, sin duda, la lesi¨®n del gran Kelly y su sustituci¨®n por Frank Reich ¨C actual coordinador ofensivo en San Diego-. Pues bien, el bueno de Reich, durante su estancia con los Terrapins de Maryland, protagoniz¨® el 10 de noviembre de 1984, en el Orange Bowl y frente a los Hurricanes de Miami¡s¨ª, han acertado, ?la mayor remontada de la historia de la NCAA! Un segundo factor que coadyuv¨® a los Bills a tama?a haza?a fue sin duda las singularidades que dispensa jugar en la tundra del norte de Nueva York: el fuerte viento desplaz¨® el bal¨®n que deb¨ªa patear Del Greco, resultando un pateo cort¨ªsimo que permiti¨® a Reich iniciar el ataque en la 40 de Houston y anotar un touchdown en ese mismo drive. A partir de se momento, y tras un afortunado offside kick recuperado por Bills, la lujuria anotadora del conjunto de Levy se desat¨®, apunt¨¢ndose 28 tantos en ese tercer cuarto y coloc¨¢ndose a cuatro de unos Oilers incapaces de reaccionar. El sorpasso se produce en el ¨²ltimo cuarto, cuando Reed anota otro touchdown a pase de Reich que coloca a los neoyorquinos 38 a 35, pero que sin embargo no ser¨ªa suficiente puesto que casi al final del encuentro, Del Greco empatar¨ªa con un certero field goal. 38-38. Over time. El resto ya es parte de la historia. En una vitrina del Sal¨®n de la fama de Canton, hay una zapatilla Nike multitaco negra firmada por un tal Steve Christie, y una fecha: 1/3/1993. Su field goal de 32 yardas cerr¨® la m¨¢s gloriosa remontada de la historia y tambi¨¦n las carreras de Jim Eddy y Pat Thomas, coordinador defensivo y entrenador de backs de Oilers, respectivamente, quienes fueron despedidos al d¨ªa siguiente.

Y ya que estamos con fen¨®menos paranormales, analicemos ahora otro portento inexplicable: el Monday Night Miracle o el milagroso lunes 23 de octubre en el Giants Stadium - que finalmente fue tambi¨¦n martes 24- en el que Vinny Testaverde condujo a sus Jets en una de las m¨¢s incre¨ªbles remontadas que se recuerdan, cuando empezaron el ¨²ltimo cuarto con un resultado adverso de 7 a 30, anotando 23 puntos de manera consecutiva incluyendo el abracadabrante touchdown de Jimbo Elliot¡el tackle ofensivo. Ya en la pr¨®rroga, siendo las 1.08 horas del martes, John Hall pate¨® el field goal que les dio el triunfo frente a unos epatados Dolphins, que a¨²n no pueden creer los que les pas¨® aquella desgraciada noche de octubre de 2000.
No abandonamos a los Jets, aunque s¨ª retrocedemos hasta 1969. Los que sosten¨ªan que el nivel de la AFL era inferior al de la NFL, vieron ratificados sus prejuicios las dos primeras temporadas unificadas, pues los Packers se alzaban el 15 de enero de 1967, en el Memorial Coliseum de Los Angeles, con la primera Super Bowl al derrotar a los Chiefs por un contundente 35 a 10, que se hab¨ªan hecho acreedores de representar a la AFL derrotando a los Buffalo Bills quince d¨ªas antes. La temporada siguiente, los queseros de Green Bay revalidaban el t¨ªtulo, esta vez frente a los Raiders, reafirm¨¢ndose as¨ª el dominio de los conjuntos de la NFL sobre los de la AFL. En 1969, los neoyorquinos de Queens se hab¨ªan ganado el derecho de representar a la AFL en la III Super Bowl a celebrar el 12 de enero de 1969 en el Miami Orange Bowl de Florida, donde les esperaban los campeones de la NFL, que ese a?o hab¨ªan sido unos todopoderosos Colts que se presentaban en la final con un tremendo balance de 13-1 y que hab¨ªan pulverizado a los Browns en la final de la NFL por 34 a 0. La pr¨¢ctica totalidad de la opini¨®n p¨²blica y publicada consideraba que esta tercera edici¨®n de la Super Bowl volver¨ªa a ser un paseo militar para el conjunto de la NFL. D¨ªas antes del partido, en una cena organizada en el Touchdown Club del Miami Springs Villa, harto de las reiteradas faltas de respeto y muestras de desprecio hacia los Jets pronunciadas en el evento al que asist¨ªa como invitado, Joe Namath, el inclasificable quarterback de los Jets, se levant¨® y tras chocar su vaso de Crown con una cucharilla, pidi¨® un momento de atenci¨®n para pronunciar el sintagma legendario que ha quedado inscrito en letras de oro en la historia de los Super Bowls y del football:
'Wait a minute, let's hold on. You Baltimore guys have been talking all week, but I've got news for you, buddy. We're gonna win the game. I guarantee it.¡±
Hab¨ªa nacido la leyenda de The Guarantee. Estaba tan seguro de lo que dijo, que el resto de semana previa al partido se lo pas¨® tomando el sol en la piscina convenientemente hidratado a base de combinados de vodka. El viejo zorro Ewbank, coloc¨® como se?uelo a un lesionado Don Maynard para fijar a la secundaria de Colts, lo que permiti¨® a Namath combinar pases cortos y medios con jugadas de carrera, controlando en todo momento el reloj y evitando intercepciones, jugando un football conservador ¨Cuna sola anotaci¨®n de TD- que, junto con algunas jugadas afortunadas y un buen trabajo defensivo, les vali¨® para ganar no solo el primer Super Bowl, ya con ese apelativo, sino lograr una de las m¨¢s ic¨®nicas victorias en la historia del deporte profesional norteamericano, tanto por su repercusi¨®n puramente competitiva, no en vano los ?muertosdehambre? de la AFL se hac¨ªan con el anillo por vez primera, como por su impacto medi¨¢tico: Broadway Joe era m¨¢s importante en ese momento que la Estatua de la Libertad, el King Kong del Empire y las familias Bonanno, Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese juntas¡

Hemos asistido a un milagro en Nashville, a otro en Nueva York¡ cerremos ahora la trilog¨ªa religiosa en Pittsburgh. Los lectores que tengan hijos en edad escolar conocer¨¢n de la dificultad que entra?a explicarles los misterios dogm¨¢ticos tan alambicados como el de la inmaculada concepci¨®n de Mar¨ªa, y su asombrosa inmunidad frente al pecado original. Pues bien, este misterio mariano es un juego de ni?os comparado con la Inmaculate Reception. Situ¨¦monos: 23 de diciembre de 1972, Three Rivers Stadium, AFC divisonal game frente a Oakland y segunda vez en su historia que Steelers alcanzaba los playoffs, sin aun haber ganado un solo partido de posteseason. Los formidables Raiders de Madden ganan 7 a 6 y faltan 22 segundos para acabar el partido; los acereros tienen un 4 y 10 en su propia 40, sin tiempos muertos en la banda de Chuck Noll. Un panorama, vamos. Terry Bradshaw canta ?66 Circle Option?, Ray Mansfield le entrega el cuero y el divino 12, bajo una enorme presi¨®n de lo linemen de la Bah¨ªa, Tony Cline y Horace Jones, suelta el brazo hacia la yarda 35 de Raiders en busca de las manos del halfback John "Frenchy" Fuqua, trayectoria que tambi¨¦n sigue muy de cerca el safety corsario Jack Tatum, que impacta contra Fuqua, saliendo el bal¨®n despedido hacia atr¨¢s varias yardas, con la ley de la gravedad cumpli¨¦ndose ineluctablemente. Cuando parece que el ¨®valo va a tocar el c¨¦sped, convirtiendo ese cuarto down en un pase incompleto y, l¨®gicamente, en un fat¨ªdico y concluyente turnover on downs, un rookie de Penn State agarra la pelota antes, se endereza, y corre, corre, y corre 60 yardas no para anotar un touchdown, no para ganar el primer partido de playoffs de la historia de la franquicia, no para avanzar hacia el primer partido conferencial de su historia¡no, aquella tarde Franco Harris anot¨® para cambiar la historia de los Steelers, la historia de su ciudad, la historia del football y convertir su dorsal 32 en icono de la jugada m¨¢s famosa de todos los tiempos. Y m¨¢s controvertida. La cuesti¨®n es la siguiente, teniendo en cuenta el reglamento aplicable en 1972, que contemplaban que si un jugador de la ofensiva tocaba el bal¨®n, ¨¦l adquir¨ªa la cualidad de ¨²nico jugador elegible, pero si era tocado por un defensa, ello acarreaba la autom¨¢tica elegibilidad del resto de jugadores ofensivos. As¨ª pues, si el bal¨®n no fue tocado en ning¨²n momento por Tatum, la recepci¨®n ulterior de Harris ser¨ªa ilegal; si por el contrario, la pelota hubiese sido tocada por el safety, o por ¨¦ste y Fuqua, con independencia del orden, Harris ser¨ªa receptor elegible y la jugada correcta. Me atrever¨ªa a decir que ¨²nicamente los 26.6 segundos de los 486 fotogramas de la grabaci¨®n que Abraham Zapruder realiz¨® del atentado contra el Presidente Kennedy en Dallas han sido m¨¢s minuciosamente analizados que las im¨¢genes del choque entre Tatum y Fuqua y el bal¨®n repelido. No exagero. En 2004, el profesor em¨¦rito de F¨ªsica de la Carnegie Mellon University, John Fetkovich, tras un exhaustivo an¨¢lisis de las im¨¢genes disponibles lleg¨® a la conclusi¨®n, basada en complicados c¨¢lculos tanto de las trayectorias de carrera de los jugadores como de la del bal¨®n tras el impacto y una vez efectuado una serie de experimentos examinado la reacci¨®n de un bal¨®n tras chocar contra una superficie a unos 60 pies por segundo, velocidad que debi¨® imprimir Bradshaw a su lanzamiento, que el ¨®valo tuvo que rebotar como lo hizo tras impactar con el cuerpo del safety. En otras palabras, si la Inmaculada Concepci¨®n fue confirmada por el papa P¨ªo IX merced a la bula Ineffabilis Deus en 1854, la Inmaculada Recepci¨®n lo ha sido definitivamente por las investigaciones del profesor Fetkovich.

Si el call ?66 Circle Option? fue el pre¨¢mbulo de la gloria para Pittsburgh, un ?Red Right 88? fue el inicio del fin para los inefables Browns de Cleveland quienes, en 1980 y diez a?os despu¨¦s de su ¨²ltimo entorchado divisional, logran por fin el t¨ªtulo de la Central, recibiendo en el playoff a unos Raiders que ven¨ªan de liquidar a Houston en el wild card. La temperatura en Cleveland era de -20? con rachas de viento propias del planeta Hoth y 8 pulgadas de nieve sobre el c¨¦sped. A falta de un minuto para concluir el encuentro, los Browns perd¨ªan por 12-14 pero ten¨ªan el ¨®valo en la yarda 13 de la red zone adversaria. El quarterback Brian Sipe recibe de su head coach, Sam Rutigliano, el c¨®digo de la jugada de pase a ejecutar: ?Red Right 88?, con la advertencia clara de que enviara el bal¨®n directamente al Lago Eire si la l¨ªnea de pase no estaba meridianamente clara. Pues bien, Sipe lanza a su TE Ozzie Newsome, pero antes de que ¨¦ste embolse el cuero, el safety Mike Davis lo intercepta, terminando la temporada para los Browns ante los doblemente petrificados aficionados del Cleveland Municipal Stadium. ?Por qu¨¦ no patearon un field goal desde un primer momento? El kicker Don Cockroft, que hab¨ªa fallado dos anteriormente y hab¨ªa sido bloqueado en un intento de extra point, manifest¨® a?os despu¨¦s que el viento y la ventisca eran de tal magnitud, que est¨¢ seguro que hubiere vuelto a fallar la patada definitiva. Desde entonces, hacer un Red Right 88 es hacer la gran cagada¡hasta que lleg¨® Pete Carroll.?

Y es que suya es la responsabilidad del dram¨¢tico colof¨®n a una de las mejores finales de todos lo tiempos y que, sin embargo, siempre ser¨¢ ya recordada como The Worst Call of the History of Super Bowls. La des¨¦rtica Glendale acog¨ªa en 2015 la XLIX edici¨®n del Super Bowl, en la que defend¨ªan t¨ªtulo los Seahawks frente a unos Pats que, desde el inicio, impusieron el paso de baile dictado por Brady, alternando pase y carrera y ejecutando terceros downs casi de memoria. No obstante, ese dominio no solo no se traduc¨ªa en puntaje, sino que el bello Tom era incluso interceptado por la Legion of Boom. Con un Russell in¨¦dito y el interruptor del Beast Mode apagado, los Patriots anotan en el segundo cuarto, y cuando mejor est¨¢n jugando los de Boston, un antiguo vendedor de zapatillas en Footlocker atrapa un bal¨®n que permite avanzar a Seattle pr¨¢cticamente hasta la red zone, donde Lynch empata el partido dos jugadas despu¨¦s. Gronko adelanta a los Patriotas y cuando ya casi caminaban al t¨²nel de vestuarios, el rey de las zapatillas empata de nuevo. Tras un halftime show no apto para mayores de 8 a?os, el tobog¨¢n del Super Bowl alcanza su cl¨ªmax cuando se adelantan los de Carroll y casi inmediatamente interceptan de nuevo al Sr. de Bundchen, anotando otro TD en lo que parece que ser¨¢ un definitivo 24-14 a falta de poco m¨¢s de un cuarto. Pero el reverso tenebroso es muy poderoso en la banda de Darth Belichick, y sus padawanes Amendola y Edelman voltean ¨Cuna vez m¨¢s- la final y colocan a New England 28-24 a falta de 2.06. Con 1.10 en el electr¨®nico, Kearse, emulando al m¨ªtico Massimiliano Truzzi, el mejor malabarista de todos los tiempos, consigue una posesi¨®n inconcebible que coloca a Seattle en la yarda 5. Estamos a 1.10. En la siguiente jugada, Lynch avanza 4 yardas y el referee coloca el cuero a pulgadas de la end zone patriota, con 26 segundos en juego. Mi amigo Ricardo, el bostoniano de Chamart¨ªn, se sienta en el alfeizar de su ventana con inequ¨ªvocas intenciones, mientras que nuestro admirado Moi Molina es capaz de embridar su pasi¨®n verdiazul a la vez que narra para Canal Plus a 220 pulsaciones por minuto ¡cuando escribo estas l¨ªneas, en la tele faltan 1.5 segundos para acabar el cuarto partido de playoffs entre Bulls y Cavs, que empatan a 84¡?alguien duda de quien se ha jugado el tiro? Nadie, por supuesto. King James, desde la esquina, con un t¨ªo encima, ha tirado y la ha clavado. Bien, el pasado 1 de febrero de 2015, el ¨²nico ser vivo que no pens¨® en Marshall Lynch para recorrer el pu?ado de pulgadas que separaban a Seattle de su segundo Lombardi consecutivo fue Pete Carroll.

Ahora bien, hay vida inteligente fuera de Cleveland y de la cabeza de Carroll. Y si no pregunten a Bart Starr. Tras ganar la temporada anterior el Primer AFL-NFL World Championship Game (AFL-NFL WCHG) frente a Kansas City, los Packers de Lombardi presentan de nuevo su candidatura a representar a la NFL en el Segundo AFL-NFL WCHG, recibiendo el 31 de diciembre de 1967 en Lambeu Field a unos Cowboys dirigidos por el que fuese compa?ero de banquillo de Lombardi en Nueva York, Tom Landry, que ven¨ªan de ganar la Capitol Division con un balance de 9¨C5, y de eliminar los Cleveland Browns con un inconmensurable Don Meredith. La expectaci¨®n ante el encuentro era formidable teniendo en cuenta adem¨¢s, que constitu¨ªa una revancha en toda regla, toda vez que el anterior NFL Champsionship Game lo hab¨ªan disputado los mismos equipos, aquella vez en el Cotton Bowl de Dallas y con victoria de los Packers por 34-27.
Los paralelismos eran pues evidentes. Salvo uno. Un a?o antes, Dallas acogi¨® la final con una temperatura de 6?, mientras que las predicciones anunciaban -15? a orillas del Lago Michigan para el 31 de diciembre. Pete Rozelle, consult¨® el d¨ªa anterior a los directores ejecutivos de la NFL Jim Kensil y Don Weiss acerca de la posibilidad de suspender la final, pero sus asesores le transmitieron la viabilidad del partido teniendo en cuenta los ¨²ltimos informes meteorol¨®gicos. Lo cierto es que la ma?ana del domingo, cuando el safety Willie Wood intent¨® arrancar su coche, se dio cuenta que el fr¨ªo de ese d¨ªa no era normal ni para Green Bay, y as¨ª se lo coment¨® al empleado de la gasolinera m¨¢s cercana que acudi¨® para intentar arrancarlo "It's just too cold to play. They're going to call this game off¡±; su compa?ero, el linebacker Dave Robinson tuvo que pedir a un motorista que le trasladase al estadio, ante la nula respuesta de la bater¨ªa de su autom¨®vil.
Pero para que Rozelle suspendiera un partido deber¨ªan asesinar al Presidente¡?ah no! tampoco. Finalmente, a la hora del encuentro, la temperatura del aire era de -29?, con una sensaci¨®n t¨¦rmica de -44?. La Ice Bowl estaba a punto de comenzar y con ella, el partido m¨¢s fr¨ªo de la historia de la NFL.
A las condiciones ambientales hab¨ªa que a?ad¨ªrsele que el sistema de calefacci¨®n que el Lambeau Field dispon¨ªa bajo el c¨¦sped, ese d¨ªa casualmente no funcionaba correctamente y adem¨¢s, las lonas que los operarios hab¨ªan dispuesto sobre la hierba crearon una densa humedad debajo que, al quitarla, el contacto con el aire siberiano gener¨® una capa de permafrost que dificultaba a¨²n m¨¢s la estabilidad de los jugadores.
Algunos datos para intentar hacerse una idea de aquel Stalingrado winsconsiano: en primer lugar, la banda de m¨²sica de la Universidad de Wisconsin¨CLa Cross, encargada de interpretar el himno y la animaci¨®n durante el descanso, tuvo finalmente que desistir toda vez que los instrumentos de viento madera se congelaron y las boquillas de los metales laceraron los labios de los int¨¦rpretes, siete de los cuales tuvieron que ser trasladados a hospitales de la zona con cuadros de hipotermia severa. En segundo t¨¦rmino, los ¨¢rbitros tuvieron que adquirir ropa de abrigo suplementaria en tiendas de deportes locales ante la falta de equipaci¨®n suficiente para soportar los sesenta minutos de hibernaci¨®n. Digo m¨¢s, cuando Norm Schachter, el referee principal pit¨® el kick off, al intentar quitarse el silbato de los labios, estos comenzaron a sangrar, debiendo gritar a viva voz las jugadas e interrupciones por imposibilidad material de emplear los silbatos met¨¢licos. Y a¨²n no he acabado: Frank Gifford, que se encontraba resguardado en la cabina de transmisi¨®n de la CBS, en un momento dado dijo en directo que se marchaba a tomar un caf¨¦ caliente¡
A pesar de todo, y con una sensaci¨®n t¨¦rmica de -57?, los Packers est¨¢n en posesi¨®n del bal¨®n a falta de 4:50 del ¨²ltimo cuarto, con un marcador de 14-17 a favor de Dallas. Bart Starr dirige un drive magistral que lleva al equipo a la yarda 1 a falta de 16 segundos, a pesar de que el piso del Lambeau es ya una pista de hielo. Estamos por tanto en tercera y dos pies. En otras palabras, a un TD de ganar el partido, el Ed Thorpe Memorial Trophy y el pasaje para viajar a Miami. Starr pide tiempo muerto y le pregunta a su guard derecho si puede garantizarle suficiente tracci¨®n para un bloqueo sobre la end zone, a lo que Jerry Kramer le contesta con un inequ¨ªvoco: YES, I CAN. Por la mente de Landry solo pasa la posibilidad de una jugada de pase, toda vez que en caso de que fuese incompleto se parar¨ªa el reloj y aun les quedar¨ªa a Packers un cuarto down para, bien empatar merced a un field goal o intentar ganar con un TD. No es menos cierto que el juego de pase de Starr fue un calvario durante todo el encuentro ¨Cocho sacks- al adolecer de una l¨ªnea con garant¨ªas debido al penoso estado del firme.
Starr grit¨® a sus compa?eros: ??Brown right 31 Wedge!?, recibi¨® el snap y aprovechando la grieta percutida por Kramer y Bowman se lanz¨® sin soluci¨®n de continuidad sobre la end zone de Dallas logrando el TD m¨¢s g¨¦lido de la historia. Vamos, como en Glendale.

Esa hist¨®rica final de la NFL en Lambeu Field no fue cosa de broma. Ray Nitschke sufri¨® congelaciones en los pies, as¨ª como Starr en las manos. De la misma manera que los Boys George Andrie, Willie Townes, y Dick Daniels, pero encima, ¨¦stos palmando. La grandiosidad del esfuerzo y la ¨¦pica desatada en condiciones propias de la Tierra de la Reina Maud, puede condensarse en las palabras del QB tejano, Don Meredith al final del partido: ¡°I felt the Cowboys did not really lose the game because the effort expended was its own reward¡±. Quince d¨ªas despu¨¦s del Ice Bowl, los Packers jugaron y ganaron el Super Bowl en Miami, con una temperatura media de 16?, y gente bronceada en las terrazas de Ocean Drive bebiendo Pisco Sour. Los equipos buenos de verdad, ganan en cualquier condici¨®n y circunstancia.
El segundo mejor partido de la historia tiene tambi¨¦n como protagonistas a los Boys, y de nuevo para quedar apeados de la Super Bowl. El 10 de enero de 1982 Candlestick Park bulle para ver en acci¨®n a su brutal West Coast Offense ante la bizarra defensa tejana liderada por Randy The Manster White y el inacabable Ed Jones.

El escenario en la Bah¨ªa es complicado pero no desesperado a falta de 4:54 para el final: bal¨®n en la yarda 11 de san Francisco y dos tiempos muertos m¨¢s el TMW en la manga de Bill Walsh. Adem¨¢s los 49ers cuentan con un factor insoslayable: Joe Montana, a quien solo Elway y Brady superan en drives ganadores durante los playoffs. Y los pron¨®sticos se cumplen: a falta de 58 segundos, The Comeback Kid ha colocado las cadenas en la yarda 6 de Dallas, despu¨¦s de trece jugadas y seis primeros downs que les han permitido recorrer 83 yardas en 3 minutos y 56 segundos. S¨®lo hay un peque?o problema a esta envidiable situaci¨®n de campo, y es que est¨¢n en tercer down y el pass rush de Dallas se presume imparable. La ?Red Right Tight-Sprint Right Option?, deber¨ªa traducirse en un pase al wide receiver Freddie Solomon, quien sin embargo sufre una cobertura infranqueable al tiempo que la jaur¨ªa compuesta por Ed "Too Tall" Jones, Larry Bethea y D. D. Lewis colapsa la l¨ªnea y se lanzan en pos de un Montana que se desplaza dram¨¢ticamente hacia la sideline perdiendo ¨¢ngulo, l¨ªnea de pase y visi¨®n, pues el cielo se empieza a ensombrecer con la presencia de los amenazadores 2.06 de Jones. Cuando el sack se palpa en los paralizados espectadores del Candlestick Park, un amago de Montana, un delicado drop back y el tiempo se par¨®. Pero no el bal¨®n lanzado hacia el fondo de la end zone donde no las manos, ni los dedos, sino las u?as de Dwight Clark lo agarra. The Catch. Por cierto, ese partido determin¨® que un ni?o de cuatro a?os de San Mateo, una localidad entre Palo Alto y San Francisco, decidiera ser quarterback esa misma tarde.
Vamos terminando. En los ¨²ltimos casi sesenta a?os, hay un partido que se ha venido conociendo como The Greatest Game Ever Played. No ser¨¦ yo quien se atreva a contradecirlo, as¨ª que, el mejor partido de la historia fue el NFL Championship Game que el 28 de diciembre de 1958 enfrent¨® a los Baltimore Colts y los New York Giants en el Yankee Stadium. Estoy seguro que debe haber una docena de partidos de football mejores que ¨¦ste, pero el significado de este encuentro en la historia de la NFL no tiene sin embargo parang¨®n. Y es que por vez primera la NBC retransmit¨ªa a nivel nacional una final, lo que supuso que 45 millones de televidentes - teniendo en cuenta que la se?al estaba bloqueada para el ¨¢rea de NYC- descubrieran un fen¨®meno televisivo absolutamente maravilloso y adictivo. Desde ese d¨ªa, el football adquiere una dimensi¨®n completamente distinta a la que hasta ahora ten¨ªa, dimensi¨®n que adquirir¨¢ un grado superlativo en 1960 con la creaci¨®n de la AFL y la brutal competencia entre cadenas televisivas para emitir el football. La apoteosis de aquella primera final emitida lleg¨® una vez iniciada la pr¨®rroga, cuando estando los Colts en la yarda 8 adversaria, un espectador salt¨® al campo, interrumpi¨¦ndose el juego hasta que aquel fuera desalojado. La leyenda cuenta que ese espont¨¢neo era en realidad un empleado de la NBC que no dudo en interrumpir el partido hasta que se solucionara un problema de conexi¨®n que imped¨ªa emitir el final del encuentro.

Todo en aquel encuentro favoreci¨® su monumentalidad: el viejo templo del Bronx como escenario; uno de los dos ¨²nicos NFL Championship con overtime; la eclosi¨®n de Unitas como precursor de los clutch players, con un ¨²ltimo drive sencillamente magistral; record de recepciones en un partido final a cargo de Raymond Berry (12), solo superado en 2014 por las trece ¨Cinfructuosas- de Thomas; Lombardi y Landry como coordinadores ofensivo y defensivo en el staff de Lee Howell o el impresionante numero de diecisiete Hall of Famers que de alguna manera intervinieron en aquel partido como jugadores, t¨¦cnicos, ejecutivos o propietarios.
As¨ª pues, no diga Al¨ª-Frazier, no recuerde aquel partido de 1951 entre los Dodgers y los Giants en el Polo Grounds, no llore de emoci¨®n con la victoria de los imberbes americanos del hockey hielo ante el todopoderoso Red Army en Lake Placid, no reproduzca en el sal¨®n de su casa la suspensi¨®n de Michael Jordan en las finales de la NBA de 1998 ante Byron Russell¡diga simplemente Thrilla in Manila, The Shot Heard ¡®Round the World, Miracle on Ice o The Shot ¡I love nicknames, so be it!