D¨ªa 7: Las risas del Lama

Lo mejor de hacer fotos es ir escuchando. Hoy, en el camino entre Namche Bazar (3440m) y Tengboche (3860m) he podido comprobarlo. Me quedo atr¨¢s y luego adelanto al grupo para hacer otra foto y escucho conversaciones entrecortadas. Es que la sanidad p¨²blica tiene muchas cosas interesantes. Tengo una prima que se parece much¨ªsimo a ti. Lo peor va a ser la noche que pasemos en Lobuche. A m¨ª me gusta mucho m¨¢s el arroz negro. Retazos de conversaciones que voy escuchando y que forman una incomprensible frase. Cuando el camino se pone cuesta arriba el alboroto desciende.

Continuamos entre nubes e intentamos entre todos soplarlas. Cualquier trocito azul en el cielo nos da esperanzas y corremos a avisar al resto, pero de nuevo se cubre r¨¢pidamente. Tendremos que seguir conform¨¢ndonos con mirar lo que tenemos cerca. Que en ocasiones es m¨¢s que suficiente.

As¨ª llegamos a Tengboche donde pasaremos la noche, a escasos cien metros del espectacular monasterio budista que alberga unos 30 monjes y que ardi¨® por completo en 1989. Nos descalzamos para entrar a unos de sus rezos y el Lama nos impone la khata, el pa?uelo blanco sobre el cuello. Hay un silencio incre¨ªble s¨®lo roto por los mantras continuos de los monjes y el ambiente es tan respetuoso que nos mantenemos a un lado. Salimos impresionados por la ceremonia y el Lama se acerca a m¨ª. Me asusto por si he hecho algo mal y me mira los pies. Empieza a re¨ªrse sin parar y no s¨¦ que hacer. Cuando miro para abajo buscando respuestas filos¨®ficas me encuentro con un agujero en mi calcet¨ªn derecho. El Lama no para de re¨ªrse y me da la mano para ayudarle a bajar las escaleras. Un final demasiado terrenal.