La profec¨ªa autocumplida de Pimienta

De igual forma que existe el efecto placebo tambi¨¦n est¨¢ su opuesto al que se le conoce como nocebo. Un empeoramiento de los s¨ªntomas de una enfermedad al creer el paciente que lo que le han aplicado le ha perjudicado la salud. A rasgos superficiales al menos, salvando las distancias, parece que se pudiera esconder tras el empeoramiento de la U.D. Las Palmas y su repentina mejor¨ªa.

Los grancanarios se han mantenido consistentemente a lo largo de la temporada, tanto con Mel como con Pimienta, como uno de los equipos que m¨¢s dispara a la puerta rival y que menos tiros recibe de sus contrarios. Antes de comenzar la pr¨®xima jornada n¨²mero 35, los amarillos son el tercer equipo que m¨¢s tira, tras Valladolid y Almer¨ªa y el segundo al que menos chutan, con solo un disparo recibido m¨¢s que el Almer¨ªa.

Entrando en el detalle, e incluyendo los goles en la ecuaci¨®n, de media los amarillos necesitan 10,4 tiros para anotar un gol, justo en el promedio de la categor¨ªa. Mientras que sus rivales m¨¢s cercanos a la promoci¨®n emplean menos disparos para conseguirlos: el Tenerife, 9,5, el Oviedo, 8,6 y la Ponferradina, 8,8. De ah¨ª la importancia en el mantenimiento de la cadencia de disparo de los amarillos.

Desde que Garc¨ªa Pimienta se sienta en el banquillo de la U.D., los grancanarios chutan a porter¨ªa 15 veces por encuentro, 1,75 m¨¢s que cuando estaba su predecesor. En los ¨²ltimos tres encuentros los amarillos han aumentado 16 tiros por partido y ha venido acompa?ado, parad¨®jicamente, de una leve mejora en el ratio tiros y goles. Un tanto cada 9 chutes. Incluso lleg¨® a batir su mejor marca de la temporada ante el Legan¨¦s, con 1 gol cada 3 tiros.

A modo de p¨ªldora informativa, sus pr¨®ximos rival, el Amorebieta registra un ratio muy similar al amarillo, 10,6 tiros por cada gol. Aunque una cifra inferior de tiros, 11,58 tiros.

En cuanto a disparos recibidos los amarillos han pasado de enfrentarse con Mel a 9,67 tiros por partido a 11 con Garc¨ªa Pimienta. No obstante, mientras antes recib¨ªan un gol cada 7,73 tiros que hac¨ªan sus rivales, desde el cambio de t¨¦cnico se ha pasado a 8,75. Es decir, los rivales necesitan hacer un chut m¨¢s para anotar. Lo que se traduce en 0,25 goles menos por encuentro. De 1,25 se ha bajado a 1. Cifras muy similares a las de racha en la que est¨¢ inmerso.

En comparaci¨®n con sus rivales m¨¢s cercanos al playoffs, el Tenerife encaja un gol cada 13,67 tiros, el Oviedo uno cada 12 y la Ponferradina uno cada 10,6. Muy por encima de los amarillos quienes son los cuartos peores de la categor¨ªa en este ratio. Pues solo mejora a Real Sociedad B, Alcorc¨®n y al Amorebieta, quien promedia un gol cada 7,6 tiros.

Valga tambi¨¦n como referencia el Almer¨ªa, pr¨¢cticamente con los mismos n¨²meros de tiros recibidos que Las Palmas, encaja un gol cada 11,2 tiros. Tres m¨¢s que la media de la temporada amarilla.

As¨ª pues, sin una mejor¨ªa muy significativa en estos n¨²meros, Las Palmas quiz¨¢ s¨ª lo haya hecho en el trazo fino. Por ejemplo, fuera de casa ha encajado menos goles desde la llegada del t¨¦cnico barcelon¨¦s. Tres en cinco partidos y ninguno de jugada. Uno de falta, otro de c¨®rner y otro tras saque de banda.

Aunque su punter¨ªa no se haya incrementado, m¨¢s all¨¢ del partido del Legan¨¦s con un cada 3 disparos, Las Palmas ha empezado a ganar. Y a remontar. Y si necesita tirar m¨¢s, parece que tira m¨¢s, contra la Ponferradina cuando bati¨® su r¨¦cord de la temporada con 24 disparos, de los cuales 17 superaron los bloqueos de la defensa y 10 vieron la porter¨ªa de Amir.

O quiz¨¢ ha pasado lo que Garc¨ªa Pimienta esperaba que significara aquella victoria que se le escap¨® de las manos ante el Lugo. Unos tres puntos con que el equipo ¡°cambiara el chip para engancharnos a unos resultados positivos y meternos en la parte alta¡±. Igual por eso dec¨ªa el entrenador amarillo a modo de profec¨ªa autocumplida ¡°estoy convencido de que a la enganchemos uno o dos resultados positivos. Esto va para arriba. Estoy convencido¡±. Igual la derrota ante el Burgos tuvo un efecto nocebo y la del Valladolid placebo.