Los Redsticks mueren en la orilla
La Selecci車n masculina de hockey se adelant車 ante la B谷lgica, la favorita al oro, pero en dos penalti-c車rner en el tercer cuarto se le escap車 el sue?o de las semifinales.
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Hay comienzos de partido que salen igual que sue?as. Que todo acontece con naturalidad y l車gica, como si confundieras por un momento si est芍s en el Estadio Oi o en la cama de la villa disputando los cuartos de final ante B谷lgica,la favorita al oro, el mejor equipo del mundo. Y arranca el partido y el rival te somete, ataca, pisa 芍rea, pero t迆 eres indestructible. El penalti-c車rner va fuera o al cuerpo de un defensor... Y t迆 llegas una vez vez y la metes para dentro. De hecho, no la metes, se la meten ellos. Y te pones 0-1. Y te lo crees.
Eso es lo que ocurri車 en la noche tokiota, bajo una sofocante humedad. Un cielo sin estrellas que se fue cerrando al mismo tiempo que se abrieron las opciones de los Redsticks para meterse en las semifinales. Pero tres minutos de acierto en el penalti-c車rner le bastaron a los belgas para despertar a Espa?a, meterse en las semifinales y seguir aspirando a conseguir ese oro que tanto se le resiste. En Espa?a se despide una generaci車n y lo hace con orgullo de haber puesto contra las cuerdas al mejor equipo.
Del 'catenaccio' a una Espa?a que acab車 volcada
Pau Quemada y Miki Del芍s lideraron la charla previa, sobre el campo azul. Hay poco que decir de ese esp赤ritu del equipo de hockey, que dej車 su 迆ltimo gramo de fuerza en el campo. A los cuatro minutos Quemada, que suma cuatro goles, lanz車 un penalti-c車rner que despej車 con el stick el meta belga, Vanash. Fue un espejismo. Ese no era el partido. B谷lgica tuvo el ocho por ciento de posesi車n y Espa?a vivi車 en su campo. Catenaccio l車gico y bien ejecutado, los belgas solo dispusieron de un penalti-c車rner en el primer parcial.
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Apretaron en el segundo, con una presi車n asfixiante que imposibilit車 que Espa?a estirara l赤neas. Pero le da igual a los de Soyez. Sab赤an que su misi車n era sufrir, morder polvo, y no se iban a arrugar. Y, en una de estas, como no quiere la cosa, David Alegre se plant車 en el 芍rea belga y su centro se lo meti車 en la porter赤a un defensor. Un ※vamos§ comedido y prudente. Espa?a sab赤a que el sufrimiento se iba acentuar.
Y as赤 fue. Pese a que la Selecci車n merode車 el 芍rea belga y tuvo dos ocasiones para marcar el segundo, perdi車 el v赤deo al consultar err車neamente una acci車n y luego lo pag車. Unos de los 芍rbitros se?al車 un penalti-c車rner totalmente pol谷mico y discutido que acab車 en el 1-1. En el minuto 38 llegaba el 2-1 en una acci車n similar: Tom Bonn y Hendricks. En apenas cuatro minutos le hab赤an dando la vuelta al encuentro. Lejos de rendirse, conscientes muchos jugadores que ese pod赤a ser su 迆ltimo partido, Espa?a sigui車 la lucha. Pau Quemada lanz車 al palo.
Sigui車 Espa?a insistiendo, creando ocasiones con Alegre y Lleonart percutiendo por el lado derecho del ataque, pero no llegaron los penalti-c車rner ni el 2-2. Hendricks, a falta de cuatro minutos, sentenci車 de penalti-c車rner y acab車 con el sue?o de una Espa?a que por un momento se vio jugando el mismo partido que hab赤a imaginado.