Cr赤tica La Casa del Drag車n 1x02: poniendo a prueba el espejismo Targaryen
Comprobamos que el primer episodio de La Casa del Drag車n no un espejismo y repasamos los mejores momentos de un cap赤tulo 2 con las cartas sobre la mesa.

Salimos tan impresionados del piloto de La Casa del Drag車n (la primera cr赤tica eran todo elogios) que nos ha sorprendido cruzarnos estos d赤as con gente que considera la serie un refrito con una Daenerys de mercadillo y un consejo real de Hacendado. ?Acaso hab赤amos sido v赤ctimas de un espejismo? ?Tanto mono ten赤amos de Juego de Tronos que hab赤amos aceptado cualquier cosa? Equipados con nuestra mejor camiseta de Fellini (de 8?, por supuesto), las gafas de Boyero y el faluche franc谷s de todo fan de la nouvelle vague que se precie, hemos recibido el segundo episodio de La Casa del Drag車n con escepticismo y soberbia# y nos ha conquistado igual.

Es cierto que carece de la sutileza de anta?o. A menudo el guion explica m芍s de lo que muestra, con personajes como Viserys remarcando lo obvio (que el discurso de la heredera Velaryon est芍 preparado, por ejemplo) y otros como Rhaenys soltando un alegato feminista m芍s propio del mundo actual que de Poniente. El galimat赤as de nombres es menor y su conflicto m芍s simple y f芍cil de entender, pero le falta confianza en el espectador.
Tambi谷n es verdad que hay menos personajes, menos saltos entre puntos de vista y m芍s ritmo. Es normal, pues ya no se est芍 adaptando una novela r赤o y Fuego y Sangre es as赤, pero lo de ※m芍s ritmo§ nos recuerda a las temporadas finales de Juego de Tronos, en las que se usaba ese mismo cumplido y luego pas車 lo que pas車. Escalofr赤os. Nos hubiera gustado que se desarrollara con m芍s calma lo de Alicent y Viserys, entre otras cosas, pero es lo que hay.

Ni siquiera Daemon cuenta con la s芍dica inteligencia de los bastardos que le precedieron y parece actuar por impulsos y berrinches. Necesite que alguien le recuerde sus deberes como antagonista y el empuj車n de un mentor (o titiritero, como Corlys) que le explique las oportunidades ante sus ojos. Aunque su corazoncito (por peque?o que sea) y el amor que 谷ste a迆n guarda a su familia (a pesar de todo) quiz芍s sean lo mejor expresado de la serie hasta el momento.
Entender赤amos hasta que se le sacara punta a la peluca blanca y con rastas de Aliexpress que gasta Steve Toussaint, o al intento de replicar con Alicent el caracter赤stico vestido azul que Daenerys, con el mismo corte, pero sin el porte de Emilia Clarke. Pero con todo, por m芍s quejumbrosos y tiquismiquis que nos pongamos, y a迆n exponiendo esas diferencias y problemas latentes que dec赤amos antes, este segundo episodio de La Casa del Drag車n sigue asentando una base maravillosa sobre la que construir. Porque Juego de Tronos tambi谷n hubo de desarrollar y potenciar sus virtudes. Lo m芍s importante lo conserva. Nos referimos a ese magnetismo debido al cual, desde el momento en que arranca a sonar el opening con el tema de Juego de Tronos (excelente decisi車n la de abrazar tus fuentes y no competir donde ibas a perder), se hace imposible quitar los ojos de la pantalla.

El viaje propuesto por la serie es visualmente portentoso y aprovecha la magia cruel y cautivadora del mundo de Martin. Desde los Pelda?os de Piedra, en los que cangrejos vamp赤ricos se comen a marineros vivos, hasta Rocadrag車n, donde Daemon y Rhaenyra son abrazados por la bruma en medio de su particular duelo, cl赤max del episodio. La renacida ermita de San Juan de Gaztelugatxe (en Vizcaya y visitable) se mantiene tan sobrecogedora como siempre. Por no hablar de las escenas de septos y alcobas, o aquellas protagonizadas por Caraxes y Syrax. Lo dicho, como un im芍n.
En sus comienzos, Juego de Tronos hac赤a mucha sexposici車n (nos soltaba un rollo macabeo y una explicada de 谷poca mientras pon赤a escenas de sexo para distraernos y ahorrarse quejas), pero a La Casa del Drag車n ni siquiera le ha hecho falta para atraparnos en sus ardides pol赤ticos. Y ahora s赤, con las cartas sobre la mesa (Alicent y Viserys contra Rhaenyra y Daemon), que comience el espect芍culo. Que comience la Danza de Dragones. De espejismos nada, la cosa no puede pintar mejor.
