Jap車n descabeza a M谷xico
La Selecci車n Mexicana cay車 2-1 frente a Jap車n en su segundo partido en Tokio 2020. Los nipones, superiores de sol a sol.
Los samurais sol赤an descabezar los cuerpos de sus rivales ca赤dos y hacerlas guardar, una se?al de m芍ximo honor tras la batalla. Es probable que ninguna testa mexicana haya merecido tal distinci車n despu谷s del partido en Saitama. Jap車n bati車 a placer y un dejo de crueldad a la Selecci車n de Jaime Lozano, un golpe de vuelta a la realidad. Si fue a tiempo o una p谷rdida insalvable, depender芍 del liderazgo de &Jimmy* y la resiliencia de sus futbolistas. Kubo y Dohan, desde el punto de cal, dejaron en el lodo a la invasi車n mexicana a Saitama.
Un arranque furibundo de Vega en el amanecer del partido fue una declaraci車n de intenciones. Pronto, Jap車n encendi車 los circuitos. Doma, un tren bala por la v赤a derecha, hizo escala en Kubo, diagonal retrasada que el jugador del Real Madrid envi車 a la porter赤a con un punterazo. Un mazazo de Godzila. Ni bien M谷xico regres車 a la conciencia, Montes reban車 los tobillos de Soma, el VAR corrigi車 la negligencia del juez, y Doan parti車 la porter赤a de Ochoa con un katanazo. M谷xico no compareci車 hasta el disparo de media vuelta de Martin, una caricia del viento oriental. El partido se volvi車 un revoltijo de kanjis para el poco versado en la materia: indescifrable.
Al grito de &Banzai* y el retumbar de los tambores taiko, la infanter赤a japonesa asedi車 a Romo y Rodriguez. Mientras Romo, 迆nico rompeolas, colaps車 ante el tif車n, Kubo ejerci車 de Oliver ?tom. La fantas赤a de Take, el alquimista de acero, inexplicablemente ignorado en Valdebebas, atolondr車 al batall車n mexicano. Los escuadrones samurai, bajo el mando del estratega Yokouchi, emboscaron en grupos de tres a cualquier mexicano que osara con transitar por su jokamachi. El alfanaje samurai desgarr車 las vestiduras tricolores mientras M谷xico acumulaba sanciones (Montes, Rodr赤guez, S芍nchez) y frustraciones. Cuando C車rdova se liber車 de la &cabeza de flecha*, el Tricolor cabalg車 hacia el exilio en las monta?as Akaishi. Replantear el contraataque sin bajas mortales. Antes de claudicar, Lainez acuchill車 a Yoshida, 迆nica y p赤rrica victoria del primer combate, y C車rdova hizo bambolear las mallas. Por si se rescataba algo.
Kubo hizo gala de su kabuto imperial, de oro y costillas de cobre, y el Tri qued車 sitiado en la formaci車n de &alas de grulla*. Soma y Doan, arqueros a caballo, trascendentales para menguar a la caballer赤a del general Lozano. Romo rompi車 filas y pretendi車 imitar la posici車n de Martin para sumar elementos al ataque, pero Itakura y Nakayama mantuvieron la compostura. La noche de Saitama oscureci車, como un invierno en Sapporo, cuando V芍zquez aplic車 una llave de judo a Doan. Cuadra Fern芍ndez lo envi車 a custodia del Kempeitai.
La cuadrilla japonesa se pase車 a placer por el nihon tenien, acompa?ada por el viento que acariciaba los cerezos y, lo peor, sin una cabeza mexicana a la cual dignificar en derrota. El tif車n amain車 y Alvarado activ車 una bengala en medio de las monta?as que confundi車 a Tani. Un bot赤n de guerra insospechado. Solo en la premura reaccion車 el escuadr車n de Lozano, cuando el rumbo ya era incorregible. Tani envi車 al mar de Jap車n el ob迆s accionado con la frente de Noro?a, amenaza nuclear, pero no hay milagros sin m谷ritos. El Tri deber芍 retirarse al dojo, sanar las heridas, afilar las armas y limpiar el esp赤ritu. La pr車xima cita no admitir芍 otra falla.