Nelson Mandela consigui¨® unir a Sud¨¢frica mediante el rugby

"Gracias, Fran?ois, por lo que has hecho por nuestro pa¨ªs¡±. ¡°No, se?or presidente, gracias a usted por lo que ha hecho por nuestro pa¨ªs¡±. Ese fue el di¨¢logo entre Nelson Mandela y el capit¨¢n de Sud¨¢frica, Fran?ois Pienaar, ambos vestidos con la camiseta springbok, ambos con el n¨²mero seis, cuando el dirigente le entreg¨® al flanker la copa William Webb Ellis del Mundial de rugby de 1995. 60.000 sudafricanos aclamaban a Mandela en el Ellis Park de Johannesburgo, y Pienaar pronunci¨® un discurso de unidad: ¡°Hemos ganado no s¨®lo para los presentes, sino para toda Sud¨¢frica¡±.

El torneo signific¨® el regreso de la selecci¨®n anfitriona a las competiciones oficiales, despu¨¦s de no participar en los campeonatos del mundo de 1987 y 1991 por sanci¨®n debido a su pol¨ªtica de apartheid. Durante muchos a?os, los Springboks se hab¨ªan convertido en un emblema afrikaaner o boer, exclusivo de los blancos, y provocaban el rechazo de la poblaci¨®n negra, que celebraba los puntos y los triunfos de sus rivales. De hecho, s¨®lo un negro, Chester Willi?ams, represent¨® a Sud¨¢frica en ese victorioso Mundial. Aun as¨ª, Nelson Mandela emple¨® a su equipo y al rugby para unir a una naci¨®n dividida, al borde de la guerra civil. En su visita a los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona, en 1992, se percat¨® de la importancia del deporte en la sociedad. Ya como presidente (ejerci¨® de 1994 a 1999), convenci¨® a su gente para que apoyaran a los sudafricanos, independientemente del color de la piel. A Pienaar le inst¨® a que sus chicos realizaran una gira previa al campeonato por las zonas m¨¢s desfavorecidas, para que se concienciaran de la precaria situaci¨®n de casi todas las regiones negras.

John Carlin, columnista de El Pa¨ªs y colaborador de AS, radiografi¨® en El factor humano aquellos acontecimientos. La pel¨ªcula Invictus, de Clint Eastwood, se bas¨® en su libro. Para Carlin, corresponsal en la Sud¨¢frica del apartheid, la imagen de Nelson Mandela, un negro de la etnia xhosa de 1,85 de altura y 88 kilos de peso, con Fran?ois Pienaar, un blanco de 1,91 y 110 kilos, supuso ¡°el acto pol¨ªtico m¨¢s importante¡± que ha presenciado nunca: ¡°Ese momento transform¨® el devenir de Sud¨¢frica. Fue un punto de inflexi¨®n, el instante m¨¢s feliz y de mayor unidad patri¨®tica del pa¨ªs¡±. El neozeland¨¦s Jonah Lomu, derrotado en la final, lo defini¨® de forma parecida: ¡°Perdimos ese trofeo, pero vimos c¨®mo se escrib¨ªa la Historia¡±.

Integraci¨®n. Ese gesto simboliz¨® la capacidad integradora de Mandela, que sufri¨® la opresi¨®n en primera persona: como l¨ªder del Congreso Nacional Africano, le condenaron de por vida en 1962 por sabotaje y conspiraci¨®n. Liberado en 1990, tras m¨¢s de 27 a?os en prisi¨®n (la mayor¨ªa en Robben Island, donde le¨ªa los versos del poema que da t¨ªtulo a la cinta Invictus), trabaj¨® junto al entonces m¨¢ximo mandatario sudafricano, el blanco Frederik de Klerk, para lograr una democracia multirracial. Sus esfuerzos fructificaron y recibieron el Nobel de la Paz conjunto en 1993. El coraz¨®n de Mandela se par¨® a los 95 a?os, descanse con esa merecida paz.