Los Rooney - Mara: gambling, football and blood
She has one record that may never be broken. She has more Super Bowl rings than any other person on the planet. She¡¯s got all the Steeler ones (6) and all the Giant ones (3),¡±
John Mara, CEO de los Giants, en referencia a su cu?ada Katheleen Mara Rooney.
ADVERTENCIA SPOILERS. El 5 de noviembre de 2013, Zoe Barnes, la periodista y amante eventual del congresista Francis Underwood, desesperada ante la acumulaci¨®n de indicios delictivos en la figura del pol¨ªtico dem¨®crata, concierta una cita con ¨¦l en la estaci¨®n de metro de Catedral Heights de Washington D.C., cita que a la postre ser¨¢ fat¨ªdica para la joven periodista al verse arrojada a las v¨ªas por el avieso Underwood, que no se para en barras ante cualquier obst¨¢culo que pudiera amenazar su ambiciosa carrera pol¨ªtica. Un par de a?os antes, Lisbeth Salander, le dejaba al abogado y abusador Nils Bjurman un indeleble recuerdo en su barriga, tatu¨¢ndole ¡°soy un cerdo violador¡±, despu¨¦s de aplicarle una severa sesi¨®n de bondage. Estas dos c¨¦lebres secuencias de la televisi¨®n y el cine, y la Irlanda hambrienta y depauperada de la mitad del siglo XIX, median m¨¢s de ciento cincuenta a?os y la historia de dos apellidos absolutamente ic¨®nicos para el desarrollo del football en los Estados Unidos, dos apellidos que, precisamente, convergen en las dos actrices que abr¨ªan esta pieza: Kate y Patricia Mara Rooney. Los Mara de Nueva York y los Rooney de Pittsburgh. Los Giants y los Steelers. Los Borbones y los Habsburgos de la NFL.
De la peque?a localidad irlandesa deNewry, a 55 kil¨®metros de Belfast, zarparon en 1842 hacia Canad¨¢ los j¨®venes James y Mary Rooney huyendo de la Gran Hambruna de la Patata que asolaba la isla verde. Instalados en Montreal, all¨ª naci¨® su hijo Arthur, con quien retornaron a Gran Breta?a, concretamente a Ebbw Vale, Gales, donde florec¨ªa la industria metal¨²rgica por aquel entonces. El joven Arthur contrajo all¨ª matrimonio con la tambi¨¦n irlandesa y cat¨®lica Catherine Regan, naciendo de esa uni¨®n el peque?o Dan. Los tres emigran de nuevo Montreal y despu¨¦s a Pittsburgh en 1884, donde se instalaron definitivamente.
Un a?os despu¨¦s y 400 millas al este, el por entonces menesteroso Lower East Side de la ciudad de Nueva York, era el lugar donde resid¨ªan Elizabeth Harris y el polic¨ªa irland¨¦s ¨Cperd¨®n por el pleonasmo- John Mara, y en el que en 1887 nacer¨ªa Timothy, el fundador de la estirpe de los Mara en aquella ciudad.
Pero volvamos a Pensilvania. All¨ª, Dan Rooney, el segundo de los nueve hijos de Art y Kate, abri¨® un saloon en la localidad minera de Coulter, en pleno Monongahela Valley, donde conoci¨® a quien ser¨ªa su esposa, Margaret Murray, la hija de un minero del propio Coulter. De esa relaci¨®n naci¨® en 1901 nuestro Arthur Joseph Rooney, quien junto con sus padres, se mudar¨ªa a un edificio en la esquina de Corey Street y General Robinson Street en Pittsburgh. En ese inmueble, los Rooney regentaban un caf¨¦, siendo la planta superior la vivienda familiar.
En ese primer a?o del nuevo siglo XX, mientras ve¨ªa la luz el joven Rooney, Tim Mara, con tan s¨®lo 13 a?os deb¨ªa abandonar la escuela y ponerse a trabajar dada la precaria situaci¨®n econ¨®mica de su familia. Su primer empleo fue de acomodador en un teatro, pasando despu¨¦s a repartir peri¨®dicos por las calles, lo que le permiti¨® entrar en contacto con los abundantes corredores de apuestas de la ciudad ¨Cbookies- , muchos de los cuales le contrataban como ayudante, report¨¢ndole un cinco por ciento de cada apuesta conseguida. Con 18 a?os, Mara era ya un corredor de apuestas con licencia e independiente.
Los padres de Art quer¨ªan sin embargo algo mejor para su hijo que la sacrificada vida que su familia hab¨ªa soportado desde la paup¨¦rrima Irlanda del siglo anterior. De manera que Art estudia en la St. Peter's Catholic School de Pittsburgh, en la Duquesne University Prep School y en la Indiana Normal School, completando sus formaci¨®n en la Georgetown University, revel¨¢ndose como un verdadero talento atl¨¦tico, especialmente en lo referente al boxeo, en donde gan¨® el cintur¨®n de la categor¨ªa welter de la Amateur Athletic Union (AAU) en 1918, participando en la selecci¨®n previa para el equipo Ol¨ªmpico de 1920. Asimismo destac¨® sobre el diamante, jugando en las ligas menores con los Michigan Vehicles y los Wheeling Stogies, con quienes en 1925, ejerciendo como jugador entrenador, lider¨® la Middle Atlantic League en juegos, hits, carreras y bases robadas. Y c¨®mo no, fue un estimable halfback con los semi-pross Pittsburgh Hope Harvey y Majestic Radio, clubes de football creados por ¨¦l siendo apenas un adolescente.
En ese mismo a?o de 1925, la NFL buscaba desesperadamente instalar una franquicia en una gran ciudad en aras de expandir comercialmente el negocio. Para ese fin, Joseph Carr, presidente de la NFL, viaj¨® a Nueva York para ofrecer al promotor de boxeo Billy Gibson la posibilidad de adquirir un equipo para la ciudad. Ante la negativa de Gibson, la oportunidad se le presento al joven Mara, que aun ignorante en materia de football, recibi¨® el asesoramiento y apoyo de su amigo Harry March, antiguo m¨¦dico de los legendarios Bulldogs de Canton. De esta forma, y por el m¨®dico precio de 500 d¨®lares, Mara se hizo con la franquicia. No se complica la vida y ¡°toma prestado¡± el nickname que el equipo hom¨®nimo de baseball utilizaba desde 1888, de manera que as¨ª se granjeaba tambi¨¦n las simpat¨ªas de los aficionados al bate de la Gran Manzana. Los Giants del bate, originariamente eran conocidos como Gothams de Nueva York, pero la leyenda dice que tras una apote¨®sica victoria sobre los Phillies, el legendario entrenador de Gothams, Jim Mutrie, entr¨® en el vestuario entusiasmado y grito a sus jugadores: "My big fellows! My giants!", y desde entonces as¨ª fueron conocidos. En otras palabras, Giants por cojonudos, no por el Empire State Building.
Si la ciudad de los rascacielos era un extraordinario escaparate para la NFL, Pittsburgh era tambi¨¦n objeto de deseo dado el gran arraigo que este deporte ten¨ªa en el valle del Allengheny, as¨ª como por la popularidad de su conjunto universitario, los Pittsburgh Panthers. Tras conseguir sortear en parte las f¨¦rreas disposiciones que proscrib¨ªan en la integrista Pensilvania organizar eventos deportivos los domingos, en mayo de 1933, el emprendor Art logra hacerse con una franquicia de la NFL para su ciudad por la suma de 2.500 d¨®lares. Al principio, los Pittsburgh Professional Football Club, Inc. se bautizaron como Pirates, por el mismo motivo que Tim Mara eligi¨® Giants para la suya.
En esos primeros a?os ni Pittsburgh ni Nueva York eran equipos solventes, aunque por diferentes razones. Los Pirates de Rooney no eran, ni por asomo, la prioridad en sus oficinas del Ford Pitt Hotel. La promoci¨®n de combates pugil¨ªsticos ¨CRooney-McGinley Boxing Club- y las apuestas en las carreras de caballos eran su principal ocupaci¨®n y fuente de ingresos, ingresos que permit¨ªan sobrevivir a unos desastrosos Pirates sobre el emparrillado, una m¨¢quina de perder partidos y dinero. Por lo que respecta a los Giants, aunque en 1927 ganan su primer t¨ªtulo con un apabullante record de 11-1-1, ni el campeonato ni el fichaje del m¨ªtico Jim Thorpe logran llevar aficionados al Polo Grounds, que prefer¨ªan disfrutar con los hits de Babe Ruth y Lou Gehrig o acudir al football universitario. Los ¨¦xitos deportivos de Mara contin¨²an no obstante en la d¨¦cada de los treinta, con el campeonato de 1934 ante los Bears -el c¨¦lebre Sneakers Game-, jugado en un helado Polo Grounds, en el que gan¨® el partido quien mejor estabilidad tuvo sobre el permafrost en que se convirti¨® el c¨¦sped, y que fueron los jugadores neoyorquinos a quienes su entrenador, el gran Steven Owen calz¨® con zapatillas de baloncesto. Cuatro a?os despu¨¦s repetir¨ªan anillo esta vez ante los Packers. Sin perjuicio de los ¨¦xitos deportivos de Mara, los problemas de competencia le asedian durante aquellos a?os. En 1926 se organiza la American Football League (AFL), instal¨¢ndose en Nueva York una franquicia denominada Yankees, en directa competencia con los Giants de la NFL. Una d¨¦cada despu¨¦s, ser¨ªan los Brooklyn Tigers de la II AFL. Y aun entre 1946 y 1949, la reci¨¦n estrenada All-America Football Conference (AAFC), colocar¨ªa otras dos franquicias en el mismo nicho comercial que ocupaba Mara, de nuevo con los Yankees y los ahora rebautizados Brooklyn Dodgers.
Las vidas de Art y Tim se cruzan por vez primera, no a ra¨ªz de sus responsabilidades football¨ªsticas sino, como no pod¨ªa ser de otra forma, por la concurrencia de los intereses h¨ªpicos de Rooney y la reputaci¨®n de Mara como corredor de apuestas. La prohibici¨®n de apuestas en la puritana Pensilvania obligaba a Rooney a viajar por diferentes estados para efectuar sus envites. En uno de esos viajes, el restaurante Moore¡¯s de Nueva York fue testigo de ese encuentro, en el que Rooney ¨Ccon tremendo disgusto de su embarazada esposa- coloc¨® 50.000 d¨®lares al caballo sugerido por Mara. Cuando el neoyorquino regres¨® del hip¨®dromo de Saratoga, la fortuna de Rooney se hab¨ªa multiplicado exponencialmente con la victoria de su caballo. Esa notable suma, adem¨¢s de sellar el inicio de una fruct¨ªfera relaci¨®n y de una gran amistad ¨Cel beb¨¦ que llevaba en su seno ese d¨ªa Katheleen, se llam¨® Tim, en honor del olfato de Mara- sirvi¨® para que Art reforzara su renqueante franquicia con la contrataci¨®n del head coach Joe Bach, una instituci¨®n en Notre Dame, o el fen¨®meno Whizzer White y en mejorar los contratos del resto de jugadores, lo que permiti¨® al equipo alcanzar la segunda plaza de la Eastern Divisi¨®n de 1936, solo por detr¨¢s de los Boston Redskins del gran Lone Star Dietz. Hasta 1942, el equipo se mantiene merced a las ganancias procedentes precisamente de las carreras de caballos, pero los p¨¦simos balances de los ya oficialmente Pittsburgh Steelers y los problemas econ¨®micos derivados de la guerra obligaron al equipo a fusionarse con los Eagles en 1943 (Steagles) y con Cardinals de Chicago (Cards-Pitts) en 1944.
Terminada la guerra, Art asume la presidencia de unos Steelers que, muy a su pesar, eran considerados por entonces la cenicienta deportiva en una ciudad que beb¨ªa los vientos por el outfield Ralph Kiner o el rightfielder Roberto Clemente de los Pirates. Adem¨¢s, tuvo la poca fortuna de coincidir con dinast¨ªas imbatibles del gridiron como fueron los Browns de Otto Graham y Paul Brown o los Packers de Lambeau. Y porqu¨¦ no decirlo, el Chief no era infalible, y jaimitadas como cortar al paisano John Unitas o el inexplicable trade de Dick Butkus, hicieron mucho da?o a la competitividad de la franquicia. Por cierto, un joven Tim Rooney fue quien le escribi¨® a su padre en 1955 una carta de 22 p¨¢ginas, argumentando y rog¨¢ndole que reconsiderara prescindir de Johnny U. Qu¨¦ importante es escuchar a los hijos¡
Mientras, a partir de 1946, Tim Mara comenzar¨¢ a delegar muchas de las funciones en sus hijos. Jack, el mayor, asume la responsabilidad econ¨®mica de la franquicia, mientras que de la parte deportiva se har¨¢ cargo su hermano peque?o Wellington, bautizado as¨ª por su padre en honor del Duque de Wellington, de donde a su vez deriva el nombre con el que se conoce al bal¨®n oficial Wilson, ¡°The Duke¡±, a instancias de otro apellido ilustre de la NFL, George Halas, que propici¨® el acuerdo de provisi¨®n con Wilson Sporting Goods Co. en 1941. En palabras delpropio Wellington, la cosa quedaba as¨ª: ¡°My Brother Jack's president and treasurer, my Pop's chairman of the board, and I'm secretary. Pop and Jack worry about the tickets. Mom and I worry about the team¡±. El relevo generacional en Pittsburgh se demor¨® algo m¨¢s, manifest¨¢ndose a mediados de la d¨¦cada de los sesenta, cuando Dan, el hijo mayor de Art, asume las operaciones diarias del club, siendo trascendental en este sentido su perseverancia en contratar a Chuck Noll como head coach, movimiento que cambi¨® para siempre la tendencia perdedora de la franquicia, para convertirla en lo que es hoy. En 1975 asume ya la presidencia ejecutiva, siendo su hermano Art Jr. el vicepresidente y director de scouting, quien no obstante ser¨ªa sustituido en 1988. Los gemelos Jim y Patrick, se quedaron al cuidado de las inversiones inmobiliarias de la familia y el citado Tim, se hizo responsable del negocio ecuestre en Yonkers, como es l¨®gico dado sus antecedentes prenatales¡
La ant¨¢rtica noche del 30 de diciembre de 1956, el Yankee Stadium del Bronx acoge lo que a la postre ser¨ªa el ultimo entorchado de Tim Mara al frente de los Giants. Un partido en el que los Bears fueron pulverizados 47-7 por el conjunto neoyorquino, que contaba en la banda como coordinadores ofensivo y defensivo respectivamente a unos imberbes Vince Lombardi ¨Ccompa?ero de habitaci¨®n de Wellington en Fordham- y Tom Landry. Tres a?os despu¨¦s, el patriarca fallec¨ªa a los 71 a?os, dejando definitivamente a los mandos a sus hijos Jack y Wellington. El viejo amigo de apuestas y football de Tim, Art Sr., le sobrevivir¨ªa aun casi treinta a?os, falleciendo apenas dos semanas antes del kickoff de la temporada de 1988, en lo que ser¨ªa la peor temporada de los Steelers desde 1969, seguro conmocionados por tan dolorosa p¨¦rdida. Ese a?o portaron un parche conmemorativo.
La relaci¨®n de las dos familias se fue estrechando y consolidando cada vez m¨¢s, siendo especialmente subrayable episodios como el acontecido 1961, cuando los contratos con las televisiones comenzaban a reflejar cifras extraordinarias, sobre todo tras la irrupci¨®n de la atractiva American Football League (AFL) y Art Sr. Rooney y su hijo Dan, lograron convencer a Wellington y Jack Mara de que un contrato nacional de televisi¨®n en el que los equipos se distribuyeran equitativamente los ingresos era lo mejor para los intereses generales de liga, siendo como era esa postura una enorme concesi¨®n por parte de los Mara, no en vano los derechos televisivos de Nueva York ten¨ªan un valor infinitamente superior a los de la mayor¨ªa de las franquicias. S¨ª, s¨ª, ya s¨¦ lo que est¨¢n pensando, hace m¨¢s de cincuenta a?os los norteamericanos solucionaron un problema que nuestros mediocres y cortoplacistas dirigentes futbol¨ªsticos tienen a d¨ªa de hoy sobre la mesa.
Ocho a?os m¨¢s tarde, a ra¨ªz del nuevo escenario competitivo surgido tras el merger, fue Wellington Mara esta vez quien logr¨® convencer a los Rooney y a Art Modell, de los Browns, de que abandonaran la Conferencia Nacional para adscribir sus franquicias a la fusionada Conferencia Americana, la antigua AFL, extremo al que los Steelers se hab¨ªan opuesto una y otra vez en las conversaciones previas. Merced a ese trasvase hoy podemos disfrutar de la AFC North, la mejor y m¨¢s competitiva divisi¨®n de la NFL, custodia del viejo football de defensa y carrera.
En 1976, ya retirado la primera l¨ªnea el patriarca Art Sr. y cumplido su sue?o de ver a los acereros campeonar de manera sucesiva, Wellington Mara apoya la designaci¨®n de Dan Rooney como jefe negociador laboral con el sindicato de jugadores, logrando ambos, junto con el jefe del sindicato de jugadores, Gene Upshaw, superar las diferencias ¨Cque se agudizaron con la huelga de 1982 ¨C y as¨ª alcanzar importantes acuerdos laborales entre las partes.
Las aportaciones y los esfuerzos de estas dos familias en favor de la NFL y del football en general las hizo acreedoras de ingresar en el Hall of Fame de Canton, siendo Art Sr. y su hijo Dan, de un lado, y Tim y su v¨¢stago Wellington de otro, los ¨²nicos padres e hijos poseedores de la prestigiosa chaqueta amarilla.
Los paralelismos de las dos familias se extienden hasta nuestros d¨ªas de manera incre¨ªblemente solapada. El hijo de Dan y nieto del Chief, Art Rooney II, preside los Steelers desde 2003, logrando dos Super Bowls desde entonces; asimismo, John Mara, primog¨¦nito de Wellington y nieto por tanto de Tim, hace lo propio en Nueva York, habiendo logrado otros dos anillos desde 2005 eso s¨ª, en ambos casos, la propiedad ya no es enteramente familiar, diluy¨¦ndose, en lo que respecta a los Steelers, con la participaci¨®n minoritaria del productor de cine Thomas Tull, por lo que se refiere a los Giants, con la familia Tisch, tambi¨¦n relacionada con el mundo del cine, que adquiri¨® en 1991 el 50 por ciento de participaci¨®n del hijo de Jack, Timothy J. Mara.
Precisamente con otro Timothy, pero no Mara, sino Rooney, recuerden, aquel nasciturus que portaba Katheleen Rooney en el restaurante Moore¡¯s de Nueva York el d¨ªa de la gran apuesta h¨ªpica, se principia el cerramiento de este circulo familiar. Como ya dijimos antes, este Rooney se dedic¨® por entero a los negocios ecuestres de la familia, dirigiendo el Empire City Casino en Yonkers Raceway. Pues bien, su hija Katheleen, entre los millones de varones norteamericanos disponibles tuvo que casarse precisamente con el segundo hijo de Wellington, Chris Mara, actual vicepresidente de los Giants y encargado de la evaluaci¨®n de jugadores. Fruto de este enlace, que vino a vincular parentalmente una uni¨®n que ya lo era negocial, afectiva y profesional desde hace m¨¢s de setenta a?os, han nacido cuatro hijos: Daniel, Kate, Patricia y Conor.
Kate es la inolvidable Zoe Barnes de House of Cards y tambi¨¦n la Annie Cantrell de We Are Marshall (2006, McG), film sobre el terrible accidente a¨¦reo que acab¨® con la vida de los integrantes del equipo de football de la Universidad Marshall de West Virginia en 1970, quien suele bromear diciendo: "cuando estoy enfadada con mi madre, animo a los Giants y cuando lo estoy con mi padre, apoyo a los Steelers". Patricia, su hermana peque?a, es como no, la Lisbeth que le vali¨® una nominaci¨®n a los Oscars. Por cierto, Patricia acredita sus interpretaciones como Rooney Mara; no puede haber elegido mejor nombre art¨ªstico, la s¨ªntesis l¨®gica para una familia unida desde hace m¨¢s de siete d¨¦cadas primero por el juego, luego por el football, despu¨¦s por la sangre y ahora por el cine.
Desde el 20 de septiembre de 1933, en que los Giants de Mara vapulearon por vez primera a los Pirates de Rooney en el viejo Forbes Field, estos dos hist¨®ricos linajes se han enfrentado 76 veces con un balance favorable a los de Nueva York de 44-29 y 3 empates. ?Se imaginan una Super Bowl con las dos franquicias en la sala de estar del domicilio de Chris Mara y Katheleen Rooney? Qu¨¦ forma m¨¢s extraordinaria de conmemorar en 2016 el centenario del nacimiento de Wellington que una final¨ªsima Rooney-Mara¡¨¢nimo Big Ben, espabila de una santa vez Eli, hijo m¨ªo. Lo que ha unido el amor y el juego, que no lo separe el football. Amen.