El gato
En aquellos tiempos hab¨ªa un fluido contacto entre los equipos de f¨²tbol y baloncesto; los de f¨²tbol, especialmente los j¨®venes, ven¨ªan a ver los partidos de baloncesto y la mayor¨ªa de nuestros jugadores no se perd¨ªa un partido en el Bernab¨¦u. Especialmente recuerdo a Z¨¢rraga que se llevaba a comer a algunos de nuestros jugadores a las tabernas m¨¢s rec¨®nditas de Madrid.
Los partidos fueron un aut¨¦ntico acto de confraternizaci¨®n y, como siempre, la idea fue de Saporta. El primer partido fue de f¨²tbol y el sistema de puntuaci¨®n, generoso por nuestra parte, se?alaba que cada gol val¨ªa 10 puntos. El resultado fue de 20-0 y Luyk de portero. En el partido de baloncesto, yo, que para algunos soy tan listo, me dej¨¦ enga?ar como un chino por el ladino Miguel Mu?oz porque cuando su mejor jugador, Garc¨ªa Rem¨®n, cometi¨® cinco personales se acerc¨® a m¨ª y me pidi¨®: "Como este partido lo ten¨¦is ganado deja que siga jugando el Gato de Odessa". Yo, ingenuo, acept¨¦ y el gatito nos hinch¨® a puntos y, aunque ganamos (168-49) no pudimos remontar (249-168, en el total). No les cuento la que tuvimos Saporta y yo a cuenta de mi gilopollesca gentileza.