Bubba Watson se viste de verde en Augusta por segunda vez

Bubba Watson es un golfista de ¡°emociones¡±. En 2012, cuando se enfund¨® su primera Chaqueta Verde, llor¨® desconsoladamente abrazado a su mujer, Angie; el a?o pasado le pes¨® la preciada prenda (¡°Estaba abrumado, la presi¨®n me pudo¡±, dec¨ªa); y en esta edici¨®n volvi¨® a tomar el control de su juego para ganar la partida a Jordan Spieth, un ni?o de 20 a?os que desafiaba el r¨¦cord de precocidad de vencedor del major en posesi¨®n de Tiger.

Con casi imperceptibles empujones por detr¨¢s de Kuchar y el sueco Blixt, y con dos bogeys en tres hoyos del Pisha Jim¨¦nez, el d¨ªa final del Masters de Augusta se qued¨® pendiente del partido estelar, el que protagonizaban Watson y Spieth. El chaval de Dallas, que debutaba en el Masters, comenzaba fuerte, sin gestos de flaqueza, y embocando un soberbio birdie en el hoyo 4. Parec¨ªa hacer valer las palabras que Watson le dedic¨® en la previa: ¡°Tiene 20 a?os, para ¨¦l la presi¨®n no ser¨¢ ning¨²n problema, sino un aliciente¡±. Y Spieth, que se hab¨ªa prometido ¡°controlar las emociones¡±, lleg¨® hasta -8, sacando tres golpes a su compatriota. A Bubba se le cambiaba el gesto y su juego de pegador y putt, muchas veces err¨¢tico, daba s¨ªntomas de debilidad. As¨ª que parec¨ªa disolverse de nuevo.

Pero Augusta siempre guarda sorpresas... y m¨¢s a los novatos. El hoyo 8 fue un bogey para Spieth, el 9 otro, y cuando eso sucede en el Masters, mal asunto. El ni?o ya no era una piedra, sino que se volv¨ªa a transformar en un adolescente. Y en el hoyo 12, el coraz¨®n de Amen Corner, se fue al agua. Justo despu¨¦s iba Watson, que, viendo el fallo de Jordan, se pas¨® el green para asegurar un par que val¨ªa m¨¢s de una manga de la Chaqueta Verde. Bubba sonre¨ªa al p¨²blico con el que so?¨® de cr¨ªo. ¡°O¨ªa esos rugidos los domingos y siempre quise ser parte de ellos¡±. Lo estaba siendo por segunda vez.

Salidos de Amen Corner, en el hoyo 14 se entr¨® en la fase caliente, la que le gusta al protagonista del d¨ªa, ¡°cuando empiezas a sudar m¨¢s de la cuenta, el momento en que un putt significa mucho m¨¢s¡±. Y Bubba lo gestion¨® de maravilla, apoy¨¢ndose en su espl¨¦ndido juego largo, ideal para Augusta, que se ha convertido en un campo para pegadores de clase. Bubba ahora era una roca, que caminaba inexorablemente a la Chaqueta Verde. Jim¨¦nez remontaba entonces... pero era tarde. Aun as¨ª fue cuarto, el mejor puesto de su vida, que llega a los 50.

Y para acabar el torneo, en el green del 18, Bubba, religioso y amante de Estados Unidos, volvi¨® a llorar junto a Angie y su hijo Caleb. En la Casa Club de Augusta, Adam Scott le volv¨ªa a vestir de verde por segunda vez en tres a?os. Bubba, ese golfista emotivo, de juego err¨¢tico pero genial, volv¨ªa a tener un Masters.

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